Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

jueves, 19 de enero de 2012

Miedo a la Oscuridad


Buenas,

Pues nada, quedada para jugar, me lleve mi flamante y nueva caja azul. Todos estuvieron ojeando el mapa y el Vademecum y quedaron bastante impresionados, a Fabi, por ejemplo le gustó bastante el capítulo de los Primigenios (digo Arcaicos). El caso es que de antemano había decidido jugársela, al ver la caja y ver todos los nuevos sitios, esperarían una aventura en cualquiera de ellos. Así que lo que hice fue cambiarles de plano :P

Llevaba preparada la excelente aventura de JMPR “Miedo a la Oscuridad” en Vermigor. Resumo lo acontecido:


“La Panda de Robleda” se encaminaba hacía Marvalar, llevaban tres días de viaje. Todo había sido bastante tranquilo por el Camino de la Manticora, antes del Coto del Draco decidieron girar hacia el suroeste y atravesar el bosque cercano a Rocas del Draco y dirigirse en diagonal hasta la capital de Reino Bosque. Habían sido contratados por Lucius Volt, un arreglador de los bajos fondos robleño, con bastantes contactos en Marvalar. Su misión consistía en llegar a la capital y desde allí escoltar a la hija de un rico mercader hasta Robleda, donde se iba a prometer a un noble menor, pero empobrecido. Así una familia ennoblecería y la otra ganaría una suntuosa dote. En el momento de la “entrega” en Robleda habían de parecer la comitiva noble de la prometida. De ello hablaba, risueña, la compañía, Alexander comentó: -“Nada de liarse con la joven, ¡qué os conozco!”-. Todos rieron animados por la suave tarde otoñal.

Mientras atravesaban el bosque notaron que comenzaba a anochecer, y no les apetecía nada dormir cerca de Rocas del Draco, así que aceleraron el paso, tratando de avanzar lo más posible en la escasa hora de luz que quedaba. Poco a poco fueron percibiendo que el paisaje parecía cambiar a medida que avanzaban, de pronto no conocían el lugar. Estaban en un bosque de arces y sus huellas no retrocedían mucho antes de desaparecer.

Omadón se percato del sutil cambio de tipo de arboles, árboles que no podían estar tan juntos... informo al resto del grupo, que asustado desenvaino las armas y se apertrecho. Omadón gracias a su intuición sobre el Mal, sintió que el lugar era un sitio impío, un mal ominoso llenaba cada hueco, como una presencia sorda, que rodeaba, y a la vez estaba, en todo... Se pusieron espalda contra espalda temiendo lo peor. De repente llegó un grito femenino y multitud de aullidos de sanguinarios lobos. Una joven rubia apareció corriendo y se refugió entre el grupo de aventureros, mientras estos iban dando buena cuenta de los lobos, eso sí, no sin problemas ya que fueron heridos casi todos. Mientras mataban cánidos, iban avanzando en la dirección contraria de la que llegó corriendo la joven. Tras unos minutos de arduo combate los lobos se retiraron a lamer sus heridas.

La joven, que dijo llamarse Elisabeta les contó que estaban en el Bosque de Gälanesi, en el Condado de Svaria, cerca de su aldea, Gärgovi. Los héroes desconocían cualquiera de aquellos nombres, y a la joven no le sonaba ninguno de los que ellos aportaron (Robleda, Marvalar, Reino Bosque, Rocas del Draco...), pero la muchacha comentó que quizá su padre, un erudito boticario, podría ayudarles.

Así comenzaron a dirigirse hacia el este, Robert se fijó en que las estrellas diferían, no conocía las constelaciones de donde quiera que estuviesen.

Una vez en el pequeño pueblo de Gärgovi, tras un pequeño incidente en con los aldeanos, que los confundieron con los raptores de la joven Elisabeta, el padre de esta, Mircea, les invitó a cenar en la taberna del pueblo (regentada por un hosco matrimonio, él algo sordo, y cuya hija se mostró bastante interesada en todo lo que hablaba el grupo y Mircea, así como en Omadón).

Mircea agradecido preguntó por su origen y cayó en algo, La Conjunción (un eclipse que ocurre cada 777 años) tendría lugar en un par de días. –“La Conjunción hace que la magia se alinee en varios planos al mismo tiempo y que estos se superpongan los unos con los otros. De este modo los mismos lugares pueden existir al mismo tiempo en varios planos a la vez”- comentó, y así los héroes debieron traspasar de plano sin darse cuenta. También les explicó que hace años habitaba cerca un nigromante muy poderoso, la persona más versada en La Conjunción en todo Vermigor, Vyacheslav, fue quemado por brujo y enterrado en el Cementerio de los Asesinos, un lugar impío que nadie visita, en medio de la isla Ciocara, en el Lacul Dragan, el Lago del Dragón.

Mircea invitó a los aventureros a su casa, podían dormir en el desván. Los héroes durmieron aunque un viento tenebroso les hizo despertarse más de una vez.

Tras apertrecharse para la misión con equipo suministrado por el boticario (incluida la Espada de Octavian, un héroe local, que cogió Kinino), al día siguiente partieron hacía el Lacul Dragan, atravesarían el bosque, ya que era el camino más corto. De hecho, a la luz del día, todo el paisaje, bosque incluido parecía bucólico, tranquilo, lleno de vida. Antes de salir del pueblo la muda Ilse dio un medallón de buena suerte al paladín Omadón (que a la postre le salvaría la vida frente al vampiro).

Llegaron a medio día al cristalino río Birze, lo siguieron impulsados por la tranquilidad del paisaje, casi olvidándose de dónde estaban, hasta el gran lago. Encontraron, no sin una búsqueda exhaustiva, un viejo embarcadero cerca de las ruinas de una casona. Dos barcas descansaban en la playa, ajadas pero capaces, aun, de flotar. Varios cuervos descansaban en las ruinas y miraban con ojos malévolos a los héroes. En el momento que estos tocaron una de las barcas, mientras Robert investigaba las ruinas, los cuervos atacaron en desbandada, aún durmiendo a unos pocos con la magia de Robert, sufrieron múltiples picotazos que casi le cuestan la vida a Kinino. Una vez ya en la barca, remando hacía la neblinosa isla, Omadón y Robert con la varita de Valion, curaron al ladrón del grupo.

Una vez en la isla, ya atardeciendo llegaron al tétrico cementerio. Los héroes, pese a haber sido advertidos de no pasar la noche en el cementerio o cerca de él, iban con píes de plomo, examinando todo con cautela antes de dar cualquier paso o tomar cualquier decisión. Entraron en la cripta de Vyacheslav y tras retirar la tapa de la tumba, esperando lo peor, Kinino cogió el Grimorio. Pusieron píes en polvorosa hacía donde habían dejado la barca, temerosos de que las gárgolas del cementerio cobraran ahora vida... cuando salieron una tormenta había estallado, y el cielo estaba prácticamente negro a pesar de quedar una hora y pico para anochecer. Cuando ya se veían fuera del cementerio, las puertas de este se cerraron mágicamente, y un espectro (en realidad el del Nigromante) brotó del suelo, invocando de paso a zombis y esqueletos. Kinino cayó presa del pavor más absoluto y comenzó a correr en diagonal esquivando todo, llegó al muro y pese al terror del que era presa y a cargar con el gran libro, consiguió trepar por el muro y huir hacia el embarcadero, aunque en la caída del muro se hizo bastante daño en el tobillo. Mientras, dentro, sus tres compañeros aguantaban estoicos. Robert algo atemorizado, pero aún así golpeo con contundencia a varios zombis. Mientras Omadon expulsaba por pura fuerza de voluntad a varios muertos vivientes menores. Mas el desafío más difícil lo tenía Alexander que se enfrentaba con su fe a Vyacheslav, del que comenzaba a surgir una espesa y pavorosa niebla. Las convicciones del Alexander, aún alejado de la protección de su dios, Velex, eran muy fuertes y aunque en principio pareció resistirse, Vyacheslav comenzó a hundirse de nuevo en el suelo, algo atemorizado ante la fe del clérigo. Los héroes aprovecharon y con la puesta ya abierta comenzaron a descender hacía el embarcadero, mientras a su espalda el suelo temblaba y brillos verdes malsanos sobrevolaban el cementerio, donde se escuchaban gritos pavorosos en mitad de la tormenta.

Tras cruzar de nuevo el lago, nuestros aventureros hicieron noche al raso, haciendo escrupulosas guardias. Al día siguiente, a la luz del sol (lo que volvía otra vez todo el ambiente en un cuadro paisajístico y tranquilo) llegaron de nuevo, cansados y heridos a Gärgovi. Allí Mircea y su hija, Elisabeta, les recibieron entusiastas. El boticario estaba exultante y deseoso de comenzar a estudiar el ritual.

Interludio: Mientras en una tétrica habitación del Castillo Ferencz, mientras atardecía, la tapa de un ataúd fue abierta, un joven de piel marmórea y atractivo, descansaba dentro, con el pecho desnudo. Se incorporó como impulsado por la magia, un szgani le esperaba de píe con un abrigo de piel entre las manos, mientras se lo ponía murmuró: –“Está hecho mi Señor”-.

Los héroes se relajaron en casa de Mircea, curaron sus heridas y Omadón visitó a Ilsa. Robert trató de ayudar a Mircea en sus estudios, pero la poca comprensión del idioma local, no le permitía ser de mucha ayuda. Elisabeta preparó una deliciosa cena, incluso Ilsa trajo unas galletas para disfrute del grupo. Todos juntos cenaron (mientras Mircea seguía estudiando el Grimorio, lo que no le impidió tomar un té con las galletas de Ilsa). Sumidos por el cansancio y una extraña sensación de sopor, todos se quedaron dormidos sobre la mesa de la cocina. Habían sido drogados, al despertar todo indicaba que habían sido las galletas de Ilsa, láudano, parecía, Mircea estaba nervioso a la par que furioso, de noche el Conde y sus szgani habían entrado y se habían llevado tanto el Grimorio como a Elisabeta. Mircea exhortó a los héroes a pertrecharse para la persecución, puesto que no estaban lejos los raptores. Mientras preparaban los caballos (ya que el boticario disponía de unos pocos), Mircea cayó en la cuenta de que debían de haberle hecho el trabajo sucio al Conde Alecu, habían conseguido el Grimorio para él.

Los aventureros unidos al aguerrido Mircea montaron a caballo y se dispusieron para ir hacía el Castillo Ferencz. Pero en ese momento llego el padre de Ilsa, Piotr gritando: “¡Alejaos de mi hija! Quiero que os alejéis de ella o...”-, no terminó la frase, parecía desesperado. Los héroes explicaron al trastornado padre que sospechaban que su hija ayudaba al Conde, así pues, lo más probable es que estuviera con él. Tras esto, presto se pusieron al galope. Atravesaron la verde pradera y el denso bosque, cruzaron el Birze por un vado poco profundo y comieron sobre la montura en su larga persecución. Cuando salieron del bosque y llegaron al Páramo, Mircea vio a lo lejos el carromato negro del Conde, flanqueado por jinetes szgani. Los héroes y el azorado padre pidieron un último esfuerzo a sus caballos. Comenzaba a atardecer.

Tras unas yardas a galope tendido, tenían el carromato a tiro de flecha, los szgani que iban a caballo se pertrecharon con ballestas ligeras y comenzaron a disparar al grupo sin consecuencias grabes. Kinino hizo cantar a su arco un par de veces y un szgani cayó del caballo. Robert volvió a recurrir a la magia y durmió a tres szgani. Se estaban acercando más y más, poco a poco. El resto de szgani sacó sucias cimitarras y comenzaron a luchar cuerpo a cuerpo. Tras un breve periodo habían dado cuenta de todos ellos, pero el carromato se había vuelto a alejar. En el lejano horizonte el sol comenzó a teñir el cielo con tonos rojizos. Kinino que había rodeado el combate cuerpo a cuerpo llego en diagonal al carromato, su caballo resoplaba algo cansado. Kinino tomó la decisión rápido, se irguió sobre la grupa y saltó al techo del carromato, pero un píe se le enredó en el estribo y se sujeto a una barandilla del carromato de casualidad, trepó con dificultad hasta el techo, cuando observo las runas sutilmente grabadas en el negro carromato, una de ellas con forma parecida a la de una serpiente refulgió iluminando la tarde. De ella brotó una serpiente insustancial que atravesó la misma alma del ladrón. Éste quedó tendido en el suelo, en estado de shock y medio muerto. Los compañeros hubieron de esquivarle, más de repente un destello rojizo surgió del carromato, seguido de un agudo silbido que les hirió los oídos. Los caballos piafaron aterrorizados y los compañeros dejaron la persecución, viendo como atardecía mientras el carromato era engullido por las fauces que formaba la entrada al castillo.

Alexander se bajó del intranquilo caballo y curó al ladrón con su magia.

El castillo parecía inexpugnable, su misión y su regreso a Reino Bosque una quimera, el rescate de Elisabeta harto imposible. Buscaron alguna entrada secreta, quizá un desagüe... sopesaron trepar los muros, más unos cuervos en lo alto de las almenas acobardaban al herido Kinino, más aún que la extensa longitud de los muros. Todo parecía perdido mientras la tarde se iba oscureciendo, muy pronto el eclipse iba a comenzar...

De repente a lo lejos vieron una figura encapuchada, se acercaba a ellos haciendo gestos. Más de cerca identificaron, con sorpresa, a la bella Ilse. Se mostraron contrariados, pero creyeron pronto en la inocencia de Ilse, que declaró no saber nada. Incluso se ofreció a ser atada si no se fiaban de ella. Omadón se negó, confiando en la joven muda. Se dieron cuenta, también, de los latigazos que recorrían su espalda, fruto de la ira de su padre, el tabernero. Pero eso no era lo más importante. Traía con ella un antiguo tomo sobre la Familia Ferecz, en un pasaje se hablaba y describía una salida secreta. Así que todos prestos comenzaron la búsqueda...

El sol ya casi se había puesto del todo, cuando desesperado, Robert por fin encontró la entrada, eso sí, enrejada. Kinino con ayuda de Alexander comenzaron a picar en la base de los barrotes, pues la zona estaba en mal estado. Después en fila de a uno fueron entrando por el estrecho y oscuro pasadizo, hasta que llegaron a las mazmorras del castillo. Allí volvieron a curarse con la cada vez más escasa magia de Alexander, Omadón y la varita regalada a Robert por el Prior del Hacedor Valion. Iban a subir al patio de armas del castillo cuando ante la escalera se vieron cara a cara con un horror surgido de las más terribles pesadillas, un bocón barbotante, que casi mató a Robert y a Mircea. Éste último quedó inconsciente, y Robert al borde de la muerte, arrastró al boticario a una sala adyacente, confiando en que sus compañeros despacharan al horror fluctuante.

Y así fue, pero no sin daños, agotaron ya sí, definitivamente toda magia curativa y subieron al patio del castillo, antaño bello y hermoso, ahora ajado, triste, melancólico y... malvado. El eclipse comenzó, mientras se escuchaban unas campanadas desde una pequeña capilla. ¡Allí se debía estar realizando el ritual! De repente de la puerta de la capilla, encima de las escaleras les cortó el paso Elisabeta y un nutrido grupo de Szgani. Al parecer la hija de Mircea no estaba muy a gusto con su vida y había manipulado a su padre y a los aventureros para entregar el Grimorio al Conde, que a cambio le otorgaría la vida eterna del vampirismo. Mircena estaba consternado, entonces Alexander de Velex dio un paso adelante mientras Elisabeta mandaba matarlos a todos y se colaba en la capilla. El clérigo dijo con convicción: -“¡Os advierto szganis, por mucho que temáis a los colmillos de vuestro conde si osáis enfrentaros a nosotros os esperan los infiernos de Velex, el Señor de la Guerra, donde sufriréis los peores tormentos por toda la eternidad!”-, dos de los szgani se lo pensaron acobardados, los demás atacaron con la ventaja de estar en terreno superior (las escaleras), la batalla fue corta y sangrienta. Y pronto sólo uno de los szgani siguió con vida a costa de mostrar la cobardía de huir del fragor de la batalla.

Los héroes entraron en la capilla donde el Conde Alecu y Elisabeta realizaban el oscuro ritual, con la rara luz del eclipse iluminando la gran estancia y llenándola de raros colores y tonalidades oníricas debido a una gran vidriera rota. El vampiro empujó con fuerza sobrehumana a la joven rubia por la cristalera y ésta sólo se salvo gracias a su padre que se arrojó a sujetarla. El grupo trato de flanquear al vampiro, que sacó su tétrica espada. Entonces comenzó la lucha, Omadón golpeó un par de veces al vampiro con su espada mágica, Robert lanzó un proyectil de azulada energía mágica. Más el vampiro era también un gran brujo e invocó cuatro copias ilusorias de sí mismo, haciendo imposible decidir cuál era la verdadera. Pero suplicando a Velex, Alexander anuló la magia del poderoso vampiro, que ahora gracias a otra hechicería se movía raudo como el viento. Omadón le volvió a golpear, al igual que Robert con su ballesta (aunque sin mucho efecto), casi todo el grupo probo el filo de la espada del conde, cuando Kinino, artero, impactó un golpe muy poderoso y calculado al no-muerto con la espada de Octavian. Alecu gruñó y lanzó la espada a media sala de distancia, clavándola en el altar. Se lanzó contra Kinino con las manos desnudas, y éste le esquivó por poco, intentó a la vez hipnotizar al mago, que ahora también contaba con varias imágenes espejadas... pero la fuerza de voluntad de Robert era férrea. En medio del combate, Kinino se escabulló y cogió el Grimorio, se lo llevó a Mircea (que ya había subido a su hija) y le instó a que comenzara el ritual, el boticario comenzó a leer el grimorio y sacó una tiza de un bolsillo.

Guiados por la bendición de Alexander todo el grupo impactó con mayor o menor fortuna al vampiro, otro tajo de la espada de Octavian encolerizó aun más al Conde, éste se giró hacia Omadón y le cogió con ambas manos por el cuello, la esencia vital del paladín comenzó a abandonarle, más el paladín de Valion pensó en el medallón que Ilsa le regaló y con coraje resistió e impactó en el pecho al vampiro con una patada, el resto del grupo volvió a rodear al vampiro golpeándole de diversa gravedad. Cuando se volvió a hacerles frente, Omadón recogió su espada mágica del suelo y le atravesó por la espalda, surgiendo la brillante punta de su espada por el esternón del no-muerto.

De repente, éste, se volvió humo, niebla y se expandió y difumino rápidamente. De repente Robert y Omadón cayeron en la cuenta de una vieja leyenda... los vampiros vuelven a sus ataúdes y se recuperan de sus heridas... a no ser que estos estén benditos o inutilizados con una rosa silvestre... el vampiro comenzaba a materializarse en el ataúd, no aguantarían otro combate, enfrentarse de nuevo al Conde era la muerte segura para todos ellos. Omadón gritó a Alexander: -“¡Bendice YA el jodido ataúd!”. Alexander se acercó al ataúd apoyado en la pared, sacó el sagrado símbolo de Velex y lo apoyó en el féretro. A voz en grito, vehementemente cantó: -“Oh Velex, Señor de la Guerra, tú que velas porque aquellos que mueren en leal combate, obtengan el descanso de la eternidad, impide que aquel que ha escapado del sino de la muerte siga burlando su destino”-.

Con la última silaba de la letanía de Alexander el Conde a medio materializar, lanzó un grito agudo y terrible. Ante los ojos de los atónitos amigos, el vampiro envejeció mientras se retorcía en una horrenda mueca de dolor, su boca se abrió de par en par y un surtidor de sangre brotó de ella, empapando a los que estaban observando de cerca. Mientras el Conde envejecía hasta adquirir el aspecto de un cadáver inerte, como si el tiempo implacable quisiera recuperar lo robado. Con un último y terrible grito, Alecu se descompuso en un montón de cenizas...

Elisabeta desesperó con la muerte del Conde, y completamente fuera de sí, se abalanzó sobre el féretro y las cenizas, gimiendo, llorando y gritando. Más el grupo no le hizo mucho caso, y apremió a Mircea a que terminara el ritual. El boticario había dibujado un circulo y un pentáculo, y cantidad de runas y glifos alrededor, -“Meteros dentro RÁPIDO, queda poco tiempo, demasiado poco”-, todo el grupo le hizo caso menos Kinino, que corrió hacia el altar, su objetivo era la espada del Conde, pero estaba fuertemente clavada. Sólo tenía una oportunidad, y gracias a su fuerza y vigor la aprovechó. Corriendo con la espada se metió en el círculo. Ilsa mirando a Mircea suplicante, entró en el círculo.

Mircea estaba visiblemente nervioso, con el poco pelo despeinado, murmuraba: -“Necesito más tiempo, más tiempo...”- El poco sol del atardecer fue completamente ocultado por la luna, la sala quedó en penumbra. El eclipse se completó a la vez que Mircea dibujaba el último símbolo. Una llamarada de luz rojiza surgió de los trazos. Una campanada tañó vibrando y extendiéndose, perezosa en el tiempo. Ciegos y desorientados, los héroes sintieron caer, arrastrados en una espiral interminable... de repente todo cesó. Sonó estridente el sonido de grillos... estaban en un bosque. Robert miró al nocturno cielo y distinguió las conocidas constelaciones que se veían desde el continente de Valion, -“Estamos en casa”- murmuró.

Ilsa miró a su alrededor con ojos abiertos y sonriente, -“Este lugar es hermoso...”- dijo con voz dulce y fluida, tras esto comenzó a llorar de felicidad...

Epilogo 1: Los héroes habían abandonado su plano de existencia durante tres días, así que no pudieron llegar a cumplir la misión que les había encomendado Lucius Volt. Eso no les puso en muy buenas relaciones con el contratista y con el rico mercader de Marvalar. Pero a ellos les dio igual, estaban de vuelta en Robleda, en su tierra... y eso no era poco. Tras dos semanas de asueto y descanso, Omadón comenzó un romance con Ilsa, ésta a su vez, con su melodiosa voz recobrada, contestó con pasión al paladín, y pidió a Robert convertirse en su aprendiz. El mago sorprendido con la petición (pues no tenía a su magia por muy ducha), la aceptó de buen grado, y ello henchió su mermado orgullo.

Epilogo 2: En otro plano de existencia, muy lejos y a la vez muy cerca, en las ajadas catacumbas del Castillo Ferencz, una joven rubia trazaba símbolos arcanos en el suelo, el blanco de su vestido contrataba con las sombras oscuras de la estancia. Abrió un viejo y conocido grimorio, mientras comenzaba a canturrear una oscura salmodia... tendría su promesa...



Conclusión: Aunque en principio pueda parecer una aventura bastante lineal, no trasmitió esa sensación al grupo, ya que (aunque de manera lógica) en cada caso eligieron lo que “debían” hacer siguiendo en todo momento la aventura, pero por sus propias decisiones.
Donde no daban pie con bola era en los combates, sobre todo con los cuervos y con el bocón barbotante, les costó dios y ayuda, pifia tras pifia, mala elección tras mala elección, sin embargo con Ferencz les salió todo a pedir de boca (además de un buen montón de tiradas por encima de 15), y sólo les “acojonó” dos veces (pero yo permito tirada de salvación contra Muerte para evitar perder los niveles, aún así en ambas tiradas se mascaba la tragedia, por suerte para ellos, las pasaron, una de ellas repetida, gracias al medallón de Ilse). La verdad es que le bajaron los PG relativamente rápido, y ya eran las 3 de la mañana pasadas, así que les permití una tirada de SAB-6 para saber que bendiciendo el ataúd o poniendo la rosa silvestre harían imposible que el vampiro se volviera a materializar allí... ¿Pequé de Master Mamá? Puede ser, pero era tarde y llevábamos jugando mucho y estaba realmente cansado :P

En definitiva, que es lo que importa, nos lo pasamos muy muy bien, y aunque regresaron a Reino Bosque, todos me han pedido que haga más aventuras en Vermigor, llevando “nativos” del plano, alternándolas con las otras de la Panda de Robleda. Sus deseos son ordenes para mí :P

Marcados saludos.-

4 comentarios:

  1. Me ha encantado la crónica y por lo que veo la aventura salió perfecta.

    En cuanto a lo que comentas de la pérdida de niveles, yo también permito tiro de Salvación, que me parece si no una salvajada :P

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  2. Bueno, perfecta perfecta... el ladrón se quedo una vez con 0 PG y otra con 1, por pifias y malas elecciones, tanto contra los cuervos como asaltando el carromato. Murmuraba, el jugador, angustiado “Pues no me van a matar una mierda cuervos” :P

    Y contra el bocón, el mago a 1 PG y Mircea a -1 (tire al azar a quien le iban los escupitajos y le toco uno), ahí vi claramente que se quedaban en Svaria xDDDDDDDD Por suerte, aunque muy picado, el mago arrastro a Mircea a la otra sala y le curó con la varita que se consigue al final de “Ladrones de Cadáveres”.

    Luego con el vampiro sí que les salió todo lo bien que se puede. Eso sí, si hubierá habido un segundo round... se lleva a todos por delante (el que más PG tenía no pasaba de 15).

    Un saludo y gracias por tan magnífica aventura :)

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  3. Publicada en el Codex
    http://codexdelamarca.com/chronicle/cronica-de-miedo-a-la-oscuridad-la-panda-de-robleda/

    No la he querido leer para no destripármela aunque me temo que seré DM también con ésta :)

    Pablo "Diacrítica"

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  4. Gracias Pablo.

    Jejeje, me temo que te pasa como a mí... DM eterno...

    Un saludo.-

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