Buenas,
Pues continuamos con la tercer y última sesión de Traición, tras acabar los héroes, en la anterior, camino de las minas del conde Fiorho, dispuestos a arrebatarle el cetro de Flandag.
...
Tras avanzar el grupo hacia el sureste, y acampar en pleno bosque. Masbir Kane desapareció al atardecer, y regresó con provisiones, cuerdas, antorchas, sacos y mantas. Comentando y riendo, cantando y barruntando la próxima aventura, el grupo descansó haciendo las correspondientes guardias a la luz de la pequeña hoguera. Al amanecer se separaron de Flandag, que se despidió diciendo que acudiría en cuanto captase la esencia de su cetro (enmascarado por ahora). Mientras trataría de informar al nuevo Duque de la traición para que se preparara del ataque de su tío.
Tras una larga caminata de aproximadamente tres horas, el grupo llegó a orillas de un lago cubierto por la bruma. Masbir sacó de unos cercanos matorrales una balsa de ocho plazas y les señaló un rocoso pico justo enfrente. Allí, en una gruta parcialmente inundada se encontraba la entrada a las minas del Conde (donde les recordó, también ser realizaban oscuro experimentos mágicos). El montaraz partió para encontrarse con el mago y espiar a los ejércitos del Conde. Los aventureros comenzaron a remar lago adentro. La mañana era fría y brumosa, y pronto enfrente de ellos surgió una alta pared rocosa. Divisaron una única fisura por donde penetraban las aguas, Luzandoriel y Alexander, que guiaban la balsa, pusieron rumbo hacía allí. Tras pasar por la fisura comenzaron a remar por un túnel, la sensación era ominosa, el silencio sepulcral, roto a veces por las gotas de humedad cayendo al brazo del lago subterráneo. De repente un estrepitoso ruido inundo el túnel, todo se puso patas arriba, varios hombres-lagarto habían atacado la balsa desde abajo partiéndola en dos. Todos nuestros héroes fueron directos al agua, por suerte apenas cubría más de dos metros. Alexander luchaba por no ahogarse debido al peso de su armadura, trago agua y fue atacado por hombres lagarto, pero no podía defenderse, bastante tenía con no morir en el fondo del lago. Omadón con mucha dificultad llegó a la orilla de negra arena. Igual hicieron Kinino y Robbert, aunque les resulto más fácil, debido a la ligereza de su equipo. El grácil Luzandoriel se quedo nadando, aun así sacó su espada y ataco a un hombre-lagarto dándole un tajo, mortal de necesidad, en el cuello.
Kinino y Robbert comenzaron a preparar una cuerda y la arrojaron donde Alexander luchaba por no hundirse y por esquivar a un pertinaz hombre-lagarto, este le hirió de menor gravedad. Mientras Omadon sacaba arco y flechas y comenzó a disparar, tanto al hombre-lagarto que luchaba con el clérigo, como él que luchaba con el elfo. Este último no tardo mucho en deshacerse de otro hombre-lagarto y nadó hacia la playa. Alexander alcanzó el cabo de cuerda por pura suerte, y agarrándolo con todas sus fuerzas se dejó arrastrar por el mago y el ladrón. En la orilla Omadón siguió disparando al hombre-lagarto que quedaba, y Alexander cuando ya no cubría, se dio la vuelta, cachiporra en mano, y le partió el cráneo.
Tras esto, nuestro aguerrido grupo de héroes comenzó a explorar la mina del Conde, en su camino encontraron una fuente que achicaba los objetos inanimados que no eran de piedra, la cachiporra de Alexander fue buen ejemplo, quedando en poco más que una pequeña clava. Tuvieron un aciago encuentro con un gigantesco armadillo, una bestia corrosiva, que destruía el metal. El combate fue agónico, acabando con, por ejemplo, la espada de Luzandoriel. Todo el grupo estaba muy asustado, la bestia no hacía más que atacar al clérigo, intentando alimentarse de su mágica armadura completa de placas, más tuvieron suerte, y el elfo con su arco y un par de golpes de Robbert y Alexander acabaron con él.
Continuaron explorando las extrañas minas, cuando una araña enormemente gigantesca, una viuda negra, les emboscó. Antes de que pudieran reaccionar, Luzandoriel ya estaba tendido en el suelo, herido, envenenado e inmovilizado. La araña comenzó rápidamente a envolverlo en su hilo, pero el resto del grupo reaccionó y rodeándola la molieron a golpes hasta matarla. Aprovecharon para descansar algún tiempo. Revisaron las heridas del elfo, y Alexander trato de quitar el veneno de su sistema. Así, tras un buen descanso, Luzi podía seguir caminando, más o menos dispuesto para la batalla, eso sí, pálido como un cirio y con unas ojeras negras como la media noche.
No tardaron en acercarse a una zona plagada de hongos chillones que comenzaron a emitir su desagradable “chillido”, los héroes desconocedores de la naturaleza de semejantes fungís comenzaron a mirarlos y examinarlos con curiosidad, decantándose Luzandoriel y Kinino por empezar a aplastarlos con las botas, allá donde llegaban con sus píes. Lo que no sabían es que el agudo grito fungido había llamado la atención de cuatro putrefactos muertos andantes, cuatro zombis que casi cogen desprevenido al grupo. Todos aprestaron sus armas con asco, repugnancia y algo de miedo. Todos, menos Alexander, que como si fuera lo más natural del mundo cogió su colgante de Velex lo levanto en alto y jurando por su dios expulsó a los zombis. Éstos, ante el asombro de todos, desaparecieron atravesando lo que parecía una pared de ladrillo. Así pues el grupo dejó a los hongos y se acerco a la “ilusoria” pared. Alexander fue el primero en traspasarla, primer tocándola con la mano y no encontrando oposición y luego traspasándola con la cabeza, asomándose para ver que había más allá. El resto del grupo no tardó en seguirle. Al otro lado había un pasillo con cuatro alveolos a los lados y terminado en una pesada puerta de piedra. Los aventureros, mosqueados, buscaron activamente a los zombis y descubrieron a cada zombi escondido en las hornacinas laterales, se dispusieron a eliminarlos, pero Alexander se adelanto, volvió a invocar a Velex, y los zombis, sin sitio ya donde escapar, se convirtieron en polvo, yendo, por fin, al inframundo.
Tras esto se acercaron a la puerta, Kinino la examino con gesto serio, en busca de trampas, la empujó unas pocas pulgadas, con mucho cuidado, y pronto le quedó claro que sí había una trampa. Si la abría, parece que dejaría caer algo que estaba enganchado en la parte de arriba de la puerta. Así que se armó de paciencia y saco sus herramientas de ladrón, con cuidad abrió la puerta un pelín más, izado por Luzi y Omadón intentó encajar y sujetar el cubo de piedra (pues eso es lo que caería si se abría la puerta) para que no cayera. Volvió a empujar un poco la puerta, lo suficiente como para que pudiera pasar, no sin dificultad, Alexander (el que más ocupaba debido a su armadura), aun así pidió a Robbert su bastón y con él apuntilló la puerta, ahora podrían pasar todos sin problemas (aunque dejando atrás el bastón).
Tras la puerta de piedra encontraron una oscura sala con dos sarcófagos, nada más entrar se incorporaron dos necrófagos, estos les miraron con malignidad, deseo y hambre. Alexander, por tercera vez, invocó a Velex y los muertos vivientes comenzaron a removerse y girarse con dolor dentro de sus respectivos sarcófagos, el resto de héroes se acerco y comenzaron a atacarles hasta que ambos murieron definitivamente.
Sólo una cortina había como salida en la oscura sala, Kinino se acercó y junto a Luzandoriel comenzaron a buscar mecanismos o trampas, a examinar incluso, con cuidado la cortina, tras unos largos minutos, ambos creían que no había trampa alguna.
Entraron en la última sala del complejo, en ella encontraron cuatro cofres que tras examinar en busca de trampas, contenían piezas de oro, también había un par de sacos tirados en el suelo. Con la mosca detrás de la oreja, empezaron a examinar estos. Metieron una moneda de oro y esta desapareció sin dejar rastro. Mientras, Omadón, leía en voz alta a todo el grupo lo que ponía en la pared tras los cofres, algo oculto por el polvo: “Tras la riqueza se oculta el poder”. Dicho esto, excepto Robbert, que comenzó a examinar la escritura, el resto del grupo no dejaba de mirar los sacos, examinándolos una y otra vez, también Kinino estaba aparte, debatiéndose si llenar sus bolsillos con las monedas o dejarlas, pues las creía malditas...
Por fin Robbert dio con la solución a la inscripción y tras examinar bien la pared halló que esta se abría hacía arriba por medio de poleas de agua, al otro lado se hallaba un pequeño altar en el que descansaba el báculo de Flandag. Robbert lo cogió con decisión, y en ese momento pareció como si una estática dejara por fin de sonar... esto hizo sospechar más al grupo, que de repente puso pies en polvorosa sin coger ni una moneda de oro (pero si un saco). Al salir por la pesada puerta de piedra, Robbert recuperó su bastón.
Una vez en la playa de oscura arena que daba entrada al complejo minero vieron que había una barca, algo más pequeña que la balsa en la que habían venido. Robbert, avispado, vio unas huellas muy recientes en la arena, alguien había llegado hace poco... en ese momento de uno de los pasillos llegó la fuerte voz del conde Fiorho: -“¿Así que vosotros sois los ladrones entrometidos?, siento deciros que todos vuestros esfuerzos han sido en vano, mi hermano está muerto, y mi sobrino no tardará mucho en encontrarse con él”-, Fiorho se fijó en Alexander que portaba su armadura, y en Omadón que llevaba su escudo. Entonces frunció el ceño y de otro pasillo lateral surgió otra figura del Conde: -“Preparaos para morir cobardes”-, el grupo se sorprendió y se preparó para la batalla, cuando un tercer y un cuarto Conde aparecieron del último pasillo, espada en mano y cargando. Robbert trató de seguir las huellas y averiguar así cual era el verdadero. Mientras el resto del grupo comenzó a dar y recibir estopa. Robbert dejó por imposible el localizar al verdadero Conde, al menos localizarlo antes de que sus amigos acabaran con las falsas imágenes, como de hecho estaba sucediendo. El Conde hirió de poca gravedad al grupo y pronto se vio superado por el número. Alexander, cuando ya sólo quedaba el verdadero Conde le paralizó con su poderosa magia. El grupo le ató las manos y le amordazó, y a petición de Kinino le taparon la cabeza con el saco, lo que hizo que el Conde se agitara con dolor y emitiera sordos ruidos, pero parece que más allá de dolor, no le causaba ningún otro daño. Cogieron la barca y remaron hasta el cercano bosque.
Allí les esperaba Flandag y Masbir Kane. Al tomar el báculo en sus manos, éste empezó a brillar, desprendiendo un aura blanca que inundó por completo al mago primero y a todos los presentes después. Cuando se disipó, Flandag era un anciano fuerte y vigoroso, muy alto y regio, vestido con una impoluta túnica blanca, sus ojos brillaban con poder y sabiduría, -“Ahora he de partir raudo, ya que Masbir y yo hemos logrado saber dónde van a emboscar al nuevo Duque, hemos de acudir a avisarle y ayudarle”-, el grupo de héroes le dijo que ellos también querían participar en la batalla, y empujaron al maniatado Conde a la vista del mago, -“Bien pues, este malhechor será juzgado por su sobrino, y ahora...”, Flandag señaló al bosque con el báculo y ocho imponentes corceles aparecieron.
Todos cabalgaron lo que quedaba de día y toda la mañana del día siguiente, fue entonces cuando alcanzaron a ver a la tropa del Duque avanzando al norte del camino de la Manticora, eran unos doscientos hombres. Divididos entre caballeros, infantes y arqueros. Les salieron al paso y el Duque mandó parar a la tropa. Flandag le explicó lo sucedido y le presentó a los héroes. El Duque se mostró adusto y pesaroso con la noticia de la muerte de su padre, hizo que bajaran a su tío y que le quitaran el saco y la mordaza, encontrándose de rodillas frente a su sobrino. Éste dijo: -“Conde Fiorho Reginbrand, se te acusa de alta traición, de conspirar para conseguir el ducado de la Marca del Este, y de asesinar al Duque Reginbrand, tu hermano. En nombre de la buena Reina Vigdis II, yo, el Duque Reginbrand, tu sobrino, te declaró culpable y ejecuto la sentencia”- tras esto, el Duque sacó su afilada espada y decapitó al Conde.
Tras la ejecución, el nuevo Duque mandó montar campamento y escuchar a los cansados jinetes. En la carpa del Duque Flandag y Masbir explicaron, sobre un mapa, donde los ejércitos orcos iban a emboscarlos. El ejército que había reunido su tío contaba con más de cien orcos, media centena de goblins, una unidad de trasgos arqueros y casi dos docenas de fuertes ogros. Como sabían que el Duque se acercaba a Robleda por el norte alejado de caminos y miradas curiosas, habían encontrado un pequeño desfiladero entre dos colinas y un bosque. Iban a dividir ocultando arqueros en el bosque y al grueso de las tropas en terreno elevado para atacar cuando la tropa del Duque hubiera caído en la trampa. Todos, los héroes incluidos, discutieron la estrategia a seguir, rodear el desfiladero, cambiar de camino, etcétera. Finalmente llegaron a elaborar un plan más sencillo. El grueso de la tropa seguiría la ruta establecida, Flandag con su poderosa magia haría que su número pareciera el correcto. Mientras un grupo de exploradores se internarían en el bosque para atacar por la espalda a los arqueros. A la vez casi toda la caballería rodearía la colina principal y cargaría desde lo alto contra el grueso de las fuerzas orcas. Además llevarían algunos arqueros para mermar aún más las fuerzas orcas.
Al día siguiente, casi a media mañana, la tropa del Duque se acercó al desfiladero y sin previo aviso se inició la batalla y la doble emboscada. Habiendo dado la vuelta a la trampa, y debido a la profesionalidad, buen hacer y fiereza del ejército de la Marca del Este, sumado a la poderosa magia del Flandag hizo que la batalla durará poco más de una hora. Acabando todos los monstruos muertos o en desbandada. Nuestros héroes también destacaron en la confrontación, Robbert, Kinino y Luzandoriel acudieron con la caballería, cogiéndoles por la retaguardia. Robbert durmió a muchos orcos y chisporroteante magia surgió de sus dedos, más cuando se termino su repertorio mágico, se retiró a un segundo plano. Kinino no entró en confrontación directa y se dedico a apuñalar por la espala, degollar heridos y vaciar saquitos (*sick*). Luzandoriel disparó con su arco y luego cargó a caballo de los primeros, se enfrento en singular combate, rodeado por cinco orcos y dio buena cuenta de ellos. Mientras Omadón y Alexander encabezaron junto a un capitán de confianza del Duque, la marcha haciendo de señuelo. Se vieron rodeados y en muchos problemas, pero ambos se mostraron bravos y además de curar a muchos heridos, repartieron muerte como él que más, destacando un enfrentamiento contra dos poderosos ogros.
Terminada la batalla, el Duque insistió en montar campamento un poco más adelante y festejarlo. Mandó a por vino y viandas adecuadas a la ciudad. Esa noche corrió el vino, la alegría teñida de tristeza hizo que muchos se emborracharan. Se cantaron canciones y se escribieron poemas. Finalizados los alegres festejos por la victoria, el nuevo Duque Reginbrad recompensó al grupo dándoles la propiedad del castillo de Lyrhost en Rocaverde para todos ellos y sus herederos. Los héroes contentos pero oliéndose algo malo en el regalo de la fortaleza fronteriza aceptaron de buena gana y comenzaron a hacer bizarros y locos planes de cómo “decorar, rehabilitar y añadir negocios” al castillo, pero eso es otra historia...
Conclusión: Cómo en la anterior se nos hizo tarde para terminarla (en principio quise hacerla toda en dos sesiones), para esta sesión se quedaba “un poco corta” la aventura (básicamente explorar la mina), así que decidí en vez de narrar la batalla, meterles de lleno en ella y así usar el sistema de batalla, y por otra parte presentarles al nuevo Duque Reginbrand (con las indicaciones que Steinkel me dio en el foro de Holocubierta de la Marca) y enseñarles los uniformes de los soldados del ejército de la Marca del Este. Resultado, que nos lo pasamos muy bien, y la batalla no fue muy larga, dado que se nos hizo muy tarde, pero épica, entretenida y con momentos de protagonismo de los aventureros. Como recompensa final sustituí el castillo que venía en Traición por Lyrhost en Rocaverde.
Marcados saludos.-
Buenas tardes Alvar Tormenta. ¿Por qué decidieron llamar al bravo elfo Luzandoriel con el apodo Luzi? no le hace justicia a sus hazañas. Un saludo
ResponderEliminarBásicamente para picarle :P
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