Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

jueves, 31 de octubre de 2019

La maldición de la diosa del río


Buenas,

Aquí va otro rolato de la campaña de Symbaroum Salvaje, y con este (otra aventurilla oficial) doy por terminada la primera parte y el primer arco de esta campaña a Symbaroum Salvaje, ahora estoy replanteando qué, cómo y por dónde tirar, pero continuar, continuamos seguro :)

El “rolato” en esta ocasión lo hace Pepe, desde el punto de vista de cambiante de Dakeyras y Fenyek, ambos a dos cometieron un robo y fueron robados, y ya se sabe, aquél que roba a un ladrón...

Por cierto, si eres jugador de Symbaroum y tu DJ tiene Aventuras 1, no sigas leyendo ;-)

... ... ...

PRÓLOGO

Belda, la trotaríos, se asomó por la cubierta de “La Dama del Río”. Ya era primavera en Davokar, sin embargo, la noche era muy oscura, la luna en lo alto estaba en cuarto creciente, grande y luminosa, pero al este, lejos, el bosque estaba más oscuro de lo habitual, una oscuridad antinatural... Inquieta se volvió, había oído un crujido en la bodega a la vez un leve chapoteo... fue lo último que escucho jamás...
... ... ...


Fenyek estaba aupado sobre una pila de leña en el patio trasero de la posada. Kverula olfateaba por los alrededores. Todo estaba en silencio desde hacía un buen rato. Ese silencio solo de rompía por un *tac* constante, repetitivo. Sus pensamientos iban de la venganza a la añoranza... Se estaba poniendo nervioso. –“Déjalo ya”- Dijo mientras de un salto bajó del montón de leña. *Tac*. Dakeyras recogió por enésima vez la daga del tronco, ya astillado, sobre la que la había lanzado. Suspiró. –“Como fuimos capaces de perderlo”- musitó enrabietado mientras enfundaba la daga.

Ambos se quedaron callados. A su cabeza vinieron recuerdos de lo ocurrido en los último días…

[…] Fenyek […]

Habían perdido al resto del grupo. De la expedición para investigar y rescatar la excavación de la Ordo, solo quedaban él, un caballero noble trocalengo y por supuesto Kverula. Parecía un viaje abocado a contarlo en una taberna en la que de nuevo solo él, Fenyek, sobreviviría. Miro por un momento en la oscuridad al trocalengo y se apenó por su suerte, que poco de vida le quedaba, sería sin lugar a dudas el siguiente en caer. Cuando por fin vieron la construcción al lado del rio. Era una pequeña cabaña, rodeada por una empalizada y un muelle en la que había atracada una pequeña embarcación. De la chimenea parecía salir humo. Se escondieron en las sombras. El noble, hacia muchísimo ruido con la armadura que llevaba y al otro lado de la empalizada parecía que los habían detectado. Una figura encapuchada asomo por lo alto de la puerta doble, y apunto con un arco al noble. –“Venimos de parte de la Ordo. Abrir las puertas”- Dijo aproximándose a la empalizada el trocalengo. La figura encapuchada tenso el arco y lo apunto. Al otro lado de la empalizada se escuchaba más movimiento. –“Demuéstralo”- le inquirió el encapuchado. Fenyek, reconociendo la voz salió de las sombras. –“Dejaos de tonterías y abrirnos. Soy yo, Fenyek”- Dakeyras destenso el arco. Las puertas se abrieron.

[…] Dakeyras […]

Tras estar dos días huyendo de la oscuridad tras el derrumbe de la tumba, llegaron al puesto avanzado de la Ordo. Casi no cayeron en la cuenta de que Doran y el bárbaro habían quedado sepultados en la tumba. Una vez a salvo tras la pequeña empalizada se reencontraron con Merlon y Plendel, los novicios de la Ordo. Descansaron y les contaron lo ocurrido en la tumba. La pequeña embarcación que había en la base era suficiente para trasportar a los cinco por el rio de vuelta a Jakaar. Pensaba en cobrar la recompensa cuanto antes, tras lo ocurrido en Arruga necesitaba dinero más que nunca. Habían preparado los víveres para partir al día siguiente al amanecer, ahora estaban cenando, cuando Lynae y Magdala escucharon un ruido al otro lado. Dakeyras sacó el arco y se dirigió a la empalizada.



[…] Fenyek […]

Ambas expediciones se juntaron, ambas, por distintos motivos, habían fracasado y habían sufrido muchas bajas. Los restos de las tres expediciones, apenas siete personas se disponían a abandonar Davokar, fuese cómo fuese.

Pero de pronto algo de suerte. Entre la niebla del rio surgió un barco. Magdala le hizo señas y la nave se empezó a aproximar al pequeño embarcadero. El arquero se escondió en las sombras por si no eran amistosos. Él estaba preparado. Era una suerte la aparición de ese barco ya que con su llegada no cabían todos en la pequeña barca de remos del asentamiento. Una vez atracó el barco tomaron el muelle dos figuras. El capitán Ogval y el primero de a bordo el trotarríos jefe Arelo. La embarcación se llamaba la Dama del Rio. Solía remontarlo para comprar mercancías a pueblos barbaros y llevarlas hasta Jakaar.

Negociaron el pasaje. Como siempre Dakeyras estaba poco dispuesto a pagar, pero si el arquero conseguía el pasaje gratis el seguiría sus pasos ya que no tenía como pagarlo. Después que Magdala llegara a un acuerdo por los pasajes, Angar, el noble trocalengo, se ofreció a prestárselo. Cinco chelines, algo caro. Se lo devolvería con el pago de la Ordo a su regreso.

Embarcaron. Una vez a bordo, las voces del reto de compañeros se difuminaron, su atención solo de dirigió hacia lo más bello que había visto en mucho tiempo, el tiempo pareció detenerse un instante. –“Me llamo Nigra. Soy parte de la tripulación de la Dama del Rio”- Era la trasgo más hermosa que había visto. Fueron los mejores cinco chelines a deuda jamás invertidos.

[…] Dakeyras […]

Se hizo la noche de ese mismo día. Todo estaba en silencio. El pasaje entero descansaba. Tal y cómo había hablado con Lynae, Dakeyras se acercó hacia la trampilla de proa que daba a la bodega. Arelo dormía en una hamaca cerca de proa, al igual que la trotarríos supersticiosa Tamri (y su perorata de la diosa del río). Ogval dormía en el castillo de popa, y Angar, Lynae, Magdala y los novicios dormían también en cubierta cerca del mástil. Harasto, el otro pasajero, un supuesto erudito de la cultura bárbara también dormía. Los trasgos parecía que estaban pasando una noche tórrida y romántica, no tendría mucho tiempo, si todo lo hacían tan rápido como acostumbraban, debía de ser rápido.

Abrió el candado de la bodega y bajo en silencio. En la bodega todo parecía ser tal y como Ogval había dicho. Estaba abarrotada de cajas con pieles y demás enseres barbaros. Les habían contado de la desaparición de una tripulante, Belda, hace tres días y les preocupaba. Tanto Lynae como él habían decidido mirar si había algo sospechoso en la bodega. Tras un registro dificultado por la poca luz y la cantidad de cajas no vio nada sospechoso. Decidió volver a cubierta antes de que alguien se percatase de que estaba allí. Los trasgos deberían haber terminado ya sus románticos quehaceres.

[…] Fenyek […]

¿Quién le habría dicho que iba a ser tan placentero este viaje por el rio? Bajo la manta se acurrucó junto a Nigra.

Dormía cansada después te tanta pasión. Estaba a punto de conciliar el sueño cuando escucho como algo caía al agua. Pronto todo el barco estaba revuelto. Arelo había desaparecido o bien había caído por la borda. Tamri gritaba que la diosa del rio se lo había llevado, como a la tal Belda. Antes le había escuchado contar a Angar una leyenda en la que los pescadores le daban ofrendas a la diosa a cambio de buena pesca, pero la enfadaron por su codicia y la diosa reclamaba ahora lo que creía justo.

Todo el pasaje busco al bueno de Arelo. Lo único que descubrieron fueron marcas cerca de la proa, donde dormía, como si lo hubiesen arrastrado al agua.

En el lugar por el que cayo solo apareció un brazalete de cuero y latón con el símbolo de Prios. Para tristeza de Ogval dieron por perdido a Arelo. Fenyek miró de reojo a Harastro. Lynae ya se había entrevistado con él. Parecía ocultar algo.

–“Esto es de manufactura trasgo”- le dijo Lynae mostrándole el brazalete –“Harastro me lo ha dicho tras inspeccionarlo. Hablemos con esa trasgo”-, –“Nigra, se llama Nigra”- Mientras se dirigían en busca de la bella Nigra, la gordita Tamri seguía diciendo que la diosa del rio le había cogido.

En el castillo de popa Dakeyras hablaba con Ogval.

–“Los trasgos no adoramos a Prios. El brazalete es de Harastro”- decía bajito y malhumorada Nigra –“dice que es erudito, que busca leyendas sobre la cultura bárbara, ¿acaso te ha preguntado a ti?”- siguió mientras señalaba a Lynae –“Él es el culpable de las desapariciones”.



[…] Dakeyras […]

Tras la desaparición de Arelo, Ogval dio permiso para explorar el barco. Propuso dormir por las noches en tierra firme ya que el “atacante” lo hacía de noche y en el río, aunque a casi nadie le hizo gracia.

Magdala aprovecho para irse a su querida Karvosti, tenía prisa por entregar un mensaje, “espero que Unalba descanse en paz allí”, pensó Dakeyras.

Se encontraba de nuevo en la bodega junto con Lynae. Esta vez descubrieron dos cofres que pertenecían a Harastro. Tras abrir cuidadosamente las cerraduras, descubrieron que estaban llenos de joyas y monedas symbaricas, junto con unas tablillas que la bárbara trocalengo no pudo descifrar. Cerraron el cofre no sin que antes Dakeyras se guardase un puñado de joyas en el bolsillo (Lynae le reprimió sin mucho convencimiento). Cuando se disponían a subir a cubierta, Dakeyras pisó y vio una manzana mordisqueada. Alguien más viajaba en la bodega.

Dakeyras y Lynae se acercaron a los trasgos para contarle que había alguien más en la bodega. –“Está bien, mierda”- Se quejó Nigra. –“Es Mogga. Mi hermano viaja de polizón. Tiene deudas de juego en Jakaar y está buscado. No sé cómo reaccionaría Ogval si se enterase”- Decidieron guardar el secreto. Mogga salió de su escondite en la bodega. Dioses era más feo aun que Nigra. Tras corroborar con él la historia y aseguran que solamente él estaba en la bodega, volvieron a bajar, una vez se escondió el trasgo, con los novicios de la Ordo para que leyeran las tablillas. Merlon dijo que se trataban de una especie de impuestos que un antiguo reino pagó a otro en tiempos del Imperio de Symbar. Antes de dejar todo como estaba, Dakeyras se guardó otro puñado de joyas.

[…] Fenyek […]

Tras otro día de navegación, llegada la noche se encontraron una cabaña en la linde del rio. Varios viajes en la barca que habían cogido en el puesto de la Ordo y atado a “La Dama”, y habían desembarcado en la pequeña construcción de madera Fenyek junto a Nigra y Angar. La construcción era antigua y pobre. A su lado, entre matorrales, había tres lapidas. Parecían ser de dos adultos y un niño. En su interior todo vacío, salvo por cuatro camas, dos de niño, y una letrina o sótano en la que parecía que alguien había llevado una cuenta de los días hasta sesenta y tres.

Harasto y los aprendices decidieron pasar allí la noche. También una cariñosa Tamri iba a dormir junto a Angar. Parece que de seguir mucho tiempo en este viaje se formarían varias parejas. Fenyek volvió junto la bella Nigra a la Dama del Rio, al igual que el resto dormirían en el barco y una vez aclarado el tema de las desapariciones no tendría prisa en que el viaje se retrasara unos días.

[…] Dakeyras […]

Esa misma noche, mientras Dakeyras estaba en el puesto de vigía del barco, que se encontraba atracado junto a la cabaña, vio como en mitad de la noche Plendel salió de la construcción, como hipnotizado, se dirigía hacia al rio. Algo desde debajo del barco lo llamaba. Silbó y empezó a descender del palo. Angar salió raudo de la cabaña tras Plendel y lo sujeto con fuerza. Una especie de sirena muy hermosa lo llamaba bajo las aguas del barco. Cuando creía haberlo sujetado, algo empezó a arrastrar de Plendel bajo las aguas. Todos estaban ya en pie. Fenyek y Nigra empezaron a subir a la barca e ir hacía donde estaba Angar. Dakeyras disparaba hacia lo que fuese que arrastraba al muchacho, Angar hacia titánicos esfuerzos para que no arrastraran a Plendel y Lynae se desentumecía del sueño.

La fuerza tiró del muchacho arrancándoselo de los brazos a Angar sumergiéndolo en el rio, para instantes después devolver una mancha sanguinolenta. El agua empezó a revolverse y una especie de pez prehistórico gigantesco con tres ojos, varias bocas concéntricas dentadas y multitud de tentáculos surgió de las mismas. Dakeyras salto hacia una piedra en el rio buscando un ángulo óptimo para disparar. Angar le hizo frente en rio en una zona en que el agua apenas le dejaba maniobrar. Fenyek se acercó por un flanco en la barca que dirigía Nigra y, mientras, Lynae, ya despierta, desde la cubierta del barco invocaba la protección de la naturaleza.



La bestia resulto ser muy muy dura. Los certeros ataques de Angar y Fenyek apenas traspasaban sus escamas. Desde la roca Dakeyras disparaba al paladar de la bestia, donde a pesar de la dificultad si parecía que las flechas hacían daño a la criatura en virtud de sus chillidos. Una voz en el interior de la cabeza de Dakeyras le instaba a disparar a Angar, pero ya había pasado por algo similar hace unos días en la tumba y consiguió ignorarla. Angar reventó uno de los tres ojos de la criatura, mientras Fenyek y Lynae esquivaban los tentáculos con éxito, pero sus ataques seguían sin dañar a la bestia. Varias flechas alcanzaron su objetivo tras lo cual y con chillido la bestia se sumergió en el rio huyendo esquivando el último ataque de Angar, que hubiera sido mortal.

Más tarde, Ogval, identifico al bicho como un gigantesco devorador de río, o como lo llamaban los bárbaros, un aboleth... nunca había escuchado hablar de uno tan grande... Se enganchaban a los cascos de los barcos... Dakeryras pensó que no solo Mogga había sido polizón en este viaje...

[…] Fenyek […]

Llegando ya a Jakkar, mientras el resto de tripulantes preparaba la documentación que les reconocia el derecho a explorar Davokar, en la bodega del barco...

-“Bien ¿entonces tres partes?”- propuso Fenyek. –“No, no, no. Nosotros no queremos tener nada que ver con esto”- decían nerviosos los hermanos sobre todo Nigra, Mogga parecía claudicar ante su hermana. –“Entonces serán dos partes”- sentencio Dakeyras mientras dividía el contenido de uno de los cofres en dos, dejando en el fondo cuero y tapándolo hasta arriba con el resto de monedas y joyas para simular que ambos estaban llenos. –“Cuida a Kverula, esta noche volveré a por ella”-. Le dijo a Nigra en modo de despedida. Guardó su parte del botín en una bolsa y subió a cubierta junto a Dakeyras.

Estaban muy cerca ya del muelle donde se encontraba la patrulla de los Exploradores de la Reina. Ambos se deslizaron por el lado opuesto del barco y cruzaron sigilosos el rio hasta la orilla opuesta. Se adentraron en el bosque a las afueras de Jakaar, –“Tengo que volver a por Kverula, y tal vez no sea buena idea que los guardias nos puedan ver con todo este oro. Busquemos un sitio seguro y enterrémoslo. Mañana antes de partir volveremos a por ello”-. Dakeyras lo miro por unos instantes y accedió. Intentaron asegurarse de que no hubiese nadie por los alrededores y lo enterraron junto a un tronco.

Apenas volvían a la ciudad, dos Exploradores de la Reina les dieron el alto. Sus ropas aún estaban húmedas del rio, y embarradas de cavar. Sorprendentemente Dakeyras sobornó a los guardias por ambos. Los guardias se marcharon sin hacer muchas preguntas y él había contraído una deuda más a pagar cuando cobrase de la Ordo.

Cuando llego a la Dama del Rio, solo se encontraba Ogval. Ni rastro de Nigra. Habia bajado a comprar provisiones para el siguiente viaje. Kverula al oír la voz de Fenyek fue a su encuentro. Estaba feliz de volver con su cerda, pero triste por no poder despedirse de su amada y bella Nigra.

Al final, Ogval aparte de ofrecer La Dama del Río todas las veces que coincidieran de manera gratuita, le contó que Harasto había sido detenido por los Exploradores bajo el delito de contrabando con objetos symbaricos (“buff cerca”, pensó Fenyek)...

[…] Dakeyras […]

Esa misma noche, una vez juntos todos en la posada, Angar negocio con un capitán de barco para que los llevase hasta Kurun. No importaba el precio, pensaba Dakeyras, ya que tenía un buen botín escondido, casi la mitad de lo que había conseguido el incauto de Harsto. El trato se cerró. Partirían al amanecer.

Cuando aún no había salido el sol Dakeyras fue junto con Fenyek al tocón donde enterraron las monedas. Vio a Fenyek ponerse pálido, miro al tocón, alguien había estado hurgando allí. Cuando Fenyek llego, en lugar del botín había una nota. Parece que Nigra si que iba a despedir de él finalmente.

[…] De nuevo el presente […]

En el patio trasero de la posada, Dakeyras hablo en alto y saco a ambos de su ensimismamiento: -“Lo pagará”- dijo una vez más Dakeyras mientras volvía a arrojar la daga al tronco. –“¿Cómo maldición te pude hacer caso Fenyek?”- “¡Eh!”- protesto el trasgo, -“la culpa no es mía. Si los guardias nos hubiesen pillado con todo ese oro nos lo hubiesen requisado y quizá detenido. Mientras yo lo enterraba podías haber vigilado mejor”- Dakeyras recogió la daga y miro al trasgo. Tenía razón. –“Sabes que cuando la encuentre la mataré”- le dijo lacónicamente a Fenyek. –“No tiene otro futuro”- contesto el trasgo. –“Cuando la encontremos le hare el amor como despedida y luego será toda tuya mientras vivisecciono a su hermano Mogga”- Dakeyras sonrió. Miro con aprobación a Fenyek –“Tengo unos asuntos que resolver. Si la encuentro será un placer informarte. Prometo que para cuando llegues seguirá con vida...”-


EPÍLOGO:
Nigra y Mogga estaban sentados frente al fuego... contaban y contaban, joyas, monedas symbaricas, incluso una tablilla extraña, de arcilla con glifos muy antiguos. Mogga comenzó a calcular y contar con los dedos... –“Casi doscientos táleros, hermana, joooooder, ¡qué buen golpe!”- dijo muy rápido y con su voz chillona.

Nigra le miró y sonrió, con eso pagarían las deudas de Mogga y podrían reestablecerse en algún lado, comenzar una nueva vida, quizá, incluso comprar una pequeña granja... Pensó en Ogval, con pena... el capitán siempre había sido bueno con ella... y le vino a la mente Fenyek... joder, el trasgo tuerto le gustaba de verdad, pero “la familia es la familia”, con una leve sonrisilla pensó en como engañó a Fenyek y a su amigo el patas largas Dakeyras, como estos, incluso, pretendían darle una parte del alijo de Harasto. Cómo ella, junto a su hermano, planeó todo, cómo se desvinculó, cómo si no quisieran nada, solo borrarse, solo seguir navegando en “La Dama del Río”... Cuando Fenyek y Dakeyras se tiraron al agua, estaban más preocupados de salvar el tesoro y dar esquinazo a los Exploradores de la Reina que de ver si les seguían, así que los hermanos trasgo los siguieron, ella siempre había nadado muy bien, y Mogga era el ser más sigiloso y escurridizo que Nigra había conocido nunca... siguieron a los cazatesoros hasta el bosque donde ocultaron el alijo, cuando la pareja de aventureros se dirigió a Jakaar, cogieron el tesoro, y Nigra le dejó una nota a Fenyek, es lo menos que merecía...

Ahora en el campamento con su hermano, reían y brindaban, pero Nigra no bebía... estaba contenta y feliz, tenía más dinero del que jamás había soñado, y a su hermano a su lado... hacía seis noches que se había apareado con Fenyek, y tocó su tripa, lo sabía, sabía lo que sucedería en un par de meses... a fin de cuentas “la familia es la familia”...
... ... ...


Y hasta aquí el rolato de esta sesión y el final de un arco, por así decir de la campaña. Ahora me debato entre llevar la campaña por un lado u otro, o quizá por ambos a la vez ;-)

Y para no faltar, el estado de los PJs, muertos incluidos (cada vez hay más, ya solo quedan tres de más allá de los Titanes):



Marcados saludos.-

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