Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

lunes, 28 de marzo de 2022

Juicio en Templorrecio

 


Buenas,

Pues en base a la trama religiosa de “La Ira del Guardián” (Sarvola, la tablilla de los hermanos templarios, Kargoi Salamos, etc.), uno de los personajes, Tanis el Manto Negro, se metió de lleno en ella, llegando un punto en que se estaba complicando su continuación en la campaña principal, así pues, decidimos hacer un spin off, en el que centrarnos en él y los “líos” en los que se había metido, y así pues, cambiando de personaje para jugar la campaña principal.

El rolato lo hace Pepe, alternando entre el punto de vista de Tanis y un narrador en tercera persona, Tanis en el presente y recordando el pasado cercano.

... ... ...

PRÓLOGO I:

«Mi querida Darda,

Acontecimientos oscuros me llevan a separar nuestros caminos. Mi fe se ha tambaleado, pero no de una manera cómo solo tu podrías hacerlo y que aceptaría, sino de una forma a la que solo yo puedo poner remedio.

Mis actos para encontrar de nuevo mi fe me han llevado en levantar ampollas en gente muy influyente y a que mi nombre y actos sean difamados, pero con la ayuda de Prios podre limpiarlo y de paso volver a sentirlo a mi lado.

Jamás haría algo que pudiese hacerte poner en peligro, ya que te amo con locura, y a pesar de que me odies por esto, espero que entiendas que he de alejarme de ti, momentáneamente…. Cuando todo se resuelva volveré a tu lado y ni el propio Prios podrá volver a separarnos, pero si no lo consigo y sufro un fatal destino has de saber que mi último pensamiento será para ti.

Acontecimientos terribles se avecinan sobre la ciudad, lo he presentido, tu alma es buena, ayuda a los inocentes de la oscuridad que se cierne. He pedido que te dejen en tu habitación mi libro con las averiguaciones que posea, algunas de las cuales tú me has ayudado a recabar.

No soy quién para decirte lo que has de hacer, además sé que hagas lo que hagas harás lo correcto.

Por siempre tuyo,

 

Tanis Medianoche».

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Calentó en el fuego la punta del estoque, mientras miraba fríamente al noble. Tenía un aspecto muy desmejorado y apenas llevaba unas horas detenido. El noble miraba fríamente al manto negro –Te has equivocado. Has firmado tu propia sentencia de muerte– El manto negro se acercó a los barrotes –Fuiste muy rápido al sacar de la ciudad a tu familia– le dijo mientras acercaba su rostro al suyo. Casi sin tiempo para reaccionar apretó la punta al rojo de su estoque en la mano del noble. Este grito de dolor. En esos instantes el manto negro entro en la mente del noble. “¿Dónde está tu familia?” Esas palabras resonaron en ambas mentes. Una visión se dibujó en la mente del manto negro mientras sus ojos se volvían completamente azules, una granja en una aldea cercana… el noble ni siquiera se dio cuenta. El dolor en la mano se lo impidió…

 


La fina lluvia nos recibió en las cercanías de Templorrecio. Desde la colina ya divisábamos sus murallas. Thomar detuvo su caballo. Instantes después detuve el mío. –Pronto acabara hermano– me dijo solemne Thomar. –No le tengo miedo– conteste –Lo que ocurra será la voluntad de Prios– Justo cuando volvió a poner a cabalgar su caballo, contesto –Como debe ser–. Deje que se adelantase, y también que pasase delante mío el carruaje donde Lestra y Emundi pasaron conversando todo el camino. Solo entonces espoleé a mi caballo, pero tuve que detenerlo casi al instante, una punzada de dolor recorrió mi pecho. La herida era muy reciente, a pesar de los cuidados de aquella anciana, de hecho, solo Prios sabe cómo aun he llegado hasta aquí. Mis pensamientos viajaron a lo ocurrido hace dos días, tal vez si no pienso en la herida no duela…

 

…el manto negro abandono la posada, dejo el medallón en la habitación de la persona que más amaba y, a la que abandonaba la posada, una sensación de desasosiego le invadió, tal vez no volvería a verla… pero pronto desapareció debía llegar lo antes posible a aquella granja. Subió al carromato y salió por la puerta oeste de Fuertespina… a esa misma hora su amada lo hacía por la puerta norte con la intención de adentrarse en Davokar… tras una noche sin dormir siguiendo huellas, las de un carromato escoltado por cuatro jinetes, tal y como le había informado aquel guardia, preguntando por el paradero de la aldea en Brezoscuro, dobló el Bosque de la Herradura y pudo ver el humo de las chimeneas. No era tiempo de descansar. Preguntó en la única y austera taberna local por un carromato llegado hace poco, en un lugar así no debería haber pasado inadvertido. Y así fue. Solo pudieron dirigirse a la granja que estaba abandonada. Los tenía. Tenía su mayor prueba y con ello la posibilidad de limpiar su nombre, recuperar la fe y condenar a Salamos…

 

Las puertas de la ciudad se levantaban frente a nosotros. Thomar cabalgaba a mi lado. –Gracias por facilitar las cosas. Ha sido un honor escoltarte hasta aquí– sus palabras me trajeron de nuevo a la realdad, me sacaron de mis recuerdos y con ello volvió el dolor –Pase lo que pase en el juicio siempre serás un hermano. Solo has cumplido tu cometido. Ahora solo queda que Prios de su veredicto– contesto asintiendo. Las puertas se abren y entramos en la ciudad. El dolor es atroz. Vuelvo a recordar para no sentirlo…

 


…escondido en la linde del bosque el manto negro observaba la granja. Mercenarios del Sol custodiaban el granero, dos, y tres la entrada a la casa adyacente a este. Escabulléndose por detrás de una casa auxiliar llego hasta un lateral de la casa principal, junto a una ventana. Dentro otro más y su capitán. Casi sin tiempo a pensar una estrategia y distraído mirando el interior, de detrás de la casa apareció un nuevo mercenario que patrullaba, sorprendiéndolo y dando la alarma. Pronto se vio rodeado. Rezó a Prios y este envió a dos gigantescos y marmóreos guardaespaldas. En un abrir y cerrar de ojos uno de los enviados de Prios partió en dos a dos de los mercenarios. El manto negro se defendía eficazmente en el lateral de la casa. Los dos mercenarios que custodiaban el granero acudieron a la batalla. Tras atravesar la ventana para entrar en el ahora vacío interior de la granja, sintió como el estoque del capitán penetraba entre sus costillas. Dolor, pero se puso en pie. Tomó durante un segundo la iniciativa. Parecía tener el control. Afuera los enviados de Prios no tardarían en acabar con los mercenarios y el capitán parecía sufrir y defenderse a duras penas. Era su momento. Trato de cruzar la estancia y llegar a la puerta que comunicaba con el granero. Ahí estaban las criaturas, su prueba, de ellos dependería su vida…y ese fue su error. El capitán de los mercenarios se zafó de las criaturas marmoleas, ágilmente cruzo la estancia y se interpuso en su camino. Con una agilidad felina no solo le impidió el paso, sino que cuando quiso darse cuenta el manto negro, el estoque del capitán atravesaba su cuerpo. Dio unos titubeantes pasos hacia atrás. Solo Prios sabe cómo aún se tenía en pie. A su espalda los enviados de Prios se desvanecieron, las fuerzas le abandonaban, todo empezó a hacerse borroso. El manto negro se arrodillo. Su destino se volvió oscuro…

 

Miro la imponente catedral ante mí. En los últimos días me había imaginado en este mismo lugar, pero conduciendo un carro, sin dolor, y escuchando como dos criaturas se removían y gruñían en su interior. Nada más lejos de la realidad, lo único común de la ficción y la realidad es que, en ambas avanzo con la cabeza bien alta, pues Prios me guía. Descabalgo. Lestra me espera. Acaba de bajar del carruaje…

 

…el manto negro abrió los ojos. Seguía vivo. Alguien había cosido y vendado sus heridas, pero el dolor era punzante. Se incorporo de la cama. Descubrió que aún se encontraba en la aldea, pero en otra granja. Salió de la habitación, y se encontró en un salón en la que una anciana estaba en una rueca. Sorprendida de que estuviese en pie le insto a descansar. El manto negro se negó. Tras averiguar que llevaba un día inconsciente el anciano matrimonio le conto que le encontraron desangrándose en la granja, ya vacía. No se atrevieron a preguntar, y menos cuando vieron que el manto negro se fijó en los símbolos sobre la jamba de la puerta que les delataban como adoradores de los Muchos Dioses, que había ocurrido allí. El manto negro callo. Esos símbolos le recordaron a Darda, su amor. Agradeció los cuidados. Donó una importante suma de dinero por ellos al matrimonio y tras recuperar su montura se disponía a partir. En ese momento tres jinetes aparecieron en la aldea. Tres mantos negros. Thomar estaba a la cabeza. Le instaron a acompañarlos hasta Templorrecio. El futuro del manto negro seguía oscureciéndose…

Thomar, manto negro

 

Pasaron e hicieron un alto en Fuertespina. Durante el trayecto Thomar se presentó como la persona que defendería al noble en el juicio que se celebraría en Templorrecio. Una vez en el monasterio de Fuertespina el manto negro recibió una buena noticia. No iba a estar solo en ese juicio, su mentora había venido para defenderle. Le acompañaría en esos duros momentos. Su alma se alivió por unos momentos…

…mientras, en la oscuridad de Davokar, Darda dormía junto a Fenyek, Kiryn y Hoptar. Esa noche soñó con Tanis, con su amado….

 

Lestra

-Ante todo, gracias, por estar aquí en este momento– le digo mientras miro a los ojos de Lestra –puede que me encuentre aquí por mi inflexibilidad, por querer jugar en la misma mesa que gente mucho más influyente, por mi rigidez puede que me parta, pero el camino a seguir ante lo que se aproxima, tal vez sea el ser firme. Mis dudas en esa firmeza me hicieron tener dudas en la fe…- guardo silencio ya que es mentira que haya sido la primera vez que mi fe se tambaleo, Darda hizo que se tambalease, pero en esa ocasión tenía la seguridad de que hacia lo correcto. Lestra espera paciente a que continue hablando -¿Qué si no la fe en Prios puede poner una luz de esperanza ante lo que nos acecha?– consigo continuar diciendo –Has sido, desde la perdida de mis padres, todo lo que tengo, y tus enseñanzas han hecho de mí el hombre que soy. Siento si no he sabido actuar de la manera más inteligente en mis últimas decisiones, pero acatare y defenderé hasta las últimas consecuencias las mismas, y no dejare que ni tu nombre ni tu reputación se manchen– tras un momento de silencio y ante la impaciente mirada de Thomar desde las puertas de la catedral escucho la voz de Lestra –Entremos. Tu juicio empezará pronto-.

... ... ...

En el templo estaban ya reunidos todos los asistentes. El Gran Padre, la Curia, los curiosos espectadores que no querían perderse el juicio y por supuesto los acusados. El juicio no comenzó bien para el manto negro, que, tras presentar sus acusaciones de ocultar a entes corruptos en su casa, su propia familia, contra Kargoi Salamos, escuchó como el noble le acusaba de conspirar contra la iglesia y de asaltar ilegalmente su casa. Pronto quedo de manifiesto que el Gran Padre se inclinaba ligeramente a creer al noble y el manto negro se dio cuenta que sin la prueba principal iba a tener muy difícil apoyar sus acusaciones…

 

Camino entre la multitud que se ha congregado. Camino tranquilo, con la cabeza alta. Tras de mi escucho los lamentos e improperios de desesperación de Kargoi Salamos. Tiene miedo a la muerte. Tiene miedo a la hoguera.  

Prios ha dictado su sentencia. Cuando doblo la ultima calle veo ante mi la hoguera. Kargoi rompe a llorar…

 

El juicio continúa. Se acusa al manto negro de no haber terminado de dilucidar el caso de condena al asesino Angar de Styrgia por la muerte de Nicomo Lanseli. El manto negro se defiende diciendo que una lindorna hizo el trabajo por él. Muestra sus cicatrices. Las acusaciones continúan contra él. Malas amistades, las cuales asaltaron la propia casa del noble, una carta del padre Elfeno en el que se le acusa de perder el norte ayudando a un hereje de Fuertespina, pero una que saca de si al manto negro y es la que le acusa de tener una relación sentimental con la aprendiza de una hereje, Darda. El juicio empieza a ponerse oscuro para él…

 

Kargoi sigue maldiciendo, perjurando y suplicando mientras le atan al poste. A sus pies la leña y la brea está preparada. Me mira con odio, con desesperación, me mira como quien mira a un loco. Le devuelvo una mirada tranquila. Prios dicto su sentencia…

 

El manto negro hace un último alegato. Admite haber entrado en la casa del noble, admite el haberle extorsionado, pero pregunta cuál es la razón por la cual Kargoi aceptó la extorsión, que razón tan fuerte le hizo sucumbir a la propuesta de levantar la mano sobre el padre Sarvola. La respuesta del noble es evasiva y algo incoherente, pero es noble, y lazos le unen al Gran Padre y, tras relatar su pasado glorioso, se siente intocable. Tras el relato del noble, el manto negro solo le hace una pregunta, tranquilo tras parecer estar pensándola durante un tiempo, incluso concentrándose en ella: “¿Escondiste a tu familia corrupta en el sótano de tu casa?”. La respuesta del noble contundente y firme, negándolo, pero un atisbo de desesperación se dibuja en su rostro. El mantengo se sienta, parece por unos momentos satisfecho. El Gran Padre se dispone a dictar sentencia…

 


Las antorchas están encendidas, solo quedan unos instantes para que el veredicto de Prios se cumpla. A mi cabeza vienen las palabras del Gran Padre: “Solo existen dos culpable o dos inocentes. Si ambos son inocentes que se fundan en un abrazo de perdón y el noble quedará como siervo de Prios en el mismo Templorecio y el manto negro será recluido de por vida encargado de formar a nuevos hermanos en las artes de la magia y el combate en el monasterio de los Titanes. Si ambos son culpables serán condenados a la hoguera. La luz de Prios guía mi juicio”.

Mientras aprietan mis manos al poste miro a mi izquierda a Kargoi. Si rostro desencajado dista mucho del rostro afable de ayer cuando se acercaba a mí con intenciones de perdón y ganas de abrazarme, sino que se asemeja más a la cara de cuando me negué a abrazar a un traidor y un mentiroso. Incluso el Gran Padre se sorprendió y tuvo que acatar la sentencia de Prios.

Encienden mi hoguera. Mantengo la cabeza alta mientras escucho las últimas palabras desesperadas e inconexas de Kargoi. Vuelvo a sentir la mano de apoyo de Lestra en mi hombro el día del juicio y sus palabras “Siempre tan inflexible Tanis…”. Las llamas prenden. Mi pensamiento va hacia mis padres el ultimo día que los vi con vida. Las llamas empiezan a devorarme. No grito. Antes de que la oscuridad me lleve mi último pensamiento es para Darda. Me reconforta. La cabeza alta. No siento el dolor. No siento el calor de las llamas. Darda me abraza. La oscuridad me invade. No grito. Ahora estoy con Prios…

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EPÍLOGO I:

«Donde hay poca justicia es un peligro tener razón».

Farket de Qôrvando, poeta de Alberethor.-

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Y actualizamos el estado de los todos los personajes de Symbaroum Salvaje a estas alturas de la campaña:

Héroes de Symbaroum.

 

Marcados saludos.-

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