Buenas,
Seguimos con
la campaña de Symbaroum Salvaje y los rolatos personalizados, en esta ocasión
la segunda parte de la aventura de investigación “La Marca de la Bestia”.
Este “rolato”
nos llega desde el punto de vista del trasgo Fenyek (primer narrador que
repite), como no jugó la primera parte de esta aventura, a él y a su PJ se les
resumió todo en la posada, contándole todo lo averiguado por los personajes, y
fuera de partida, lo sospechado por los jugadores.
Como ya dije
en la entrada anterior, si vas a jugar “La Corona de Cobre” no sigas leyendo
esto, o te comerás SPOILERS del
tamaño de Davokar...
... ... ...
PRÓLOGO
«... y el caldero de la
madre troll Vouax,
recubierto por las
palabras del tejedor,
untado con la grasa de
los guardianes, cayó
en el abismo, cayó en el
olvido. Y puede que ni
el calor del fuego ni la
oscuridad del Abismo
sean capaces de volver
a calentar la marmita
donde bullía la perdición
de todos nosotros».
La ceniza
empieza a llover sobre nuestras cabezas, mientras las llamas de la pira
iluminan la noche y hacen danzar las sombras sobre los rostros de mis
compañeros. Y entre esas sombras puedo ver algunas lágrimas, muestra de dolor
por nuestra pérdida.
Trataré de hacer
justicia a ese dolor.
Cuando
llegamos a Fuerte Espina dejé a mis compañeros para visitar a mi familia en
Karabbadokk. Tenía que llevar la dolorosa noticia de la muerte de primo.
Visitar a todos mis parientes, la ceremonia fúnebre, consolar a la atribulada
viuda y tener una juerga con mi vieja pandilla, me ocupó todo el día y la
noche.
Al amanecer
partí con Kverula para dirigirme al encuentro de mis compañeros en Fuerte
Espina. Por fin cumplía mi sueño y podía entrar en la ciudad de los
aventureros. En ese momento pensé que el futuro me deparaba grandes aventuras y
riquezas. No sabía que también habría dolor.
Mis
compañeros habían encontrado alojamiento en la posada “El Reposo de la
Costurera”, menos Bartelom, que prefirió alojarse con sus compañeros del Ordo
(para alivio de los demás huéspedes).
Una vez
todos reunidos y mientras trasegábamos unas buenas cervezas e hidromiel en
abundancia, me pusieron al tanto de sus andanzas.
Desde su
llegada a la ciudad se habían visto envueltos en la persecución del
“Desollador”, un misterioso asesino que despellejaba a sus víctimas y que tenía
aterrorizada la ciudad.
Por lo visto
todo empezó con una visita que hicieron a un mago llamado Vernam. El tipo tenía
amistad con los elfos y nos quería transmitir un mensaje. Estaba ocupado
comiendo y bebiendo, pero creo que mencionaron algo relacionado con los elfos
que maté durante nuestro viaje a través de los Titanes. Mientras contaba eso
noté que Bartelom me miraba fijamente. No estoy seguro, pero creo que me quería
insinuar algo. Ummm, lo mismo no se ha dado cuenta de que me gustan las mozas.
En fin, por
lo visto al llegar al hogar del tal Vernam se encontraron que éste había
recibido las atenciones del “Desollador”, y bueno así empezó la caza del
asesino.
Mis
compañeros dedujeron que los asesinatos estaban muy relacionados con una
expedición a Davokar la Oscura, que dirigió un tal Gorak y que trajo como
trofeo la calavera coronada de un viejo rey. ¿De qué me sonaba esa historia?
¿No era lo mismo que nos contaron Ludo y Belun, los desgraciados hermanos que
nos acompañaron en la travesía de los Titanes?
Cuando
terminaron de ponerme al día, Bartelom, Orlan y Magdala se fueron a la sede del
Ordo. Querían hacer algunas averiguaciones acerca de rituales y hechizos que
podían estar relacionados con el “Desollador”. Mientras Heavy, Kvarek y yo nos
quedamos en la posada. Tenía que descansar, los funerales trasgo son muy
movidos.
Solo
volvieron Orlan y Magdala. Bartelom se quedó en el Ordo para estudiar no sé qué
cosas de magos (espero que algo que solucione lo de su olor).
La bruja y
caballero nos confiaron que en la sede del Ordo habían obtenido pruebas de que
el asesino había tomado la apariencia y la identidad del difunto Vernam para
llevarse dos tomos de conocimientos místicos, relacionados con la rotura de
vínculos mágicos y con tomar la apariencia de otros.
Dedujimos
que o bien Gorak o Alahara, su amante trocalengo tenían que ser el
“Desollador”, que sus crímenes estaban relacionados con la maldita calavera
coronada. Habían asesinado a una elfa para tomar su identidad y llegar hasta
Vernam, para a su vez robar la identidad de éste último y poder acceder al Ordo
y hacerse con los tomos mágicos.
Esa misma
mañana la guardia de la ciudad acudió a buscarnos. Se había producido un nuevo
asesinato la noche anterior.
Nos
dirigimos inmediatamente al escenario del crimen, unos establos cercanos a la
Plaza del Sapo. En esta ocasión la víctima se trataba de un mozo de cuadra. El
lugar estaba revuelto y había sangre por todas partes. Como detalle curioso, en
esta ocasión el “Desollador” no terminó de despellejar a la víctima. Intenté
buscar huellas alrededor del establo, pero el alcohol de la cena me había
embotado los sentidos y no fui capaz de encontrar nada. Sin embargo, parecía
que la noche había agudizado los sentidos de la bruja Magdala. Fue capaz de encontrar
un rastro que salía del establo.
Durante
nuestra búsqueda de rastros, Orlan pudo interrogar a una guardia. Ella había
sorprendido al “Desollador” en plena faena. Nos confirmó que el asesino se
parecía a Vernam y que había huido herido en una pierna. Casi al terminar el
interrogatorio se presentaron en el establo un grupo de mantos negros. No me
sorprendí al averiguar que mis compañeros habían tenido un “encontronazo”, con
muertos y todo, con los mantos negros. Al frente estaba Baumelo, un tipo con fama
de radical a la hora de perseguir la herejía. Con él llevaba un esclavo muy
particular, que podía utilizar algún tipo de magia para ver el pasado y leer
mentes, Terr.
Tras un
intercambio de opiniones un tanto tenso, pero sorprendentemente pacífico, acordamos
colaborar en la persecución del “Desollador”.
Nuevamente
mis ojos me fallaron y ni siquiera con la ayuda de Kvarek pude seguir el rastro
que había encontrado Magdala. Pero el extraño esclavo de Baumelo nos permitió
llegar hasta un viejo almacén abandonado. En este momento Kvarek me dijo que me
anduviera con ojo, que al parecer Baumelo nos mentía por no sé qué ritual impío
y algo de conocer a la víctima, al parecer se lo había dicho la bruja, hubo un
momento tenso, en el que casi relucieron los aceros, pero no sé, la cosa se
calmó, y a mí Baumelo me pareció muy convincente.
Apenas
habíamos empezado a registrar el viejo almacén cuando un muerto viviente
apareció. La impía criatura devoró a uno de los mantos negros de Baumelo que
intentaban entrar por la parte trasera del almacén. Orlan se lanzó a por la
criatura y la eliminó de un solo golpe.
Al revisar
el lugar encontramos los tomos que el falso Vernam se había llevado del Ordo. Y
unas escaleras que debían llevar a una bodega o sótano. Decidimos bajar y nos
internamos en la oscuridad. A medida que bajábamos empezamos a escuchar unos
rugidos animales y una voz más aguda tratando de calmarlos.
Al llegar al
final de las escaleras vimos una escena dantesca. Encadenado a la pared había
una criatura endemoniada que no paraba de gritar y rugir. Junto a ella se
encontraba el maestre Vernam, pero se arrancó la piel y ropa, una figura
esbelta, cubierta de sangre. Dada su figura debía tratarse de Alahara y
supusimos que la criatura encadenada debía ser Gorak. Sobre una columna rota
vimos la maldita calavera que había empezado todo esto.
Nos
dispusimos a enfrentar a estas criaturas malditas y de repente todo se fue a la
mierda. Inexplicablemente Heavy atacó a Orlan, y claro éste respondió al
ataque. Mientras el ogro y el caballero peleaban entre sí, una Alahara
ensangrentada nos atacó con dos armas.
Kvarek y yo
le hicimos frente, pero esta noche la fortuna nos abandonó. La maldita Alahara
mató a Kvarek de un tajo en el cuello y me hirió gravemente.
Cuando me
veía acompañando a Kvarek, de repente la criatura que en que se había
convertido Gorak rompió sus cadenas y abalanzó sobre nosotros, decapitando a
Alahara por el camino, mientras esta trataba de sosegarle.
En cuanto
pude me escabullí del combate y me oculté en las sombras de la escalera. Desde
allí observé como finalmente Heavy y Orlan dejaban de luchar entre ellos y se
lanzaban contra el monstruo junto a varios de los mantos negros.
Mientras vi
como Baumelo y algunos de sus hombres se movieron sigilosamente y se hicieron
con la calavera. La lucha fue salvaje y sangrienta. Varios mantos negros perdieron
la vida, pero al final Magdala asestó el golpe de gracia al monstruo. Creo que
la bruja extrae su poder de la noche, sino no me lo explico.
Tras
finalizar el combate nos separamos de Baumelo y sus hombres. Baumelo se llevó
la calavera maldita para asegurarse de que no volviese a extender su manto de
corrupción.
Tras
preparar la pira funeraria del valeroso Kvarek a las afueras de Fuerte Espina,
frente a Davokar, nos llegó otra noticia que nos llenó de preocupación. Ya como
ciudadanos de la ciudad (recompensa de Camponegro mediante), nos reencontramos
con la manto negro Lestra. Ella nos dijo que Baumelo había muerto hacía meses,
mientras perseguía una secta de herejes dirigida por un tal Odako. Por los
dioses, ¿a quién entregamos la calavera maldita?...
EPÍLOGOS:
PRIMERO: «La
noche cae sobre la ciudad y la silueta de Davokar se funde con la oscuridad del
cielo. Un hombre deja caer su abrigo de cazabrujas y se retira el falso bigote
pegado con goma alquímica. Alza la calavera de un rey. Acaricia las puntas de
la corona de cobre con un dedo, pero aparta la mano cuando una de ellas (aún
afilada tras el paso de los siglos) le corta la piel. El hombre chupa su sangre
mientras mira en las cuencas vacías del cráneo, donde bailan dos luces
distantes, como estrellas remotas. Es una luz hipnótica, cautivadora,
sugestiva. Una voz rasgada susurra algo y el falso cazabrujas se queda
paralizado, escuchando. Luego se retuerce y cae de rodillas, elevando el cráneo
sobre su cabeza. Se aclara la garganta y dice, con voz temblorosa: «Así se hará,
mi rey y señor».
SEGUNDO:
Sueño de Magdala: El claro es silencioso y los árboles circundantes se mecen
con suavidad bajo una brisa casi imperceptible. Sentada en el suelo cubierto de
musgo hay una figura solitaria que medita. Su mano derecha luce un anillo de
hierro sin adornos, pero las manchas de óxido y un corte profundo, producto de
un golpe, le dan al anillo un aspecto primitivo, casi cruel, que no encaja con
el resto del sueño. La figura encapuchada levanta la cabeza y sus ojos de elfo
te lanzan una mirada noble pero firme. Te dice algo, aunque de su boca no sale
palabra alguna. Te llama, te ruega que te des prisa. Y te sorprendes cuando, al
despertar, de repente sabes dónde encontrar el claro donde el elfo te espera.
... ... ...
Y hasta aquí
el rolato de esta quinta sesión, segunda de “La Marca de la Bestia”, ahora
adjunto los personajes jugadores de Symbaroum Salvaje en su actual estado,
justo tras jugar esta partida:
Marcados
saludos.-
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