Buenas,
Seguimos con la campaña de Symbaroum Salvaje. Y continuamos con La Campana de Kastor, y este segundo “rolato” de la misma, que abarca desde el anterior, hasta la quinta sesión de juego. El “rolato” lo hace Sergio, pero alterna el punto de vista de su personaje, Fenyek, con los de Angar el trocalengo y el Manto Negro Tanis.
Repetir, como en el anterior rolato, que, si vas a jugar esta aventura oficial de Symbaroum, dentro del suplemento de Nosolorol “Aventuras Volumen 2”, no sigas leyendo si no quieres destriparte completamente esta aventura. Y más en concreto, en este rolato, que es en el que se desentraña casi todo el meollo de la investigación...
... ... ...
PRÓLOGO I
“Hay veces en que no importa demasiado qué elección tome uno, siempre que se tome inmediatamente y se lleve hasta sus últimas consecuencias”.
Baumelo, Manto Negro.
PRÓLOGO II
El día no quiere venir
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
entregando a las sierpes mi mordido
clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la
oscuridad.
Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.
... ... ...
Fenyek
Vuelvo a encontrarme en mí ambiente. Kastor no es una antigua ruina en medio de Davokar, pero estas catacumbas son lo más parecido que se puede encontrar fuera del tenebroso bosque.
Después de informar a mis compañeros sobre cómo se divide el rastro que hemos seguido, discutimos brevemente y finalmente optamos por seguir el rastro que se interna en la zona menos frecuentada de las catacumbas, la zona este. Si Darda visitaba la tumba de su maestra y ésta había sido quemada por hechicera, es lógico pensar que su tumba esté en un lugar apartado y poco transitado.
Resulta difícil seguir el rastro porque solo disponemos de la pobre luz de dos antorchas. En estos momentos envidio los ojos de Angar, capaces de atravesar el velo de oscuridad que nos rodea.
Finalmente, el rastro nos lleva hasta la puerta de una cripta. Está claro que la puerta ha sido abierta recientemente. Mi naturaleza desconfiada me lleva a examinar detenidamente la cerradura y compruebo que no ha sido forzada, por tanto, quien haya estado aquí disponía de un juego de llaves como el que nos ha entregado el clérigo Belago. Otro indicio que apunta a Darda, la moza por la que suspira Vadakh.
Tras prepararnos por si encontramos alguna sorpresa desagradable, abro la puerta y entramos en el interior de la cripta para encontrarnos con un largo pasillo en cuyos laterales se hayan las tumbas de ciudadanos ilustres de Kastor. Al final del pasillo hay otra puerta cerrada coronada con el símbolo de Príos.
Mi instinto me dice que esta no es la cripta correcta, puesto que nadie enterraría unos herejes junto a ciudadanos respetables. Sin embargo, Angar recuerda que en ocasiones se entierra a los herejes rodeados de buenos ciudadanos para que éstos sirvan como barrera de protección contra los espíritus malvados. Me parece que es una tonta superstición, pero Angar insiste y abrimos la puerta al final del pasillo. Angar estaba en lo cierto, pues ante nosotros aparece una cripta con cinco sarcófagos, pero al contrario que las que hemos encontrado en el pasillo éstas no tienen ninguna inscripción que identifique a sus ocupantes.
No dispersamos para buscar alguna pista sobre Darda y de repente notamos como tremolan las llamas de nuestras antorchas. Se me pone la piel de gallina y el vello erizado de Kverula raspa mi pierna. Hay algo en este lugar y no le gustamos. De repente el suelo tiembla. Nos mantenemos en pie, pero una de las antorchas cae y se apaga. En ese momento vemos como una figura espectral de un gélido color azul surge de una de las paredes y atraviesa un sarcófago dirigiéndose hacia nosotros mientras desde el pasillo de entrada nos llega el sonido de las lápidas de piedra retumbando al caer al suelo seguido de gemidos y pies a la carrera.
Dioses, es como Davokar la Oscura. Hemos atraído la atención de un necromago y éste ha levantado un pequeño ejército de muertos para reclamar nuestras vidas.
Vadakh utiliza la antorcha de Tanis para volver a encender la suya y disponer así de más luz. Aun así luchamos entre sombras. Vadakh, Kverula y yo cargamos contra los primeros cadáveres que entran en la cripta. Mientras escucho a Tanis murmurar una oración y por un breve instante una luz intensa surge de sus manos y se dirige hacia el necromago y casi al mismo tiempo Angar envuelto en un torbellino de sonidos metálicos pasa a mi lado dirigiéndose a la puerta a la carrera para contener al resto de muertos antes de que entren en la cripta.
En medio de un siniestro juego de sombras y luces hacemos frente a nuestros enemigos. En un momento dado me encuentro en una situación comprometida. Tengo delante al primer cadáver con el que me encaré y a mi espalda al necromago encarado con Vadakh. Pero si éste cae seré presa fácil para esa criatura, así que me arriesgo y realizando una pirueta me escapo del cadáver y salto por encima del necromago, poniéndome a su costado y empiezo a atacarle desesperadamente junto con Kverula. Sin embargo, ni el acero ni los colmillos consiguen hacerle ningún daño a esta criatura de ultratumba. Afortunadamente la magia sagrada de Tanis sí consigue dañarla.
En la puerta Ramanan la lanza de Angar siega sin piedad a las criaturas que intentaban entrar en la cripta.
Finalmente logramos acabar con todos nuestros atacantes y les damos un descanso eterno definitivo.
Estamos todos ilesos pero cansados por el combate. Sin embargo, terminamos de registrar la cripta. Vadakh encuentra los restos de un pequeño fuego junto a uno de los sarcófagos y a su lado unas mantas. Otro rincón de la cripta se ha utilizado como letrina. Está claro que alguien ha pasado largos periodos de vigilia en este oscuro lugar. Vadakh también le muestra a Tanis un curioso triángulo hecho con huesecillos de rata atados con un cordel. Es la segunda vez que encuentra este símbolo y las dos veces en lugares relacionados con Darda.
Después de registrar la cripta propongo a mis compañeros que nos quedemos ocultos vigilando la entrada porque tal vez Darda vuelva a este lugar. Tanis y Vadakh no están de acuerdo quieren volver a la superficie. Angar sin embargo decide quedarse conmigo.
Por tanto, nos despedimos de Tanis y Vadakh dándonos mutuos consejos para estar alerta y conservar nuestro pellejo lo más entero posible.
Por desgracia la fortuna no nos acompañó. Confiando en la aguda vista de Angar me acurruqué junto a Kverula y eché alguna cabezada mientras esperábamos la aparición de Darda. Pero tras toda una noche vigilando la cripta Angar, Kverula y yo volvimos de vacío al Dragón Oxidado deseando tomar un desayuno caliente y descansar, aunque solo fuesen unas horas. Incomprensiblemente para mí Angar deseaba además tomar un baño, con toda la humedad que había en las catacumbas todavía quería más agua. De verdad, que raros que son los trocalengos.
***
Tanis
A pesar de la insistencia del trasgo decidí que en las catacumbas ya no había nada más que averiguar. Desde luego el comportamiento de Darda es como poco sospechoso, pero la verdad es que en Kastor todo es sospechoso, desde las repentinas muertes del Consejo hasta el ataque en el templo, pasando por el gran número de soldados que recorrían la ciudad.
Mi entrenamiento como Manto Negro me ha enseñado a buscar la verdad a través de las mentiras de los hombres y la sombra de la herejía. Hasta ahora he hablado con los miembros del sagrado templo de Príos y con los sabios del Ordo. Tal vez haya llegado el momento de interrogar a personajes más mundanos.
Tras salir de las catacumbas comento a Vadakh mi intención de buscar a Illeva la comandante de la guardia de Kastor. Tal vez pueda proporcionarnos algo de información útil.
Atravesamos las calles oscuras para llegar al cuartel de la guardia. Me identifico como Manto Negro ante los soldados y exijo ver a su comandante. Los soldados dudan ya que es plena noche y la comandante duerme, pero los Mantos Negros sabemos infundir miedo y respeto, así que nos permiten entrar mientras dan el aviso a la comandante.
Illeva nos recibe en su alcoba donde son evidentes los signos de que acaba de ser despertada. La indicamos que Belago nos ha autorizado a investigar las muertes de los miembros del Consejo y para nuestra sorpresa nos dice que esa autorización es papel mojado. El alcalde Grendol es la autoridad absoluta. Illeva nos confiesa que no sabe ante quien responden la mitad de los soldados que recorren la ciudad ya que no pertenecen a la guardia de Kastor y nadie la ha informado del motivo de su llegada. Ni siquiera está segura de sí en un caso de emergencia esos soldados seguirían sus órdenes. Me confiesa que solo confía en los soldados que han servido con ella durante varios años.
Al preguntarle por los numerosos soldados que vigilan la torre de la campana nos asegura que todos ellos son de los recién llegados y por tanto no nos puede decir que es lo que protegen con tanto celo.
Solo nos puede decir que la torre está al cuidado de los enanos de la familia Barukh.
También nos proporciona un dato interesante sobre la caza de brujas realizada hace dos años por el Manto Negro Baumelo. Baumelo perseguía a los miembros de una secta llamada la Semilla de Symbar que busca el renacimiento del antiguo imperio de Symbar y la ascensión de los hombres al estatus de dioses.
Pareciera que la comandante se fía de nosotros, pues nos hace una revelación. Bajando a la enfermería nos muestra el cadáver de la consejera Ardetta, solo que, según nos cuenta, no es Ardetta, si no la viuda Gerda, que eso sí, iba vestida con el gorro de ala ancha y el gabán de Ardetta. Así los asesinos se confundieron y Ardetta está viva en algún sitio... en la escena del asesinato también encontraron máscaras de cuero a semejanza de caras monstruosas. Ambos datos solo los sabe ella y el médicus de la guardia, pues no se fía de mucha gente.
Esas máscaras me suenan, hago memoria... ¡El Amanecer del Terato!, una secta de adoradores de monstruos lideradas por los oscuros hechiceros llamados teratomantes...
La comandante se compromete a prestarnos toda ayuda a su alcance y supongo que es todo lo que podemos pedirla. Mi intuición y mi entrenamiento me dicen que no oculta nada. Eso la convierte de momento en un aliado confiable y valioso.
La noche ha sido agitada y el cansancio empieza a hacer mella en nuestros cuerpos y mentes, así que decidimos volver al Dragón Oxidado para descansar unas horas.
***
Fenyek
Al entrar en la posada nos encontramos a Tanis y a Vadakh tomando un buen desayuno. Automáticamente mi estómago empieza a rugir y el hambre supera al cansancio. Angar y yo nos sentamos a la mesa y les acompañamos en el desayuno mientras les contamos que la noche de vigilia en las catacumbas ha sido infructuosa. Ellos nos hablan de su charla con la comandante Illeva.
Desde luego el misterio envuelve Kastor como una telaraña y cuantas más vueltas damos más enredados nos encontramos.
Al terminar el desayuno Vadakh me pide que le acompañe de nuevo a las catacumbas para tratar de seguir el rastro que descartamos la pasada noche. A pesar del cansancio decido acompañarle, me puede la curiosidad por conocer a la tal Darda. Espero que la moza merezca la pena porque me está costando muchas horas de sueño.
Nos despedimos de Angar y Tanis y acordamos reunirnos de nuevo en el Dragón Oxidado al final del día.
Intentando ganar tiempo en vez de ir de nuevo hasta el templo, intento orientarme entre las callejas de Kastor buscando la alcantarilla más cercana al punto donde el rastro se dividía y tuvimos que elegir hacia qué lado dirigirnos. Buscamos una calleja poco transitada y nos volvemos a internar en las tripas de la ciudad. Tardo poco en encontrar el rastro. En esta ocasión el rastro nos lleva a una zona donde las criptas tienen signos evidentes de ser visitadas con cierta frecuencia. Logro seguir el rastro hasta una cripta donde hay varios cirios encendidos. La registramos a conciencia y aunque en principio no parecía haber nada extraño, en una segunda revisión me fijo en una zona de la cripta donde las losas del suelo parecían dibujar un extraño patrón. Mi instinto de cazador de tesoros me gritó que allí había algo. Seguramente los herejes hechiceros utilizaron esta cripta como punto de reunión. Si consigo descubrir el patrón correcto seguramente se abrirá ante nosotros alguna estancia secreta. Vadakh no parece muy convencido cuando le explico mi hallazgo y se limita a mirarme durante las horas que paso intentando averiguar la clave de este enigma.
Pero finalmente me doy por vencido, esto me supera. Tal vez Tanis pueda desentrañar este misterio utilizando sus conocimientos místicos.
Finalmente decidimos volver a la posada, pero al salir de la cripta una rata capta mi atención. Ese animal nos mira con unos brillantes ojos verdes. Conozco a los animales y estoy seguro que esa rata no es normal, en su mirada distingo inteligencia. De alguna forma me recuerda a Magdala, la bruja bárbara que tanto tiempo me acompañó y que tenía el poder místico de adoptar forma animal.
La rata solo permanece allí un instante y después sale corriendo. Vadakh me pregunta que pasa y al explicarle lo que he visto dice “Darda tiene los ojos verdes”. Inmediatamente intentamos encontrar a la rata, pero este es su territorio y resulta imposible encontrar al animal en medio de la oscuridad.
Ha pasado casi todo el día, así que decidimos regresar al Dragón Oxidado para ver que avances han realizado Tanis y Angar.
Cruzamos la puerta del Dragón Oxidado. Estoy deseando acurrucarme en mi jergón para tener una noche de descanso, pero para mí desgracia Romigal el posadero no nos va a permitir descansar. Muy discretamente nos pide que nos reunamos con él en una sala privada de la posada. ¿Que habrá pasado ahora? Solo quiero que me dejen dormir unas horas nada más...
***
Angar
Agotado tras una noche infructuosa en las catacumbas pido a maese Romigal que me prepare un baño. El agua y el jabón me despejan y empiezo a pensar de nuevo en Ysolda, mi amada hermana. ¿Sigue en Kastor? Si es así y dada la situación de la ciudad puede estar en peligro. Pero si ha abandonado la ciudad, ¿cómo la encontraré? Me obligo a dejar de lado la desesperación y decido reunirme con Tanis en la sala común, pero de camino maese Romigal me detiene. Por fin ha podido hablar con su sobrina y tiene noticias de Ysolda. Mi hermana ha encontrado refugio en una casa en la ciudad y espera ansiosamente reunirse conmigo.
Con el corazón palpitando aceleradamente por la buena nueva, me dirijo hacia Tanis y le explico que debo reunirme con mi hermana. El Manto Negro me mira fríamente y me desea lo mejor, pero me explica que su obligación es desentrañar el misterio que rodea Kastor, por tanto, se va a dirigir al ayuntamiento para hablar con el alcalde Grendol.
Acordamos reunirnos de nuevo en el Dragón Oxidado al final del día esperando poder compartir buenas noticias.
Atravieso Kastor siguiendo las indicaciones que me ha dado maese Romigal. Procuro moverme con discreción pues no quiero llamar la atención de ojos indeseados. Cada vez que me cruzo con un piquete de soldados trato de fijarme discretamente si llevan alguna tela azul en su vestimenta pues estoy convencido que esos hombres sirven a mi odiado padre.
Varias veces vuelvo sobre mis pasos para despistar a los posibles espías. También me detengo en ocasiones en lugares discretos para intentar descubrir si alguien me sigue. Cuando quedo razonablemente seguro de que nadie me sigue me dirijo a mi destino final. Es una casa grande con una discreta fachada que no destaca entre aquellas que la rodean. Tal vez pertenezca a un ciudadano con buena posición, aunque no muy acaudalado. Llamo a la puerta y me presento: Soy Angar de la Casa Styrkia. Una criada me conduce hasta una habitación donde se encuentran dos mujeres. Mi corazón se detiene un instante hasta que las mujeres se giran para verme. Mi amada Ysolda está frente a mí y corre a mis brazos. La beso con ansía aspirando el aroma de su perfume y saboreando sus labios. Por fin nos hemos reunido.
Tras unos momentos Ysolda se aparta levemente de mi para presentarme a la otra mujer, su anfitriona, la viuda Virda. Aseguro a la viuda que contará con mi gratitud y mi protección desde este día, pero ahora quiero llevar a Ysolda hasta el Dragón Oxidado ya que allí se encuentran las únicas personas de toda la ciudad en las que puedo confiar que no están comprometidas en la intriga que se entreteje en Kastor.
Le cuento a Ysolda que casi caí en la desesperación cuando desenterré el cadáver de una mujer vestida con uno de sus suaves vestidos y al soldado con el tabardo de Styrkia... Me mira apesadumbrada, su guardia y ella contrataron a una fulana para vestirla como ella y usarla de señuelo, ya que sospechaban que alguien les seguía, seguramente mandado por el Conde Styrkia... ¡Pero era un señuelo para darle esquinazo, jamás pensó que podría costarle la vida! Reconforto a Ysolda pero la advierto que quién quiera que los matase, parecía que volvía hacia Kastor...
Tomando muchas más precauciones guio a Ysolda hasta el Dragón Oxidado a través de las calles de Kastor. Nada más cruzar el umbral de la posada maese Romigal nos pide discretamente que nos reunamos con él, hay algo que quiere hablar con nosotros evitando oídos indiscretos...
***
Tanis
Observo como Angar se aleja internándose en las callejas de Kastor. El caballero es valiente y honorable, pero el amor ciega su mente. En la vida de los Mantos Negros solo tiene cabida el deber.
El seglar Sadiren (que conocía a Angar) entra en la posada y se dirige hacía mí. Sus noticias son funestas. Belago, el sumo sacerdote y miembro del consejo, ha sido detenido por traidor y conspirador. Me levanto rápidamente y acudo al Templo del Sol.
Allí, Tredimanda una sacerdotisa, ha tomado el mando. Karstak, Garala, Belago... parece que la cúpula de Príos en Kastor está abocada a la caída... hablo con ella y la tranquilizo. También la pido que investigue sobre la quema de brujas de hace dos años... quiero nombres de los acusados y demás detalles.
Cabreado por la afrenta a Príos y para cumplir con mi deber, me dirijo hacia el ayuntamiento dispuesto a entrevistarme con el alcalde Grendol. Sigo sin saber qué es lo que pasa exactamente en Kastor y quiero conseguir la colaboración del alcalde que parece ser la máxima autoridad. Si Grendol no colabora por propia voluntad tendré que imponer mi autoridad como Manto Negro para tratar de hacerme con el control de la ciudad. Contando con la colaboración de Illeva creo que podré mantener la situación bajo control mientras recibo el respaldo oficial de mis superiores.
El camino hasta el ayuntamiento es relativamente corto. Al llegar exijo que me conduzcan ante Grendol y aunque con cierta reticencia los guardias me llevan hasta su despacho. Me recibe sentado en su escritorio medio en penumbra, una inmensa hacha bárbara cuelga de la pared a su espalda. Le interpelo exigiendo su colaboración para esclarecer los asesinatos que han ocurrido en la ciudad, pero Grendol no parece inmutarse. Me aproximo a él para encararme desde cerca y en ese momento escucho una voz: “Encargaos del Manto Negro”.
Desde una esquina cubierta por sombras surge Kagliostro, el representante del Ordo en el consejo. Y obedeciendo sus órdenes un grupo de trasgos y un ogro irrumpen en el despacho del alcalde. En ese momento Grendol se alza de su asiento y la luz me permite ver su rostro cadavérico con un puñal atravesando su ojo izquierdo.
Por Príos me he metido en la boca del lobo yo solo. Actúo por instinto, esquivo a los trasgos y me arrojo contra la ventana más cercana en busca de una salida, antes invoco mí magia para volverme invisible. El sonido del vidrio al romperse apaga en mis oídos los gritos agudos de los trasgos. Ruedo al caer en el suelo embarrado de la calle y en cuanto me levanto salgo corriendo. Mi mente funciona más rápido que mis piernas. Kagliostro debe ser un miembro del Amanecer del Terato y ha debido traicionar a su orden y al reino a cambio del impío poder de sus nuevos amos. ¿Será el único traidor? Recuerdo que en mi anterior visita a la sede local del Ordo no aprecié nada sospechoso en la adepta Purgida. No es mucho pero ahora mismo solo puedo agarrarme a un clavo ardiendo y necesitaré la ayuda del Ordo si quiero hacer frente a Kagliostro. Mi alocada carrera me lleva rápidamente hasta la sede del Ordo donde Purgida me recibe con cara de sorpresa y preocupación. Necesito entrevistarme urgentemente con el Gran Maestre Isokles. Afortunadamente Isokles y Purgida no están mezclados en la traición de Kagliostro y tras explicarles lo acontecido en el ayuntamiento quedan horrorizados y se comprometen a ayudarme para limpiar la reputación del Ordo. Aunque la verdad es que Isokles supera el siglo de edad y a veces actúa como un viejo chocho...
Ahora que soy perseguido abiertamente por los conspiradores de Kagliostro es peligroso salir a las calles de Kastor pero tengo que avisar de alguna forma a mis compañeros. Purgida se ofrece a llegar hasta el Dragón Oxidado y avisarles de la traición del mago renegado. Mientras espero el retorno de la adepta me arriesgo a curiosear sigilosamente por la sede del Ordo. Primero busco información sobre Kastor intentando encontrar que ha motivado a los sectarios a actuar en Kastor. Mi búsqueda me lleva a encontrar una antigua leyenda, cuando Kastor era un asentamiento bárbaro. Al parecer el jefe de la tribu encontró una mina de hierro y su pueblo empezó a explotarla hasta que apareció un dragón. El jefe recurrió a una bruja para hacer frente a la bestia y ésta propuso recuperar una campana del bosque de Symbar y que podía destruir al dragón. Los bárbaros consiguieron la campana y mataron al dragón, esta campana forjada hace siglos por enanos protegería su localización de todo mal. Ummm así que la campana se encuentra en la torre rodeada de guardias y los enanos de la familia Barukh son los guardianes ancestrales de la campana. La leyenda parece más un cuento, pero tal vez la campana sí tenga algún poder místico.
Después de estudiar los libros de los magos, empiezo a pensar en el Ordo de Kastor. Cuento con Purgida e Isokles pero no conozco las lealtades del resto de magos. De esta forma logro captar retazos de una conversación entre varios miembros del Ordo pero no logro deducir en que bando se encuentran. Me he arriesgado demasiado, será mejor que vuelva a ocultarme.
***
Fenyek
Justo cuando Romigal nos va a llevar hasta una habitación aparecen Angar y su hermana. Me alegro que la muchacha esté bien. Todos juntos seguimos a Romigal hasta una habitación en la posada, donde se encuentra una mujer mayor. Al ver a la mujer la joven Ysolda parece encogerse y se aferra a Angar. Eso me sorprende a simple vista observo que la mujer que se encuentra ante nosotros está demacrada, tal vez esté enferma, hasta que me fijo en su brazo. Bajo la manga asoman escamas. Por último, casi doy un bote cuando Romigal nos la presenta pues es maesa Ardetta, la supuestamente difunta tesorera del consejo. Al parecer el cadáver que la guardia encontró pertenecía a la Viuda Gerda, la mujer que había desplumado esa misma noche en el 5:2 a maesa Ardetta.
La viuda Gerda salió del 5:2 vestida con los llamativos ropajes que había ganado a Ardetta.
Ésta última salió detrás de Gerda pero como estaba muy bebida fue tropezándose por la calle hasta que en un momento calló detrás de unas cajas. En ese momento vio como unos hombres que ocultaban su rostro con máscaras grotescas atacaron a la viuda y la asesinaron. La impresión y la borrachera no la dejaron hacer más que dar un grito y en ese momento uno de los asesinos la arrojó un cuchillo hiriéndola levemente. Ardetta huyó y logró esquivar a los asesinos refugiándose finalmente en la posada de su viejo amigo Romigal.
Por desgracia el cuchillo que la alcanzó debía estar envenenado y eso ha provocado una extraña enfermedad en Ardetta que hace que su piel se transforme en escamas y le provoca unos instintos agresivos.
Mientras hablamos con Ardetta aparece otra mujer a la que Vadakh conoce, la adepta Purgida. Nos trae inesperadas noticias de Tanis. El manto negro ha descubierto que Kagliostro, el mago Ordo que forma parte del Consejo, es quien dirige la conspiración que se cierne sobre Kastor. Ha asesinado a Grendol y dispone de una banda de trasgos como sicarios.
Ardetta identifica a los trasgos como los Merodeadores de Harbassas, una banda de contrabandistas que operaban en la región. Pero hasta ahora nunca se habían relacionados con asuntos tan turbios.
Pedimos a Purgida que inspeccione la herida de Ardetta y nos informa que se trata de algún tipo de maldición. Puede preparar un remedio, pero no será sencillo y necesita las instalaciones del Ordo.
Por tanto decidimos dirigirnos al Ordo. Purgida irá por la calle y nos reuniremos allí con ella y Tanis. Pero nosotros no nos podemos exponer y menos llevando a Ardetta así que propongo que utilicemos las catacumbas que ya hemos recorrido. En ese preciso momento un cuervo se posa en el alfeizar y Vadakh se dirige hacia él como hipnotizado solo para ver como el animal alza el vuelo. Al girarse nos pregunta si hemos visto los ojos verdes del cuervo y recuerdo a la rata que vi en las catacumbas.
Purgida nos da las indicaciones para llegar hasta el Ordo y nos indica la posición de la alcantarilla más próxima y discreta para que podamos deslizarnos hasta el edificio sin que nos vean ojos indiscretos. Mientras Romigal nos indica cual es la entrada a las catacumbas más cercana. Salgo el primero del Dragón Oxidado y me dirijo rápida y sigilosamente hasta la alcantarilla. Una vez me aseguro que no hay nadie en las proximidades indico a mis compañeros que salgan de la posada y volvemos a internarnos en las catacumbas.
Vuelvo a guiar a mis compañeros a través de los túneles sombríos para llegar al Ordo. Antes era difícil pero ahora llevamos con nosotros a una joven dama y a una anciana enferma. Dioses, terminaré odiando estas catacumbas.
Llegamos al Ordo sin ninguna incidencia y nos reunimos con Purgida y Tanis, que parece tener su pellejo bastante entero aún después su visita al ayuntamiento.
Cuando Tanis nos pone al tanto de lo que ha averiguado decidimos nuestro curso de acción. Purgida se quedar en el Ordo para preparar la cura para Ardetta, pero no puede garantizar la seguridad de seis personas, tal vez pueda ocultar a una. Así que decidimos que Ysolda se quede oculta en la sede del Ordo. Tanis y Angar van a intentar hablar con los enanos de la familia Barukh para obtener información sobre la campana y que podrían hacer los sectarios con ella.
Vadakh y yo nos dirigiremos a la casa del difunto Grendol, llevando antes a Ardetta de vuelta al Dragón Oxidado.
Nos volvemos a internar en las malditas catacumbas para evitar a los guardias. Esta vez el viaje es algo más rápido (voy a conocer mejor estas catacumbas que nuestra casa en Fuerte Espina) y dejamos a Ardetta en la posada sin novedad, para llegar después hasta la alcantarilla más próxima a la casa de Grendol. Al salir de la alcantarilla tratamos de movernos sigilosamente para no atraer una atención indeseada. Kverula y yo nos movemos en silencio utilizando las sobras de los edificios para cubrirnos. Por desgracia Vadakh lleva una armería encima y no puede evitar hacer algo de ruido atrayendo la atención de un piquete de guardias. Veo como le desarman y lo llevan arrestado.
No veo que los guardias sean especialmente hostiles y Vadakh parece estar calmado cuando se lo llevan. Acaricio el lomo de Kverula para tranquilizarla y decido continuar con nuestra misión original, la casa de Grendol. Utilizo mis ganzúas para abrir la puerta y entramos cerrando con cuidado la puerta tras nosotros, no queremos que otro piquete de guardias vea nada sospechoso.
Grendol era un comerciante así que empiezo a buscar algún tipo de diario o libro de cuentas que me pueda dar una pista de las relaciones que tenía. Mientras estamos registrando el segundo piso escucho como se abre la puerta de la entrada. Con mucho cuidado me acerco hacia la escalera y me quedo emboscado esperando sorprender a la primera persona que suba. Kverula permanece justo a mi lado en tensión con todo el vello erizado. Y entonces escucho dos voces familiares.
***
Tanis
Vemos como Vadakh, Ardetta, el trasgo y su cerda se introducen en la alcantarilla. El caballero y yo preferimos arriesgarnos en las calles de Kastor antes que internarnos en las catacumbas así que tras ver partir a nuestros compañeros nos dirigimos hacia el hogar de los enanos Barukh cerca del campanario. Parece que lo vamos a llegar a nuestro destino sin incidentes, pero al girar una esquina casi chocamos de frente con un piquete de guardias. Los guardias están tan sorprendidos como nosotros tras el inesperado encuentro, pero recuperan la compostura enseguida y piden que nos identifiquemos. Juego la baza de mi autoridad que junto a una decidida intervención de Angar hacen dudar a una parte de los guardias. Parece que podemos seguir nuestro camino, pero en el último momento varios guardias detienen a Angar así que oro a Príos para que confunda y aturda a esos desgraciados y logramos dejarlos atrás. Al girar en el siguiente cruce dejamos de verlos, pero llega a mis oídos el sonido metálico del entrechocar de las armas. Creo que a Illeva se le acaba el tiempo, ella y los guardias que permanezcan leales tendrán que enfrentar muy pronto a los soldados recién llegados.
Al fin llegamos a la casa de los Barukh. Al registrar la casa encontramos el salón muy revuelto, pero no hay ni rastro de los enanos. Compruebo las brasas de la chimenea y están frías y hay algo de polvo sobre los muebles. Parece que alguien se llevó a la fuerza a los enanos hace tres o cuatro. Al no encontrar nada de utilidad decidimos dirigirnos a la casa de Grendol, con suerte llegaremos a tiempo para reunirnos con Vadakh y el trasgo.
***
Vadakh
A pesar de que han quitado las espadas los guardias me vigilan con mucho recelo durante todo el camino hasta el cuartel. Un poco antes de llegar el que parece estar al mando se despide con una excusa que me suena falsa hasta a mí, el maldito llevaba un parche azul... Me pongo en tensión esperando una sorpresa desagradable pero el resto de guardias me llevan hasta el cuartel, hasta la presencia de la comandante Illeva.
Lamento importunarla siempre en horas intempestivas, digo al estar en su presencia. La comandante desecha mis disculpas con un ademán y me pide que la acompañe después de que sus hombres me devuelven mis armas. Esta vez no la he despertado, viste su uniforme y parece que está tan activa como el resto del cuartel.
Cuando nos quedamos a solas me pregunta que ha pasado esta vez y le cuento los sucesos que nos han acontecido desde nuestro anterior encuentro. El encuentro con Ardetta que ha quedado refugiada en el Dragón Oxidado, el ataque a Tanis en el ayuntamiento, la muerte de Grendol y la traición de Kagliostro. Ella me da algo más de información, cree que en la ciudad hay tres grupos de guardias. Los miembros originales de la guardia de Kastor, los soldados recién incorporados que parecen identificarse con un distintivo azul y un tercer grupo. La comandante no tiene claro la lealtad de la mayoría de los guardias, pero va a tratar de reunir a aquellos que conoce desde hace más tiempo.
Es posible que mis espadas vuelvan a bailar antes del amanecer.
***
Angar
El manto negro y yo hemos conseguido cruzar la ciudad hasta la casa de Grendol. En esta ocasión la fortuna nos ha sonreído y no nos hemos cruzado con más guardias, pero no queremos tentar a la suerte así que nos movemos tan cuidadosamente como podemos para no hacer ningún ruido indeseado. Mientras nos acercamos a la casa observo cada esquina y recoveco tratando de ver a nuestros compañeros. El trasgo es sumamente escurridizo, pero Vadakh es un guerrero que viste una pesada coraza y porta dos espadas, debería ser más fácil de ver. Pero no veo a ninguno de los dos.
Llegamos hasta la puerta de la casa y cuando Tanis prueba a empujarla descubrimos que está abierta. Tal vez nuestros compañeros estén dentro de la casa. Tanis y yo nos hablamos y nos repartimos las estancias de la casa para registrarlas y en ese momento desde el segundo piso nos llega en un susurro la voz chillona del trasgo.
Maldición, la guardia sorprendió a Vadakh y se lo llevó preso. Si ha tenido suerte serán guardias leales a Illeva y podremos reunirnos con él más tarde, si no tendremos que vengar a nuestro compañero.
Seguimos registrando la casa y finalmente Fenyek encuentra un diario en el dormitorio. Las primeras anotaciones registran hechos anodinos de la vida de Grendol, pero a medida que avanzan las páginas el difunto mercader empezó a registrar las perturbadoras pesadillas que le asaltaban al dormir. La última anotación me llena de preocupación: “Veo como alas oxidadas destruyen Kastor”. Parece que él también temía las conjuras y traiciones de esta nefasta ciudad y tenía una cita de la que ya sabemos el resultado...
Cuando nos disponemos a abandonar la casa escuchamos voces en la calle. Un nutrido grupo de guardias han llegado y nos llaman para que nos entreguemos. Tanis y yo no lo dudamos, decidimos salir y probar suerte. El trasgo se muestra mucho más reticente prefiere probar suerte escapando por los tejados, pero su cerda no es buena escaladora, así que se queda con nosotros.
En esta ocasión no hay dudas ni disensiones entre los guardias. Nos atacan y nosotros nos defendemos. En un momento de la lucha la cerda resulta herida gravemente y al verlo el trasgo se convierte en una pequeña furia desatada que empieza a ensartar guardias con su lanza. En unos instantes hemos acabado con todos, pero ya llegan a nuestros oídos las voces y sonidos de más refuerzos. Nos preparamos para huir cuando una voz nos sorprende. Es una joven rubia de ojos verdes... “Venid, seguidme, vienen muchos...”
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EPÍLOGO I:
En un abarrotado sótano del ayuntamiento, adecuado con celdas y maquinaria de torturas, se apiñan enanos (la familia Barukhh), vecinos, Belago encadenado a la pared, etcétera. Varios trasgos maltratan a los cautivos mientras un ogro y Kagliostro torturan al viejo Mullando, que ríe escupiendo sangre y un diente, tras un golpe del ogro. “¿Dónde está la mina, Mullando? He investigado, y creo que sabes dónde está, así que no hagas esto más duro de lo necesario... por tu bien...”. Mullando amenaza bravuconamente al teratomante, y escupe una sucinta mitad amenaza mitad maldición, eso le gana el cabezazo del ogro, que le parte la nariz. “Bien, tú lo has querido así”, quitándose un guante, Kagliostro muestra una mano escamosa acabada en largas garras, pone esta en la frente de Mullando y comienza a canturrear poniendo sus ojos en blanco. De repente Mullando agita la cabeza y grita, un chillido de insoportable dolor mental brota de sus rotos labios...
EPÍLOGO II:
“El poder exige tener un hombro siempre en las sombras... a veces se te queda frío...”.
Lasifor Camponegro, alcalde de Fuerte Espina.
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Y hasta aquí el rolato que engloba la segunda parte de nuestros héroes en Kastor (que supuso tres sesiones de Roll20). La continuación no tardará mucho. Y como es costumbre para el control de los personajes, estado actual de los PJs de la campaña, alcanzando dos, ya el rango heroico:
Marcados saludos.-
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