Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

domingo, 12 de julio de 2020

El bosque hambriento




Buenas,

Vamos con otro rolato de Symbaroum Salvaje. Durante el confinamiento le dimos mucha caña al rol on-line (a todo, no solo a Symbaroum), pero el caso es que después de terminar el confinamiento tuvimos un parón curioso ya que todos teníamos que atender otra serie de responsabilidades. Al final casi improvisado, un día decidimos volver a tirar dados virtuales. E iba a dirigir yo. Estaba preparando una aventura larga, más desarrollada y el final de la anterior había dejado ya los primeros ganchos echados... pero no me había dado tiempo a terminar de prepararla, así que busqué en mí disco duro alguna cortita de Symbaroum y encontré “El bosque hambriento”, la leí y ale, a jugarla, casi sobre la marcha.

Al final le dedicamos tres tardes de Roll20 y quedó bastante chula. Con un par de combates durísimos y un par de malas decisiones por parte de los jugadores que pusieron las cosas aún más chungas.

En fin, si vais a jugar esta aventura (“El bosque hambriento”) oficial y gratuita, no sigas leyendo porque, evidentemente, hay mogollón de spoilers.

Por cierto, el rolato está hecho desde el punto de vista del veterano Fenyek.

... ... ...

PRÓLOGO

ASÍ HABLÓ AROALETA
«…y Eregan dijo
así: “El camino del
hombre sabio es largo,
el doble de largo bajo
el sombrío bosque; el
camino del necio es
corto, la mitad de corto
bajo el sombrío bosque,
un atajo insensato
y sangriento”».

... ... ...

Qué calma, qué paz. Hacía mucho que no disfrutaba de un sueño tan tranquilo y reparador. Me siento como cuando era un pequeño trasguito y mi madre me acunaba en sus brazos para que me durmiera. Hasta puedo entrever unos cabellos dorados que rozan suavemente mi rostro mientras se mueven en un frenético vaivén en medio del oscuro pasadizo.

¡Pero un momento! ¡Mi madre nunca tuvo el cabello rubio! Y, desde luego, nunca me llevó en brazos por pasadizos oscuros. Bueno, tal vez no me llevó nunca en brazos.

¿Por qué de repente noto este dolor tan agudo en mi brazo izquierdo? ¿Esa es Kverula? ¿Por qué no se mueve? Un latigazo de dolor hace que mi consciencia se hunda en un pozo de oscuridad buscando un poco de calma.

No sé cuánto tiempo pasa, pero hasta mí pozo de oscuridad empieza a llegar un conjunto de sonidos muy confusos. Poco a poco recupero la consciencia y logro distinguir un claro del bosque apenas iluminado por la luz de la luna. Veo a varias figuras que parecen estar hablando, aunque no consigo comprender sus palabras.

De repente veo como a la espalda de estas figuras se empieza a alzar una sombra gigantesca que oculta el cielo estrellado. Dioses, sé lo que es, ahora lo recuerdo todo. Instintivamente intento dar un grito de alarma, pero de mi garganta apenas sale un murmullo que queda apagado por el feroz rugido de la criatura que se lanza sobre sus desprevenidas víctimas.

Sí, estamos en el túmulo de Odaiova y esto no es un sueño sino una pesadilla.

Hace ocho días me encontraba en Karvosti con mis compañeros Angar y Vadakh. Teníamos planeado dirigirnos al sur hacia Fuerte Espina para pasar allí el invierno. Sin embargo, poco antes de partir nos contactó un bárbaro llamado Vikeron.

Vikeron buscaba aventureros con experiencia en el bosque de Davokar y estaba dispuesto a pagar una buena cantidad de táleros. Aunque su carácter sombrío no me gustó, el brillo de la plata que ofrecía como recompensa, me llevó a ignorar cualquier tipo de precaución.

Esa misma tarde nos reunimos con Vikeron en su tienda. Al llegar encontramos a otras dos personas con él. Uno era un muchacho imberbe llamado Legaleno, aprendiz del Ordo. Pegada a Legaleno como si fuese su sombra se encontraba Suria, una joven que vestía los colores de los Exploradores de la Reina.

Vikeron nos agradeció nuestra presencia e hizo las presentaciones. A continuación, nos puso al tanto de cuál sería nuestro cometido.

Vikeron era un veterano cazador cuyo hogar se encontraba en la diminuta aldea de Viejo Cruce. Unos días antes, mientras se encontraba cazando en el bosque, una criatura de pesadilla había arrasado parte de la aldea. Por los habitantes de Viejo Cruce Vikeron averiguó que la criatura era bípeda, tan grande como un troll, pero rápida y feroz como un abojalí.

Además de la destrucción causada la criatura había matado a varios aldeanos, entre ellos la esposa y el hijo de Vikeron. Además, tras el ataque había desaparecido Grónida la bruja que atendía los asuntos de Viejo Cruce.

Vikeron intentó dar caza la criatura, pero perdió su rastro en lo más oscuro del bosque. Dispuesto a no rendirse el cazador acudió a Karvosti buscando el consejo de la Huldra Yeleta pero solo obtuvo enigmáticas referencias a la “Resurrección de Davokar”. Hombre sencillo que no entendía de acertijos, pero tenaz y decidido, Vikeron decidió reunir aventureros que le ayudasen a dar caza a la criatura.

Legaleno parecía fascinado por la posibilidad de encontrar a la criatura descrita por Vikeron ya que dicha criatura se asemejaba a la que había atacado días antes al grupo de exploradores del que él y Suria formaban parte. Tenían el encargo de abrir una ruta entre Lodazal de Karo y Karvosti, pero una abominación infernal había cortado sus intenciones de golpe. Suria parecía decidida a seguir al muchacho fuese donde fuese.

Nuestras motivaciones estaban mucho más claras. Angar y Vadakh empeñaron su palabra de honor en ayudar a vengar a la gente de Viejo Cruce y yo decidí que 10 táleros me ayudarían a pasar un invierno cálido y confortable.

Al amanecer nos reunimos con Vikeron, Legaleno y Suria e iniciamos el viaje hasta Viejo Cruce con el objetivo de conseguir toda la información que los aldeanos nos pudiesen proporcionar y después reemprender la cacería que Vikeron no pudo finalizar.

Primero debíamos llegar hasta el río Malgomor. Tal vez en otra época del año hubiera resultado un trayecto agradable, pero con el invierno empezado el bosque parecía rezumar humedad y ayudaba a que no pudiésemos desprendernos del frío en ningún momento.
Tal vez el frío y la humedad llevaron a que se formasen unas extrañas parejas.

Como trasgo no soy muy apreciado por los humanos, a veces hasta soy despreciado. Si añadimos que Vikeron estaba poseído por el deseo de vengar a su familia, eso nos convirtió en la pareja más silenciosa de ese viaje.

Justo detrás de nosotros caminaban Angar y Legaleno. Durante la reunión con Vikeron noté algo peculiar en Legaleno, aunque en ese momento no supe identificarlo. Sin embargo, al verlo junto a Angar me di cuenta, él también era un trocalengo. El muchacho siempre permanecía al lado de Angar y trataba de entablar conversación con cualquier excusa. Estoy seguro que además de conversación buscaba algo más. Hubo momentos en los que tuve que morderme la lengua para no reírme ante la incomodidad que mostraba el bueno de Angar.

Cerrando la comitiva se encontraban Suria y Vadakh. Aquí era Vadakh quien no paraba de cortejar a la exploradora de la Reina que milagrosamente era capaz de mantenerse siempre pendiente de Legaleno, del camino y del persistente Vadakh.

Todo parecía ir bien hasta que llegamos al vado del ramal del Malgomor que venía del norte y debíamos coger. El río bajaba muy crecido, seguramente por las lluvias que habían caído constantemente al final del otoño. Decidimos tender unas cuerdas para utilizarlas como apoyo y evitar, de esa forma, que la rápida corriente nos arrastrase. Más abajo, donde se juntaba con el Malgomor rápidos y cataratas, hacían poco apetecible dejarse llevar por la corriente.

Sin embargo, a pesar de nuestras precauciones los espíritus del río decidieron cobrarse su tributo arrastrando a nuestras bestias de carga, incluyendo a mi querido pony. Aunque conseguimos cruzar, al perder las mulas de Vikeron y mi pony, perdimos casi todas nuestras provisiones, mantas y sacos de dormir. Nos encontrábamos empapados en medio del frío bosque y con el sol cerca del ocaso.




Ante la imposibilidad de llegar a Viejo Cruce decidimos pasar la noche en el bosque.
Logramos encontrar refugio en una pequeña meseta coronada por viejas rocas, seguramente vestigios del viejo imperio de Symbaroum. Al abrigo de la mayor de las rocas pudimos encender unas pocas fogatas y consumir las pocas provisiones que habíamos salvado.
Yo hice la primera guardia esperando así secarme junto al fuego antes de tratar de dormir sobre el húmedo suelo.

Aunque estoy acostumbrado a la vida en el bosque esa noche dormí muy mal. La pérdida de mi pony junto con el frío y la humedad me hicieron tener sueños inquietos y no me dormí hasta muy tarde.

Tuve la sensación de que apenas había cerrado los ojos cuando los gritos de Vadakh me despertaron. Me puse en pie de un saltó y pude ver como Vadakh se dirigía con un leño ardiendo hacía dos cachorros de baiagorno gritando y haciendo gestos exagerados, en un intento por espantarlos.

Como Vadakh no conoce a las criaturas del bosque pensó que así asustaría a los cachorros, pero hasta los cachorros de baiagorno son criaturas extremadamente feroces. Y si había dos cachorros tenía que haber una madre cerca. Y así fue, los cachorros enfrentaron a Vadakh al sentirse amenazados y de sus gargantas surgió un grito grave y profundo que retumbó en los árboles de toda la zona. Y su llamada fue respondida por un sonoro rugido que anunció la llegada de la madre justo cuando Vadakh decapitaba a uno de los cachorros. La madre encolerizada cargó contra Vadakh y yo acudí en su ayuda logrando atraer la atención de la bestia. Sin embargo, tras un momento de duda, la enfurecida baigorno cargó de nuevo contra Vadakh pues había visto como mataba a uno de sus cachorros, y logró rasgar con sus garras el costado de Vadakh al mismo tiempo que las espadas de Vadakh abrían profundas heridas en su vientre. Finalmente, y con la ayuda de Kverula, tuve que rematar a la pobre bestia.

Mientras hacía frente a la baiagorno no me percaté que del bosque había surgido otra llamada y ésta era mucho más temible que la de un baigorno enfurecido.

Si Vadakh había acabado con una de las crías de baiagorno, Angar había despachado rápidamente a la otra. Tal vez eso hizo que fuese el primero en ver a la pesadilla andante que salía del bosque y se dirigía hacia la meseta donde habíamos acampado.

Era una criatura grande como un troll, con la parte superior del tronco envuelta en una masa de sombras espesas que se movían como si tuviesen vida propia. La criatura desprendía un aura de terror que hizo que Suria huyese. Pese a que la reconoció como el ser que acabo con la vida de sus compañeros exploradores...




Vikeron intuyó en esa pesadilla andante a la criatura que había segado la vida de su familia y se arrojó contra ella cegado por el ansía de venganza. Angar acudió junto a él para hacer frente al monstruo y Legaleno permaneció junto a las fogatas del campamento mirando con fascinación a la criatura que había salido del bosque.

Apenas habíamos acabado con la baiagorno, Vadakh y yo acudimos a ayudar a Angar y Vikeron. Llegamos justo a tiempo de ver como el cazador salía despedido tras recibir un golpe de revés de un brazo tan grueso como los centenarios robles de Davokar.

Formamos una línea junto a Angar y nos dispusimos a terminar la cacería en ese mismo momento. Para nuestra desgracia aquel ser no solo tenía el tamaño de un troll, sino que tenía su fuerza, pero aumentada por la corrupción que lo envolvía.

De un solo golpe la bestia nos apartó de su camino dejándonos gravemente heridos. Después siguió avanzando y al llegar a la cima de la meseta desplegó unas extrañas alas y emprendió un torpe vuelo hacia el norte.

Mientras Legaleno y yo hacíamos unas curas de emergencia a nuestros compañeros, Vadakh comentó que al escuchar el rugido de la criatura había distinguido dos voces. Estaba convencido que algo corrupto había poseído a una criatura del bosque (un troll tal vez) dando origen al monstruo al que nos habíamos enfrentado.

Viejo Cruce estaba solo a medido día, pero heridos, íbamos muy lentos. Al final de ese día, maltrechos, hambrientos, cansados y ateridos de frío conseguimos llegar a la aldea donde nos ofrecieron refugio y alimento durante cinco días.

Durante ese tiempo todos intentamos hallar el motivo del ataque del monstruo a la aldea, desde donde había llegado y si este ataque estaba relacionado con la desaparición de Grónida, la bruja que vivía en la aldea y atendía los asuntos de sus habitantes.

A pesar de mis heridas y del tiempo transcurrido fui capaz de seguir el rastro del monstruo desde su llegada a Viejo Cruce hasta que se retiró y sus huellas desaparecían como si hubiese volado (algo que ya había visto que la criatura podía hacer). Desde luego el monstruo había seguido una línea recta que atravesó la aldea hasta llegar a la cabaña de Grónida.

Angar logró ganarse la confianza de Birnas, uno de los niños de Viejo Cruce. El pequeño le contó que durante la noche del ataque observó de cerca al monstruo y estaba seguro que se trataba de un troll de cuya piel estaba impregnada de una sustancia extraña. De esa sustancia trataban de brotar cuerpos más pequeños y el troll parecía quejarse y palmear su cuerpo como si intentase espantar algo. Al parecer el monstruo se dirigió a la cabaña de Grónida tras escuchar su voz y al salir de allí el niño juraba que había visto como el monstruo llevaba a la bruja pegada a su costado.

Gracias al conocimiento que tenía Vikeron de esa región y con los rastros que había dejado la criatura pudimos deducir que el lugar de origen más probable eran unas viejas ruinas que se suponía estaban en esa dirección a menos de un día de camino desde Viejo Cruce, aunque Vikeron no conocía su situación exacta.

Aun arrastrando las secuelas de nuestro encuentro con el monstruo, decidimos proseguir la cacería y partimos en busca de esas ruinas, el Túmulo de Odaiova.

Logramos encontrar el túmulo con cierta facilidad. Su entrada estaba marcada por un extraño bosquecillo donde los árboles estaban muy espaciados y distribuidos de forma regular. Al acercarnos pudimos comprobar que los árboles habían crecido alrededor de columnas y que esa era la razón de tan peculiar distribución. Los árboles flanqueaban lo que, en otra época, debió ser un camino adoquinado puesto que todavía se podían ver entre las raíces segmentos de adoquines levantados.

Siguiendo esta antigua senda llegamos hasta una especie de plazoleta circular donde encontramos los restos a medio devorar de numerosos animales, humanos y hasta elfos. La plazoleta parecía la antesala de una caverna cuya boca se encontraba bajo las raíces del árbol más grande y deforme de la zona. Suria distinguió colgados en el árbol los restos de sus antiguos compañeros exploradores.

Estaba claro que habíamos encontrado la guarida del monstruo. Encendimos varias antorchas y nos internamos en la caverna. A medida que avanzábamos quedaba más claro que no nos encontrábamos en una caverna natural sino en un pasadizo excavado por cuyo centro discurría un pequeño canal por donde discurría un extraño limo oscuro y espeso.




Siguiendo el pasadizo llegamos a una gran cámara circular. Al examinarla encontramos que en las paredes había una especie de contenedores con forma de cuernos anclados a la pared por soportes metálicos. Esos contenedores disponían de unas tapas hechas de un material similar a la madera, resina o al corcho tal vez. Y desde su parte inferior partían unas pequeñas canalizaciones con restos del mismo limo que habíamos encontrado en el pasadizo. Las canalizaciones desembocaban en el centro de la sala en una especie de estanque con forma antropomórfica.

Mientras Angar examinaba unos escombros que parecían haberse desprendido del techo de la cámara, yo decidí avanzar hasta el final de la cámara y allí me salieron al paso dos lobos. Los animales estaban heridos, pero parecían proteger algo. Al aproximarme para apaciguarlos pude ver que había una figura que yacía en el suelo y que tenía atada una de sus piernas a uno de los contenedores con forma de cuerno.

Avisé a mis compañeros y me acerqué. Encontré a Grónida más muerta que viva. Logré reanimarla y la liberé de sus ataduras.

Grónida nos puso al tanto de su teoría, a la vez que coincidía con la de Vadakh. Una troll había elegido estas ruinas como refugio. Para su desgracia en ella estaba aprisionado desde tiempos inmemoriales un ente corrupto. Quizás por accidente la troll liberó ese ente y terminó siendo poseída. Desesperada por librarse de aquello que la había poseído, la troll acudió en busca de la bruja de Viejo Cruce, pero la corrupción ya había hecho mella en ella y la desgraciada troll actuaba impulsada por un oscuro instinto destructor. Esta había sido la causa de la destrucción en Viejo Cruce y el rapto de Grónida. Eso explicaba las dos voces que Varakh aseguraba haber escuchado en nuestro primer encuentro con la criatura.

Mientras terminaba de atender a Grónida, Angar llegó con un objeto que había encontrado al revisar los escombros. Parecía un farol finamente trabajado y con un extraño grabado a través del que saldría la luz cuando el farol estuviese encendido. Habíamos deducido que este lugar era una prisión para el ente que había poseído a la troll y teníamos claro que debíamos volver a encerrar a ese ser. Tal vez este extraño farol fuese una pieza importante, así que Angar decidió vincularse al objeto para tratar de obtener información. Así supimos que, al encender el farol, cualquier abominación estaría obligada a permanecer próxima a su luz. La abominación se podría mover libremente siempre que se mantuviese a la luz del farol.
Además, cualquier abominación que atacase al portador del farol sufriría daño mientras éste se mantuviese encendido.




Con el conocimiento obtenido por Angar, Grónida nos propuso un plan de acción que llevaba días elaborando, pero solo era factible con nuestra participación.

Grónida conocía un ritual llamado la “Nana del bosque” que podía atraer y apaciguar abominaciones.  Su plan era utilizar el ritual para atraer a la abominación y separarla de la troll. A continuación, debíamos encender el farol y utilizar sus podres místicas para volver a encerrar el ente corrupto.

Sin embargo, este plan tenía varias dificultades. Primero, el ritual se debía realizar en absoluto silencio. Segundo, Grónida tardaría varios minutos en completar el ritual. Teniendo en cuenta que tendríamos que lidiar con una troll y asegurarnos que ni ella ni nosotros emitiésemos ningún sonido la misión se antojaba extremadamente complicada.

Finalmente nos distribuimos de la siguiente forma:
Vadakh, Suria, Legaleno y Vikeron se ocultarían fuera de la caverna esperando una señal para entrar y enfrentar a la abominación. Grónida, Angar y yo nos quedaríamos en la cámara. Grónida para realizar el ritual, Angar para poder atrapar la abominación con el farol y yo para atraer a la troll fuera de la cámara.

Por desgracia los planes nunca salen como esperamos. Aún arrastrábamos las secuelas de nuestro anterior encuentro con la criatura y sobrestimamos nuestras habilidades.
Cuando la troll poseída retornó a su refugio nos descubrió a Angar y a mí, y por supuesto se enfureció al descubrir intrusos en su hogar.

Haciendo una cabriola conseguí aturdir a la criatura dando a Grónida la oportunidad de comenzar el ritual. Sin embargo, la troll se recuperó mucho más rápidamente de lo que esperaba y recibí un terrible golpe que me lanzó contra la pared de la cámara.

El dolor fue tan terrible que perdí el conocimiento durante un tiempo. Al recuperar la consciencia pensé que me encontraba en una pesadilla pues solo veía oscuridad y apenas escuchaba un murmullo que seguía con una cadencia melodiosa.

Creo que escuché como Grónida impelía a Angar a abandonar la cámara y vi a Kverula salir de la cámara. Después mi mente se durmió para huir del dolor...

Ummm, es curioso. Juraría que la última vez que abrí los ojos podía entrever la salida de la cámara. Ahora sin embargo observo la cámara desde el extremo opuesto. Sí, allí al fondo veo a Grónida, sus cabellos dorados destellan en medio de la oscuridad. Pero entonces ese bulto que hay al fondo soy yo, Fenyek. ¿Dónde estoy? Miro a mi alrededor y veo unas grebas metálicas a mi izquierda. ¿Grebas? No soy tan bajito. Alzo mi cabeza y veo a Angar que se interna de nuevo en la cámara. Dioses, estoy dentro de Kverula, Y su instinto me lleva a entrar en la cámara siguiendo a Angar. Veo como la troll se aparta de Grónida y se lanza a por nosotros y entonces solo queda el vacío.

Sí, estamos en el túmulo de Odaiova y esto no es un sueño sino una pesadilla.

De repente veo como a la espalda de mis compañeros se empieza a alzar, ya libre de la abominación limosa, ocultando el cielo estrellado la sombra gigantesca de la troll. Instintivamente intento dar un grito de alarma, pero de mi garganta apenas sale un murmullo que queda apagado por el feroz rugido de la criatura que se lanza sobre sus desprevenidas víctimas.

Todos se vuelven sorprendidos pues estaban seguros de haber dado muerte a la troll. Sin embargo, allí está de nuevo y más enfurecida que antes. Angar, Vikeron y Vadakh le hacen frente mientras Suria dispara flecha tras flecha. La troll recibe herida tras herida pero a su vez devuelve los golpes con una fuerza brutal. Vikeron recibe un golpe de lleno y sale despedido hacía el bosque. Después de unos minutos eternos, la troll cae nuevamente.
Vadakh intenta decapitar a la troll yaciente, pero mientras intenta tajar un cuello grueso como la cintura de dos hombres corpulentos, los músculos, tendones y huesos de la troll vuelven rápidamente a su anterior estado.

Hay algo en mi mente que se quiere abrir paso entre el dolor, pero todo es muy confuso. Y finalmente recuerdo otro troll en otro bosque, hace tanto tiempo que podría tratarse de otra vida.

Solo el fuego puede dañar permanentemente a un troll y evitar que sus heridas se recuperen. Con un grito agónico lanzo la advertencia a mis compañeros. Angar se lanza inmediatamente a por una de las antorchas que habíamos utilizado para iluminarnos en la caverna y la utiliza como arma.

Sin embargo la troll está de nuevo en pie y arremete contra mis compañeros. A pesar del agotamiento y las heridas Angar machaca a la troll una y otra vez con la antorcha hasta que finalmente la derriba. Una vez caída la troll, Angar se sube encima de su cuerpo y continúa golpeándolo sin parar. Juraría que su pálida piel se torna aún más blanca si eso es posible y sobre su piel blanca empiezan a dibujarse finas hebras negras como ala de cuervo. Durante unos segundos Angar parece lucir negro sobre blanco uno de esos tatuajes que gustan hacerse los bárbaros.

Por fin la furia de Angar se agota vencido por el agotamiento, y en ese momento su piel vuelve a la normalidad.

Por lo que me contaron mis compañeros, el plan de Grónida terminó ejecutándose con éxito, aunque con muchas más dificultades de las previstas y a un coste extremadamente alto. Vikeron obtuvo su ansiada venganza al coste de su vida. Espero que los dioses le permitan reunirse con su familia.

Kverula y yo hemos estado al borde la muerte y esta aventura dejará en nuestros pellejos nuevas cicatrices. A su vez siento que algo oscuro crece dentro de mí. Aún es algo pequeño, pero está esperando pacientemente su oportunidad para seguir creciendo.

La abominación ha quedado aprisionada en la cámara gracias a la luz mística del farol. A pesar de los valientes intentos de Angar la abominación resultó ser imposible de destruir. 

Grónida informará a la Huldra en Karvosti para que se levante un tabú alrededor del Túmulo de Odaiova y las brujas se encargarán de mantener alimentado el farol cuya luz aprisiona a la abominación.

Nosotros descansamos unos días en Viejo Cruce y nos aseguramos que Vikeron recibiese las exequias que merecía, junto a su familia. Primero Legaleno y Suria partieron hacía Karvosti, seguramente ya habría allí órdenes para ellos. Vadakh se despidió con cariño de la exploradora, deseándose mutuamente volverse a ver. Días después, ya recuperados nososotros, partimos hacia Fuerte Espina en el sur.

Ahora al encontrar los Desvelados que vigilan la linde de Davokar para el duque de Narugor, no hago más que recordar lo cerca que estuvimos de morir Kverula y yo.

¿La corrupción nos afectaría de igual modo a trasgos y jabalís? ¿Volveríamos de la tumba para vagar eternamente entre las sombras del bosque? ¿Aceptaría el duque a un trasgo y un jabalí entre sus Desvelados?

... ... ...

EPÍLOGO I:

Casi un mes después Darda se escondía nerviosa por las calles de Kurun, su mensaje para Vadakh había salido el día anterior, y la situación en la ciudad empeoraba, en cualquier momento los cultistas tratarían de asestar un golpe mortal, y ella, cómo no, se vería afectada.

Solo deseo que el mensaje llegara presto a Vadakh...

... ... ...

Así vivió su aventura en Viejo Cruce y el Túmulo de Odaiova Fenyek... Ahora, la prorrogada visita a una ciudad al este de Ambria (lado del mapa que aún no han explorado para nada durante la larga campaña) será la siguiente parada de nuestros aguerridos (y oscuros) héroes.

Y tras el rolato, estado actual de los PJs de la campaña, a puntito, unos cuantos de llegar a Rango Heroico:



Marcados saludos.-

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