Buenas,
Continuación
de la misión "Little Geisha", misión completamente original ideada
por Mario que nos traslada a la búsqueda de una conciencia digital denominada
"Little Geisha", buscada por multitud de corporaciones a lo
largo del planeta, entre ellas Oberon. Está narrada desde el punto de vista de
Saburo Sakai, nuevo miembro del grupo y PJ de Manu.
...
... ...
Disparos en la noche
El
cadente zumbido de un helicóptero se ve interrumpido en la noche por el
impacto de un proyectil que de repente le alcanza de lleno.
El
grupo especial de operaciones de Oberon que va dentro del Sikorsky CH-53E Super
Stallion, entre el que me encuentro, esperaba que el transporte hasta
el punto de llegada, situado en una isla entre Japón y China, fuera más
tranquilo. Sin embargo parece que no vamos a llegar a nuestro destino en
las condiciones que nos gustaría. Nos atacan.
Mirumoto,
miembro de Oberon asociado a Ichiyo Higuchi y a su mega corporación Sakuraoka,
nos grita en alemán con marcado acento japonés que tenemos que preservar los
contenedores que transportamos. El batir de las hélices del helicóptero
casi no nos permite entenderlo correctamente, y el escocés, distraido
acariciendo algo en su regazo, se pone rápidamente en pie y salta. Sin más.
Flashback to Zurich
En
ese momento mi cerebro evoca el inicio de esta misión. Estamos en las oficinas
centrales de Oberon en Zurich, y en la habitación se encuentran Joubert,
Ichiyo Higuchi, el japonés que vino conmigo desde Tokio, llamado Mirumoto,
y un grupo de operaciones especiales de Oberon. Mi nombre es Saburo Sakai, y
soy un agente de Oberon en Tokio. El grupo lo componen O'Conner: irlandés,
ex-terrorista del IRA; McGregor: escocés, piloto de helicópteros que a su vez
habla con su perro Edward; Turner, criptógrafo americano; Dragunov: veterano
de guerra ruso que ha visto mejores y gloriosos tiempos; y von Issenhart:
alemán, un enano con cara de golfo que siempre está mirando su computadora de
bolsillo.
Joubert
nos explica que debemos hacer la extracción de Tomiko Paddington, una científica
de muy alto valor para Sakuraoka. Este miembro había sido
anteriormente extraída contra su voluntad hacia una corporación china, y
tenemos que conseguir su rescate.
¡Saltad, saltad, saltad!
Otro
impacto más en el helicóptero me devuelve a la realidad. Sinceramente, no
creo que aguante muchos más. El enano Von Isenhart, viendo que no podía
aportar mucho en el esfuerzo físico necesario para liberar los contenedores, se
lanza al vacío con su paracaídas, preguntándose si estos tíos que nos
disparan seguirían las reglas de la Haya de 1923 sobre el disparo a
paracaidistas.
Los
demás seguimos forcejeando para desenganchar los amarres de los
contenedores, pero entre los bandazos del helicóptero y que éste
seguía siendo blanco del fuego enemigo, simplemente mantenerse en equilibrio
era ya una tarea bastante complicada. Tras treinta interminables segundos de
coleteo, conseguimos desprender los amarres y ambos contenedores se deslizaron
por el suelo del Sikorski, para llegar al borde, precipitarse, y abrise el
paracaídas. Tras esto, saltamos el irlandés, el americano, el ruso y yo. Pienso
que Mirumoto saltó justo en ese momento tras nosotros, pero realmente no lo vi
saltar.
Tras
el aterrizaje, y la reagrupación, en la que tardamos más o menos una hora,
nos decidimos a inspeccionar el contenedor médico, y para nuestra sorpresa
vemos que integraba 3 ocupantes. Este equipo sería el encargado de atender
a la trabajadora extraída. Una rusa, Svetlana Putalova, y dos médicos más.
Estamos en medio de la noche, en un punto en mitad de una isla cubierta por la
jungla, y seguramente bastante alejados del punto esperado de extracción.
Camino del infierno
Durante
la noche, recibimos varios ataques de los chinos, pero nos deshicimos de ellos
con bastante facilidad, en parte porque el irlandés da unos botes
impresionantes... He de reconocer que yo personalmente no lo hice del todo mal,
emboscando a un grupo de cinco malditos chinos, pero aún así, tengo que hacerme
con unas piernas de esas...
Mirumoto
nos indica que hacia el norte está el punto de extracción. Durante el
camino, el enano analiza la vegetación y detecta que está alterada
genéticamente, lo cual nos hace pensar que esta isla no es una isla normal.
En
otro de esos ataques chinos nos enfrentamos a unos droids bastante duros, pero
al final nos hicimos con ellos poniendo al ruso de escudo humano, ya que no era
capaz de acertar con los tiros. De hecho, en un lance del combate se lanzó
contra cinco chinos gritando y haciendo explotar dos granadas de mano que
llevaba pegadas en el cuerpo. Tras la explosición, no me digáis cómo, pero el
ruso se levantó, se sacudío la armadura, y continuó como si nada, mirada
ausente y musitando entre dientes la vieja canción del Trololó, con una media
sonrisa no sabemos si de aprobación o de decepción.
Durante
el camino, intentamos hablar con la doctora Putalova, pero no nos hizo caso.
Además, vimos que Mirumoto intentaba hablar un par de veces con la doctora
Putalova, con la que discute airadamente, sin que sepamos muy bien por qué. En
este punto, a Turner se le enciende la chispa y decida llamar a sus
contactos en USA aprovechando la cobertura via satélite de su teléfono
para obtener más información sobre Mirumoto, los cuales le comentan
que Mirumoto era leal a Ichigo Iguchi y al Conglomerado Sakuraoka (la
corporación a la que representa Iguchi en la dirección de Oberon). Además, lo
que más le sorprende es que nadie sabe nada de Tomiko Paddington. A todos los
efectos no existe registro de ella.
¿Extracción o extra-acción?
Llegamos
al punto de extracción, una zona volcánica sobre una colina, y Mirumoto nos
informa que debemos colocar unas balizas térmicas para informar de nuestra
posición. Tras esto, decidimos formar un perímetro de seguridad.
Es
extraño, porque en este momento se nos ocurre abrir por primera vez el
contenedor de material, y es entonces cuando vemos que sorprendentemente
contenía material de armamento pesado. Al preguntar a Mirumoto por ésto,
nos dice que "es por lo que pueda pasar". Dragunov, sueños
en su cabeza, coloca una ametralladora pesada en posición y se pone a
los mandos, con esos gestos premonitorios que le hacen a uno pensar en la
épica. Yo creo que en su cabeza sonaba el himno ruso mientras se le escapaba
una pequeña lágrima premonitoria de lo que iba a acontencer.
El
contenedor guardaba además un aerodeslizador en forma de moto con un
enganche a modo de remolque, que nos hizo pensar que Mirumoto lo utilizaría
para escapar con Tomiko y los médicos. Le preguntamos varias veces que qué
estaba pasando, que si nos iban a dejar aquí, a lo que no obtuvimos respuestas
claras ni convincentes. Lo más concreto que conseguimos sacarle fue que
tendríamos que apañárnoslas para llegar al sur, a unos 30km del lugar.
Allí tendríamos nuestro transporte. Esto me olía mal y empecé a copiar los
movimientos de Mirumoto, para no quitarle ojo y estar atento de lo que tuviera
entre manos. Hay que decir que Mirumoto no participó en ninguno de los combates
anteriores y yo estaba más que mosqueado con el que empezaba a considerar
"otra escoria japonesa más". Mientras, el escocés y su perro
imaginario se pusieron a estudiar la moto, por si podían ponerla en marcha.
De
repente, una enorme cápsula llegó desde el norte, supuestamente con la
extracción. Mirumoto y yo nos acercamos y vimos el cuerpo de Tomiko, por
lo que la cogimos y la llevamos hasta la cápsula médica, donde empecé
a ver desde fuera que la metían en una especie de pecera, llena de cables que
conectaban a su cuerpo y cerebro.
En
ese momento el ruido inconfundible de los rotores de helicópteros de combate
nos advirtieron que la cápsula no venía sola. Volvimos la vista hacia
ellos y vimos 4 Blackhawk acercándose. La música de las valkirias empezaba a
resonar en nuestras cabezas.
Los
médicos estaban muy nervisosos y al parecer tenían prisa por extraerle algo a
Tomiko... ¿No se suponía que teníamos que extraerla por su valía, y con vida?
Me introduje en la cápsula y me acerqué de manera amenazadora a
Mirumoto con el brazo en alto preguntando que qué era ésto, y ¡el muy
perro me disparó a quemarropa! a lo que únicamente pude contestar como Serrat
pregonaba, golpe a golpe.
Una botella de Tyrconnell y un
trébol de 4 hojas
Si el
ruso era una máquina de comer ostias, O'conner fue todo lo contrario. Se
apostó contra una roca y empezó a disparar contra uno de los helicópteros, y
durante unos segundos que parecieron horas, consiguió abatir uno de ellos tras
un certero tiro en el rotor, por lo que empezó un descenso vertiginoso... ¡en
dirección a nuestra posición!
Mientras
tanto, el resto de helicópteros ponían la banda sonora del día a base de
ráfagas de ametralladora pesada, con algún redoble ocasionado por misiles
antitanque. Uno de estos proyectiles trazó una trayectoria perfecta hacia la
moto... con el escocés encima. Gracias a que Edward, su perro
invisible, le avisó a tiempo pudo rodar a un lado evitando la catástrofe.
Otro
misil impactó directamente contra la cápsula médica, y la hizo volar por los
aires, hecha añicos. Sí, yo estaba dentro, peleando a muerte con el perro de
Mirumoto, pero no entiendo cómo, la explosión me hizo salir despedido hacia
detrás atravesando la puerta de la cápsula.
Menos
mal que debí haberla dejado abierta cuando entré, porque de otro modo
hubiera sido destrozado por el impacto. Me levanté pensando en lo afortunado
que era y de que la armadura no fuese una de esas
piezas "made in China", cuando un sonido fuerte y grave captó mi
atención. El zumbido se hacía más y más grande, y mirando por el rabillo
oriental de mi ojo derecho, vi aproximándose a toda velocidad hacia mí la
mole humeante que representaba el helicóptero abatido por el irlandés.
Jooooooder, quiero una ciber-piernas como esas.
Mi
instinto de artista marcial me hizo saltar hacia detrás con un salto mortal que
me salvó la vida, porque las nueve toneladas de chatarra y un rotor girando con
compás descompasado oscilaron aproximadamente 1 metro de mi posición. Tuve
suerte, pero vi a Mirumoto cerca y me lancé rápidamente contra él. Estaba
debilitado y no podía dejarlo escapar. En ese preciso instante otro
helicóptero empezó a dispararme su maldita canción de muerte, así que tuve que
poner todos mis sentidos en esquivar la melodía de plomo. No pude hacerlo
mejor, por tercera vez en menos de 10 segundos salvaba mi culo nipón: una
acrobacia hacia detrás que siempre recordaré. Belleza en estado puro. Cuando
volví en mí, Mirumoto ya no estaba allí, había huído entre la jungla, y no
tengo ni idea de hacia dónde.
Russian Red
Era
el momento de Dragunov. Toda su vida peleando en mil batallas y en ésta por fin
veía acercarse su tan deseado final. Toda la misión evocando su querido lago
Baikal, sus cálidos atardeceres de verano a -7ºC, y ahora, mientras las
lágrimas caían por su mejilla a la misma velocidad que los casquillos de la
ametralladora pesada salían disparados a su alrededor, en verdad se dio cuenta
de que su momento había llegado. Cosió a ráfagas a uno de los
helicópteros y, sin dejar de disparar, aceptó con valentía su destino
escrito con balas del cañón automático de helicóptero de combate. Rodillas
en tierra, completamente destrozado y sujeto a la ametralladora pesada, aún se
le podía oír tararear su tan querido Himno nacional. Venados del lejano
lago Baikal bramaron en la distancia.
Des-enlace
Mientras
el enano intentaba acercarse a los restos de la cabina médica, descubrió que el
panorama era bastante desagradable: miembros de uno de los médicos
aparecían por desperdigados por la zona, y lo que parecían los restos de Tomiko
indicaban que era completamente imposible que hubiera sobrevivido. Lo que
sí oyó el enano fue a Putalova respirar, estaba viva, no
sabemos cómo. Al ayudarla a recuperarse, nos contó que todo era una misión
encubierta para extraer de Tomiko una mente virtual llamada Little Geisha, y
que Tomiko era el primer experimento en el que se aplicaba dicha conciencia a
un cuerpo físico. Nos dijo que por suerte pudieron extraerla a tiempo y
enviarla a la Malla a algún lugar indeterminado. Lo sabía, este puto
Mirumoto nos tuvo engañados todo el tiempo, como le vuelva a ver por las
calles de Tokio se las voy a hacer pagar.
Tras
un viaje de vuelta sin incidentes, conseguimos llegar al punto de
extracción donde, al cabo de unos 30 minutos, aparece nuestro
transporte y nos devuelve a casa.
... ... ...
Marcados saludos.-
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