Buenas,
Vamos
con otro rolato de Symbaroum Salvaje. Durante el confinamiento le dimos mucha
caña al rol on-line (a todo, no solo a Symbaroum), pero el caso es que después
de terminar el confinamiento tuvimos un parón curioso ya que todos teníamos que
atender otra serie de responsabilidades. Al final casi improvisado, un día
decidimos volver a tirar dados virtuales. E iba a dirigir yo. Estaba preparando
una aventura larga, más desarrollada y el final de la anterior había dejado ya
los primeros ganchos echados... pero no me había dado tiempo a terminar de
prepararla, así que busqué en mí disco duro alguna cortita de Symbaroum y
encontré “El bosque hambriento”, la leí y ale, a jugarla, casi sobre la marcha.
Al
final le dedicamos tres tardes de Roll20 y quedó bastante chula. Con un par de
combates durísimos y un par de malas decisiones por parte de los jugadores que
pusieron las cosas aún más chungas.
En
fin, si vais a jugar esta aventura (“El bosque hambriento”) oficial y gratuita,
no sigas leyendo porque, evidentemente, hay mogollón de spoilers.
Por
cierto, el rolato está hecho desde el punto de vista del veterano Fenyek.
...
... ...
PRÓLOGO
ASÍ HABLÓ AROALETA
«…y Eregan dijo
así: “El camino del
hombre sabio es largo,
el doble de largo bajo
el sombrío bosque; el
camino del necio es
corto, la mitad de corto
bajo el sombrío bosque,
un atajo insensato
y
sangriento”».
...
... ...
Qué
calma, qué paz. Hacía mucho que no disfrutaba de un sueño tan tranquilo y
reparador. Me siento como cuando era un pequeño trasguito y mi madre me acunaba
en sus brazos para que me durmiera. Hasta puedo entrever unos cabellos dorados
que rozan suavemente mi rostro mientras se mueven en un frenético vaivén en
medio del oscuro pasadizo.
¡Pero
un momento! ¡Mi madre nunca tuvo el cabello rubio! Y, desde luego, nunca me
llevó en brazos por pasadizos oscuros. Bueno, tal vez no me llevó nunca en
brazos.
¿Por
qué de repente noto este dolor tan agudo en mi brazo izquierdo? ¿Esa es
Kverula? ¿Por qué no se mueve? Un latigazo de dolor hace que mi consciencia se
hunda en un pozo de oscuridad buscando un poco de calma.
No
sé cuánto tiempo pasa, pero hasta mí pozo de oscuridad empieza a llegar un
conjunto de sonidos muy confusos. Poco a poco recupero la consciencia y logro
distinguir un claro del bosque apenas iluminado por la luz de la luna. Veo a
varias figuras que parecen estar hablando, aunque no consigo comprender sus
palabras.
De
repente veo como a la espalda de estas figuras se empieza a alzar una sombra
gigantesca que oculta el cielo estrellado. Dioses, sé lo que es, ahora lo
recuerdo todo. Instintivamente intento dar un grito de alarma, pero de mi
garganta apenas sale un murmullo que queda apagado por el feroz rugido de la
criatura que se lanza sobre sus desprevenidas víctimas.
Sí,
estamos en el túmulo de Odaiova y esto no es un sueño sino una pesadilla.
Hace
ocho días me encontraba en Karvosti con mis compañeros Angar y Vadakh. Teníamos
planeado dirigirnos al sur hacia Fuerte Espina para pasar allí el invierno. Sin
embargo, poco antes de partir nos contactó un bárbaro llamado Vikeron.
Vikeron
buscaba aventureros con experiencia en el bosque de Davokar y estaba dispuesto
a pagar una buena cantidad de táleros. Aunque su carácter sombrío no me gustó,
el brillo de la plata que ofrecía como recompensa, me llevó a ignorar cualquier
tipo de precaución.
Esa
misma tarde nos reunimos con Vikeron en su tienda. Al llegar encontramos a otras
dos personas con él. Uno era un muchacho imberbe llamado Legaleno, aprendiz del
Ordo. Pegada a Legaleno como si fuese su sombra se encontraba Suria, una joven
que vestía los colores de los Exploradores de la Reina.
Vikeron
nos agradeció nuestra presencia e hizo las presentaciones. A continuación, nos
puso al tanto de cuál sería nuestro cometido.
Vikeron
era un veterano cazador cuyo hogar se encontraba en la diminuta aldea de Viejo
Cruce. Unos días antes, mientras se encontraba cazando en el bosque, una
criatura de pesadilla había arrasado parte de la aldea. Por los habitantes de
Viejo Cruce Vikeron averiguó que la criatura era bípeda, tan grande como un
troll, pero rápida y feroz como un abojalí.
Además
de la destrucción causada la criatura había matado a varios aldeanos, entre
ellos la esposa y el hijo de Vikeron. Además, tras el ataque había desaparecido
Grónida la bruja que atendía los asuntos de Viejo Cruce.
Vikeron
intentó dar caza la criatura, pero perdió su rastro en lo más oscuro del
bosque. Dispuesto a no rendirse el cazador acudió a Karvosti buscando el
consejo de la Huldra Yeleta pero solo obtuvo enigmáticas referencias a la “Resurrección
de Davokar”. Hombre sencillo que no entendía de acertijos, pero tenaz y
decidido, Vikeron decidió reunir aventureros que le ayudasen a dar caza a la
criatura.
Legaleno
parecía fascinado por la posibilidad de encontrar a la criatura descrita por
Vikeron ya que dicha criatura se asemejaba a la que había atacado días antes al
grupo de exploradores del que él y Suria formaban parte. Tenían el encargo de
abrir una ruta entre Lodazal de Karo y Karvosti, pero una abominación infernal
había cortado sus intenciones de golpe. Suria parecía decidida a seguir al
muchacho fuese donde fuese.
Nuestras
motivaciones estaban mucho más claras. Angar y Vadakh empeñaron su palabra de
honor en ayudar a vengar a la gente de Viejo Cruce y yo decidí que 10 táleros
me ayudarían a pasar un invierno cálido y confortable.
Al
amanecer nos reunimos con Vikeron, Legaleno y Suria e iniciamos el viaje hasta
Viejo Cruce con el objetivo de conseguir toda la información que los aldeanos
nos pudiesen proporcionar y después reemprender la cacería que Vikeron no pudo
finalizar.
Primero
debíamos llegar hasta el río Malgomor. Tal vez en otra época del año hubiera
resultado un trayecto agradable, pero con el invierno empezado el bosque
parecía rezumar humedad y ayudaba a que no pudiésemos desprendernos del frío en
ningún momento.
Tal
vez el frío y la humedad llevaron a que se formasen unas extrañas parejas.
Como
trasgo no soy muy apreciado por los humanos, a veces hasta soy despreciado. Si
añadimos que Vikeron estaba poseído por el deseo de vengar a su familia, eso
nos convirtió en la pareja más silenciosa de ese viaje.
Justo
detrás de nosotros caminaban Angar y Legaleno. Durante la reunión con Vikeron
noté algo peculiar en Legaleno, aunque en ese momento no supe identificarlo.
Sin embargo, al verlo junto a Angar me di cuenta, él también era un trocalengo.
El muchacho siempre permanecía al lado de Angar y trataba de entablar
conversación con cualquier excusa. Estoy seguro que además de conversación
buscaba algo más. Hubo momentos en los que tuve que morderme la lengua para no
reírme ante la incomodidad que mostraba el bueno de Angar.
Cerrando
la comitiva se encontraban Suria y Vadakh. Aquí era Vadakh quien no paraba de
cortejar a la exploradora de la Reina que milagrosamente era capaz de
mantenerse siempre pendiente de Legaleno, del camino y del persistente Vadakh.
Todo
parecía ir bien hasta que llegamos al vado del ramal del Malgomor que venía del
norte y debíamos coger. El río bajaba muy crecido, seguramente por las lluvias
que habían caído constantemente al final del otoño. Decidimos tender unas
cuerdas para utilizarlas como apoyo y evitar, de esa forma, que la rápida
corriente nos arrastrase. Más abajo, donde se juntaba con el Malgomor rápidos y
cataratas, hacían poco apetecible dejarse llevar por la corriente.
Sin
embargo, a pesar de nuestras precauciones los espíritus del río decidieron
cobrarse su tributo arrastrando a nuestras bestias de carga, incluyendo a mi
querido pony. Aunque conseguimos cruzar, al perder las mulas de Vikeron y mi
pony, perdimos casi todas nuestras provisiones, mantas y sacos de dormir. Nos
encontrábamos empapados en medio del frío bosque y con el sol cerca del ocaso.
Ante
la imposibilidad de llegar a Viejo Cruce decidimos pasar la noche en el bosque.
Logramos
encontrar refugio en una pequeña meseta coronada por viejas rocas, seguramente
vestigios del viejo imperio de Symbaroum. Al abrigo de la mayor de las rocas
pudimos encender unas pocas fogatas y consumir las pocas provisiones que
habíamos salvado.
Yo
hice la primera guardia esperando así secarme junto al fuego antes de tratar de
dormir sobre el húmedo suelo.
Aunque
estoy acostumbrado a la vida en el bosque esa noche dormí muy mal. La pérdida
de mi pony junto con el frío y la humedad me hicieron tener sueños inquietos y
no me dormí hasta muy tarde.
Tuve
la sensación de que apenas había cerrado los ojos cuando los gritos de Vadakh
me despertaron. Me puse en pie de un saltó y pude ver como Vadakh se dirigía
con un leño ardiendo hacía dos cachorros de baiagorno gritando y haciendo
gestos exagerados, en un intento por espantarlos.
Como
Vadakh no conoce a las criaturas del bosque pensó que así asustaría a los
cachorros, pero hasta los cachorros de baiagorno son criaturas extremadamente
feroces. Y si había dos cachorros tenía que haber una madre cerca. Y así fue,
los cachorros enfrentaron a Vadakh al sentirse amenazados y de sus gargantas
surgió un grito grave y profundo que retumbó en los árboles de toda la zona. Y
su llamada fue respondida por un sonoro rugido que anunció la llegada de la
madre justo cuando Vadakh decapitaba a uno de los cachorros. La madre
encolerizada cargó contra Vadakh y yo acudí en su ayuda logrando atraer la
atención de la bestia. Sin embargo, tras un momento de duda, la enfurecida
baigorno cargó de nuevo contra Vadakh pues había visto como mataba a uno de sus
cachorros, y logró rasgar con sus garras el costado de Vadakh al mismo tiempo
que las espadas de Vadakh abrían profundas heridas en su vientre. Finalmente, y
con la ayuda de Kverula, tuve que rematar a la pobre bestia.
Mientras
hacía frente a la baiagorno no me percaté que del bosque había surgido otra
llamada y ésta era mucho más temible que la de un baigorno enfurecido.
Si
Vadakh había acabado con una de las crías de baiagorno, Angar había despachado
rápidamente a la otra. Tal vez eso hizo que fuese el primero en ver a la
pesadilla andante que salía del bosque y se dirigía hacia la meseta donde habíamos
acampado.
Era
una criatura grande como un troll, con la parte superior del tronco envuelta en
una masa de sombras espesas que se movían como si tuviesen vida propia. La
criatura desprendía un aura de terror que hizo que Suria huyese. Pese a que la
reconoció como el ser que acabo con la vida de sus compañeros exploradores...
Vikeron
intuyó en esa pesadilla andante a la criatura que había segado la vida de su
familia y se arrojó contra ella cegado por el ansía de venganza. Angar acudió
junto a él para hacer frente al monstruo y Legaleno permaneció junto a las
fogatas del campamento mirando con fascinación a la criatura que había salido
del bosque.
Apenas
habíamos acabado con la baiagorno, Vadakh y yo acudimos a ayudar a Angar y
Vikeron. Llegamos justo a tiempo de ver como el cazador salía despedido tras
recibir un golpe de revés de un brazo tan grueso como los centenarios robles de
Davokar.
Formamos
una línea junto a Angar y nos dispusimos a terminar la cacería en ese mismo
momento. Para nuestra desgracia aquel ser no solo tenía el tamaño de un troll,
sino que tenía su fuerza, pero aumentada por la corrupción que lo envolvía.
De
un solo golpe la bestia nos apartó de su camino dejándonos gravemente heridos.
Después siguió avanzando y al llegar a la cima de la meseta desplegó unas
extrañas alas y emprendió un torpe vuelo hacia el norte.
Mientras
Legaleno y yo hacíamos unas curas de emergencia a nuestros compañeros, Vadakh
comentó que al escuchar el rugido de la criatura había distinguido dos voces.
Estaba convencido que algo corrupto había poseído a una criatura del bosque (un
troll tal vez) dando origen al monstruo al que nos habíamos enfrentado.
Viejo
Cruce estaba solo a medido día, pero heridos, íbamos muy lentos. Al final de
ese día, maltrechos, hambrientos, cansados y ateridos de frío conseguimos
llegar a la aldea donde nos ofrecieron refugio y alimento durante cinco días.
Durante
ese tiempo todos intentamos hallar el motivo del ataque del monstruo a la
aldea, desde donde había llegado y si este ataque estaba relacionado con la
desaparición de Grónida, la bruja que vivía en la aldea y atendía los asuntos
de sus habitantes.
A
pesar de mis heridas y del tiempo transcurrido fui capaz de seguir el rastro
del monstruo desde su llegada a Viejo Cruce hasta que se retiró y sus huellas
desaparecían como si hubiese volado (algo que ya había visto que la criatura
podía hacer). Desde luego el monstruo había seguido una línea recta que
atravesó la aldea hasta llegar a la cabaña de Grónida.
Angar
logró ganarse la confianza de Birnas, uno de los niños de Viejo Cruce. El
pequeño le contó que durante la noche del ataque observó de cerca al monstruo y
estaba seguro que se trataba de un troll de cuya piel estaba impregnada de una
sustancia extraña. De esa sustancia trataban de brotar cuerpos más pequeños y
el troll parecía quejarse y palmear su cuerpo como si intentase espantar algo.
Al parecer el monstruo se dirigió a la cabaña de Grónida tras escuchar su voz y
al salir de allí el niño juraba que había visto como el monstruo llevaba a la
bruja pegada a su costado.
Gracias
al conocimiento que tenía Vikeron de esa región y con los rastros que había
dejado la criatura pudimos deducir que el lugar de origen más probable eran
unas viejas ruinas que se suponía estaban en esa dirección a menos de un día de
camino desde Viejo Cruce, aunque Vikeron no conocía su situación exacta.
Aun
arrastrando las secuelas de nuestro encuentro con el monstruo, decidimos
proseguir la cacería y partimos en busca de esas ruinas, el Túmulo de Odaiova.
Logramos
encontrar el túmulo con cierta facilidad. Su entrada estaba marcada por un
extraño bosquecillo donde los árboles estaban muy espaciados y distribuidos de
forma regular. Al acercarnos pudimos comprobar que los árboles habían crecido
alrededor de columnas y que esa era la razón de tan peculiar distribución. Los
árboles flanqueaban lo que, en otra época, debió ser un camino adoquinado
puesto que todavía se podían ver entre las raíces segmentos de adoquines
levantados.
Siguiendo
esta antigua senda llegamos hasta una especie de plazoleta circular donde
encontramos los restos a medio devorar de numerosos animales, humanos y hasta
elfos. La plazoleta parecía la antesala de una caverna cuya boca se encontraba
bajo las raíces del árbol más grande y deforme de la zona. Suria distinguió
colgados en el árbol los restos de sus antiguos compañeros exploradores.
Estaba
claro que habíamos encontrado la guarida del monstruo. Encendimos varias
antorchas y nos internamos en la caverna. A medida que avanzábamos quedaba más
claro que no nos encontrábamos en una caverna natural sino en un pasadizo
excavado por cuyo centro discurría un pequeño canal por donde discurría un
extraño limo oscuro y espeso.
Siguiendo
el pasadizo llegamos a una gran cámara circular. Al examinarla encontramos que
en las paredes había una especie de contenedores con forma de cuernos anclados
a la pared por soportes metálicos. Esos contenedores disponían de unas tapas
hechas de un material similar a la madera, resina o al corcho tal vez. Y desde
su parte inferior partían unas pequeñas canalizaciones con restos del mismo limo
que habíamos encontrado en el pasadizo. Las canalizaciones desembocaban en el
centro de la sala en una especie de estanque con forma antropomórfica.
Mientras
Angar examinaba unos escombros que parecían haberse desprendido del techo de la
cámara, yo decidí avanzar hasta el final de la cámara y allí me salieron al
paso dos lobos. Los animales estaban heridos, pero parecían proteger algo. Al
aproximarme para apaciguarlos pude ver que había una figura que yacía en el
suelo y que tenía atada una de sus piernas a uno de los contenedores con forma
de cuerno.
Avisé
a mis compañeros y me acerqué. Encontré a Grónida más muerta que viva. Logré
reanimarla y la liberé de sus ataduras.
Grónida
nos puso al tanto de su teoría, a la vez que coincidía con la de Vadakh. Una
troll había elegido estas ruinas como refugio. Para su desgracia en ella estaba
aprisionado desde tiempos inmemoriales un ente corrupto. Quizás por accidente
la troll liberó ese ente y terminó siendo poseída. Desesperada por librarse de
aquello que la había poseído, la troll acudió en busca de la bruja de Viejo
Cruce, pero la corrupción ya había hecho mella en ella y la desgraciada troll
actuaba impulsada por un oscuro instinto destructor. Esta había sido la causa
de la destrucción en Viejo Cruce y el rapto de Grónida. Eso explicaba las dos
voces que Varakh aseguraba haber escuchado en nuestro primer encuentro con la
criatura.
Mientras
terminaba de atender a Grónida, Angar llegó con un objeto que había encontrado
al revisar los escombros. Parecía un farol finamente trabajado y con un extraño
grabado a través del que saldría la luz cuando el farol estuviese encendido.
Habíamos deducido que este lugar era una prisión para el ente que había poseído
a la troll y teníamos claro que debíamos volver a encerrar a ese ser. Tal vez
este extraño farol fuese una pieza importante, así que Angar decidió vincularse
al objeto para tratar de obtener información. Así supimos que, al encender el
farol, cualquier abominación estaría obligada a permanecer próxima a su luz. La
abominación se podría mover libremente siempre que se mantuviese a la luz del
farol.
Además,
cualquier abominación que atacase al portador del farol sufriría daño mientras
éste se mantuviese encendido.
Con
el conocimiento obtenido por Angar, Grónida nos propuso un plan de acción que
llevaba días elaborando, pero solo era factible con nuestra participación.
Grónida
conocía un ritual llamado la “Nana del bosque” que podía atraer y apaciguar
abominaciones. Su plan era utilizar el
ritual para atraer a la abominación y separarla de la troll. A continuación,
debíamos encender el farol y utilizar sus podres místicas para volver a
encerrar el ente corrupto.
Sin
embargo, este plan tenía varias dificultades. Primero, el ritual se debía
realizar en absoluto silencio. Segundo, Grónida tardaría varios minutos en
completar el ritual. Teniendo en cuenta que tendríamos que lidiar con una troll
y asegurarnos que ni ella ni nosotros emitiésemos ningún sonido la misión se
antojaba extremadamente complicada.
Finalmente
nos distribuimos de la siguiente forma:
Vadakh,
Suria, Legaleno y Vikeron se ocultarían fuera de la caverna esperando una señal
para entrar y enfrentar a la abominación. Grónida, Angar y yo nos quedaríamos en
la cámara. Grónida para realizar el ritual, Angar para poder atrapar la
abominación con el farol y yo para atraer a la troll fuera de la cámara.
Por
desgracia los planes nunca salen como esperamos. Aún arrastrábamos las secuelas
de nuestro anterior encuentro con la criatura y sobrestimamos nuestras
habilidades.
Cuando
la troll poseída retornó a su refugio nos descubrió a Angar y a mí, y por
supuesto se enfureció al descubrir intrusos en su hogar.
Haciendo
una cabriola conseguí aturdir a la criatura dando a Grónida la oportunidad de
comenzar el ritual. Sin embargo, la troll se recuperó mucho más rápidamente de
lo que esperaba y recibí un terrible golpe que me lanzó contra la pared de la
cámara.
El
dolor fue tan terrible que perdí el conocimiento durante un tiempo. Al
recuperar la consciencia pensé que me encontraba en una pesadilla pues solo
veía oscuridad y apenas escuchaba un murmullo que seguía con una cadencia
melodiosa.
Creo
que escuché como Grónida impelía a Angar a abandonar la cámara y vi a Kverula
salir de la cámara. Después mi mente se durmió para huir del dolor...
Ummm,
es curioso. Juraría que la última vez que abrí los ojos podía entrever la
salida de la cámara. Ahora sin embargo observo la cámara desde el extremo
opuesto. Sí, allí al fondo veo a Grónida, sus cabellos dorados destellan en
medio de la oscuridad. Pero entonces ese bulto que hay al fondo soy yo, Fenyek.
¿Dónde estoy? Miro a mi alrededor y veo unas grebas metálicas a mi izquierda.
¿Grebas? No soy tan bajito. Alzo mi cabeza y veo a Angar que se interna de
nuevo en la cámara. Dioses, estoy dentro de Kverula, Y su instinto me lleva a
entrar en la cámara siguiendo a Angar. Veo como la troll se aparta de Grónida y
se lanza a por nosotros y entonces solo queda el vacío.
Sí,
estamos en el túmulo de Odaiova y esto no es un sueño sino una pesadilla.
De
repente veo como a la espalda de mis compañeros se empieza a alzar, ya libre de
la abominación limosa, ocultando el cielo estrellado la sombra gigantesca de la
troll. Instintivamente intento dar un grito de alarma, pero de mi garganta
apenas sale un murmullo que queda apagado por el feroz rugido de la criatura
que se lanza sobre sus desprevenidas víctimas.
Todos
se vuelven sorprendidos pues estaban seguros de haber dado muerte a la troll.
Sin embargo, allí está de nuevo y más enfurecida que antes. Angar, Vikeron y
Vadakh le hacen frente mientras Suria dispara flecha tras flecha. La troll
recibe herida tras herida pero a su vez devuelve los golpes con una fuerza
brutal. Vikeron recibe un golpe de lleno y sale despedido hacía el bosque.
Después de unos minutos eternos, la troll cae nuevamente.
Vadakh
intenta decapitar a la troll yaciente, pero mientras intenta tajar un cuello
grueso como la cintura de dos hombres corpulentos, los músculos, tendones y
huesos de la troll vuelven rápidamente a su anterior estado.
Hay
algo en mi mente que se quiere abrir paso entre el dolor, pero todo es muy
confuso. Y finalmente recuerdo otro troll en otro bosque, hace tanto tiempo que
podría tratarse de otra vida.
Solo
el fuego puede dañar permanentemente a un troll y evitar que sus heridas se
recuperen. Con
un grito agónico lanzo la advertencia a mis compañeros. Angar se lanza
inmediatamente a por una de las antorchas que habíamos utilizado para iluminarnos
en la caverna y la utiliza como arma.
Sin
embargo la troll está de nuevo en pie y arremete contra mis compañeros. A pesar
del agotamiento y las heridas Angar machaca a la troll una y otra vez con la
antorcha hasta que finalmente la derriba. Una vez caída la troll, Angar se sube
encima de su cuerpo y continúa golpeándolo sin parar. Juraría que su pálida
piel se torna aún más blanca si eso es posible y sobre su piel blanca empiezan
a dibujarse finas hebras negras como ala de cuervo. Durante unos segundos Angar
parece lucir negro sobre blanco uno de esos tatuajes que gustan hacerse los
bárbaros.
Por
fin la furia de Angar se agota vencido por el agotamiento, y en ese momento su
piel vuelve a la normalidad.
Por
lo que me contaron mis compañeros, el plan de Grónida terminó ejecutándose con
éxito, aunque con muchas más dificultades de las previstas y a un coste
extremadamente alto. Vikeron obtuvo su ansiada venganza al coste de su vida.
Espero que los dioses le permitan reunirse con su familia.
Kverula
y yo hemos estado al borde la muerte y esta aventura dejará en nuestros
pellejos nuevas cicatrices. A su vez siento que algo oscuro crece dentro de mí.
Aún es algo pequeño, pero está esperando pacientemente su oportunidad para
seguir creciendo.
La
abominación ha quedado aprisionada en la cámara gracias a la luz mística del
farol. A pesar de los valientes intentos de Angar la abominación resultó ser
imposible de destruir.
Grónida
informará a la Huldra en Karvosti para que se levante un tabú alrededor del Túmulo
de Odaiova y las brujas se encargarán de mantener alimentado el farol cuya luz
aprisiona a la abominación.
Nosotros
descansamos unos días en Viejo Cruce y nos aseguramos que Vikeron recibiese las
exequias que merecía, junto a su familia. Primero Legaleno y Suria partieron
hacía Karvosti, seguramente ya habría allí órdenes para ellos. Vadakh se
despidió con cariño de la exploradora, deseándose mutuamente volverse a ver.
Días después, ya recuperados nososotros, partimos hacia Fuerte Espina en el
sur.
Ahora
al encontrar los Desvelados que vigilan la linde de Davokar para el duque de
Narugor, no hago más que recordar lo cerca que estuvimos de morir Kverula y yo.
¿La
corrupción nos afectaría de igual modo a trasgos y jabalís? ¿Volveríamos de la
tumba para vagar eternamente entre las sombras del bosque? ¿Aceptaría el duque
a un trasgo y un jabalí entre sus Desvelados?
...
... ...
EPÍLOGO
I:
Casi un mes después Darda se escondía
nerviosa por las calles de Kurun, su mensaje para Vadakh había salido el día
anterior, y la situación en la ciudad empeoraba, en cualquier momento los
cultistas tratarían de asestar un golpe mortal, y ella, cómo no, se vería
afectada.
Solo deseo que el mensaje llegara
presto a Vadakh...
...
... ...
Así
vivió su aventura en Viejo Cruce y el Túmulo de Odaiova Fenyek... Ahora, la
prorrogada visita a una ciudad al este de Ambria (lado del mapa que aún no han
explorado para nada durante la larga campaña) será la siguiente parada de
nuestros aguerridos (y oscuros) héroes.
Y tras
el rolato, estado actual de los PJs de la campaña, a puntito, unos cuantos de
llegar a Rango Heroico:
Marcados
saludos.-
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