Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

viernes, 21 de febrero de 2020

Los Niños Perdidos


Buenas,

Y otro rolato más de la campaña de Symbaroum Salvaje y ya van... ¡Buff, he perdido la cuenta! El caso es que el “rolato” le toca hacerlo a Pepe desde el punto de vista del cada vez más oscuro Dakeyras, el fugitivo ladrón de Yndaros le vuelve a mandar una carta a su mujer e hija, que, recordemos, están escondidas en la pequeña aldea de Hirot, en los páramos de Nueva Berendoria.

La aventura cogía varias búsquedas y tramas personales que se han ido creando (muchas veces por los mismos jugadores) y se mezcla con una trama/misión más general y clásica, buscar a unos niños raptados. Pues nada, os dejo con el rolato de la aventura Los Niños Perdidos.

... ... ...

PRÓLOGO

“Si mal no recuerdo, la infancia consistía
en tener ganas de aquello que no se podía conseguir”

... ... ...

La corrupción del alma...

Abandonó el salón del Reposo de la Costurera tras despedirse de Balka y pagar la deuda, dirigiéndose a su habitación. Estaba de vuelta en Fuerte Espina tras regresar de ver a Bogdan en Brezo Oscuro. Confiaba en que con el tiempo ese comerciante fuese su llave para vivir en paz con Valeria y Aela y dejar atrás esta vida.

Cuando estuvo a solas en su habitación, tuvo la impresión que hacía años que había salido de allí con Fenyek en busca de Nigga, y su espíritu estaba más sombrío y taciturno que de costumbre. Encendió una vela y mojo la pluma en el tintero...

[Carta]

No me siento muy orgulloso de lo acaecido últimamente, pero en ocasiones los sentimientos más oscuros son más fuertes que la voluntad. Tal vez calme mi alma contándotelo.

Todo empezó hace unos días cuando Fenyek y yo recibimos noticias sobre el paradero de Nigga, la trasga que nos robó tiempo atrás. La información fue cara, pero Fenyek, ávido también de venganza adelanto la mitad del dinero a los cazarrecompensas que nos la facilitaron. Se había comprado una granja, “El soplido entre los sauces”, a las afueras de Jakaar. Balka y sus hermanos también nos dijeron que Gaedros, un cazador de monstruos, también se encontraba allí, en el pequeño poblado. Ese tipo tenía una antigua espada de la familia de Angar, el noble trocalengo que conociste y cuyo padre tiene tratos con Maximiliam. Pagó por esa información, a su familia le sobra el dinero, con lo que pude devolver el dinero a Fenyek. Lynae se unió a nosotros buscando un ritual para aliviar su espíritu que podría conocer un sabio de la ciudad según sus propias investigaciones.

Cuando llegamos nos dimos cuanta de que Jakaar estaba dividida en dos, tanto física como espiritualmente. El lado al norte del río Felic estaba repleto de colonos independientes y bárbaros, y el lado sur de ambrios. En el lado norte el viejo alcalde Rogun (que hace años trajo a los colonos desde Alberetor en pos de una visión) encabezaba a su pueblo, y al sur la Magistrada Mandila Erebus gobernaba el puesto comercial ambrio, con una delegación de los Exploradores de la Reina... La tensión era patente... Pero algo más, al margen de este enfrentamiento, pasaba en la pequeña ciudad. Una tristeza preñaba cada rostro...



Tras unas averiguaciones, acompañé a Angar en busca de Gaedros. Lo encontramos en una posada. Ambos hablaron en un reservado, pero escuche la conversación mientras disfrutaba de una pipa. Gaedros tenía la espada legendaria y no estaba dispuesto a devolvérsela. Stotandust, forjada en Alberetor hace cuatro siglos, perteneció al héroe Iakobo Serna, el cual, en su último aliento, confió la espada a su amigo Abeldan Styrkia para que la entregase a la iglesia, pero este jamás llego a hacerlo convirtiéndola en la espada familiar. Ese jodido caza monstruos mostro la historia de la espada en las narices de Angar a través de una gema incrustada en su mano, la cual, además, parecía hecha de esmeralda. Pero el trocalengo no salió con las manos vacías del encuentro. Gaedros encontró la espada en unas cuevas en las cuales se asentaba un culto que adoraba a un ser al que llamaban el Padre de la Noche, hacía ya más de cinco años. Este culto tenía retenido al abuelo de Angar desde hace más de cuatro lustros y Gaedros no pudo rescatarle en aquel entonces. Le ofreció acompañarle a su rescate. Angar no lo dudó ni un instante.

Tras reunirnos con Feyek, el nervioso e inquieto trasgo, se enteró de que los niños de Jakaar estaban desapareciendo. No sabían si el bosque o una abominación se los llevaba. Nosotros pensamos que probablemente el culto estaría detrás de las desapariciones y el viejo Rogun, alcalde de la ciudad, ofrecía una cuantiosa recompensa con el dinero juntado por los ciudadanos, Fenyek llegó a un acuerdo con él. El trasgo y yo dejamos la venganza para después, tal vez deberíamos haberla olvidado del todo, y decidimos encontrar a los niños.

Antes de poner rumbo a las catacumbas del culto (cuya localización creía recordar bien Gaedros, y además contábamos con las habilidades de Fenyek) visitamos la cabaña Sicandero, un viejo sabio que podría ayudar a Lynae con la oscuridad que comenzaba a anidar en su alma (¿y en la de quién no?). Entré junto a ella en la cabaña del viejo. No parecía ser lo que decía. Cuando nos confiamos un chasquido me puso en alerta y el muy hijo de puta, a pesar de estar tullido, nos apuntaba con una ballesta cargada. Entre todos conseguimos reducirlo, pero Lynae quedo sin su ritual.

[…]

Levantó la vista del pergamino y dio un sorbo al tazón, cuyo contenido aún estaba caliente, dulzón y con ese regusto férrico. Volvió a mojar la pluma en el tintero

[…]

Camino de las catacumbas, la primera noche un grupo de dragules nos sorprendió en el campamento. Estábamos en las inmediaciones de Davokar y los espíritus están inquietos y corruptos. Pudimos vencerlos gracias a la fiereza de Lynae y Angar ya que mis flechas no parecían hacer mucha mella en ellos.

Tras esquivar una fuerte tormenta y evitar a una abominación con forma de oso llegamos al lugar donde se escondía el culto. Al haber dos entradas nos dividimos. Perdimos de vista a Fenyek, Gaedros y Kverula. Junto a Lynae y Angar nos adentramos en las oscuras catacumbas.



Al poco de ello, unos cultistas casi nos sorprenden, pero dimos cuenta de ellos, y tras interrogar Angar a un superviviente, conseguimos indicaciones de donde se podrían encontrar a los niños y a su abuelo.

La estructura apuntalada con ladrillos viejos, giraba, subía y bajaba con tramos de escalera legamosa. En un pasillo, solo iluminado por la antorcha que portábamos nos encontramos con varias puertas. La del fondo parecía brillar con luz propia. Un frio que te congelaba los huesos emanaba de la habitación a través de la puerta. No me preguntes por qué ni cómo, pero escuche como Aela me llamaba desde el otro lado ¡Era claramente su voz! Los intentos de Angar por detenerme fueron en vano y abrí aquella maldita puerta. Seis pequeños espíritus pertenecientes a niños se dispusieron a abrazarnos como muestra de gratitud por su liberación. Saliendo de mi ensimismación pasé entre Angar y Lynae y preparé el arco para repelerlos. Lynae parecía mantenerse alejada de ellos y con la lanza pudo acabar con uno. Angar blandía su espada en amplios círculos a su alrededor acabando con otro y manteniendo al resto a distancia, pero uno de ellos le abrazo la pierna y el frio congeló todo su cuerpo. Su vida se iba como el vaho que exhalaba por la boca. Lynae y yo pudimos acabar con otro, pero la trocalenga no pudo evitar que otro de ellos la abrazase y le helase hasta la mismísima alma, cayendo como un peso muerto.



Acabé con otro de un certero flechazo que no le atravesó como el resto y tuve que salir de allí corriendo y esconderme en un viejo salón hasta que los últimos de los niños se perdieron en los oscuros pasillos. Cuando volví junto a mis compañeros Lynae era un tempano vacío de cualquier atisbo de vida, pero a Angar aún le quedaba un último aliento de vida en su pecho. Los llevé como pude a otra sala más protegida y tras varios intentos en vano para reanimarlos volví a escuchar pasos por el pasillo. Esta vez eran Feyek y Gaedros, acompañados por Halcón, un sectario arrepentido y Vadakh, un hombre de armas hecho prisionero hacía una semana por el culto, cuyo destino era ser sacrificado al Padre Noche. Justo antes de encontrarme con ellos, también había oído voces al otro lado de la puerta a la que originalmente nos dirigíamos, al parecer los cultistas nos habían detectado y aceleraron el ritual que se estaba preparando.

Halcón reanimo a Angar y devolvió el calor a mi brazo entumecido. Ojalá, mi querida Valeria, que toda cicatriz que los últimos acontecimientos me dejaron hubiese sido eso.

Guiados por Halcón, llegamos a las mazmorras. Allí encontramos al abuelo de Angar. Estaba en harapos, demacrado y muy desorientado. Apenas reconocía quien era su nieto (lógico por otro lado). Incluso, después de intentar morder a Angar, el jodido viejo se cagó encima.

Halcón quedó al cuidado del anciano, mientras siguiendo sus indicaciones los demás accedimos a una gran caverna donde se estaba produciendo un ritual a través del cual y mediante el sacrificio de los niños raptados, iban a invocar al Padre de la Noche. Desde la retaguardia me deshice de algunos sectarios, la caverna estaba repleta de ellos, mientras Fenyek y Kverula cargaban contra ellos. En mitad de la caverna una laguna, de oscuras aguas que era bañada por la luz de la luna que entraba por una pequeña oquedad del techo, hacía pensar lo peor. En un extremo estaban atados los niños a unos pilares, para algunos ya era demasiado tarde, y en el extremo opuesto, tras un altar negro, un sacerdote terminaba el ritual. Gaedros cruzo por el borde la laguna y se abalanzo sobre un numeroso grupo de cultistas. Vadakh y Angar siguieron los pasos de Fenyek dispuestos a acabar con el resto de seguidores del culto. Mis flechas no impidieron que el sacerdote concluyese el ritual y un oscuro, maligno y antiguo ser brotó de las oscuras aguas...

... jamás he sentido un pavor semejante al verlo. Durante unos instantes mi mente se apartó de aquella caverna y viajo hasta Hirot, con la esperanza de veros por última vez, ya que intuía que no saldría con vida de allí. Vi como Aela crecía, como nosotros envejecíamos felices, como el tiempo cambiaba de invierno a primavera una y otra vez...

...el ruido de la batalla me trajo de nuevo a la realidad de la caverna. Feyek estaba cerca del sacerdote que había retrocedido, dejando un rastro de cadáveres a su paso. Gaedros hacia una carnicería con los cultistas y Vadakh y Angar, sobre una pila de cadáveres hacían frente a la abominación. Angar vio como su espada se consumía, tras herir al Padre de la Noche, en un charco de ácido y los tajos de Vadakh resultaban infructuosos ante el ser. Por un instante mantuve a raya mi pulso y una flecha atravesó la cabeza del engendro poniendo fin a su existencia. Mientras los demás dieron cuenta de los últimos cultistas otra de mis flechas segó la vida del sacerdote, aunque no sería la última vida que me cobraría antes de escribirte esta carta.

Cuando salimos de allí, dimos sepultura a Lynae. Tampoco estoy orgulloso de como vendí la antigua lanza de la trocalenga, que encontramos en el sepulcro de Hurian Lo-Apak, a Angar, pero en estos momentos yo necesito más que él el dinero.

Cuando llegamos de nuevo a Jakkar, después de haber salvado la vida de tres de los diez niños desaparecidos, Rogun nos felicitó y nos dio la recompensa acordada. Angar volvió a mostrar su caballerosidad donando su parte al pueblo, su zona norte parecía bastante necesitada...

Tras ello, visite a un perista llamado Candelabro. El tipo, intuí, resulto ser del Sekretorium Real. Parecía un tipo peligroso. De hecho, parecía conocerme. Tras cerrar un trato con él por la rodela mística de Lynae, nos dimos un banquete por todo lo alto en el Salmon Tambaleante en honor de nuestra amiga finada. Durante la fiesta una bruja joven de Karvosti, con máscara lacada, llamo nuestra atención por la ventana. Cuando salimos a su encuentro en un callejón nos transmitió un críptico mensaje para Magadala obtenido a través de Skutal, un hurón al que le salvamos la vida en el pasado: “Atenta a lo que yace en Esperanza de Salindra... un mal primigenio está a punto de levantarse... En dos lunas correrá la sangre en la colina de lodo.” No tengo ni idea de a lo que se puede referir, cosas de brujas, pero si es tan peligroso como parece, que os pueda poner en peligro a cualquiera de las dos, acabare con él.

[…]

Suspiró. Miro a través de la ventana que estaba encima del pequeño escritorio. Cerro los ojos y se dijo que terminaría de contarle todo.




Ahora sé que tal vez lo mejor es que hubiese vuelto a la fiesta, beberme todo aquel vino añejo en honor a Lynae y dormir la borrachera, pero en lugar de ello miré a Fenyek y le dije que había llegado la hora.

Llegamos a El soplido entre los sauces. Vadakh y Angar nos acompañaron, era de noche y quizá la oscuridad y el alcohol nos envalentonaba. Cuando estábamos en la linde de la granja vimos como unos bandidos querían asaltarla. No íbamos a permitir que aquellos desarrapados nos quitasen la venganza. Cuando cayó el primero de ellos por una flecha, los demás se pusieron en alerta. Corrieron al patio de la granja por la puerta principal. Allí les hicieron frente Vadakh y Angar que habían saltado uno de los muros laterales. Su líder sorprendió a Vadakh con una saeta que había lanzado escondido desde una piedra en el lago contiguo a la granja. Los bandidos no fueron rivales para el guerrero, el trocalengo y el trasgo sediento de sangre, y cuando yo estaba en el tejado de la casa dispuesto a matar a su líder, este salió huyendo viendo que sus compañeros habían caído.

En ese momento Nigga salió de la casa acompañada de dos pequeños retoños. Mira por donde ahora Fenyek era padre. Sin importarle lo más mínimo metió a Nigga al interior de la granja y la tiro contra la cama. Los pequeños lloraban. Fenyek se disponía a violarla mientras Nigga intentaba dar explicaciones de que la mayoría del botín se lo quedo su hermano. Nada iba a detener a Fenyek. Su propio hijo se interpuso con un cuchillo, pero este lo apartó, dispuesto a violar a su madre. Angar protegió a los pequeños y severamente intento convencer a Fenyek de que desistiera de sus propósitos. Invite a Angar a salir fuera con los niños. Él se empecino en que dejáramos estar todo como estaba. Fenyek seguía con sus lascivas y cruentas intenciones. Lo único que hice, guiado por el odio, fue tensar una flecha y atravesar la garganta de Nigga, sin importar que sus hijos estuviesen presentes. Le prometí que tendría derecho a su venganza cuando creciese y que lo estaría esperando llegado el momento.

Cuando abandoné la estancia y salí al exterior, noté como si del cielo me envolviesen oscuros zarcillos que provenían de las sombras del bosque, penetraron en mi alma. Detrás de mi Fenyek renegaba de sus hijos, y Angar le instó a que no les pusiese una mano encima, jurando protegerlos y dándoles una vida mejor en Fuerte Espina.

Como ves mi amor, no puedo estar orgulloso de lo que hice, pero tampoco puedo borrarlo ni cambiarlo. Tal vez algo haya cambiado dentro de mí, pero lo que sigue inquebrantable es que hare cualquier cosa para que los tres podamos vivir juntos y alejados de acontecimientos como los aquí relatados.

Dale un beso a Aela.

Os quiero.-

[…]

Tras lacrar la carta, apuró el contenido del tazón y se miró en el sucio espejo de la pared. La imagen que le devolvió el espejo parecía muy distinta de la última que recordaba, canas y arrugas nuevas, pero aún se reconocía, ¿lo reconocería igualmente Valeria?


... ... ...

EPÍLOGO:

El viaje de retorno a Fuerte Espina se torna en una vorágine de sentimientos encontrados, por un lado, está el hecho de que mi abuelo está un paso más cerca de retornar a su hogar y reunirse con su verdadera familia, que al menos el tiempo que le quede en este mundo antes de que el gran Prios le llame a su presencia que sea con los suyos. Y por otro creo que sin quererlo me he convertido en un padre inexperto, un padre de dos criaturas que se han quedado huérfanas a través de un acto deleznable, mi honor no me deja desentenderse de estos dos pequeños, Fenyek II y Fenya se llaman, no puedo, pues en cierta manera yo ayudé a llegar a los asesinos de su madre ante ella, intente mediar para que no pasara lo que pasó, al final fracase...

Quien yo creía que eran personas de fiar, hoy lo dudo, pese haber visto muchas cosas extrañas siempre pensé que en el fondo eran nobles almas, hoy no estoy tan seguro de ello, ¿de qué me sirve estar con esta gente?, sí, son resolutivos, pero no saben lo que significa el honor, nunca lo diría pero echo de menos a Lynae, al menos ella no escondía lo que era, no te defraudaba, era una maldita trocalengo y bruja que puedes esperar de tal mezcolanza, pero nunca vi actos por parte de esta tan deleznables.

No hablé nada, ni con Dakeyras ni con Fenyek en el regreso a Fuerte Espina, los pequeños hermanos me ayudaban a los cuidados constantes que mi abuelo requería, el hombre ha pasado por un infierno y eso se nota en su cuerpo y en su alma, y los pequeños, aunque asustados, parecen confiar en mí, un total desconocido, pero ¿qué les queda a los pobres?

Al llegar a la ciudad de Fuerte Espina me dirigí a mi casa, se la enseñé a los pequeños y les dije que a partir de ahora, esta también era su casa, pero he de partir de inmediato y no me pueden acompañar, pues ya va a ser duro el reencuentro de mi padre con su padre, como para que se entere de que su hijo trocalengo tiene dos hijos adoptivos trasgos, no puede enterarse de este hecho, ya que peligraría la vida de los niños.

Me pregunté quién podría cuidar de estos dos mientras yo estuviera ausente, y se me vino a la cabeza la imagen de una persona, bueno un ser que tenía el corazón tan grande como su apariencia, se trataba del ogro conocido como Pastel Caliente, es un buen muchacho, nunca se mete con nadie. A él, lo único que le importa en su vida es cocinar. Se ha ganado un puesto fijo en «El Jardín de Rosas», donde su pericia como cocinero es bien apreciada y, poco a poco, se ha granjeado una buena fama, acompañada de una advertencia, Pastel Caliente es un buen chico, el que le conoce sabe bien que lo es, pero jamás te metas con él o con el anciano que regenta el establecimiento.

Creo que podría llegar a un acuerdo con el anciano y con él, que los niños duerman aquí en mi casa, y por el día ayuden como pinches en la cocina, eso les mantendrá ocupados y con la cabeza pensado en cosas positivas, alejándoles el recuerdo de cómo murió su madre. Como predije al hombre y el ogro no les pareció mal la idea, además parece que Pastel Caliente se encariñado rápidamente con las pequeñas criaturas, dice que le hacen reír mucho con su bullicio, jajajajajaja mejor así.

Un par de días después, dejo tras de mi Fuerte Espina y a los hermanos entre sollozos y con la cabeza cabizbaja me dirijo hacia mi verdadero hogar... o ¿es este del que me alejo el que realmente me pertenece por derecho?, alejo pensamientos aciagos pues al volver a casa me espera mi querida hermana, cuanto tiempo sin estrecharte entre mis brazos, cuanto tiempo sin escuchar su calidad voz...

No queda mucho ya estamos entrando en los dominios de la casa Styrkia, a las afueras de Yndaros, dos comparten la montura de un gran caballo de guerra, los guardias al reconocerme se ponen firmes, pero es una pose, pues son audibles para mis oídos los cuchicheos al rebasarlos , que hablen, más tendrán que hablar cuando mi padre haga el comunicado oficial de que Lord Johannes de la casa Styrkia ha sido devuelto con vida a su familia, y aún más ha sido el bastardo de su hijo falso trocalengo el que lo ha rescatado de Davokar la Oscura, de donde numerosas partidas de caballeros no fueron capaces años a...

[…]

Lord Styrkia recibió, como siempre, con tono desagradable a su hijo: - ¿Qué haces aquí Angar? ¿Quién es ese hombre que te acompaña? ...



Horas después Angar recibió un pequeño pergamino doblado, se lo entregó uno de los sirvientes, el disimulo que este puso al entregarlo, instó a Angar a leerlo en la intimidad. En el código cifrado que usaba de niño con su hermana, esta, Ysolda de Styrkia ponía:

“Angar, ya me ha presentado formalmente al Barón Maximilian, temo que padre anuncie en breve el compromiso... lloro y desespero, pues ya me contaste de su crueldad. Hermano, ¡amor! Debemos mantenernos fuertes y unidos, ahora más que nunca...”

... ... ...


Bueno y hasta aquí el rolato de esta sesión, las tramas de carácter personal siguen creciendo y mezclándose, y les han dado un importante aviso de lo que está por venir...

Y, como siempre tras un rolato, estado actual de los PJs, que ya hay algunos que han llegado a Rango Veterano :)



Marcados saludos.-

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