Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

martes, 25 de julio de 2023

La Estrella de la Niebla

 


Buenas,

Ale, primer rolato de El Anillo Único Segunda Edición. Es la narración de la aventura que vienen en el básico, así que, si crees que vas a jugarla, no sigas leyendo. El rolato lo hace Antonio, desde el punto de vista de su alto elfo Norindel, explicándole a Bilbo, su patrón, lo sucedido en la aventura.

Bueno, pues allá vamos:

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PRÓLOGO I

En Mithlond, los Puertos Grises, acunado por el suave oleaje marino de mayo, una gaviota levanta el vuelo entre la permeable somnolencia del puerto élfico. No vuela mucho, ya que bordeando el golfo de Lûne llega a las estribaciones sur de las Montañas Azules (o Ered Luin) a disfrutar con el lenguado que acaba de pescar con el pico. Desde el bosque de coníferas que abriga las montañas, un ciervo observa curioso a la gaviota, y parte raudo hacía el noreste hacía las praderas que rodena Elostirion, las Torres Blancas. Desde lo alto de una de las torres, una gran águila observa al cérvido y emprende el vuelo hacia el este, hacia su nido en las Montañas Nubladas. En un cielo preñado de blancas nubes primaverales sobrevuela una tierra salvaje y plagada de ruinas, pero cruza la Comarca y Bree, dos pequeñas islas de civilización en un infinito océano de terreno agreste.

El viaje de la gran águila continua, pero nos quedamos a la sombra de la gran ave, cuando pasa por encima de La Comarca, de Hobbitin, de Bolsón Cerrado, la mañana del día 25 de mayo del 2.965TE, un próspero hobbit, el dueño del hogar, pregunta a un variopinto grupo de aventureros: —“Entonces, ¿habéis resuelto el misterio de la Estrella de la Niebla?”—.

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PRÓLOGO II

Yo también te acompañaré”, dijo Legolas, “pues no temo a los muertos”.

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El viejo y pesado libro es dejado sobre la mesa por Norindel, Bilbo lo escruta con curiosidad pues no es para nada la misión que les encomendó aquel día en la posada de Entibo, recuerda claramente cuáles fueron sus palabras:

—“Hay una antigua torre en las estribaciones más orientales del sur de las Ered Luin, lo que queda de un poderoso castillo de la época de los reyes. Los viajeros hablan de una espeluznante luz azul que a veces puede verse incluso desde el vado de Sarn, como una estrella que brilla sobre las nieblas del río. Es un lugar al que nadie va y, por desgracia, desde hace un tiempo la gente ha empezado a desaparecer en sus alrededores. Acudid a la zona a investigar que está sucediendo.”

“Archivos de la Casa de Hadirion” reza en la portada, el elfo no solo lo dejo en la mesa si no que lo puso delante de sus manos, no necesitaba más invitación para tomarlo y empezar a hojear sus páginas, ávido lector cual soñador, el mundo desapareció a su alrededor mientras la historia que se contaba le transportaba muchos años atrás, a la época de los grandes reyes adunaicos que regían en el valle al sur de Elostrion.

«Aquí se registra la caída de la Casa de Hadirion y su esposa Elwen. Yo, Angnir, senescal y capitán de la guar­dia, escribo este registro para preservar su memoria. Fue en la época de…» ILEGIBLES VARIAS PÁGINAS «Construyeron un asiento de madera, a modo de trono, a la vista de los muros del castillo. Luego ata­ron a nuestro señor Hadirion a él, para atormentarlo y ridiculizarlo. Lo torturaron durante horas... Cuando los orcos le clavaron una corona de hierro en la cabeza, aclamando a Hadirion como el legítimo gobernante de estas tierras, la dama Elwen me convocó y me pidió que demostrara mi reputación como mejor arquero de Arthedain. Elegí una flecha de las que recibí de mi padre, y él de su padre anteriormente. Un dardo blanco emplu­mado y esbelto». «Tensé el arco con todas mis fuerzas y la flecha voló recta, atravesando la mano de un enorme orco que atormentaba a Hadirion y enterrándose profunda­mente en el pecho de mi señor. Rompí mi arco después de tal hazaña…»

El resto de los registros relataban la caída del castillo en diversos fragmentos: enanos traidores permitieron que los enemigos entraran en el castillo sin ser detectados. Quienes sobrevivieron al ataque huyeron bajo tierra y quedaron atrapados, y la dama Elwen desapareció.

 

Tras una hora de intensa lectura, horrorizado por lo último leído, levantó la mirada y la realidad le vino encima, había tenido a nuestros cuatro aventureros en la mesa en completo silencio pues no querían interrumpirle, pero sin ser conscientes que igual que estuvo una hora podía haber estado diez si el libro estuviese en mejor estado.

—Mi señor Bilbo —tomó el elfo la palabra— ese libro lo encontramos en una fortaleza en ruinas a los pies de las Ered Luin, pero deje que le contemos desde el principio. Hace casi una luna que nos reunió y pidió que investigásemos algunas desapariciones que han sucedido en aquella zona, cierto que la ida nos tomó algo mas de tiempo pues la ruta no era clara y tuvimos algunos imprevistos.

Tomamos el Camino Verde hacia el sur, y atravesando la zona de las Quebradas Durthor y yo pudimos contemplar algún espíritu errante, cosa que hiela el corazón, pero rápidamente dejamos atrás pues no es buena idea adentrarse, y tampoco pasar allí la noche, pero aun así tuvimos que hacerlo, por suerte nada nos perturbó, aunque parece que esto ensombreció la faz del bueno de Jarno.

 


Seguimos hasta desviarnos en el camino que lleva a La Comarca, al oeste para cruzar el Baranduin, solo destacar un grupo de asaltantes, posiblemente dunlendinos, pero nos apartamos para no tener problemas con ellos, no teníamos tiempo y si una misión que cumplir, con suerte a la vuelta los encontraríamos, cosa que no fue así. Tras cruzar el rio hicimos una última noche en los que seria territorio civilizado, pues después tocaba desviarnos hacia las montañas. Esa noche ya la vimos muy claramente, el destino que nos indicó, una luz brillaba en lo alto de una desvencijada torre, y debíamos ir atravesando esa tierra árida, con los caballos de la mano.

Cuando nos fuimos acercando a la zona, decidimos que el sigilo era nuestra mejor opción, por lo que dos de nosotros íbamos delante, en silencio inspeccionando el terreno, mientras que el resto nos seguía con los caballos, y fue una gran decisión pues a los pies de las montañas vimos una cueva con cinco hombres armados guardando la entrada, efectivamente eran bandidos, Durthor y Ramnulf bajaron a la entrada a hablar con ellos, no sea que les estemos juzgando antes de tiempo, pero efectivamente no tardaron, cuatro de ellos, en abalanzarse hacia mis compañeros, que prevenidos hicieron muestra de su buen uso del hacha y la lanza, mientras que Jarno y yo desde una posición ventajosa con nuestro arco dimos buen apoyo. Cayeron, pero uno de ellos había salido corriendo dentro de la cueva, seguramente a dar la alarma. Corrimos cueva adentro tras él, no era muy profunda y finalizaba en una escalera que bajaba pegada al acantilado que nos separaba de la fortaleza en ruinas. Otros dos bandidos nos hicieron frente, Ramnulf con su lanza ayudó al enano a enfrentarse a ellos. Jarno había quedado atrás intentando sacar algo de información a los bandidos caídos. Yo con mis flechas intentaba parar al que se alejaba dando la voz de alarma, rápidamente los teníamos encima, y el maldito que salió corriendo corto las cuerdas que sustentaba el rudimental puente que cruzaba el abismo. Se nos había escapado dentro, tras una pequeña puerta que se adentraba en la oscuridad.

 


Sin opciones para cruzar… algo debemos de hacer. La distancia es muy larga para que un humano pueda saltarla, por lo que el enano propone tensar tres cueras y hacer un paso improvisado. Tomo impulso y con una cuerda en la mano salto al otro extremo y la ato a un poste mientras que en el otro extremo hacen lo mismo en el otro lado. Me lanzan dos cuerdas mas y repetimos la operación, y ya tenemos una forma con la que poder cruzar todos. Mis compañeros pueden cruzar con algún esfuerzo —Ramnulf hace un gesto reflejo moviendo el hombro cuando recuerda lo que sucedió, resbaló y cayó buena parte de la ladera, por suerte fue mayor la herida en su orgullo que real, y agradece que el elfo omita esta parte— pero ya estamos al pie de la fortaleza. Con un disparo certero corto el extremo de una cuerda para recuperar por si nos pueda ser necesaria más adelante. No se pudo sacar mucha información de los bandidos, no sabemos cuántos bandidos habría, solo que ahora no se encontraban por allí.

La sala es completamente oscura por lo que sacamos antorchas y linternas, una sala con algo de humedad y poco acogedora, seguramente una antigua sala de la guardia que parece ser usada por los bandidos para pasar las noches, algunos jergones para dormir, pertenencias personales y poca cosa más, salvo la puerta que se adentra en la fortaleza.

Una gran sala inundada hasta la cintura, el aire es insalubre, denso y sofocante, como si un peso nos oprimiera lentamente, muchos sepulcros de los hombres del oeste la llenan, la mayoría rotas, una escalera que sube hacia las torres superiores y un gran pasillo que se adentra hacia adentro donde nos parece ver una pequeña sombra que se pierde dentro tras observarnos.

De repente, por ese pasillo suena una campana y unas extrañas criaturas emergen del agua a por nosotros, espada en una mano y la linterna en la otra luchamos contra ellos, son muchos, el beórnida recibe un fuerte golpe en el pecho que lo deja caído sobre una de las lapidas, Durthor consigue quitarse los muertos vivientes que tenía encima y consigue ayudar a nuestro compañero, mientras Jarno y yo nos mantenemos luchando con los que nos estaban atacando. Finalmente pudimos derrotarlos, aunque alguno consiguió huir. En una de las tumbas estaba este libro, lo tome para que no se destruyera y perdiera el conocimiento que el contiene y quizá diese alguna pista de que sucedió en el pasado.

Dado que ese no era un lugar seguro, decidimos subir las escaleras hasta la parte alta de las torres. No sé cuántos escalones subimos, pero fueron muchos, con algunas heridas, pero reconfortados de salir de esa sala maldita. El ambiente no mejor mucho, una densa niebla que solo era atravesada levemente por la luz en lo alto del Sol y una fría luz azul al frente, colina arriba. Descansamos unos momentos, curamos y tratamos las heridas y di una primera lectura rápida del libro, la antigua fortaleza humana, el asedio de los orcos, la traición de los enanos y el terrible final de Hadirion. Examinando la zona un poco antes de partir hacia la extraña luz, un gran pozo que se hundía en las profundidades y unas extrañas palabras escritas en la pared en la lengua de Mordor, no lo leí en alto para no alterar a mis compañeros, pero esas palabras se me clavaron en el alma, pues ellas traían una maldición del propio Rey Brujo, le vi con mis propios ojos, montado en su negra montura, llevando sus tropas dentro de la ciudad en llamas, y en un momento sentí su mirada fija en mí. Un dolor me saco de la visión, di un par de pasos atrás, la mano en el pecho recupere el aliento y relate a mis compañeros lo que había visto. Debíamos de terminar con el mal que allí yacía.

 


Tomamos camino por la superficie hacia la luz, nos pareció más rápido que estar moviéndonos por el interior de esa ciudad fortaleza que no conocíamos, pero a mitad de camino una aparición ante nosotros, el espíritu de una mujer noble se presentó bajando unas escaleras, por lo que había leído intuimos que podía ser la dama Elwen: —“¿Por qué habéis venido? Aquí no hay nada, solo la muerte. Abandonad este lugar o uníos a mi tormento”.

Venimos a liberarla, le dije, pero no creo que escuchase nada de lo que dijimos, de sus manos aparecieron una espada y una lanza, y se abalanzo hacia nosotros. Era muy rápida, a mi me hizo un duro tajo en el brazo que llevaba la lampara, por suerte éramos cuatro y primero el enano y luego el beórnida consiguieron herir y desvanecer su etérea presencia, transformándose en una luz de vuelta hacia el faro azul que recobró más brillo con su regreso.

El terreno escarpado, rocas y restos, ruinas de lo que fue una espléndida ciudad, extraña y pútrida naturaleza crece aquí, pero debíamos seguir hasta llegar a aquella torre que ya teníamos cerca. Jarno tuvo un encuentro con un enano contrahecho, quizá la sombra que nos espiaba en los subterráneos.

Fuimos subiendo hasta lo que pudo ser el palacio, y de la torre principal, en lo mas alto, la luz azul que era visible en toda la comarca. Con mucho cuidado fuimos subiendo, sabedores que la dama Elwen volvería a visitarnos. Y al llegar a la última planta… allí estaba, erguida y noble, a la izquierda de donde se encontraban los restos mortales del señor Hadirion, un cuerpo momificado atado a un trono de madera podrida, con una corona de metal clavada en la cabeza. En la corona hay una gema azul brillante. Volvieron a aparecer las armas en sus manos y nuevamente se abalanzó hacia nosotros. Ramnulf aun herido y Durthor la hicieron frente, mientras Jarno y yo los esquivamos para ir al cuerpo del rey, debíamos de arrancar esa maldita corona de su cabeza y destruirla, y esperábamos que eso rompiese la maldición.

 


Pudimos evitar sus ataques y finalmente arrancar la corona de la cabeza, y el espíritu de la dama quedo liberado de la maldición, pudimos apreciar su gran belleza y una mirada de alivio y gratitud, y un momento después transformarse en ceniza que fue llevada por el viento, y empezó a disiparse la extraña niebla que cubría todo.

Llegados a este punto tomamos un descanso y comimos algo mientras decidíamos que hacer. Teníamos tres opciones. Seguir investigando las ruinas, volver por donde vinimos o intentar un descenso montaña abajo. El enano, como no, era mas participe de la primera opción, cuando estuvimos en la sala inundada vimos una figura que se adentraba y pensaba que podía ser era un enano, y tenía cierto interés en conocerlos. Evidentemente no habíamos podido aun leer el libro en profundidad donde relata su traición, y fue un acierto que no decidiésemos ese camino. La opción de volver por donde vinimos la descartamos rápido, había un grupo de bandidos que estaría esperándonos en aquella sala, y estando tan cansados y heridos no tendríamos muchas opciones. Así pues, solo nos quedaba bajar con cuidado por la ladera. Nos fuimos ayudando, sujetos a una soga y lo mas despacio que pudimos, pero a mitad de descenso y seguramente por las duras heridas que tenía, el beórnida trastabillo y cayo diez metros rodando abajo. Su pierna izquierda se rompió en el descenso. Necesitaba descanso y que se le volviesen a tratar las heridas. Mientras tanto, Jarno se escabulló hacia detrás de la cueva de los bandidos a recuperar los caballos donde los habíamos dejado escondidos. Tardo casi medio día, no pensaba que nos habíamos alejado tanto, pero el tiempo vino bien a Ramnulf. Finalmente atravesamos el valle hasta el puente del Baranduin y Camino Verde hasta aquí.

Y esa es nuestra historia maese Sotomonte. Conseguimos destruir la maldición y recuperar este volumen que seguro que usted sabe dónde guardar.

Bilbo los miro con orgullo, habían cumplido con lo que se les había encargado y pudieron además rescatar algo de la historia de aquel lugar. Agradecido se despidió aconsejándoles descansar bien pues seguramente pronto les reclamaría.

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EPÍLOGO

El tipo moreno, bajo y fibroso, vestido completamente de negro, aprovechó su poca estatura para esconderse a la alargada sombra nocturna de la empalizada de Bree. Era hábil ocultándose en las sombras. Sabian, pues ese era su nombre, esperó, contó hasta 50 y luego con agilidad felina se encaramó y saltó la valla. Tal y cómo había supuesto los guardias de la puerta ya habían pasado. El camino estaba expedito.

En la noche, a parte de luces ventanas, en Bree destacaba el ruido y las múltiples luces del Poni Pisador y hacía allí se dirigió Sabian. Había seguido a los cuatro tipos que habían acabado con sus planes desde la distancia. Los había perdido un par de veces, pero solo había un sitio al que pudieran dirigirse, por el camino hacia el norte, Bree. Si no estaban aquí, seguramente estarían por las proximidades.

Tendría que investigarlos, ver quiénes eran y por qué se habían entrometido en sus planes, estudiar sus puntos débiles y para quién trabajaban. Ella, Zoril, iba a solicitarle toda esa información seguro, y a Sabian no le gustaba defraudar a Zoril...

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Y aquí acaba el rolato de esta primera aventura e inicio de campaña a EAU, mi propósito es seguir con ella con varias aventuras en Bree, para subir a los PJs y luego cuando tenga en mis manos “Ruins of the Lost Realm”, darle caña.

Y, como siempre tras un rolato, estado actual de los PJs tras finalizar esta aventura:

Aventurerosde Sombras sobre Eriador V.2.

 

Marcados saludos.-