Buenas,
Vamos con el rolato que conforma la segunda parte de la campaña La Ira del Guardián (primera parte de la Crónica del Trono de Espinas). El rolato abarca una parte del capítulo dos de esta campaña, principalmente las primeras investigaciones de los personajes y el descenso al pozo.
Fueron cuatro sesiones de Roll20 de entre 2 y 3 horas. El rolato lo hace Sergio, desde el origina punto de vista de «Azar», una «divinidad rolera», lo que me ha parecido muy original y, obviamente, ha colado porque mola, pese a no coincidir con la «mitología de Symbaroum».
Lo de siempre, si sabes que vas a jugar esta aventura, perteneciente a esta campaña oficial, no leas el rolato, porque te hará algún que otro spoiler importante...
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PRÓLOGO I:
«Padres,
madres,
jóvenes y ancianos
nos abandonaron en la
oscuridad,
en el frío.
Corro,
lucho,
con toda esta vida delante
prefiero quedarme,
aquí con los muertos.
Silente,
helada,
nunca seca
estoy sola para cantar
y llorar».
Los versos de Bayela.-
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Azar miraba con curiosidad la escena que se encontraba ante él. Montañas y valles, ríos y llanuras salpicadas por multitud de asentamientos. Granjas, aldeas, villas y ciudades. Altas torres y poderosos castillos. Pero sobre todo destacaba la extensión inabarcable de un bosque ancestral. En el interior del bosque palpitaba una oscuridad con voluntad propia. Apenas contenida durante milenios ahora empezaba a desperezarse y hacía débiles intentos por romper sus cadenas.
Sin embargo, no era la oscuridad lo que atraía la atención de Azar, sino una pequeña ciudad que había surgido a la sombra del bosque y que contra toda lógica titilaba como una pequeña llama desafiando la oscuridad.
Algo había cambiado en la ciudad desde la última vez que Azar le prestó atención. La pequeña llama estaba rodeada por zarcillos oscuros que llegaban desde el bosque. ¿O era al revés y la oscuridad nacía en la ciudad y llegaba arrastrándose hasta el bosque alimentando a aquello que se estaba despertando? Azar lo desconocía, pero tal vez su hermano Destino conociese la respuesta.
Observó con más atención y se fijó en un hundimiento que había destruido parte de la ciudad. Al parecer un clan de abominaciones había salido del hundimiento y había intentado arrasar la ciudad, aunque habían sido rechazados con mucho esfuerzo.
Ahora las diminutas figuras que habitaban el lugar se movían atareadas cual hormigas intentando reparar los daños, mientras otras entraban y salían de la ciudad y algunas parecían entrelazarse de forma inquietante con hebras oscuras.
Las criaturas que ahora habitaban el lugar no eran conscientes de lo que se ocultaba bajo sus pies, pero Azar intuyó que parte de la oscuridad que había observado estaba estrechamente relacionada con el hundimiento.
Entre todas las figuras destacaba un pequeño grupo pues parecían tener brillo propio. Azar sonrió al estudiar el variopinto grupo. Un diminuto trasgo, un jabalí, un hijo del pueblo antiguo y dos hijos del pueblo nuevo, un hombre de los que creían servir al Sol y una mujer con el rostro marcado. Era curioso al mismo tiempo que estos personajes brillaban con luz propia, algunas hebras de oscuridad parecían bailar perezosamente a su alrededor, sobre todo alrededor del trasgo y la mujer.
Azar decidió adoptar a este curioso grupo como sus peones particulares y les siguió mientras se dirigían hacia la puerta norte de la ciudad y para su sorpresa observó como se reunían con dos de esas mujeres que recibían el título de brujas. Era muy difícil sorprender a Azar y éste hecho le agradó. Prestó mucha atención a la reunión y pudo escuchar como sus peones se enzarzaban en un juego de preguntas y respuestas con las brujas en el que todos trataban de conseguir el mayor conocimiento desvelando lo menos posible. Así los peones descubrieron que la corrupción anidaba en su ciudad y que ésta había llegado a tal nivel había activado una antigua guarda mágica diseñada para tal fin. Azar recordó en ese momento la grotesca estatua de un sapo gigante que descansaba en una de las plazas de la ciudad. Otra sorpresa, tendría que estudiar detenidamente la ciudad más adelante pues estaba claro que había muchos misterios ocultos.
Para su desgracia, los habitantes de la ciudad ignoraban el pasado de poder y tragedia sobre el que se asentaba su hogar y eso les convertía a su vez en cómplices y víctimas del crecimiento de la corrupción.
Los peones dejaron a las brujas retornaron a la ciudad. Ahora tenían aún más preguntas que resolver, ¿dónde anidaba la corrupción? Todo había empezado el día anterior con el hundimiento y el surgimiento de sus entrañas de la tribu corrupta que había estado a punto de arrasar la ciudad. Para disgusto de Azar parecían decididos a internarse en el hundimiento porque los peones no habían comprendido las advertencias de las brujas. Así que decidió actuar, pero a su manera, obteniendo de esa forma más diversión.
Al entrar en la ciudad un niño trasgo salió al encuentro del peón trasgo para entregarle una nota. Un tal Daakor les proporcionaría parte de las respuestas que buscaban. Les esperaban en un callejón discreto en la zona más peligrosa de la ciudad, el Anillo de Haloban. ¿Se atreverían a acudir? Azar se alegró al descubrir que sus peones se dirigían hacia allí sin dudar (quizá su hermano Destino había intervenido... pensó la veleidosa divindad).
Para disgusto de los peones y goce de Azar, el encuentro era en realidad una emboscada. Los peones brillaban con luz propia y hubiesen sido capaces de deshacerse fácilmente de sus oponentes, pero Azar estaba aburrido y deseaba tener un buen espectáculo así que intervino sutilmente, haciendo que los hábiles guerreros se tornasen en torpes mientras que los ataques de sus rivales eran certeros y mortíferos.
Azar rió con la desesperación del trasgo y se sobrecogió cuando el trocalengo y la mujer marcada rozaron la muerte. Por desgracia el adorador del Sol terminó con la diversión al invocar su magia. Tendría que tenerlo en cuenta la próxima vez.
Los peones retornaron a su hogar agotados y heridos en busca de reposo. Azar esperó ansioso al amanecer a la espera de nuevos acontecimientos.
En ese momento los peones se dividieron aumentando las posibilidades de diversión de Azar.
El adorador del Sol y el trocalengo acudieron a la sede de los hechiceros. Buscaban conocimiento y la oportunidad de unirse a los hechiceros en una futura expedición a las profundidades bajo la ciudad. Una vez que los hechiceros los aceptasen en su expedición, el trocalengo se dedicó a rebuscar entre libros y pergaminos polvorientos mientras su compañero partía en busca del trasgo y la mujer con intención de reunir posteriormente un grupo de aventureros que les acompañase en su búsqueda bajo la ciudad.
Mientras el trasgo y la mujer se dirigieron al Jardín de Rosas, una de las posadas más lujosas de la ciudad con intención de ajustar cuentas con el tal Daakor.
Azar disfrutó cuando el trasgo y la mujer aterrorizaron a Daakor para averiguar que la emboscada del día anterior había sido organizada por una mujer que a su vez había utilizado a Daakor como un pelele para cubrir su rastro. Y disfrutó aún más cuando el adorador del Sol apareció con un grupo de guardias y torturó a Daakor.
Desde luego este grupo de peones era encantador.
Cuando Azar todavía estaba riéndose de las desventuras del pobre Daakor, los peones se reunieron y decidieron buscar a la mujer que les había tendido la emboscada. Probaron en Madre Menira, un lugar donde se podían reclutar aventureros pero abandonaron el lugar con las manos vacías y para decepción de Azar sin provocar ningún conflicto.
A continuación los peones se volvieron a dividir.
El trocalengo y el trasgo deseaban reclutar a unos formidables guerreros adoradores del Sol para su expedición bajo tierra. Y de paso querían saciar su curiosidad sobre los asuntos que habían llevado a esos guerreros a su ciudad. Pero no obtuvieron ninguna de las dos cosas pues los guerreros no estaban interesados en los asuntos de la ciudad y desde luego mantuvieron sus asuntos en secreto. Solo pudieron obtener advertencias sobre la corrupción que crecía en la ciudad.
Azar solo disfrutó mínimamente cuando los dos peones decidieron volver a su hogar pues una figura empezó a seguirlos con discreción. El trasgo pareció entrever algo pero a pesar de sus intentos no fue capaz de descubrir a su acechador. Y Azar se relamió pensando en las futuras dificultades que afrontarían esos peones.
Mientras el adorador del Sol y la mujer marcada visitaron el hogar de otro peón, Lysindra, una mujer con cabello de fuego a la que parecían conocer. Deseaban que se uniese a ellos en la exploración de las entrañas de la ciudad, pero la mujer no quería mezclarse en esos asuntos. Azar decidió divertirse un poco y provocó que otro peón que se encontraba en la casa hiciese un poco de ruido, el suficiente para sembrar la semilla de la curiosidad en la mujer marcada.
Tras fracasar nuevamente en sus intentos por reunir más compañeros los peones de Azar retornaron a su refugio.
Con las primeras luces de la aurora Azar pudo observar cómo los peones se reunían al borde del hundimiento para tratar de descubrir que había impulsado a los bárbaros corruptos a abandonar sus cavernas. Dos hechiceros se unirían a los personajes que habían estado divirtiendo a Azar.
Éste decidió que tras lo aburrido que había sido el día anterior, pondría a prueba a sus peones. Cuando el trocalengo empezó el descenso Azar movió una piedra con delicadeza, tan poco que nadie se fijó, pero fue lo suficiente para que el desdichado peón cayese rodando varios metros. Con dificultad el trocalengo logró rehacerse y volver a sujetar la soga. La expresión del peón había sido tan cómica que Azar volvió a intervenir provocando un pequeño deslizamiento de tierra y de nuevo Azar rió a carcajadas. Como agradecimiento a la diversión que le había proporcionado, Azar enredó la soga en una pierna del trocalengo salvando su vida en el último momento.
Una vez que todos los peones se encontraron en el fondo del hundimiento, empezaron a investigar los alrededores descubriendo varias grutas que se internaban en el corazón de la roca. Azar jugó con el corazón de la mujer marcada y le permitió entrever una sombra de su pasado, puesto que ella escondía un secreto, pertenecía al mismo clan que las abominaciones que habían habitado las cavernas. Y su padre podía estar entre las abominaciones.
Todos los peones siguieron el camino indicado por la mujer marcada y al fin Azar disfrutó de un buen espectáculo. Reptiles de las cavernas se abalanzaron sobre los peones y éstos tuvieron que luchar por su vida. Nuevamente Azar disfrutó haciendo que los golpes de los peones fallaran por muy poco mientras ponía a prueba su entereza al recibir las caricias de las mandíbulas de los reptiles.
Los peones estuvieron a la altura de las esperanzas de Azar y lograron sobrevivir.
Los peones continuaron explorando las cavernas, aunque ahora muy precavidos. Azar disfrutó morbosamente con el terror que les embargó cuando descubrieron que en los riachuelos que recorrían las cavernas estaban atrapados los espectros de las abominaciones tribales que habían atacado la superficie.
En ese momento flaqueó el corazón de la mayoría de los peones y Azar temió que abandonasen las cavernas. Pero la mujer marcada y el trasgo brillaron con intensidad durante un breve momento y continuaron recorriendo las cavernas hasta llegar al nexo que Azar había conocido en un pasado muy lejano. Sin embargo, había cambiado mucho desde su última visita. Lo que en el pasado fue un lugar de poder que resplandecía con una luz cálida ahora era un lugar tenebroso y oscuro de donde salían numerosos zarcillos negros como la pez que se filtraban a través de las rocas. La oscuridad trató de engullir al trasgo y a la mujer marcada pero un nuevo destello de luz surgió de ellos alejando la oscuridad.
En el centro del nexo solo quedaba una figura retorcida y achaparrada con un rostro arrugado que reflejaba su avanzada edad. Era la última del clan abominable, y en lugar de seguir a su pueblo en su viaje al norte se había quedado en el lugar para morir.
A través de la anciana la mujer marcada y el trasgo supieron que las abominaciones no habían provocado el hundimiento, pues pensaban que habían sido los habitantes de la superficie quienes lo habían provocado para atacarles y que el asalto a la ciudad solo había sido una maniobra desesperada para cubrir la huida hacia el norte de todo el clan.
La anciana también les transmitió el peligro que suponía el nexo pues cualquier uso que se hiciese de él provocaría la extensión de la corrupción.
El trasgo y la mujer marcada habían decidido volver con sus compañeros para convencerles de sellar las cavernas y con ello el acceso al nexo corrupto, pero justo en ese momento llegó el peón adorador del Sol. Azar se relamió pensando en el espectáculo que supondría un enfrentamiento entre sus peones, pero en el último momento lograron ponerse de acuerdo en lograr el mismo objetivo, sellar el nexo.
Por tanto, los tres peones abandonaron a la anciana y volvieron a la caverna principal donde esperaba el resto de la expedición. De mutuo acuerdo decidieron ocultar a los hechiceros cualquier información sobre el nexo y a la vez lograr que utilizasen sus artes arcanas para sellar todas las grutas que desembocaban en el hundimiento.
Una vez de vuelta en su refugio el trocalengo fue informado de los descubrimientos que habían hecho en las cavernas y de la necesidad de mantener esa información en secreto para evitar que el nexo fuese utilizado con fines oscuros.
Azar estaba esperaba ansioso la reacción del trocalengo pues él había intervenido para proporcionar una recompensa a sus peones a cambio de todos los buenos momentos que le habían proporcionado. Y no quedó defraudado.
Para sorpresa de los demás el trocalengo también había encontrado algo interesante. Mientras reposaba junto a los hechiceros en la caverna principal a la que se accedía desde el hundimiento había empezado a rebuscar entre los escombros de lo que una vez habían sido los edificios de la ciudad. Por “azar” había encontrado el cadáver de Anadea, la mujer que solo dos días antes les había prometido unas recompensas desmedidas a cambio de un trabajo que no había llegado a definir pero tenía que ver con la fuerte corrupción de la ciudad.
Entre las posesiones de la mujer había una carta escrita con caracteres del pueblo antiguo y firmada por un nombre no humano, una extraña perla dorada con un intrincado grabado, un colgante con el Sol que identificaba a su poseedora como miembro de la Iglesia que adoraba al mismo y una llave de intrincado diseño...
Azar se regocijó al ver las caras de sus peones. Preguntas y más preguntas, pero muy pocas respuestas. ¡Jajajaja, iba a disfrutar mucho con ellos!
Terminaría aburriéndose como siempre, pero hasta que llegase ese momento iba a divertirse mucho. Después, bueno entonces decidiría...
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EPÍLOGO I:
«¡Cuando un hombre mata a otro a sabiendas, lo llaman asesinato! Pero cuando la sociedad provoca la muerte de millares, se encogen de hombros y lo llaman ley de vida, supervivencia…».
Karlio, soldado veterano retirado y juerguista.-
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Y tras el rolato, actualizo aquí el estado de los personajes de la campaña, al borde ya del Rango Legendario, cosa que me pone muy contento. Aquí están:
Marcados saludos.-
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