Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

martes, 5 de noviembre de 2019

Negocios de Amor y Odio y el comienzo de una Búsqueda...



Buenas,


A continuación pongo varios “interludios”, que no “rolatos”, que surgieron, propuestos por dos jugadores para tramas personales de sus personajes. En estos interludios (no hechos en partida, sino por mensajes privados), les dejaba cierta autoridad narrativa, corrigiéndoles ciertas cosillas. Pero el caso es que me gusta mucho que se impliquen tanto, y a la vez, me dan ideas para meter cosillas de sus tramas personales en las aventuras. De hecho, se me ocurrió una aventura para más o menos mezclar ambas tramas y enfocarlas, apuntando hacia otras cosillas y pistas...


Así pues, aquí van estos interludios fuera de partida, que corresponden, por orden a Dakeyras y Angar de Stirkya. Los subo, porque afectan a la historia y hacen más comprensible y claro el diario de la campaña, añadiendo un capítulo previo al siguiente “rolato” de la partida.


... ... ...


PRÓLGO:


“Tal vez el mundo en que vivimos, esté gobernado por algún ente, alguna ley trascendental, como la mano de dios, que gobierna el destino de los hombres, y las decisiones que creemos tomar libremente, tan sólo son hechos predestinados”


... ... ...


En Kurun, tras llegar desde Jakaar en barco:


El mercado estaba animado. Dakeyras se confundía entre la multitud. Desde allí observaba como Valeria compraba fruta y verduras y Aela curioseaba todo mordisqueando una manzana. Reprimía las ganas de abrazarlas. Después de lo de Arruga no iba a poner, por ahora, en peligro de nuevo su paradero. Se acercó a un niño que pedía unas monedas en el mercado. –“Un chelín si le das esta bolsita y esta rosa a aquella mujer”– le dijo señalando a Valeria. El niño acepto con una amplia sonrisa.


–“¿Y quien dices qué te dio esto?”– dijo Valeria desconfiada mirando a todos lados, pero no vio a nadie. El niño se encogió de hombros y salió corriendo. Atada a la rosa había una pequeña nota “Mis dos estrellas de la noche oscura sigan tan bellas como siempre. Os quiero con toda mi vida. Pronto volveré con vosotras” y cinco táleros en la bolsa. Valeria buscó nerviosa a su marido por el mercado, pero no le vio. Por otro lado, entendió que no se acercase, por sus tonterías en Arruga tuvo que abandonar la granja. –“¿Qué te pasa mama? ¿Qué es eso?”– inquirió Aela. Valeria besó a su hija –“De parte de papa. Pronto vendrá a verte”– y agarró con fuerza la rosa –“La plantaremos cuando lleguemos a casa”.


[…]



Cuatro días después:


¿Cómo he podido dejarme robar? ¿Por qué me deje convencer por Fenyek para enterrar el botín? – Esos pensamientos no se le iban de la cabeza. Apretaba con fuerza al caballo, estaba dejando atrás Fuerte Espina. Se dirigía a Brezoscuro, si apretaba al caballo llegaría antes del anochecer, en apenas un suspiro. Palmeo el saquito lleno de monedas, sonrió, Nigga pagaría por lo que hizo, y él y Fenyek tendrían su venganza, hasta invitaría él al trasgo, Fenyek pagaría el vino y la cena posterior. Puso el caballo a galope...


[…]


Por fin había encontrado un mercader de confianza. Le había costado algunos días de investigación, pero pensaba que era el hombre idóneo. Su fama le precedía. Era un tipo astuto y honesto y, lo dicho, su fama le precedía. Tenía buen ojo para los negocios y gozaba de prestigio. Tenía una dirección en el “mejor barrio” de Brezoscuro (si tal cosa puede decirse). Cada vez que pasaba por aquí se alojaba en una casa de aspecto modesto, pero si su fama era cierta, seguro que con todo tipo de lujo.


Llamó a la puerta. Un tipo de piel curtida, aspecto peligroso y armado abrió. –“Tenía cita con Bogdan. Mi nombre es Dakeyras”- La figura le escrutó. –“Déjale pasar Guntar. Si que teníamos cita”-. Una vez en el interior y tras dejar sus armas al tal Guntar, Dakeyras pudo comprobar que la fama del mercader era cierta. Por fuera la casa era muy modesta, pasaba inadvertida, pero una vez en el interior, aunque pequeña, estaba decorada con gusto y con todo tipo de comodidades. Llegaron a una habitación en la que Bogdan sirvió dos copas de vino. Dakeyras lo probo. Eso si era un vino y no los meados que llevaba días bebiendo. Dio otro trago. Se bebería la botella entera. Estaba delicioso, aunque otra bebida bien distinta es la que realmente le calmaría la sed, suerte que en Brezoscuro abundan los gatos...


“Y bien, Dakeyras, ¿Qué es lo que querías?”– ese hombre le resultaba familiar pero no sabría decir por qué. Le observaba. Parecía peligroso. Suerte que Guntar estaba allí y le había desarmado.


“Maese Bogdan”– comenzó Dakeyras –“he oído de su prestigio como mercader. Tal vez en breve me haga con una suma importante. Poseo una pequeña granja que deseo vender. La suma que consiga no me gustaría gastarla en juego, putas y vino. Su pericia para invertir el dinero le precede y a mí no se me dan bien los negocios. Querría que me invirtiese ese dinero que me mueva y multiplique mis táleros. Un diezmo será su comisión.”– Dakeyras puso sobre la mesa un saco de monedas –“Esto es de lo que dispongo ahora. Quisiera que empecemos con esto. Su honestidad le precede y son todos mis ahorros hasta el momento. Cuando haya vendido la granja traeré más”- Bogdan, satisfecho con las alabanzas tomó el saco.


Cuarenta taleros. No estaba mal, aunque era una cantidad muy pequeña para lo que él acostumbraba. –“¿Y por qué habría de aceptar? Mis clientes pueden gastarse eso en una sola noche”– Dakeyras lo miró fijamente –“Es todo lo que tengo. Alguien como yo, que cada día baila con la muerte, debería pensar en retirarse alguna vez. Tengo una familia por la que preocuparme. Si llego vivo de aquí a unos años me gustaría retirarme y vivir en paz con ellos, ver crecer a mi pequeña y envejecer junto a mi mujer, si alguna vez la muerte me concede el ultimo baile, al menos que ellas puedan vivir en paz. Yo solo las malgastaría, pero usted puede multiplicarlas y sacar beneficio de ello”- Bogdan lo miro. Por un instante un recuerdo vino a su mente y sonrió. –“Un tercio seria mi comisión. Invertiré tus taleros, y los multiplicare. Tal vez sea una suma pequeña, pero quién sabe si en lo sucesivo esa cantidad no es mayor por lo que mis beneficios aumentarían también”- Dakeyras sonrió, alargo la mano –“Una cuarta parte de comisión”– Bogdan se la estrechó –“Bien veremos cómo puedo moverlo. En un par de lunas puede que le haya sacado beneficio”-.


Guntar le estaba devolviendo sus armas y Dakeyras estaba a punto de salir –“¿Conoces “El Corazón de Jakad”?”– pregunto Bogdan. Dakeyras sonrió, -“Está bueno el estofado de Koldra allí” – Sin saber por qué el mercader le había pregunto eso, se enfundo la capucha y se perdió en las calle de Brezoscuro.


“¿El Corazon de Jakad?, a que vino eso señor?”- preguntó Guntar. –“¿Recuerdas a aquel bardo?”- contestó Bogdan –“¿Recuerdas su historia?... Tizonero creo que se llamaba”, –“Jamás olvidaría esos ropajes señor”– dijo Guntar sonriendo –“Pues este tipo es uno de los héroes de su relato”- contestó Bogdan –“Prestigio. Hablo de prestigio. Quien me dice que tal vez no se cante en las tabernas alguna vez sobre mí. No es mucho lo que dejó, pero no me será difícil multiplicarlo y tal vez, si se siguen haciendo canciones sobre él, los bardos también canten sobre mí, además lo hacemos por el bien de una familia, y tal vez alguna vez necesite de las habilidades de alguien como ese Dakeyras”.


[…]




Tras callejear unos días por los callejones de Brezoscuro por fin había dado con la persona indicada. Razvan era un tipo peligroso, un sabueso, pero jamás había roto un contrato, siempre cumplía su trabajo. En la atiborrada sala del Búho Astado, estaban cerrando el acuerdo –“Su nombre es Nigga. Es una trasgo. Su ultimo rastro desapareció el Jakaar hará una semana junto con su hermano un tal Mogga. Su último trabajo fue de trotarríos en la Dama del Rio, bajo las órdenes del buen capitán Ogval. Solo tienes que encontrarla y decirme donde esta. Si la información es verídica tu recompensa serán 15 táleros. Es importante que no sufra ningún daño. Solo has de decirme donde esta y yo me ocupare de lo demás. La información la puedes dejar en esta misma posada o en el Reposo de la Costurera en Fuerte Espina”- Razvan miro al encapuchado. –“No parece difícil, pero pareces muy interesado en esta trasgo. Serán veinte si la encuentro”– Dakeyras le miro fríamente. Era bueno es su trabajo, y cumplía sus tratos –“Trato hecho. Veinte. Creo que es más que suficiente por encontrar a una maldita trasgo. Este talero es para los posibles gastos y que puedas empezar de inmediato”– Razvan le estrecho la mano –“¿Y por quien pregunto cuando tenga la información?”– Dakeyras dudó. Él también estaba siendo buscando. Necesitaba un sobrenombre...


[…]


Apenas le quedaban monedas tras comprar las hierbas curativas y grabar el tazón de latón con la frase “No dejes que la Oscuridad nuble tu alma”. El trabajo del orfebre había sido bueno, superior de hecho, a instancias suyas había usado el antiquísimo alfabeto de Alberetor. Eran unas monedas bien gastadas, Dakeyras sopesó cuanta sangre sería vertida en ese tazón no sin cierto estremecimiento...


Poco después en El Reposo de la Costurera hablaba con Balka. Estaba algo bebida y estaba gritando demasiado, pero al igual que Razvan era buena en su trabajo y también cumplía sus contratos –“Así pues que 15 táleros por encontrar a dos putos hermanos trasgos... Jajajaja... parece un trabajo sencillo, además ni siquiera he de matarlos. Acepto amigo, pero mis dos hermanos y yo necesitamos víveres para ponernos en marcha”– Dakeyras rasco en su saquillo y puso tres táleros en la mesa –“Cuando encuentres la información búscame aquí o en el Búho Astado en Brezoscuro y tendréis vuestra paga”, la cazadora de recompensas miró achispada –“¿Y por quién he de preguntar?”– contestó Balka guardándose las monedas –“Mi nombre es Waylander”– contestó el encapuchado.


... ... ...




Mientras tanto cerca de la Plaza del Sapo, en Fuerte Espina:


Angar estrujó el pequeño pergamino entre los dedos... chispeaba desde el plomizo cielo, a su derecha en la entrada de una taberna de mala muerte chisporroteaban unas ascuas en un pebetero de cobre, arrojó el pequeño trozo de papel... No le gustaba este barrio de mala muerte, pero cuando ofreció recompensa por información sobre Stotandust, casi todos los interesados eran maleantes, ladrones, bribones y buhoneros...


Stotandust, la ancestral espada de la familia Styrkia, con siglos a sus espaldas, había venido en la vaina de su abuelo, cuando terminó la Gran Guerra y se dirigieron al norte de los Titanes. Pero el mandoble había desaparecido hace más de veinte años. Su abuelo, con las últimas fuerzas de la madurez había realizado una expedición a Davokar la Oscura, para mayor gloria de Prios y de la Casa Styrkia. Mas que aventura fue un despropósito, la expedición fracasó y no regresó nadie ni siquiera el cabeza de la casa Stykia.


Por lo que su padre el actual Conde de Styrkia, asumió las riendas de la casa. Posteriormente se mandaron varias expediciones de rescate, pero sin éxito, los rumores hablaban de que les engullo una gran bestia de la gran oscuridad del bosque...


Pero Angar tenía la teoría de que los putos elfos fueron los culpables de la desaparición de su abuelo, además como castigo a su familia, por tal osadía, robaron al legítimo heredero de la casa y le dejaron a él. Su padre, el Conde de Styrkia no merecía tal insulto, tal falta, y haría todo lo que estuviera en su mano para retomar la gloria de la casa, y que el Conde le mirase como a un hijo. En su fuero interno sabía que no lo era, pero esperaba merecer su beneplácito y al menos ser un consuelo ante la falta de su verdadero hijo. Recuperaría esa espada, Stotandust sería de nuevo blandida por la Casa Styrkia.


Había ofrecido una pequeña recompensa por información sobre la reliquia familiar o sobre su abuelo, esparciéndola aquí y allá, por todas las ciudades y poblaciones limítrofes con Davokar, tras meses de no obtener nada, le había llegado algo, algo de Kurun, de hecho tenía una cita. Cualquier noche de los próximos quince días, en la taberna de La Rata Gris, Vaglio estaría allí, con información interesante y caliente sobre el mandoble, eso decía la nota...


Angar sopesó, estaba empezando a ganar dinero y fama en Fuerte Espina, se había unido a un grupo de aventureros, extraño, poco unido pero valiente y hábil... no obstante debía partir... sopesó su bolsa llena de táleros obtenidos a la Ordo. Compraría un buen caballo, uno acostumbrado al combate, y mañana con las primeras luces de Prios, partiría hacía Kurun...


... ... ...




Y nada, como digo, ya hemos jugado una partida, explotando todos estos interludios, así que en breve el rolato de la misma.



Marcados saludos.-

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