Buenas,
Ale,
otro rolato de Symbaroum Salvaje, al que debido al confinamiento le estamos
dando bastante caña por Roll20. Esta aventura es de carácter personal, sobre
todo de Angar y Dakeyras (que, por otra parte, son los que más se han
preocupado por dejar aflorar y mezclar su trasfondo). El rolato lo hace Óscar,
desde el punto de vista de Angar de la Casa Styrkia, y es especialmente
apropiado, ya que mucha de la aventura trascurre en las tierras de su padre.
...
... ...
PRÓLOGO
“El hechicero
inhaló el humo verdoso que salía del cuenco borboteante... -Hecho mí señor, la
trampa está tendida, los cazadores dispuestos y la presa desprevenida-, el
señor aparto una tira de cuero que colgaba de una viga, le pareció, con
repugnancia que en ella había enganchados ojos, ancas de rana, hojas, hierbajos
y plumas. -Bien, Svilian comienza, sin dilación-, tras esto se asomó por la
pequeña ventana, en el cielo, la luna llena iluminaba la noche…”
...
... ...
Casi
ha pasado un mes desde que acabáramos con la amenaza que se ocultaba en
Esperanza de Salindra, pese a no poder haber salvado la vida de aquel joven,
Gidjabolgo, y devolverlo a sus padres, es agradable notar el agradecimiento o
al menos el reconocimiento del gran esfuerzo que realizamos en aquellas
tierras, por Prios ¡acabamos con un dios del bosque!
Un
tiempo de tranquilidad, o de la tranquilidad que me supone estar en mi hogar de
vuelta, rodeado del bullicio de estas dos pequeñas criaturas, les he cogido
cariño, pero en ocasiones pienso que no soy el más indicado para criarlos, mis
continuas idas y venidas, el riesgo de no regresar… y percibo que Pastel se ha
encariñado con ellos y ellos de él.
Mis
pensamientos se van abstrayendo mientras observo como están desayunando, la
pequeña Fenya y el travieso Fenyek II, ella termina y recoge su parte, diligentemente,
mientras Fenyek II hace pucheros con las migas de leche… De repente llaman a la
puerta. Es un mensajero oficial del Reino.
Angar
de Styrkia, yo, el Conde Abeldo de Styrkia te conmino a que vengas al castillo
familiar para celebrar la boda de tu hermana Ysolda con el Barón Maximilian. Tu
hermana no podría perdonarte que faltaras. La boda será el próximo tertius, de
la segunda semana del décimo mes. Te esperamos… Por cierto, si quieres, trae a
tus amigos que te ayudaron a rescatar a tu abuelo, en cierta manera la familia
está en deuda con ellos…
Quedan
doce días para eso... tengo que reunirme con los demás, esa boda no debe
celebrarse, la ausencia de noticias de mi hermana me tenía preocupado, pero
esto es lo peor que podría esperar, al final el Conde Albeldo, mi padre, ha
hecho caso omiso de mis advertencias sobre ese bastardo de Maximilian, esto
puede ser el fin de la casa Styrkia, y una agonía para mi hermana, no lo
permitiré cueste lo que cueste.
Convoco
a los libertadores de Lord Johannes de la casa Styrkia en “El jardín de
Rosas" donde le entregó a Pastel Caliente unos táleros y le pido que eche
un vistazo de los pequeños hermanos trasgos, y si llegara el día en que no
regresara, me gustaría que fuera el quien se hiciera cargo de ellos, el gran
ogro con una mirada de sorpresa y preocupación me mira, pero de naturaleza
bonachona me devuelve una pequeña sonrisa y asiente con la cabeza.
Ya
todos reunidos les explico la situación, sé que he estado distante con Fenyek y
con Dakeyras desde hace un tiempo, pero preciso de sus habilidades si quiero
frustrar esta boda y sé de sobra que Dakeyras está muy motivado con la idea de
acabar con su viejo enemigo Maximilian, es entonces cuando un pequeño chico
jadeante nos interrumpe…
-
¡Señor Dakeyras! ¡Señor Dakeyras! Me envían desde el Búho Astado en Brezo
Oscuro para avisarle de que le ha llegado algo para usted, una carta, el
posadero me dijo que le buscara y no parara hasta dar con usted, puede ser
importante.
El
muchacho parece ahogarse por la larga carrera.
- Tranquilo
chico, para y descansa pide algo que te haga recomponerte, has hecho un buen
trabajo- Dakeyras le da una moneda al chaval y este pide un vasito de vino que
le sabe a gloria bendita por la cara de satisfacción que ofrece.
- Si
no es inconveniente Angar, pasaremos por Brezo Oscuro a ver de qué se trata.
Sin
perder tiempo nos dirigimos a la población al sur de Fuerte Espina, allí nos
pertrecharíamos con lo necesario para movernos de forma rauda de vuelta a mi
verdadero hogar, a la fortaleza Styrkia, pero estando en la posada y tras
recibir la carta, la cara de Dakeyras se torna en preocupación y desesperación.
Con cautela nos leyó la notificación:
Siento
escribirte esto Dakeyras, ayer (la carta está fechada hace una semana), la
noche era clara, con luna llena, pero de repente una niebla verdosa ocultó toda
la campiña, superó los muros de Hirot e incluso se filtró por los quicios de
puertas y ventanas… era difícil respirar, hedía a corrupción y hechicería… pero
en menos de una hora se había esfumado, dejando de nuevo la noche clara. En
cualquier caso, y por esto te escribo, cuando volvió la normalidad, Valeria no
estaba, había desaparecido, o se había ido... Tu hija, que estaba con ella, no
había escuchado nada, no había habido grandes golpes o sonidos, simplemente
desapareció… Aela, Galda y su hijo están bien, pero hemos buscado e intentado rastrear
durante todo el día a Valeria, y no hay rastro... Espero que esta carta te
llegue pronto. Siempre tuyo, Brogan Jarl de Hirot.
Si
era clara la determinación de acabar con Maximilian ahora es palpable en el
ambiente junto a la preocupación por la seguridad de su esposa como es normal
en estas circunstancias. Dakeyras nos promete darle un regalo de bodas a
Maximilian que jamás olvidará.
Sin
más demora partimos a Yndaros, está a casi a 200 kilómetros, lo que implica, a
caballo entre 4 y 6 días dependiendo del ritmo. Tras unas tensas negociaciones
entre Vadakh y Fenyek (ya que el primero carece de montura y de dinero para
comprarlo), medio entre ambos y avalo el préstamo que, finalmente, adquiere
Vadakh.
Primero
atravesaremos el ducado de Narugor, luego recorrimos el ducado de la iglesia,
Domino de Prios, donde continuaríamos hacía el sureste. Fue por esas tierras
donde nos encontramos con una pequeña emboscada de varios bandidos que nos pidieron
amablemente todo los valioso que lleváramos encima, no sabían a quién se enfrentaban,
no fueron rivales para nosotros acabamos con la mayoría haciendo huir a los pocos
supervivientes con un recuerdo claro de haber visto de cerca a la fría dama de
la muerte besarles la frente. Llevamos el cadáver de un granjero (muerto por
los bandidos) a una granja cercana, tras esto rastreamos a la mujer del
fenecido, y la encontramos también, muerta, apoyada en un tronco de árbol.
Finalmente, esa noche dormimos con los granjeros en su pajar. Aunque la señora
de la casa nos sirvió un guiso excepcional…
Nos
encontramos en el otro lado del Doudran, el embarcadero que está al norte del
Yndaros, llegados a este punto y tras cruzar el río nos dividiremos para buscar
información sobre Maximilian y sus posibles movimientos y negocios recientes
algo que nos dé una pista para descubrir la ubicación de la mujer de Dakeyras o
la del bastardo, pero nuestra búsqueda es infructuosa y solo sacamos en claro
que ha tenido tratos últimamente con un tal Svilian un hombre con fama de
hechicero y hacedor de malas artes, poco más que una pobre descripción es lo
que se averigua sobre esta oscura figura. También averiguamos que antes de
comprar el título de Barón, Maximilian era la máxima autoridad en Yndaros para
dos cosas: el tráfico de fermento negro y los tratos y tejemanejes con los
enanos de Küam Zamok. Maximilian se marchó ya hace una semana hacia el castillo
de la casa Styrkia, a la celebración de su boda…
¡Maldito
bastardo!, en el semblante de Dakeyras y de Fenyek percibo algo raro, no sé si
es la desesperación por no avanzar en la investigación o la duda de mi lealtad
para con ellos, me hacen preguntas absurdas como ¿qué le llevo a mi hermana de
regalo de bodas?, ¿qué le voy a llevar? A no ser que sea la promesa de que, si
al final no impido la boda, una pronta viudedad.
Proseguimos
nuestro camino, y llegamos a los dominios de mi familia, llegamos con unos días
de antelación y nos parece conveniente tantear como están las cosas antes de
presentarnos en el castillo ante mi padre y revelar nuestra llegada.
Mis
compañeros de desventuras recopilan la información, la poca que unos
pueblerinos nos pueden proporcionar, que el Conde los a convidado
proporcionando al pueblo carne de cerdo de su piara particular y organizando
festejos por el próximo enlace de su hija con un Barón de Yndaros, poco más nos
cuentan y tras hospedarnos en la posada del pueblo “El Cruce del Rio",
cenando reconozco a un grupo de guardias y al capitán de mi padre, Alois un
hombre de cincuenta años con el que en muchas ocasiones he compartido
entrenamientos y confidencias a partes iguales, sé que es un buen hombre, y
también sé que es fiel a mi padre pero guardo la esperanza de que pueda
ayudarme en la empresa de hacer entrar en razón al Conde.
Por
otra parte Dakeyras y más sibilinamente, Fenyek, se acercan a una mesa donde
unos mercenarios, al parecer de Maximilian juegan a los dados y beben cerveza y
vino.
Dakeyras,
por lo que mi vista alcanza a ver, invita a uno de ellos a acompañarle, por la
expresión del mercenario conoce a mi compañero y su reputación. Juntos
abandonan la sala y se dirigen a la calle, en un intento por distraer la
atención de la guardia de mi padre, descubro mi identidad, ofreciéndoles a los
soldados unas botellas de vino para brindar por el futuro de la casa Styrkia, y
acompañado por su capitán, me dispongo a tomar una copa de vino en la barra y
ponernos al día.
Le
pregunto sobre qué opina de la unión que ha concertado mi padre con mi hermana
y ese Barón, me interesó en cómo se encuentra mi hermana pues llevo tiempo sin
saber de ella, y qué opinión tiene sobre Maximilian, le comentó que creo que es
un error, que mi padre no puede dejar el futuro de la casa en manos de ese
hombre, a lo que él me contesta que el futuro de la casa está en las mías, pues
yo soy el heredero, con unos ojos de tristeza y resignación le confieso que
conociendo a mi padre, él jamás dejaría que yo fuera el cabeza de la casa,
antes me desheredaría, o quién sabe qué, por ello es una gran amenaza para el
futuro esta boda, Maximilian es un hombre sin honor, un criminal venido a más,
que no merece el puesto que tan gentilmente le ofrece mi padre, ni mucho menos
ser el marido de la beldad de mi hermana.
También
me cuenta algo que me deja turbado “Angar, tu padre es mayor que yo, unos seis
o siete años, y a tí no te tuvo hasta hace veintidós... ¿no te da que pensar?
Te tuvieron con treinta y bastantes, pero tus padres intentaron quedarse en
cinta muchas veces en Alberetor y no podían… se dice que una vez asentados
aquí, en Ambria, hicieron algún tipo de pacto o hechicería y todo el servicio
murmura que fruto de aquel suceso fue tu cambio en la adolescencia… gracias a
Prios no sucedió lo mismo con Ysolda”.
No
sé si estas habladurías son producto del vino o encierran algún otro oscuro
secreto que guarda mi padre… Lo cierto es que entre vino y vino observo
regresar a Dakeyras y a Fenyek acompañando al mercenario, el cual trae una cara
pálida y descompuesta aunque aparentemente no ha sufrido daños.
Al
parecer Svilian no se encuentra por aquí, pero se le espera en las próximas
horas, será mejor descansar pues mañana nos espera un largo día y reencontrarme
con mi padre, y sobre todo con mi querida hermana.
A
la mañana siguiente tras llenar nuestros estómagos en la posada nos dirigimos
al castillo. Al llegar a sus proximidades, no tardan en darnos el alto, pero la
reacción de los guardias cambia al percatarse de quien soy, sin más problemas
llegamos al hogar tan añorado por mí, todo está preparado para el gran evento,
el castillo lleno de gente por todos lados , el bullicio es evidente, y de
repente allí está con el mismo semblante severo que acostumbra a tratar conmigo
el Señor de Styrkia el Conde Albeldo, mi padre…
Tras
un breve vino, mi padre quiere hablar con todos en uno de sus muchos despachos…
nada bueno si le conozco... “Bienvenidos todos, Angar gracias por traer a tus
amigos pues la casa Styrkia se encuentra en deuda con ellos por haber
recuperado a Johannes, mi padre, por lo cual os estaré agradecido. Participad
de los festejos y la hospitalidad de mi casa, pero os he de pedir un favor que
será merecidamente recompensado, 200 táleros a cada uno de vosotros por
investigar las intenciones de mi futuro yerno Maximilian, pese a que mi acuerdo
con el me reportara grandes beneficios para mí y para mi casa, no soy idiota,
no me fío del todo de Maximilian, seguro que urde algún plan para eliminarme,
quiero que me protejáis de él, si mis sospechas son ciertas, pero hay que ser
cautos nos jugamos mucho en esta boda. En cualquier caso puedo protegerme bien,
pero quiero sus intenciones, claras, meridianas...”.
Por
mi honor y la lealtad que guardo a mi casa eso será lo que se haga, y así de
paso consigo que este matrimonio no se llegue a celebrar liberando a mi hermana
de tan mala compañía marital.
Dakeyras
habla en privado con mí padre, no sé del todo bien sobre qué, pero si que nos
cuenta, que al parecer mi padre quiere esta boda por los contactos de
Maximilian con los enanos residentes en Yndaros.
El
resto nos separamos por el castillo, al parecer Fenyek y Vadakh ven al abuelo,
que sigue ido, Prios lo tengan en consideración… Yo sé a quién quiero ver, y es
en un rincón del gran patio donde la encuentro, hermosa como una flor, pero con
su faz triste y mirada melancólica, “Ysolda hermana”, su expresión cambia
totalmente a reconocer mi voz, se funde en un abrazo conmigo.
Pero
pronto su mirada de felicidad torna en desesperación.
“Angar
¡por Prios! acaba con esta locura, padre no puede casarme con ese hombre, mátalo,
mata a Maximilian o si te es imposible ¡mátame a mí!, se tu quien me quite la
vida y me de la libertad, pues una vida de amargura al lado de ese hombre será
todo un infierno para mí, no lo soportaré…”.
Su
aroma a flores me inunda, la cercanía de su cuerpo me estremece intento
recordar que aunque no de sangre, ella es mi hermana y con un dulce beso en su
frente la digo que se calme, que me encargaré de todo que no permitiré esta
boda. Es entonces cuando mi hermana me confiesa algo que yo ya asumí hace
tiempo…
“Angar,
padre me ha nombrado su heredera, ya no eres tú. Pero necesito que me mates, no
puedo vivir con ese hombre... O mejor, fuguémonos, vayámonos a vivir a la
frontera, entre los bárbaros, o con los colonos independientes”.
Es
esa idea, la de fugarnos juntos sin mirar lo que dejamos atrás, o tal vez la
cercanía de sus labios lo que me impulsa a besarlos fundiéndonos en unos
instantes de complicidad, complicidad que se rompe por la intromisión de una
criada, pero ya está decidido Maximilian debe de morir, y da igual lo que
quiera padre, Ysoda y yo estaremos juntos de una forma u otra.
Momentos
después se escuchan trompetas, pues alguna personalidad importante se ha hecho
anunciar, me reúno con mis compañeros para descubrir que es Maximilian quien ha
llegado de una mañana de caza, y que Dakeyras no ha perdido tiempo de ir a su
encuentro, tras unos minutos de una charla que desde mi situación no consigo
atisbar Dakeyras se retira, y antes de que Maximilian llegue al encuentro de su
prometida le intercedo. Me presento, todos mis gestos y mis palabras son amenazas
veladas o no tanto, advirtiéndole de que si intenta hacer cualquier mal a mi
casa o a mi familia, tendrá que vérselas conmigo, pero solo consigo una mirada
fría por respuesta, ni una ligera reacción en su semblante, se de cómo es él,
por lo que me ha contado Dakeyras, pero que hace a este hombre estar tan seguro
de que no voy a cumplir con mis amenazas…
Después
en un salón menor, comemos y conocemos a algunos de los invitados. Trascurre la
velada, veo a mi abuelo, algo más centrado de cuando lo conocí, pero a mirada
de curiosos ha perdido la cabeza, no es la sombra de quien un día pudo haber
sido. Ya que no hay sitio para todos los invitados en el castillo pese a sus
dimensiones me indican que, por supuesto yo sí puedo alojarme en mis aposentos,
pero que el resto de mis acompañantes tendrán que hacer noche en la posada.
Allí es donde Dakeyras me revela la propuesta de Maximilian.
“Tiene
a mi mujer y a buen recaudo. Si le pasa algo, no puede comunicarse con quien la
retiene, como cada noche, entonces a mi mujer la matarán, pero antes la
violarán todos sus hombres, y morirá lentamente, sufriendo, pensando que la he
abandonado, además también sabe dónde se oculta Aela. Quiere que, una vez
pasada la boda, mate al Conde Abeldo de Styrkia, tu padre... ¿Quién mejor que
yo? No solo me devolverá a mi esposa, sino que además se acabará toda disputa
entre nosotros, y podré vivir en paz, por lo que a él respecta”. Las palabras
de Dakeyras son francas y claras.
La
determinación de Dakeyras en su mirada, me indica que la vida de mi padre
peligra de verdad, que, si no doy con una solución a este entuerto y rescatamos
a su mujer, será el mismo él que acabe con mi padre. Intento hacerle entender
que nuestro enemigo es Maximilian y es a él con el que tenemos que acabar, pero
la situación es crítica.
Pasan
las horas y estamos cada vez más perdidos, más desesperados y lo que es aún
peor, con objetivos distintos que no nos hacen sino dividir nuestras fuerzas. Si
le confieso las intenciones a mi padre de Maximilian sin pruebas fehacientes,
tendríamos suerte si solo acabamos en los calabozos.
A
punto estamos de volver al galope a Yndaros, ya que algunos del grupo quieren
investigar mejor las conexiones desconocidas de Maximilian con los enanos...
Pero no nos daría tiempo, ya que por la noche tenemos una cena de gala a la que
acudirán todos los invitados a la boda y por supuesto, nosotros también.
No
nos rendimos, al día siguiente y tras vestirnos para la ocasión, pero antes de
la cena, intentamos sacar algo en claro investigando por el castillo cualquier
pista que nos lleve a la ubicación de la mujer de Dakeyras, pero todos los
intentos son infructuosos. Con la cabeza hecha un lío y terminándosenos las
ideas llegamos a la hora, del gran banquete.
Delicias
culinarias que, años hacía, mi paladar no degustaba y unos caldos para
acompañar de la bodega privada de mi padre, casi hacen que me olvide de que no
me han ubicado en la principal mesa, como debiera ser por ser hijo del Conde,
una ofensa más de mi padre. Qué más da, lo importante es por lo que estamos
aquí, y tras cenar empezó un coctel para alternar con los invitados, y así
felicitar a los novios, mi abuelo hace acto de presencia y entre murmullos y
habladurías su presencia es palpable. De repente cae al suelo fulminado
convulsionado, ahogándose. Mi primera reacción es prestarle ayuda pero es tarde
parece haber sido envenenado, antes de morir me mira a mí y a mis camaradas señalándonos
con un dedo inquisidor y pronunciándose “Él…, ha sido él, ellos...”
Acto
seguido nos vimos rodeados y reducidos por la guardia, y mi padre ordenando
nuestro encierro en los calabozos del castillo. Realmente parecía contrariado.
No
se las horas, o los días que han pasado me encuentro encadenado, he sido
torturado, pero me he mantenido firme, no acusaré en falso a ninguno de mis
compañeros ni me inculparé por un crimen que nunca cometí. Parece que el
torturador a puesto sus ojos en otro de los reos, pues me encuentro solo en mi
celda, pero no por mucho tiempo pues un guardia, seguido por una figura encapuchada
entran en la celda, esa figura se descubre para hacer que mi mente se nuble y
vuelva loca por unos instantes. Esa figura es Johannes mi fallecido abuelo, ¿qué
es este engaño?, ¿así nos pagas el haberte traído de vuelta y liberado de
vuestros captores?
“Nieto,
te lo explicaré, no es fácil, lo sé, ni agradable... (parece muy sereno y muy
cuerdo cuando habla), por suerte aún tengo viejos amigos y fieles en la casa de
Styrkia, como Malaran, el carcelero, ya que yo le otorgué ese puesto el
Alberetor”.
Al
parecer, necesitaba independencia y hacer, por fin, un movimiento ya que hace
un par de lunas que comenzó a recuperar la cabeza y no le está gustando hacía
donde se dirige la Casa Styrkia, agradecido por el rescate, confía en nosotros
y deja en nuestras manos los dos modos de seguir operando entre las sobras del
castillo, el veneno le ha postrado, podría matarle y actuar desde las sombras,
o si así lo preferimos seguir vivo, y seguir haciéndose pasar por loco y
demente, para ayudarnos en vuestra empresa. Por ejemplo, sabe que actuamos como
pollos sin cabeza coaccionados por todos, así que nos da una solución, sabe dónde
está Valeria. En una torre al sur, siguiendo el Noora, en una zona de colinas
boscosas a medio día de la aldea Gamica, al cuidado de un tal Svilian, al
parecer un buen agente y hechicero.
“No
me fío de mi hijo Abeldo, pero no tengo el poder necesario para derrocarle, la
boda será en dos días. Os soltare una mano a cada uno, para que podáis escapar,
os he proporcionado una cuerda y una vía de escape, pero tendréis que salir por
una de las ventanas y descender, os deseo suerte en vuestra misión”.
Acuerdo
con él que lo más seguro es que siga postrado y trate de mantener esto así
hasta después de la boda, luego veremos sí “muere” o resucita ara hacerse con
las alocadas riendas de la Casa, mientras tanto que deje en nuestras manos el
resto.
Escucho
al torturador retornar, no entra en mi celda, se ha cansado de mí y busca carne
fresca a la que torturar, por las voces creo que se dirige a la celda de Vadakh.
Intento liberarme, arrancar la cadena que me aferra a la pared, la voz burlona
del torturador prometiéndome que en un rato volverá conmigo a seguir destrozando
mi cuerpo, me llena de ira. Un segundo intento, pero es inútil solo un titán
podría realizar tal proeza, se escucha alboroto como si intentaran ahogar a
alguien de repente ese alguien se libera, profiere insultos y veo como raudo el
torturador huye pidiendo ayuda a los guardias, tenemos poco tiempo, aparece
Vadakh con las llaves y me libera, le indicó que haga lo propio con el resto
mientras intento poner en orden mis pensamientos. Sí ya sé por dónde escapar, una
cuarto de almacenaje cercano… Ruido de soldados que de acercan, Vadakh y
Dakeyras preparan la soga que nos dará la libertad e inician el descenso,
mientras tanto Fenyek y yo sigilosamente atrancamos la puerta para retrasar a
los guardias y evitar que corten la cuerda y caer, pues sesenta metros de vacío
nos separan de la libertad.
Conseguimos
descender sin ningún percance, nos adentramos en la zona boscosa que linda con
el pueblo, hay que llegar a la posada amparados por la oscuridad y por el
silencio, para escapar de aquí y liberar a la mujer de Dakeyras. Ese será
nuestro primer paso para dar la vuelta a esta situación, para poder volver a
tener entre mis brazos a mi querida Ysolda.
Recuperamos
el equipo y los caballos, despistamos a unas cuantas patrullas y nos
encaminamos hacia la torre donde nos aguarda el esbirro de Maximilian, Svilian
el hechicero, no me gustan los hechiceros…
Un
día después, apenas sin descanso, avistamos la torre, y ante ella al menos tres
vigías, matones de Maximilian. Acordamos que el escurridizo Fenye y el sibilino
Dakeyras se adelanten para allanar el camino, Vadakh y yo mismo entraríamos de
refuerzo una vez se inicien las hostilidades, así lo hacemos las flechas de
Dakeyras vuelas como halcones peregrinos hacia su presa, igual de efectivos
igual de mortales. El pequeño Fenyek acompañado por su cerda, inician el
asalto, parece imbuido por la ira de algún dios de esos a los que rezan los
bárbaros, uno tras otro caen sus adversarios a sus pies o entre los colmillos de
su jabalí, tanto es así que se aventuran los dos al interior de la torre,
solos, no nos esperan. Apenas llegamos a la puerta empiezan a salir enemigos,
uno tras otro nos atacan, pero somos como muros con determinación férrea,
Vadakh, Dakeyras y yo mismo. Uno a uno o de dos en dos caen los enemigos, pero
Fenyek, parece ido se le habrá ido la cordura, tanto le ha afectado el
encarcelamiento, de repente veo como corre hacia mí, cuando creo que va a
asestar un golpe a uno de mis atacantes, me doy cuenta de que no, ¡su objetivo
soy yo!, un nombre resuena en mi cabeza, Svilian el hechicero. Hay que acabar
con él lo antes posible para que Fenyek se libere de su embrujo, sigo el
combate sin perder de vista al trasgo y una y otra vez se resiste a atacar a
sus aliados, en el fondo esta criatura tiene honor incluso una lealtad férrea.
Nos
encontramos frente al hechicero, ataque tras ataque, mermadas sus fuerzas, él
nos lanza impíos sortilegios, unos rayos de oscuridad. Vadakh acaba con el
último matón. Yo ataco al hechicero, y una de las aves de presa de Dakeyras le
atraviesa la cabeza, muerto.
Heridos
y exhaustos tomamos aliento, todos menos el preocupado marido, ansioso padre
que ansía más que su vida el reunirse con su amada, y por fin un golpe de
suerte, ella está aparentemente ilesa y ahora libre.
La
duda nos asalta. Descansar y retomar fuerzas o continuar con esta orgía de
sangre y destrucción, pero hay que ser sensatos de que le valdría a Ysolda que
llegara allí pronto extenuado y herido para que Maximilian me rematara. Descansamos
en un pajar anónimo cercano, lo necesario. Retomamos el camino hacia Styrkia,
al llegar al pueblo, camuflados entre la muchedumbre las campanas del templo
resuenan, hemos llegado tarde o no..., tocan, pero tocan a duelo, podría ser
por mí abuelo, pero también puede ser que mi amada Ysolda se suicidara al verse
atrapada y sola, la duda me corroe y cometemos un error táctico.
No
aprovechamos la ventaja del desguarnecimiento del castillo para colarnos, y nos
quedamos perplejos como al ver al Conde Albeldo anuncia, en las escaleras del
templo a Prios, al pueblo la muerte de Johannes y el matrimonio de Ysolda con
Maximilian. He fracasado, he llegado demasiado tarde, mi cabeza no piensa con
claridad, infiltrándome con el populacho voy a despedirme de mi abuelo, para
pedirle ayuda, está fingiendo como acordamos... Cuál no es mi sorpresa cuando
descubro una herida de puñal en el lateral del cuello del difunto, delgada,
sutil, apenas perceptible, ¿padre que has hecho?… En el último instante improvisamos
un plan, un plan muy básico, pero efectivo.
Vamos
a interceptar la calesa de los novios, rumbo al castillo y Maximilian morirá,
no será más una amenaza ni para la familia de Dakeyras, ni para la mía.
El
letal asesino, como una sombra, se desliza por los tejados dándonos
indicaciones del camino que toma la calesa, el resto nos encondemos en la
espesura junto al camino, excepto Valeria que se queda con los caballos.
Dakeyras prepara su arco, con la flecha que, previamente, a untado en un
ungüento que lleva mucho tiempo reservando, para una única persona, su regalo
de bodas, el regalo de bodas de Maximilian. Dakeyras da la orden y Fenyek lanza
un bulto con el mismo sigilo como una leve brisa mece la hoja en un árbol. El
bulto cae donde el trasgo quiere que quede, en medio de la trayectoria del
carruaje, la cabeza de Svilian, la guardia desorientada alerta al Conde Albeldo:
-Señor
una cabeza, una cabeza humana, ¡han tirado una cabeza humana al camino!
-Alerta,
han de ser Angar y sus sicarios, ¡a las armas!
Desde
los tejados una voz inevitablemente reconocible para Maximilian rompe la
tensión:
-Ahí
está mi regalo de bodas Maximilian, y ahora el de Valeria.
Dakeyras
aguanta la cuerda tensada de su arco, ha hecho esto mil veces, ha soñado con
este momento incontables noches, el fuego que recorre su estómago hacia su
garganta no le impide perder la concentración, se toma su tiempo para lo que
lleva media vida preparándose. Se acabó huir se acabó esconderse, con el sonido
de la cuerda soltándose y el tacto de la flecha deslizándose entre sus dedos,
le da el consuelo al padre, al esposo, al asesino de no haber tenido el
privilegio de degollarlo con sus propias manos, pero el regalo hará su efecto
enseguida.
Antes
de que nadie pueda reaccionar, la flecha atraviesa el cuello de Maximilian
seccionado la carótida, e introduciendo en su torrente sanguíneo el veneno que
ten cuidadosamente se ha preparado. El bastardo convulsiona entre gritos mudos,
espuma por la boca y ahogamiento por el fallo pulmonar que le está afectando,
la muerte es rápida, pero muy agónica le habrán parecido horas los pocos segundos
que ha tardado su cuerpo en ceder ante la inevitable muerte, y así concluye la
vida de Maximilian. Esbozando una sonrisa en la cara de su asesino, en la cara
del amante de su mujer, en la cara de su viuda al darse cuenta de lo sucedido,
y en la cara de su frustrado suegro al ver que la dote no llegaría a su poder.
Pero
no fue el fin, pues Dakeyras como un felino saltando de tejado en tejado y
corriendo entre callejuelas se pierde, y los demás estamos, ocultos pero a
merced de la benevolencia del Conde que ha ordenado acabar con nuestras vidas,
nos escurrimos hasta los establos donde nos reunimos con la feliz pareja, al
parecer Dakeyras copó la atención de la guardia hasta el puente, y así se tiró
al río, buceando contra corriente hasta la altura del pueblo en que están los
establos.
Montamos
a caballo y huimos de Styrkia, perseguidos, acosados, traicionados y delatados
en un pueblo. Por donde pasamos el peligro es constante, pero al fin vivos y
seguros en Fuerte Espina, un mes después, nos despedimos de la familia.
Dakeyras nos desvela solo a nosotros donde va a vivir junto a su familia, feliz
y alejado del peligro, pero me da su palabra de ayudarme con la empresa de
acabar con mi padre, si al final me decido a ello, pues desterrado de mi hogar,
lejos de mi amada y siendo sabedor de que detrás de la auténtica muerte de mi
abuelo estaba el Conde, la decisión está tomada.
El
Conde Albeldo ha de morir, o al menos secuestrare a su legítima heredera para
hacerla feliz y que él se pudra en sus intrigas…
...
... ...
EPÍLOGO
1:
El Conde Abeldo selló con lacre la
carta. En ella explicaba que, no sin dificultades, muchas por otra parte, pero
el carro de la dote había llegado el día antes de la boda y las presentaciones
habían sido hechas, todo avanzaba en el camino correcto.
Así que por fin estaba accediendo a
los contactos que le abrirían los secretos de Küam Zamok, con ello
conseguirían, por fin, el preciado artefacto místico que tanto anhelaban para
hacerse, a la larga, con el Trono de Espinas.
El Conde enrolló en un fino tubito de
latón la carta y la ató a la pata del cuervo... ¿su destino? Sevona, capital de
Nueva Berendoria, a la Gran Casa del Duque Alesaro Kohinoor, tío de la Reina
Hiendenoche...
EPÍLOGO
2:
Un
mes después todo parece más tranquilo, lejos quedan esas situaciones tensas y
peligrosas al sur de Yndaros… Dakeyras y Valeria habían estado muy felices
planeando el regreso a Hirot para juntarse, por fin, con Aela. El día de la
partida, temprano, Valeria se acercó a su marido con el rostro preocupado…
-Dakeyras, estoy en cinta, hasta que me rescataste hacía seis meses que no nos
veíamos, no te quería decir nada porque no cargaras con ello y por no
preocuparte, posiblemente por nada, pero esto cambia las cosas, no me ha bajado
el periodo…- Compungida, Valeria, no pudo dejar escapar una lagrima y
entrecortadamente dice: -Maximilian me violó durante la primera noche de mí
confinamiento…-
EPÍLOGO
3:
La
calma tras la tormenta...
Meses
después en las estribaciones norte de los Titanes, fuera de las fronteras de
Ambria, a dos días de la aldea más cercana, ya en el ducado de Kasandrien:
En
el bosque, cerca del manantial, el joven venado permanecía ajeno a los que
serían sus últimos instantes. Tensó la flecha. Apuntó. Salió del arco, pero
paso rozando el cuello del animal y se clavó en el tronco de un árbol cercano.
Aela frunció el ceño y dio una patada al suelo. Antes de que al animal le diese
tiempo a escabullirse una certera flecha le atravesó el cuello.
-Estuve
cerca- dijo un poco frustrada Aela- ¿Llegaré algún día a disparar como tu papa?
-Para
ello has de entrenar mucho, tener calma y que tu presa no te escuche- contestó
Dakeyras. –Gemiste al esforzarte al tensar al máximo el arco y el venado te
escuchó- prosiguió viendo el moratón que la saldría en el antebrazo al
golpearse con la cuerda. –Llena los pellejos de agua en el manantial. Los
llevaras tú de regreso. Así fortalecerás los músculos. Yo iré preparando el
venado para llevarlo a casa-. Cuando la niña se alejó Dakeyras sacó del zurrón
un cazo labrado con unas runas. Lo llenó con la sangre caliente del venado y lo
bebió.
Salieron
del bosque. Divisaban la cabaña situada junto a un cortado a los pies de un
pico en el claro. Aela salió corriendo al ver que su madre estaba esperándolos
en un banco junto a la entrada de la cabaña. Dakeyras miro a su alrededor. Aún
quedaban horas de luz, pero pronto el sol se pondría tras el pico de la Miel y
teñiría el claro de unos bonitos colores. Disfrutaba siempre de aquel momento
fumando una pipa junto a Valeria. Hubo momentos en el pasado en el que ese
instante lo veía inalcanzable. Desde la distancia miro a su mujer. Ya se le
notaba bastante la barriga. Una sombra cruzo su cabeza. Pensó en lo que debió
pasar Valeria junto a Maximilian, pero rápidamente esos pensamientos de rabia,
se disiparon cuando recordó como el bastardo agonizó en el carruaje, justo el
día en que pretendía saborear las mieles del éxito, lo único que saboreó fue su
propia sangre envenenada con una flecha atravesándole la garganta. Ese día su
presa no lo escuchó y la calma que le otorgó el sentimiento de venganza hizo
que ese disparo fuera perfecto, mortal. Sonrió con una mezcla de rabia y
satisfacción. Es una pena no poder haber recuperado esa flecha para que
adornase encima de la chimenea.
-La
volviste a dejar que disparase- le dijo regañándolo Valeria cuando llegó –Vi el
moratón del brazo. Te dije que era aún muy pequeña-. Él bajo la cabeza y oculto
una sonrisa. –Pronto ya no será una niña, y tal vez para entonces no podré
protegerla de todos los vagos y pretenciosos muchachos que la querrán desposar.
Me hago viejo-. Valeria le dio un pescozón para que dejase de decir tonterías y
tras ello le besó, le abrazó y apoyó la cabeza en el pecho de su esposo. Este
le acarició la barriga. -¿Deseas este bebé?- preguntó ella con un tono algo
pensativo. –Por supuesto que sí, amor mío. Hace unos días soñé que sería una
niña. Era tu viva imagen. Nos hará felices, Aela tendrá una hermanita y aquí
crecerá fuerte, sana y a salvo. Deseo ver el atardecer con ella en brazos junto
a vosotras dos-. La abrazó con fuerza. Valeria hundió aún más la cabeza en el
pecho de su esposo. Sonriendo, más tranquila pregunto. -¿Pensaste en cómo se
llamará?– Dakeyras sonrió. Miró fijamente a su amada. -Verula- contestó con un
tono que no admitía discusión. –Se lo prometí a un amigo el día que te sacamos
de aquella torre-. Nunca supo si Valeria estaba de acuerdo con el nombre, pero
permaneció callada abrazándolo.
El
sol se puso en el Pico de la Miel y los tres pasaron a la cabaña. Eran tiempos
de paz, armonía y familia. Lejos quedaban los tiempos de odio, sangre y
corrupción… pero ¿durante cuánto tiempo?
...
... ...
Y
aquí acaba el rolato de esta aventura de tono personal, y también acaban las
aventuras de Dakeyras, que decidió (acertadamente) retirarse con su mujer e
hija (y futura otra hija)... Angar perdió su ventaja de Noble (cambiada por
Carismático) y los PJs no acabaron nada mal, para cómo llegaron a estar en
ciertos momentos.
Y,
como siempre tras un rolato, estado actual de los PJs (con algún PJ nuevo):
Marcados
saludos.-