Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

lunes, 2 de diciembre de 2019

Los Pecados del Padre


Buenas,

Pues otro rolato más de la campaña de Symbaroum Salvaje. De hecho, la adaptación de una aventura de Savage Worlds ed. Aventura, “Los Pecados del Padre” a Symbaroum. Dado que en nuestra campaña ya había salido la Cacería Salvaje (AQUÍ), me pareció buena idea volverla a sacar, como sale en la aventura traducida por HT. Además, que me pareció que podía encajar bien con Ambria, en un pueblecito cercano a Davokar.

El “rolato” le toca hacerlo a Sergio desde el punto de vista de su personaje Fenyek, el veterano trasgo (uno de los pocos que queda desde el principio), que terminó la infernal noche en Waldorf con tres heridas y sin Benis (sí, cambié el nombre del pueblo).

Pues nada, rolato de la aventura Los Pecados del Padre, que, si vas a jugar, obviamente no sigas leyendo.

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PRÓLOGO

“Preparad para sus hijos el matadero
a causa de la inquinidad de sus padres;
que no se levanten y tomen posesión de la tierra
y llene de ciudades la faz del mundo”

... ... ...

- Ayayayayay. Por los dioses, déjame descansar cerda endemoniada... Vamos a ver Kverula, ¿si te consigo esas berzas que tanto te gustan me dejaras tranquilo? Está bien, tenemos un trato. Ayyyy. Bueno vamos al mercado.

Las heridas que sufrí en el último viaje no se han cerrado del todo y las costuras que mantienen mis tripas en su sitio me tiran cada vez que me muevo. Y todavía me puedo considerar afortunado. Está claro, los trocalengos me traen mala suerte. A ver si Dakeyras, Magdala y Bartelom arreglan sus asuntos y nos acompañan en el siguiente viaje porque creo que los humanos ahuyentan la maldición trocalenga de algún modo. Es eso o ellos se llevan las peores heridas. La verdad es que me vale cualquiera de las dos opciones.

El paseo hasta el mercado resulta dificultoso, largo y más complicado de lo que esperaba. Igual que nuestra última aventura.

Todo empezó muy bien. Era el típico trabajo de guardias de caravana. Teníamos que proteger una caravana que se dirigía desde Fuerte Espina hasta una nueva guarnición que el Duque de Nueva Berendoria había establecido un poco al oeste de Kurun.

El viaje de ida fue tranquilo y rutinario. Llegamos hasta Kurun, cruzamos el río y llegamos a nuestro destino. Grande fue mi sorpresa al descubrir que la guarnición se trataba en realidad de un extenso campamento militar ocupado en su mayoría por mercenarios bárbaros.

Ummm, es muy curioso lo de estos ambrios. Se supone que todos son leales súbditos sujetos a la corona, pero mi olfato me dice que algunos desean estar menos “sujetos”. Angar, nuestro noble trocalengo, tuvo roces con algunos de los soldados. Alguna diferencia política por lo que comentó, vamos cosas de ambrios, bueno y de trocalengos en este caso. Desde luego he dormido en pocilgas donde se respiraba mejor ambiente que en esta supuesta guarnición.

Una vez cumplida nuestro cometido, recibimos la paga acordada y decidimos volver a nuestro hogar, pero aquí fue cuando la mala suerte trocalenga me empezó a perseguir. Poco después de abandonar el campamento descubrimos que un grupo de cinco jinetes nos seguían. Nos desviamos al norte de nuestra ruta original para ver si se trataba de simples viajeros o si tenían un interés especial en nosotros. Por supuesto, los jinetes se desviaron de la ruta y nos siguieron. Durante todo el día intentamos perderlos, pero nuestros perseguidores resultaron ser tenaces y muy competentes a la hora de moverse por los senderos campestres. Finalmente decidimos tenderles una emboscada para terminar con este asunto antes de que nuestras provisiones se agotasen en una larga persecución. Establecimos un falso campamento, aparentemente sin vigilancia. Cuando nuestros perseguidores lo asaltaron, nosotros caímos por sorpresa sobre ellos. Tras interrogar al único superviviente que dejamos, averiguamos que se trataba de un grupo de bárbaros que habían visto como nos entregaban nuestra paga en el campamento. Decidieron que asaltarnos y robarnos era mucho más rápido y fácil de esperar a que les pagasen su soldada.

Apenas un día después de este incidente, nos encontramos con un buhonero llamado Aswyn que recorría las aldeas de la zona vendiendo sus artículos. Resultó ser un buen hombre y decidimos compartir campamento con él. Mientras compartíamos hoguera empezamos a contar historias y como no, de nuevo la mala suerte trocalenga hizo su aparición.

... ... ...

Para cubrirnos de la llovizna y del viento del norte habíamos acampado junto a un enorme y viejo árbol y descubrimos algunas pequeñas estacas clavadas en él. Mi instinto me pedía a gritos que nos alejáramos de allí o que cortásemos ese extraño y solitario árbol. Pero Lynae (trocalenga y bruja tenía que ser) se empeñó en que lo respetásemos. Pues bien, mientras cenábamos junto a la hoguera Aswyn empezó a contar un viejo cuento acerca de árboles donde los antiguos symbáricos practicaban sangrientos rituales de fertilidad para asegurar las cosechas. El ritual consistía en drogar a un voluntario, abrirle el pecho y clavar sus tripas en las estacas. A continuación, el pobre desgraciado corría alrededor del árbol hasta morir. Y cuantas más vueltas diese mejor sería la cosecha. Mientras me alegraba de ser un trasgo (los trasgos no serviríamos para ese ritual) el jodido árbol cobró vida y decidió que seriamos un estupendo abono para sus raíces. Maldita bruja, maldito árbol, maldito Aswyn y malditos todos.

Me costó mucho, pero finalmente acabé con esa endemoniada criatura. A pesar de las protestas de Lynae me hice una buena hoguera con sus restos. Abominaciones arbóreas a mí...

Aswyn nos agradeció que salvásemos su vida y nos indicó que cerca de allí se podía cruzar el río puesto que había un ferry y un barquero que prestaba servicio. Y solo un poco después de cruzar el río podíamos llegar a un pueblo llamado Waldorf, donde podríamos descansar y reponer nuestras provisiones. El pueblo no tenía pérdida, puesto que se extendía a los pies de una ciclópea columna, recuerdo de tiempos pretéritos. La columna era tan colosal que se veía a muchos kilómetros de distancia.

Así nos despedimos de Aswyn y continuamos camino. Cruzamos el río sin problemas y tal y como Aswyn nos había adelantado, la lejana figura de la colosal columna nos guio hasta Waldorf.

Nada más entrar en el pueblo notamos que el ambiente estaba enrarecido. De nuevo la maldición trocalenga.

Al acercarnos a la posada (“La Gran Columna”, pues a los pies de esta estaba construida) encontramos a una multitud reunida a sus puertas. Al parecer la noche anterior se había encontrado el cadáver de una moza del pueblo, una tal Merewina. Todo el pueblo estaba revolucionado por este hecho.

Angar nos abrió paso hasta el salón principal de la posada entre todos los curiosos. Y allí descubrimos el motivo de la aglomeración. La moza que apareció muerta estaba prometida con uno de los caciques de Waldorf, un tal Broga, pero por lo visto la muchacha estaba enamorada de otro muchacho del pueblo. Y el muchacho en cuestión, Hraefen ese era su nombre, estaba en la posada ahogando sus penas en alcohol, acompañado de su mejor amigo Edwin, mientras el resto del pueblo murmuraba a su alrededor, unos considerándole culpable del crimen y otros compadeciéndose de él.



Angar, muy decidido a ejercer sus deberes como noble ambrio, se sentó junto al afligido enamorado y empezó a indagar en las circunstancias de la muerte de Merewina. Averiguamos que el padre de la muchacha, Gifre, había prometido su hija a uno de los hombres más ricos del pueblo, el tal Broga. Pero ella no quería a este hombre, muy mayor y muy conocido y temido en el pueblo por su pasado violento (era veterano de la Gran Guerra) y por el grupo de matones que siempre le acompañaba.

Pudimos sacar en claro que la pareja de enamorados había acordado escaparse del pueblo, pero cuando el mozo fue a reunirse con la moza, la encontró muerta en los establos desde donde iban a partir (pertenecientes a Edwin). Como todas las autoridades del pueblo (incluido el teúrgo de Prios) habían salido en busca de una banda de bandoleros que tenían atemorizada la región, los habitantes del pueblo estaban indecisos sobre qué hacer. Sin embargo, todos parecían seguros que cuando llegase el prometido, éste exigiría el castigo (el linchamiento más bien) del lloroso enamorado.

Por empeño de Angar tomamos la causa del joven como si fuese nuestra y empezamos a investigar para tratar de hallar al culpable. En el establo dedujimos que la muchacha había muerto estrangulada, dadas las marcas en su cuello. También observamos que la chica se había intentado defender y que su atacante seguramente tendría marcas de profundos arañazos. Y por las huellas que había cerca del establo también supimos que alguien muy pesado y con pies pequeños se había acercado hasta el establo para alejarse posteriormente corriendo... El tendero del pueblo nos aseguró que el queso (que entre otras cosas, encontramos en el carromato) se lo había vendido él a Hraefen, y que pareciera que el joven no iba a volver por Waldorf por cómo se despidió.



Como era una mera cuestión de tiempo, el temido prometido, Broga, se presentó en el pueblo. Al poco nos encontramos en medio de una acalorada discusión entre él y Angar. Angar trató de hacer valer su noble cuna (¿os he dicho que es un trocalengo?), el furioso prometido hacía valer su condición de cacique. Y para rematar la situación Angar nos tenía a mí y Lynae, mientras que el enfurecido pueblerino tenía una docena de matones con pinta de viejos soldados. Vamos, todo muy halagüeño.

No sé cómo, pero Angar consiguió tiempo hasta la vuelta de las autoridades, que dada la situación ya fue mucho. El furioso prometido se largó a su finca campestre con su grupo de matones vociferando todo tipo de amenazas.

Durante la discusión observamos que bajo la cota de malla del adversario de Angar se veían unos vendajes, ¿tal vez resultado de los arañazos infringidos por la moza? Lo planteamos, pero todo el mundo parecía aseverar que Broga no podía haber sido, ya que él era el más beneficiado de la celebración del matrimonio, ya tendría tantas tierras (con la granja de Gifre), que podría optar a ser el nuevo condestable de la comarca.

Como no nos fiábamos ni un pelo del prometido, decidimos quedarnos en la granja de nuestro joven amigo Hraefen, pequeña, de una sola sala y con apenas terreno para un pequeño cultivo, unas gallinas y una piara de cerdos. Sin embargo, como soy muy inquieto no podía quedarme esperando acontecimientos, así que decidí ir en busca de pruebas que incriminasen a ese fantoche gritón de Broga.

Al caer la noche Kverula y yo salimos, primero me dirigí a la casa que el cacique tenía en el pueblo. Al no hallar nada útil, me dirigí hacia su finca en el campo, pero apenas me había alejado del pueblo media hora cuando casi tropecé de frente con el cacique y su tropa. Sin ningún disimulo se dirigían hacia el pueblo portando antorchas. Fue fácil suponer a donde se dirigían, así que les seguí sigilosamente con la esperanza de sorprender a ese paleto vociferante y parar así a su tropa.



Por supuesto este grupo se dirigía a casa de nuestro amigo. Cuando iniciaron el ataque vi como Angar salía a defender la puerta de la casa enfrentándose a cinco matones. Otros cinco guiados por el hombre de confianza del cacique, un tal Selwyn, rodearon la casa. Aproveché ese momento para sorprender al paleto. Y de nuevo la maldición trocalenga lo jodió todo. Creo que pisé una rama, porque el tipo se dio la vuelta y consiguió desviar mi lanza, aunque aun así logré herirlo. Y a continuación me devolvió la cortesía, con tan mala fortuna para mí que casi me parte por la mitad. Apenas me sujeté las tripas, y mí pecho ardía como el fuego del Inframundo por la crudeza de su golpe.

Sosteniéndome a duras penas, vi como Angar acababa con los matones de la puerta y fue a hacer frente al cacique. Pero éste demostró ser un cobarde, comenzó a pedir perdón, que se había dejado llevar por el dolor de la pérdida y que se iría, pagando si hacía falto en táleros, su pecado. Angar dudó, y no pudiendo resistir la furia atacó. Pero Broga en verdad si que era un veterano. Resistió el ataque de Angar y a continuación logró herirlo de gravedad.

Viéndome al borde de la muerte, en un arrebato de desesperación, ataqué con toda la furia que pude reunir y logré atravesar con mi lanza el corazón del maldito paleto. Desde su paletilla hasta que mí lanza asomo por su pecho...

Al morir su líder los matones supervivientes huyeron. Cuando vimos aparecer a Lynae acompañada por nuestro joven amigo casi lloré de alegría. Hasta que de nuevo la maldición trocalenga hizo su aparición.

Mientras intentábamos hacer las primeras curas a nuestras heridas y dormíamos un poco, nos despertó un sonido que nos heló la sangre. Hacía muchas lunas que había escuchado ese sonido y recordé una fría noche de lluvia en un camino perdido al norte de Templorrecio. La Cacería Salvaje había sido convocada, pero esta vez nosotros éramos las presas. Quien sabe, tal vez fuese el padre de la moza, que había perdido a su hija, su honor y su dote. Tal vez nos culpaba de sus desgracias y trataba de buscar venganza arrastrándonos al infierno.




Agotados y gravemente heridos, tuvimos que tomar una decisión. Dudando si correr, coger los caballos o guarecernos... en cualquier caso deberíamos aguantar al menos dos horas, hasta el amanecer. Decidimos refugiarnos en el santuario de Prios que se hallaba en el pueblo. Angar dirigió la carrera y nos llevó hasta el santuario. En las calles de Waldorf tuvimos que hacer frente a los primeros mastines de la Cacería. Cuando el primero cayó, se transformó en Gifre, el padre de Merewina. ¡Qué horror reflejaban sus rasgos!

Llegamos al santuario, donde nos hicimos fuertes en una de las celdas para los monjes. Allí, nosotros tres junto con nuestro joven amigo y el iniciado que había quedado a cargo del templo, nos refugiamos e hicimos frente al terror.

Fue una de las noches más largas de mi vida. Mientras en la puerta hacíamos frente a los mastines demoniacos, el Maestro de la Cacería echó abajo el muro de la celda y nos atacó por la espalda.



Heridos y cansados, solo la desesperación nos mantuvo en pie hasta que acabamos con el último de los mastines y con él el Maestro se esfumó, como transformado en cenizas o humo... Menos mal que la mala suerte trocalenga no hizo que estuviéramos solos en la abadía, y el novicio de Prios vio como las bestias se transformaban en humanos... Sí no me da en mí preciosa nariz trasga que nos hubieran tomado por asesinos.

Los pelos se me ponen de punta al recordarlo y desde entonces tengo terribles pesadillas.

Malditos sean los trocalengos y su mala suerte.


... ... ...

EPÍLOGO:

En una pequeña granja al sur de Jakaar, a orillas del Volgoma:

Nigra araba la tierra, en breve se pondría a recoger las berzas y le reportarían algunas monedas en el mercado ambrio de Jakaar... Pero cada vez la costaba más, su redonda panza cada vez estaba más abultada, y el esfuerzo era mayor... Cuanto más desde que Mogga la había abandonado con casi todos los beneficios obtenidos del cofre de la “Dama del Río”... Pero bueno, al menos tenía una pequeña granja, muy pequeña. A veces miraba al lago y echaba de menos sus días de trotarríos, mucho... Pero volvía a tocar su tropa, en menos de una luna daría a luz, y esa no era vida para una criatura... En su fuero interno sabía que iba a ser una pequeña trasgo... Ya sabía hasta el nombre, se llamaría Fenya, en honor a su padre...

Nigga se agachó y levantó con dificultad para echar la última berza al cesto... Pronto sería verano, pronto serían dos bocas a alimentar...

... ... ...


Bueno y hasta aquí el rolato de esta sesión a la que sobrevivieron no sin bastantes cicatrices nuevas (sobre todo Angar y Fenyek). Creo que la siguiente será una cortita y personal para cerrar el tema del robo de Nigra y Mogga y quizá cierta espada por ahí perdida...

Y, como siempre tras un rolato, el estado actual de los PJs, ahora en vez de ordenarlos alfabéticamente, están ordenados alfabéticamente sí, pero primero vivos y al final los ya muertos:



Marcados saludos.-

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