Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

martes, 14 de abril de 2020

Más PJs para Symbaroum Salvaje




Buenas,

La retirada de la vida aventurera de Dakeyras ha traído un pequeño tsunami al grupo de aventureros con sede en Fuerte Espina. Si bien el descanso para el oscuro ladrón era merecido y buscado desde la creación del PJ (cuando se cumplieran los condicionantes), ha dejado al grupo huérfano en ciertos aspectos (combate a distancia y habilidades de ladrón). Eso unido a que los más habituales en jugar están, casi exclusivamente, centrados en el combate cuerpo a cuerpo (con alguna pequeña especialización más) ha hecho que finalmente se hayan replanteado algunas cosas.

El primero, Karlio es un veterano, tozudo y juerguista, soldado ambrio, ahora a su edad y sin donde caerse muerte, vaga por Ambria alquilando su espada, ganando en todo tipo de juegos de azar y timando si se tercia. Es muy buen investigador, por lo que varios grupos de cazamontruos de la frontera han contado con sus servicios. Este personaje ya estaba hecho, pero como era el “suplente” (personaje con un avance menos de uno de los titulares y que su jugador va subiendo, simplemente porque le gusta, podría hacerlo desde cero en el momento que tuviera que cambiar de PJ), lo ha rehecho un poco. Bajándole “Pelear”, subiéndole “Disparar”. Con ello ganarán algo en distancia, que están muy cortos y además Karlio proporcionará un excelente investigador y algunos saberes. Pero al ser un suplente seguíamos con el mismo problema, exceso de combate cuerpo a cuerpo y cortos en lo demás...

 


Y ahí entra Tanis apodado “Medianoche”, un Manto Negro ambrio, que va a ser el personaje sustituto del jugador que retira a Dakeyras. Con todo esto en mente se ha hecho un manto negro que puede traer ricas tramas a la campaña (está bajo órdenes de Lestra, que ya conoce al grupo) y aporta al mismo un buen investigador, con un perfil social medio, algunos conocimientos y magia y combate a distancia (ya que el jugador de Bartelom no juega tanto como al principio de la campaña y el de Magdala, si bien juega más, últimamente por temas laborables se está perdiendo muchas partidas).


Y por último tenemos a Svolgard, un antiguo cacique bárbaro, exiliado, berserker y bonachón, pero con unas habilidades marciales que pueden hacer temblar al pansar más experimentado. Busca redimirse y recuperar la gloria perdida, mientras tanto gasta los excesos de sus aventuras como explorador de Davokar en vino y furcias.

  

Y, bueno, como es costumbre un PDF con todos los personajes que llevamos hechos y jugados en Symbaroum Salvaje (primero vivos, luego retirados y por último, muertos): 

Héroes de Symbaroum.


Marcados saludos.-

viernes, 3 de abril de 2020

Juego de Sombras en Castillo Styrkia




Buenas,

Ale, otro rolato de Symbaroum Salvaje, al que debido al confinamiento le estamos dando bastante caña por Roll20. Esta aventura es de carácter personal, sobre todo de Angar y Dakeyras (que, por otra parte, son los que más se han preocupado por dejar aflorar y mezclar su trasfondo). El rolato lo hace Óscar, desde el punto de vista de Angar de la Casa Styrkia, y es especialmente apropiado, ya que mucha de la aventura trascurre en las tierras de su padre.

... ... ...

PRÓLOGO

“El hechicero inhaló el humo verdoso que salía del cuenco borboteante... -Hecho mí señor, la trampa está tendida, los cazadores dispuestos y la presa desprevenida-, el señor aparto una tira de cuero que colgaba de una viga, le pareció, con repugnancia que en ella había enganchados ojos, ancas de rana, hojas, hierbajos y plumas. -Bien, Svilian comienza, sin dilación-, tras esto se asomó por la pequeña ventana, en el cielo, la luna llena iluminaba la noche…”
... ... ...

Casi ha pasado un mes desde que acabáramos con la amenaza que se ocultaba en Esperanza de Salindra, pese a no poder haber salvado la vida de aquel joven, Gidjabolgo, y devolverlo a sus padres, es agradable notar el agradecimiento o al menos el reconocimiento del gran esfuerzo que realizamos en aquellas tierras, por Prios ¡acabamos con un dios del bosque!

Un tiempo de tranquilidad, o de la tranquilidad que me supone estar en mi hogar de vuelta, rodeado del bullicio de estas dos pequeñas criaturas, les he cogido cariño, pero en ocasiones pienso que no soy el más indicado para criarlos, mis continuas idas y venidas, el riesgo de no regresar… y percibo que Pastel se ha encariñado con ellos y ellos de él.

Mis pensamientos se van abstrayendo mientras observo como están desayunando, la pequeña Fenya y el travieso Fenyek II, ella termina y recoge su parte, diligentemente, mientras Fenyek II hace pucheros con las migas de leche… De repente llaman a la puerta. Es un mensajero oficial del Reino.

Angar de Styrkia, yo, el Conde Abeldo de Styrkia te conmino a que vengas al castillo familiar para celebrar la boda de tu hermana Ysolda con el Barón Maximilian. Tu hermana no podría perdonarte que faltaras. La boda será el próximo tertius, de la segunda semana del décimo mes. Te esperamos… Por cierto, si quieres, trae a tus amigos que te ayudaron a rescatar a tu abuelo, en cierta manera la familia está en deuda con ellos…


Quedan doce días para eso... tengo que reunirme con los demás, esa boda no debe celebrarse, la ausencia de noticias de mi hermana me tenía preocupado, pero esto es lo peor que podría esperar, al final el Conde Albeldo, mi padre, ha hecho caso omiso de mis advertencias sobre ese bastardo de Maximilian, esto puede ser el fin de la casa Styrkia, y una agonía para mi hermana, no lo permitiré cueste lo que cueste.

Convoco a los libertadores de Lord Johannes de la casa Styrkia en “El jardín de Rosas" donde le entregó a Pastel Caliente unos táleros y le pido que eche un vistazo de los pequeños hermanos trasgos, y si llegara el día en que no regresara, me gustaría que fuera el quien se hiciera cargo de ellos, el gran ogro con una mirada de sorpresa y preocupación me mira, pero de naturaleza bonachona me devuelve una pequeña sonrisa y asiente con la cabeza.

Ya todos reunidos les explico la situación, sé que he estado distante con Fenyek y con Dakeyras desde hace un tiempo, pero preciso de sus habilidades si quiero frustrar esta boda y sé de sobra que Dakeyras está muy motivado con la idea de acabar con su viejo enemigo Maximilian, es entonces cuando un pequeño chico jadeante nos interrumpe…

- ¡Señor Dakeyras! ¡Señor Dakeyras! Me envían desde el Búho Astado en Brezo Oscuro para avisarle de que le ha llegado algo para usted, una carta, el posadero me dijo que le buscara y no parara hasta dar con usted, puede ser importante.
El muchacho parece ahogarse por la larga carrera.
- Tranquilo chico, para y descansa pide algo que te haga recomponerte, has hecho un buen trabajo- Dakeyras le da una moneda al chaval y este pide un vasito de vino que le sabe a gloria bendita por la cara de satisfacción que ofrece.
- Si no es inconveniente Angar, pasaremos por Brezo Oscuro a ver de qué se trata.

Sin perder tiempo nos dirigimos a la población al sur de Fuerte Espina, allí nos pertrecharíamos con lo necesario para movernos de forma rauda de vuelta a mi verdadero hogar, a la fortaleza Styrkia, pero estando en la posada y tras recibir la carta, la cara de Dakeyras se torna en preocupación y desesperación. Con cautela nos leyó la notificación:

Siento escribirte esto Dakeyras, ayer (la carta está fechada hace una semana), la noche era clara, con luna llena, pero de repente una niebla verdosa ocultó toda la campiña, superó los muros de Hirot e incluso se filtró por los quicios de puertas y ventanas… era difícil respirar, hedía a corrupción y hechicería… pero en menos de una hora se había esfumado, dejando de nuevo la noche clara. En cualquier caso, y por esto te escribo, cuando volvió la normalidad, Valeria no estaba, había desaparecido, o se había ido... Tu hija, que estaba con ella, no había escuchado nada, no había habido grandes golpes o sonidos, simplemente desapareció… Aela, Galda y su hijo están bien, pero hemos buscado e intentado rastrear durante todo el día a Valeria, y no hay rastro... Espero que esta carta te llegue pronto. Siempre tuyo, Brogan Jarl de Hirot.

Si era clara la determinación de acabar con Maximilian ahora es palpable en el ambiente junto a la preocupación por la seguridad de su esposa como es normal en estas circunstancias. Dakeyras nos promete darle un regalo de bodas a Maximilian que jamás olvidará.

Sin más demora partimos a Yndaros, está a casi a 200 kilómetros, lo que implica, a caballo entre 4 y 6 días dependiendo del ritmo. Tras unas tensas negociaciones entre Vadakh y Fenyek (ya que el primero carece de montura y de dinero para comprarlo), medio entre ambos y avalo el préstamo que, finalmente, adquiere Vadakh.

Primero atravesaremos el ducado de Narugor, luego recorrimos el ducado de la iglesia, Domino de Prios, donde continuaríamos hacía el sureste. Fue por esas tierras donde nos encontramos con una pequeña emboscada de varios bandidos que nos pidieron amablemente todo los valioso que lleváramos encima, no sabían a quién se enfrentaban, no fueron rivales para nosotros acabamos con la mayoría haciendo huir a los pocos supervivientes con un recuerdo claro de haber visto de cerca a la fría dama de la muerte besarles la frente. Llevamos el cadáver de un granjero (muerto por los bandidos) a una granja cercana, tras esto rastreamos a la mujer del fenecido, y la encontramos también, muerta, apoyada en un tronco de árbol. Finalmente, esa noche dormimos con los granjeros en su pajar. Aunque la señora de la casa nos sirvió un guiso excepcional…


Nos encontramos en el otro lado del Doudran, el embarcadero que está al norte del Yndaros, llegados a este punto y tras cruzar el río nos dividiremos para buscar información sobre Maximilian y sus posibles movimientos y negocios recientes algo que nos dé una pista para descubrir la ubicación de la mujer de Dakeyras o la del bastardo, pero nuestra búsqueda es infructuosa y solo sacamos en claro que ha tenido tratos últimamente con un tal Svilian un hombre con fama de hechicero y hacedor de malas artes, poco más que una pobre descripción es lo que se averigua sobre esta oscura figura. También averiguamos que antes de comprar el título de Barón, Maximilian era la máxima autoridad en Yndaros para dos cosas: el tráfico de fermento negro y los tratos y tejemanejes con los enanos de Küam Zamok. Maximilian se marchó ya hace una semana hacia el castillo de la casa Styrkia, a la celebración de su boda…

¡Maldito bastardo!, en el semblante de Dakeyras y de Fenyek percibo algo raro, no sé si es la desesperación por no avanzar en la investigación o la duda de mi lealtad para con ellos, me hacen preguntas absurdas como ¿qué le llevo a mi hermana de regalo de bodas?, ¿qué le voy a llevar? A no ser que sea la promesa de que, si al final no impido la boda, una pronta viudedad.

Proseguimos nuestro camino, y llegamos a los dominios de mi familia, llegamos con unos días de antelación y nos parece conveniente tantear como están las cosas antes de presentarnos en el castillo ante mi padre y revelar nuestra llegada.



Mis compañeros de desventuras recopilan la información, la poca que unos pueblerinos nos pueden proporcionar, que el Conde los a convidado proporcionando al pueblo carne de cerdo de su piara particular y organizando festejos por el próximo enlace de su hija con un Barón de Yndaros, poco más nos cuentan y tras hospedarnos en la posada del pueblo “El Cruce del Rio", cenando reconozco a un grupo de guardias y al capitán de mi padre, Alois un hombre de cincuenta años con el que en muchas ocasiones he compartido entrenamientos y confidencias a partes iguales, sé que es un buen hombre, y también sé que es fiel a mi padre pero guardo la esperanza de que pueda ayudarme en la empresa de hacer entrar en razón al Conde.

Por otra parte Dakeyras y más sibilinamente, Fenyek, se acercan a una mesa donde unos mercenarios, al parecer de Maximilian juegan a los dados y beben cerveza y vino.

Dakeyras, por lo que mi vista alcanza a ver, invita a uno de ellos a acompañarle, por la expresión del mercenario conoce a mi compañero y su reputación. Juntos abandonan la sala y se dirigen a la calle, en un intento por distraer la atención de la guardia de mi padre, descubro mi identidad, ofreciéndoles a los soldados unas botellas de vino para brindar por el futuro de la casa Styrkia, y acompañado por su capitán, me dispongo a tomar una copa de vino en la barra y ponernos al día.

Le pregunto sobre qué opina de la unión que ha concertado mi padre con mi hermana y ese Barón, me interesó en cómo se encuentra mi hermana pues llevo tiempo sin saber de ella, y qué opinión tiene sobre Maximilian, le comentó que creo que es un error, que mi padre no puede dejar el futuro de la casa en manos de ese hombre, a lo que él me contesta que el futuro de la casa está en las mías, pues yo soy el heredero, con unos ojos de tristeza y resignación le confieso que conociendo a mi padre, él jamás dejaría que yo fuera el cabeza de la casa, antes me desheredaría, o quién sabe qué, por ello es una gran amenaza para el futuro esta boda, Maximilian es un hombre sin honor, un criminal venido a más, que no merece el puesto que tan gentilmente le ofrece mi padre, ni mucho menos ser el marido de la beldad de mi hermana.

También me cuenta algo que me deja turbado “Angar, tu padre es mayor que yo, unos seis o siete años, y a tí no te tuvo hasta hace veintidós... ¿no te da que pensar? Te tuvieron con treinta y bastantes, pero tus padres intentaron quedarse en cinta muchas veces en Alberetor y no podían… se dice que una vez asentados aquí, en Ambria, hicieron algún tipo de pacto o hechicería y todo el servicio murmura que fruto de aquel suceso fue tu cambio en la adolescencia… gracias a Prios no sucedió lo mismo con Ysolda”.

No sé si estas habladurías son producto del vino o encierran algún otro oscuro secreto que guarda mi padre… Lo cierto es que entre vino y vino observo regresar a Dakeyras y a Fenyek acompañando al mercenario, el cual trae una cara pálida y descompuesta aunque aparentemente no ha sufrido daños.

Al parecer Svilian no se encuentra por aquí, pero se le espera en las próximas horas, será mejor descansar pues mañana nos espera un largo día y reencontrarme con mi padre, y sobre todo con mi querida hermana.

A la mañana siguiente tras llenar nuestros estómagos en la posada nos dirigimos al castillo. Al llegar a sus proximidades, no tardan en darnos el alto, pero la reacción de los guardias cambia al percatarse de quien soy, sin más problemas llegamos al hogar tan añorado por mí, todo está preparado para el gran evento, el castillo lleno de gente por todos lados , el bullicio es evidente, y de repente allí está con el mismo semblante severo que acostumbra a tratar conmigo el Señor de Styrkia el Conde Albeldo, mi padre…

Tras un breve vino, mi padre quiere hablar con todos en uno de sus muchos despachos… nada bueno si le conozco... “Bienvenidos todos, Angar gracias por traer a tus amigos pues la casa Styrkia se encuentra en deuda con ellos por haber recuperado a Johannes, mi padre, por lo cual os estaré agradecido. Participad de los festejos y la hospitalidad de mi casa, pero os he de pedir un favor que será merecidamente recompensado, 200 táleros a cada uno de vosotros por investigar las intenciones de mi futuro yerno Maximilian, pese a que mi acuerdo con el me reportara grandes beneficios para mí y para mi casa, no soy idiota, no me fío del todo de Maximilian, seguro que urde algún plan para eliminarme, quiero que me protejáis de él, si mis sospechas son ciertas, pero hay que ser cautos nos jugamos mucho en esta boda. En cualquier caso puedo protegerme bien, pero quiero sus intenciones, claras, meridianas...”.

Por mi honor y la lealtad que guardo a mi casa eso será lo que se haga, y así de paso consigo que este matrimonio no se llegue a celebrar liberando a mi hermana de tan mala compañía marital.

Dakeyras habla en privado con mí padre, no sé del todo bien sobre qué, pero si que nos cuenta, que al parecer mi padre quiere esta boda por los contactos de Maximilian con los enanos residentes en Yndaros.

El resto nos separamos por el castillo, al parecer Fenyek y Vadakh ven al abuelo, que sigue ido, Prios lo tengan en consideración… Yo sé a quién quiero ver, y es en un rincón del gran patio donde la encuentro, hermosa como una flor, pero con su faz triste y mirada melancólica, “Ysolda hermana”, su expresión cambia totalmente a reconocer mi voz, se funde en un abrazo conmigo.

Pero pronto su mirada de felicidad torna en desesperación.

“Angar ¡por Prios! acaba con esta locura, padre no puede casarme con ese hombre, mátalo, mata a Maximilian o si te es imposible ¡mátame a mí!, se tu quien me quite la vida y me de la libertad, pues una vida de amargura al lado de ese hombre será todo un infierno para mí, no lo soportaré…”.

Su aroma a flores me inunda, la cercanía de su cuerpo me estremece intento recordar que aunque no de sangre, ella es mi hermana y con un dulce beso en su frente la digo que se calme, que me encargaré de todo que no permitiré esta boda. Es entonces cuando mi hermana me confiesa algo que yo ya asumí hace tiempo…

“Angar, padre me ha nombrado su heredera, ya no eres tú. Pero necesito que me mates, no puedo vivir con ese hombre... O mejor, fuguémonos, vayámonos a vivir a la frontera, entre los bárbaros, o con los colonos independientes”.

Es esa idea, la de fugarnos juntos sin mirar lo que dejamos atrás, o tal vez la cercanía de sus labios lo que me impulsa a besarlos fundiéndonos en unos instantes de complicidad, complicidad que se rompe por la intromisión de una criada, pero ya está decidido Maximilian debe de morir, y da igual lo que quiera padre, Ysoda y yo estaremos juntos de una forma u otra.

Momentos después se escuchan trompetas, pues alguna personalidad importante se ha hecho anunciar, me reúno con mis compañeros para descubrir que es Maximilian quien ha llegado de una mañana de caza, y que Dakeyras no ha perdido tiempo de ir a su encuentro, tras unos minutos de una charla que desde mi situación no consigo atisbar Dakeyras se retira, y antes de que Maximilian llegue al encuentro de su prometida le intercedo. Me presento, todos mis gestos y mis palabras son amenazas veladas o no tanto, advirtiéndole de que si intenta hacer cualquier mal a mi casa o a mi familia, tendrá que vérselas conmigo, pero solo consigo una mirada fría por respuesta, ni una ligera reacción en su semblante, se de cómo es él, por lo que me ha contado Dakeyras, pero que hace a este hombre estar tan seguro de que no voy a cumplir con mis amenazas…


Después en un salón menor, comemos y conocemos a algunos de los invitados. Trascurre la velada, veo a mi abuelo, algo más centrado de cuando lo conocí, pero a mirada de curiosos ha perdido la cabeza, no es la sombra de quien un día pudo haber sido. Ya que no hay sitio para todos los invitados en el castillo pese a sus dimensiones me indican que, por supuesto yo sí puedo alojarme en mis aposentos, pero que el resto de mis acompañantes tendrán que hacer noche en la posada. Allí es donde Dakeyras me revela la propuesta de Maximilian.

“Tiene a mi mujer y a buen recaudo. Si le pasa algo, no puede comunicarse con quien la retiene, como cada noche, entonces a mi mujer la matarán, pero antes la violarán todos sus hombres, y morirá lentamente, sufriendo, pensando que la he abandonado, además también sabe dónde se oculta Aela. Quiere que, una vez pasada la boda, mate al Conde Abeldo de Styrkia, tu padre... ¿Quién mejor que yo? No solo me devolverá a mi esposa, sino que además se acabará toda disputa entre nosotros, y podré vivir en paz, por lo que a él respecta”. Las palabras de Dakeyras son francas y claras.

La determinación de Dakeyras en su mirada, me indica que la vida de mi padre peligra de verdad, que, si no doy con una solución a este entuerto y rescatamos a su mujer, será el mismo él que acabe con mi padre. Intento hacerle entender que nuestro enemigo es Maximilian y es a él con el que tenemos que acabar, pero la situación es crítica.

Pasan las horas y estamos cada vez más perdidos, más desesperados y lo que es aún peor, con objetivos distintos que no nos hacen sino dividir nuestras fuerzas. Si le confieso las intenciones a mi padre de Maximilian sin pruebas fehacientes, tendríamos suerte si solo acabamos en los calabozos.

A punto estamos de volver al galope a Yndaros, ya que algunos del grupo quieren investigar mejor las conexiones desconocidas de Maximilian con los enanos... Pero no nos daría tiempo, ya que por la noche tenemos una cena de gala a la que acudirán todos los invitados a la boda y por supuesto, nosotros también.

No nos rendimos, al día siguiente y tras vestirnos para la ocasión, pero antes de la cena, intentamos sacar algo en claro investigando por el castillo cualquier pista que nos lleve a la ubicación de la mujer de Dakeyras, pero todos los intentos son infructuosos. Con la cabeza hecha un lío y terminándosenos las ideas llegamos a la hora, del gran banquete.

Delicias culinarias que, años hacía, mi paladar no degustaba y unos caldos para acompañar de la bodega privada de mi padre, casi hacen que me olvide de que no me han ubicado en la principal mesa, como debiera ser por ser hijo del Conde, una ofensa más de mi padre. Qué más da, lo importante es por lo que estamos aquí, y tras cenar empezó un coctel para alternar con los invitados, y así felicitar a los novios, mi abuelo hace acto de presencia y entre murmullos y habladurías su presencia es palpable. De repente cae al suelo fulminado convulsionado, ahogándose. Mi primera reacción es prestarle ayuda pero es tarde parece haber sido envenenado, antes de morir me mira a mí y a mis camaradas señalándonos con un dedo inquisidor y pronunciándose “Él…, ha sido él, ellos...”

Acto seguido nos vimos rodeados y reducidos por la guardia, y mi padre ordenando nuestro encierro en los calabozos del castillo. Realmente parecía contrariado.



No se las horas, o los días que han pasado me encuentro encadenado, he sido torturado, pero me he mantenido firme, no acusaré en falso a ninguno de mis compañeros ni me inculparé por un crimen que nunca cometí. Parece que el torturador a puesto sus ojos en otro de los reos, pues me encuentro solo en mi celda, pero no por mucho tiempo pues un guardia, seguido por una figura encapuchada entran en la celda, esa figura se descubre para hacer que mi mente se nuble y vuelva loca por unos instantes. Esa figura es Johannes mi fallecido abuelo, ¿qué es este engaño?, ¿así nos pagas el haberte traído de vuelta y liberado de vuestros captores?

“Nieto, te lo explicaré, no es fácil, lo sé, ni agradable... (parece muy sereno y muy cuerdo cuando habla), por suerte aún tengo viejos amigos y fieles en la casa de Styrkia, como Malaran, el carcelero, ya que yo le otorgué ese puesto el Alberetor”.

Al parecer, necesitaba independencia y hacer, por fin, un movimiento ya que hace un par de lunas que comenzó a recuperar la cabeza y no le está gustando hacía donde se dirige la Casa Styrkia, agradecido por el rescate, confía en nosotros y deja en nuestras manos los dos modos de seguir operando entre las sobras del castillo, el veneno le ha postrado, podría matarle y actuar desde las sombras, o si así lo preferimos seguir vivo, y seguir haciéndose pasar por loco y demente, para ayudarnos en vuestra empresa. Por ejemplo, sabe que actuamos como pollos sin cabeza coaccionados por todos, así que nos da una solución, sabe dónde está Valeria. En una torre al sur, siguiendo el Noora, en una zona de colinas boscosas a medio día de la aldea Gamica, al cuidado de un tal Svilian, al parecer un buen agente y hechicero.

“No me fío de mi hijo Abeldo, pero no tengo el poder necesario para derrocarle, la boda será en dos días. Os soltare una mano a cada uno, para que podáis escapar, os he proporcionado una cuerda y una vía de escape, pero tendréis que salir por una de las ventanas y descender, os deseo suerte en vuestra misión”.

Acuerdo con él que lo más seguro es que siga postrado y trate de mantener esto así hasta después de la boda, luego veremos sí “muere” o resucita ara hacerse con las alocadas riendas de la Casa, mientras tanto que deje en nuestras manos el resto.

Escucho al torturador retornar, no entra en mi celda, se ha cansado de mí y busca carne fresca a la que torturar, por las voces creo que se dirige a la celda de Vadakh. Intento liberarme, arrancar la cadena que me aferra a la pared, la voz burlona del torturador prometiéndome que en un rato volverá conmigo a seguir destrozando mi cuerpo, me llena de ira. Un segundo intento, pero es inútil solo un titán podría realizar tal proeza, se escucha alboroto como si intentaran ahogar a alguien de repente ese alguien se libera, profiere insultos y veo como raudo el torturador huye pidiendo ayuda a los guardias, tenemos poco tiempo, aparece Vadakh con las llaves y me libera, le indicó que haga lo propio con el resto mientras intento poner en orden mis pensamientos. Sí ya sé por dónde escapar, una cuarto de almacenaje cercano… Ruido de soldados que de acercan, Vadakh y Dakeyras preparan la soga que nos dará la libertad e inician el descenso, mientras tanto Fenyek y yo sigilosamente atrancamos la puerta para retrasar a los guardias y evitar que corten la cuerda y caer, pues sesenta metros de vacío nos separan de la libertad.

Conseguimos descender sin ningún percance, nos adentramos en la zona boscosa que linda con el pueblo, hay que llegar a la posada amparados por la oscuridad y por el silencio, para escapar de aquí y liberar a la mujer de Dakeyras. Ese será nuestro primer paso para dar la vuelta a esta situación, para poder volver a tener entre mis brazos a mi querida Ysolda.

Recuperamos el equipo y los caballos, despistamos a unas cuantas patrullas y nos encaminamos hacia la torre donde nos aguarda el esbirro de Maximilian, Svilian el hechicero, no me gustan los hechiceros…

Un día después, apenas sin descanso, avistamos la torre, y ante ella al menos tres vigías, matones de Maximilian. Acordamos que el escurridizo Fenye y el sibilino Dakeyras se adelanten para allanar el camino, Vadakh y yo mismo entraríamos de refuerzo una vez se inicien las hostilidades, así lo hacemos las flechas de Dakeyras vuelas como halcones peregrinos hacia su presa, igual de efectivos igual de mortales. El pequeño Fenyek acompañado por su cerda, inician el asalto, parece imbuido por la ira de algún dios de esos a los que rezan los bárbaros, uno tras otro caen sus adversarios a sus pies o entre los colmillos de su jabalí, tanto es así que se aventuran los dos al interior de la torre, solos, no nos esperan. Apenas llegamos a la puerta empiezan a salir enemigos, uno tras otro nos atacan, pero somos como muros con determinación férrea, Vadakh, Dakeyras y yo mismo. Uno a uno o de dos en dos caen los enemigos, pero Fenyek, parece ido se le habrá ido la cordura, tanto le ha afectado el encarcelamiento, de repente veo como corre hacia mí, cuando creo que va a asestar un golpe a uno de mis atacantes, me doy cuenta de que no, ¡su objetivo soy yo!, un nombre resuena en mi cabeza, Svilian el hechicero. Hay que acabar con él lo antes posible para que Fenyek se libere de su embrujo, sigo el combate sin perder de vista al trasgo y una y otra vez se resiste a atacar a sus aliados, en el fondo esta criatura tiene honor incluso una lealtad férrea.

Nos encontramos frente al hechicero, ataque tras ataque, mermadas sus fuerzas, él nos lanza impíos sortilegios, unos rayos de oscuridad. Vadakh acaba con el último matón. Yo ataco al hechicero, y una de las aves de presa de Dakeyras le atraviesa la cabeza, muerto.

Heridos y exhaustos tomamos aliento, todos menos el preocupado marido, ansioso padre que ansía más que su vida el reunirse con su amada, y por fin un golpe de suerte, ella está aparentemente ilesa y ahora libre.

La duda nos asalta. Descansar y retomar fuerzas o continuar con esta orgía de sangre y destrucción, pero hay que ser sensatos de que le valdría a Ysolda que llegara allí pronto extenuado y herido para que Maximilian me rematara. Descansamos en un pajar anónimo cercano, lo necesario. Retomamos el camino hacia Styrkia, al llegar al pueblo, camuflados entre la muchedumbre las campanas del templo resuenan, hemos llegado tarde o no..., tocan, pero tocan a duelo, podría ser por mí abuelo, pero también puede ser que mi amada Ysolda se suicidara al verse atrapada y sola, la duda me corroe y cometemos un error táctico.

No aprovechamos la ventaja del desguarnecimiento del castillo para colarnos, y nos quedamos perplejos como al ver al Conde Albeldo anuncia, en las escaleras del templo a Prios, al pueblo la muerte de Johannes y el matrimonio de Ysolda con Maximilian. He fracasado, he llegado demasiado tarde, mi cabeza no piensa con claridad, infiltrándome con el populacho voy a despedirme de mi abuelo, para pedirle ayuda, está fingiendo como acordamos... Cuál no es mi sorpresa cuando descubro una herida de puñal en el lateral del cuello del difunto, delgada, sutil, apenas perceptible, ¿padre que has hecho?… En el último instante improvisamos un plan, un plan muy básico, pero efectivo.

Vamos a interceptar la calesa de los novios, rumbo al castillo y Maximilian morirá, no será más una amenaza ni para la familia de Dakeyras, ni para la mía.


El letal asesino, como una sombra, se desliza por los tejados dándonos indicaciones del camino que toma la calesa, el resto nos encondemos en la espesura junto al camino, excepto Valeria que se queda con los caballos. Dakeyras prepara su arco, con la flecha que, previamente, a untado en un ungüento que lleva mucho tiempo reservando, para una única persona, su regalo de bodas, el regalo de bodas de Maximilian. Dakeyras da la orden y Fenyek lanza un bulto con el mismo sigilo como una leve brisa mece la hoja en un árbol. El bulto cae donde el trasgo quiere que quede, en medio de la trayectoria del carruaje, la cabeza de Svilian, la guardia desorientada alerta al Conde Albeldo:
-Señor una cabeza, una cabeza humana, ¡han tirado una cabeza humana al camino!
-Alerta, han de ser Angar y sus sicarios, ¡a las armas!
Desde los tejados una voz inevitablemente reconocible para Maximilian rompe la tensión:
-Ahí está mi regalo de bodas Maximilian, y ahora el de Valeria.

Dakeyras aguanta la cuerda tensada de su arco, ha hecho esto mil veces, ha soñado con este momento incontables noches, el fuego que recorre su estómago hacia su garganta no le impide perder la concentración, se toma su tiempo para lo que lleva media vida preparándose. Se acabó huir se acabó esconderse, con el sonido de la cuerda soltándose y el tacto de la flecha deslizándose entre sus dedos, le da el consuelo al padre, al esposo, al asesino de no haber tenido el privilegio de degollarlo con sus propias manos, pero el regalo hará su efecto enseguida.

Antes de que nadie pueda reaccionar, la flecha atraviesa el cuello de Maximilian seccionado la carótida, e introduciendo en su torrente sanguíneo el veneno que ten cuidadosamente se ha preparado. El bastardo convulsiona entre gritos mudos, espuma por la boca y ahogamiento por el fallo pulmonar que le está afectando, la muerte es rápida, pero muy agónica le habrán parecido horas los pocos segundos que ha tardado su cuerpo en ceder ante la inevitable muerte, y así concluye la vida de Maximilian. Esbozando una sonrisa en la cara de su asesino, en la cara del amante de su mujer, en la cara de su viuda al darse cuenta de lo sucedido, y en la cara de su frustrado suegro al ver que la dote no llegaría a su poder.

Pero no fue el fin, pues Dakeyras como un felino saltando de tejado en tejado y corriendo entre callejuelas se pierde, y los demás estamos, ocultos pero a merced de la benevolencia del Conde que ha ordenado acabar con nuestras vidas, nos escurrimos hasta los establos donde nos reunimos con la feliz pareja, al parecer Dakeyras copó la atención de la guardia hasta el puente, y así se tiró al río, buceando contra corriente hasta la altura del pueblo en que están los establos.

Montamos a caballo y huimos de Styrkia, perseguidos, acosados, traicionados y delatados en un pueblo. Por donde pasamos el peligro es constante, pero al fin vivos y seguros en Fuerte Espina, un mes después, nos despedimos de la familia. Dakeyras nos desvela solo a nosotros donde va a vivir junto a su familia, feliz y alejado del peligro, pero me da su palabra de ayudarme con la empresa de acabar con mi padre, si al final me decido a ello, pues desterrado de mi hogar, lejos de mi amada y siendo sabedor de que detrás de la auténtica muerte de mi abuelo estaba el Conde, la decisión está tomada.

El Conde Albeldo ha de morir, o al menos secuestrare a su legítima heredera para hacerla feliz y que él se pudra en sus intrigas…

... ... ...

EPÍLOGO 1:

El Conde Abeldo selló con lacre la carta. En ella explicaba que, no sin dificultades, muchas por otra parte, pero el carro de la dote había llegado el día antes de la boda y las presentaciones habían sido hechas, todo avanzaba en el camino correcto.

Así que por fin estaba accediendo a los contactos que le abrirían los secretos de Küam Zamok, con ello conseguirían, por fin, el preciado artefacto místico que tanto anhelaban para hacerse, a la larga, con el Trono de Espinas.

El Conde enrolló en un fino tubito de latón la carta y la ató a la pata del cuervo... ¿su destino? Sevona, capital de Nueva Berendoria, a la Gran Casa del Duque Alesaro Kohinoor, tío de la Reina Hiendenoche...

EPÍLOGO 2:

Un mes después todo parece más tranquilo, lejos quedan esas situaciones tensas y peligrosas al sur de Yndaros… Dakeyras y Valeria habían estado muy felices planeando el regreso a Hirot para juntarse, por fin, con Aela. El día de la partida, temprano, Valeria se acercó a su marido con el rostro preocupado… -Dakeyras, estoy en cinta, hasta que me rescataste hacía seis meses que no nos veíamos, no te quería decir nada porque no cargaras con ello y por no preocuparte, posiblemente por nada, pero esto cambia las cosas, no me ha bajado el periodo…- Compungida, Valeria, no pudo dejar escapar una lagrima y entrecortadamente dice: -Maximilian me violó durante la primera noche de mí confinamiento…-

EPÍLOGO 3:

La calma tras la tormenta...

Meses después en las estribaciones norte de los Titanes, fuera de las fronteras de Ambria, a dos días de la aldea más cercana, ya en el ducado de Kasandrien:


En el bosque, cerca del manantial, el joven venado permanecía ajeno a los que serían sus últimos instantes. Tensó la flecha. Apuntó. Salió del arco, pero paso rozando el cuello del animal y se clavó en el tronco de un árbol cercano. Aela frunció el ceño y dio una patada al suelo. Antes de que al animal le diese tiempo a escabullirse una certera flecha le atravesó el cuello.
-Estuve cerca- dijo un poco frustrada Aela- ¿Llegaré algún día a disparar como tu papa?
-Para ello has de entrenar mucho, tener calma y que tu presa no te escuche- contestó Dakeyras. –Gemiste al esforzarte al tensar al máximo el arco y el venado te escuchó- prosiguió viendo el moratón que la saldría en el antebrazo al golpearse con la cuerda. –Llena los pellejos de agua en el manantial. Los llevaras tú de regreso. Así fortalecerás los músculos. Yo iré preparando el venado para llevarlo a casa-. Cuando la niña se alejó Dakeyras sacó del zurrón un cazo labrado con unas runas. Lo llenó con la sangre caliente del venado y lo bebió.

Salieron del bosque. Divisaban la cabaña situada junto a un cortado a los pies de un pico en el claro. Aela salió corriendo al ver que su madre estaba esperándolos en un banco junto a la entrada de la cabaña. Dakeyras miro a su alrededor. Aún quedaban horas de luz, pero pronto el sol se pondría tras el pico de la Miel y teñiría el claro de unos bonitos colores. Disfrutaba siempre de aquel momento fumando una pipa junto a Valeria. Hubo momentos en el pasado en el que ese instante lo veía inalcanzable. Desde la distancia miro a su mujer. Ya se le notaba bastante la barriga. Una sombra cruzo su cabeza. Pensó en lo que debió pasar Valeria junto a Maximilian, pero rápidamente esos pensamientos de rabia, se disiparon cuando recordó como el bastardo agonizó en el carruaje, justo el día en que pretendía saborear las mieles del éxito, lo único que saboreó fue su propia sangre envenenada con una flecha atravesándole la garganta. Ese día su presa no lo escuchó y la calma que le otorgó el sentimiento de venganza hizo que ese disparo fuera perfecto, mortal. Sonrió con una mezcla de rabia y satisfacción. Es una pena no poder haber recuperado esa flecha para que adornase encima de la chimenea.

-La volviste a dejar que disparase- le dijo regañándolo Valeria cuando llegó –Vi el moratón del brazo. Te dije que era aún muy pequeña-. Él bajo la cabeza y oculto una sonrisa. –Pronto ya no será una niña, y tal vez para entonces no podré protegerla de todos los vagos y pretenciosos muchachos que la querrán desposar. Me hago viejo-. Valeria le dio un pescozón para que dejase de decir tonterías y tras ello le besó, le abrazó y apoyó la cabeza en el pecho de su esposo. Este le acarició la barriga. -¿Deseas este bebé?- preguntó ella con un tono algo pensativo. –Por supuesto que sí, amor mío. Hace unos días soñé que sería una niña. Era tu viva imagen. Nos hará felices, Aela tendrá una hermanita y aquí crecerá fuerte, sana y a salvo. Deseo ver el atardecer con ella en brazos junto a vosotras dos-. La abrazó con fuerza. Valeria hundió aún más la cabeza en el pecho de su esposo. Sonriendo, más tranquila pregunto. -¿Pensaste en cómo se llamará?– Dakeyras sonrió. Miró fijamente a su amada. -Verula- contestó con un tono que no admitía discusión. –Se lo prometí a un amigo el día que te sacamos de aquella torre-. Nunca supo si Valeria estaba de acuerdo con el nombre, pero permaneció callada abrazándolo.

El sol se puso en el Pico de la Miel y los tres pasaron a la cabaña. Eran tiempos de paz, armonía y familia. Lejos quedaban los tiempos de odio, sangre y corrupción… pero ¿durante cuánto tiempo?

... ... ...

Y aquí acaba el rolato de esta aventura de tono personal, y también acaban las aventuras de Dakeyras, que decidió (acertadamente) retirarse con su mujer e hija (y futura otra hija)... Angar perdió su ventaja de Noble (cambiada por Carismático) y los PJs no acabaron nada mal, para cómo llegaron a estar en ciertos momentos.

Y, como siempre tras un rolato, estado actual de los PJs (con algún PJ nuevo):



Marcados saludos.-