Buenas,
Seguimos con los rolatos de nuestra campaña de “El Anillo Único, Segunda Edición”. Con el final de esta aventura ya llevamos 27 sesiones y hemos comenzado la campaña “Relatos de las Tierras Solitarias”, con su primera parte “Una cueva de troles donde las haya”. Donde los héroes, se enfrentan, avisados, a una elaborada trampa. El rolato está hecho por desde el punto de vista omnisciente del Maestro del Saber.
Si vas a jugar esta aventura/campaña como jugador, no sigas leyendo o te arruinaras parte de la experiencia.
Vamos allá con este rolato:
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PRÓLOGO I
La familia trol dejó su hogar en las Landas de Etten, algo oscuro, ominoso, desde el norte, les mandaba sueños y pesadillas a diario, que les instaban, casi obligaban, a ir hacía el suroeste. Trataron de resistir, pero de manera infructuosa.
Pronto estuvieron al norte de Bree.
Los Montaraces del Norte defendían Bree en secreto. La mayoría de los habitantes de Bree no lo sabía, pero los troles sí. Las piedras de las Landas de Etten están teñidas de negro por la sangre de los troles derramada por los montaraces. Si la familia entraba en Bree, a pisotones y empezaba a devorar gente, como les demandaba su sueño, les atacarían los montaraces, muchos, quizá demasiados. Habría que hacerlo de otra forma.
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PRÓLOGO II
En el Sur, a orillas del río Isen, cerca de su desembocadura, los conflictos de los Señores de los Caballos y los rumores del resurgimiento de Mordor hizo que muchos súbditos del Gondor más noroccidental, una mezcla de sangre rohirrim, gondoriana y dunlendina, emigraran hacía el Norte, escapando de la oscuridad y de los rumores de guerra.
Un terrateniente menor vendió todo lo que pudo en el mercado de su pueblo, cambiando sus rebaños de ganado por unos pocos peniques de plata de Rohan, y luego él y su familia (su mujer, sus hijos y sus sirvientes) cargaron todo lo que les quedaba en dos carretas y partieron en busca de un lugar más seguro donde vivir. Su destino estaba en Tharbad o quizá más allá…
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Julio del 2.966TE, pese a estar en verano la noche era fría en el Poni Pisador, y no sobraba el fuego de una de las chimeneas del salón común. La cerveza era espumosa y los habitantes de Bree estaban reunidos en el Poni, canciones, chanzas, cotilleos y diversión general. Lo más granado de Bree y alrededores estaba en el Poni, incluso dos grupos de extranjeros, unos venidos de más allá de las Montañas Nubladas y una pareja de taciturnos enanos.
Los héroes de Bree, Bruno, Durthor, Jarno, Naelorin y Ramnulf bebían, comían y brindaban. Muchos lugareños les invitaban, incluso el propio Bernabé Mantecona les invitó a cenar. En un momento dado, hasta un achispado vecino comenzó la canción de “El trol pisotón” que acabó siendo cantada a coro por casi toda la taberna.
Ramnulf invitó y habló con los mercaderes del Lago Largo, que traían mercancías de Valle y Erebor y rumores de Rhovanion.
En un momento dado, Jari, un enano enérgico y bullicioso, conocido en Bree por sus vagabundeos y chanchullos, entró en la posada ofreciendo parte de un suculento tesoro a aquellos que se atrevieran a acompañarle.
Un individuo triste y con pinta de sureño pareció hacerle coro y que conocía el tesoro del que hablaba (de su tío abuelo Bori). Jarno se dio cuenta de que el sureño había entrado apenas segundos después de Jari y no podía haber escuchado toda la proposición del enano.
Jari, tras intentarlo con los Hombres del Lago, centró su ofrecimiento en los héroes. Durthor parecía muy interesado dado que era un tesoro enano, y el sureño también, pero Durthor le pagó una cena y baño, en otra instancia, no quería que se inmiscuyera.
Los héroes no se terminaban de fiar, solo Durthor parecía decidido. Ramnulf se levantó y cotilleo un poco sobre el tipo. Mas tarde, Bernabé le dijo que no se fiaba de Jari, que tenía fama de que desaparecían cosas cuando él llegaba a Bree y que tenía algunas deudas.
Finalmente, los héroes aceptaron. Se encontrarían con Jari fuera de Bree, en su campamento. Les dio algunos peniques de plata para que prepararán el viaje y se despidió.
En ese momento, Pietro, el hijo de Jarno entró en el salón, venía a cenar con su madre, Beatriz. Le dio a Jarno una pequeña nota que habían dejado en la puerta de su casa. Jarno abrió la carta, era escueta, firmada por la runa de Gandalf: “En la vieja Cantera a medianoche”.
Quedaban un par de horas para medianoche, pero los héroes decidieron acudir a la cita. Antes Durthor recibió una advertencia de la pareja de enanos del salón común, Floki y Hornbori, Jari no era de fiar, traía mala suerte y había sido expulsado de las Montañas Azules, el mismo hermano de Floki se había aliado con Jari y ahora también estaba exiliado de los salones enanos.
En la cita, Gandalf, pues de él se trataba, terminó de corroborar todas las sospechas de los héroes: Necesitaba que viajaran con él, como si les hubiera seducido la propuesta de tesoros… para ver qué trama… —“Id con cuidado hay rumores sobre una banda merodeadora de troles que desapareció misteriosamente. Los montaraces encontraron las señales del paso de los monstruos, pero no se les ha visto en las afueras de Bree ni de la Comarca”, les advirtió.
Tras eso, Jarno fue a su casa a preparar todo y explicar a su mujer que se volvía a ausentar durante una temporada. Ramnulf y Bruno se fueron a dormir agotados. Pero Durthor y Naelorin acudieron a la puerta sur, llegaron justo en el cambio de guardia, e interrogando al guardia que dejaba el puesto lograron averiguar que Jari y el sureño entraron juntos y se separaron nada más entrar.
A la mañana siguiente los héroes acudieron a su cita, y cual fue su sorpresa cuando en el campamento, ante el suculento desayuno que Jari estaba preparando, también estaba Diarmoc, el sureño. Durthor no quería viajar con él, no se fiaba, pero finalmente entre sus compañeros y Jari le convencieron, cuantos más fueran más fácil sería obtener el tesoro.
Jari explicó someramente más o menos dónde estaba el valle que buscaban, y propuso una ruta, que el grupo de héroes descartó. Guiaría Durthor, y la idea era coger el Camino Verde rumbo norte y antes del Muro de los Muertos, desviarse hacía el este, en línea recta hacía la altura de las Colinas de los Vientos en las que se suponía estaba el valle.
A Jari no le quedó otra que aceptar.
El viaje por esta ruta, aunque más seguro, fue bastante más lento. A mitad de camino por el Camino Verde, muchas de la comida que llevaban se puso mala debido a una ola de calor que duró dos días. Ramnulf se tiró todo un día forrajeando y cazando para obtener más provisiones. Luego ya desviados hacía las colinas, perdieron el rumbo y estuvieron un día vagando perdidos, hasta que Naelorin lo reencontró, entre bosques dispersos y pequeñas colinas.
Tras doce días de viaje, Jari dijo que al día siguiente llegarían al Valle oculto de Morglynd. Encendió una buena chasca en lo alto de la colina e hicieron campamento.
No obstante, durante el viaje, Durthor y Naelorin, sobre todo, habían estado investigando y sonsacando a Diarmoc. Tras muchas charlas y ganarse su difícil confianza con el “encanto élfico” Diarmoc confesó a Naelorin que iban hacía una trampa, que su familia estaba cautiva de unos troles y Jari estaba compinchado con ellos.
Durante el viaje también espiaron a Jari, viendo que a veces se adelantaba a explorar, y en realidad retrocedía a espiarles.
Así pues, esa última noche antes de llegar al valle decidieron hacer una “encerrona” a Jari. Durthor y Ramnulf intimidaron al enano, le acobardaron y no le quedó otra que confesar... Aun así, terco como su raza, les plantó cara diciendo que la familia de Diarmoc moriría si no le dejaban en paz, al no hacer la señal pactada. Con más mano izquierda y sutileza, Jarno le convenció de que ellos eran capaces de matar a los troles, ya que eran los héroes que habían vencido a un viejo trol, a la Bestia de Colina Hueca, y los protagonistas de, entre otras, la canción “El trol pisotón”. Jari fue completamente convencido, de hecho, se volvió adulador, pidió perdón, diciendo que estaba bajo el hechizo de la madre trol, una bruja llamada Nelly Brazoslargos, con la que debían tener especial cuidado. Claramente Jari era una veleta que se mecía al viento más fuerte...
Con esta información decidieron que Bruno regresara al galope a Bree en su fuerte y vigoroso Colorado, mientras que Ramnulf y Durthor explorarían el principio del valle y el resto descansaban.
Jari les advirtió, la fogata encendida por la noche era la primera señal, mañana llegarían, y mañana por la mañana debía hacer otra, tres graznidos de zarapito. Eso indicaría que llegaban, que preparan la emboscada y que podían mantener vivos a la familia de Diarmoc.
Ramnulf y Durthor, en la oscuridad de la noche, pero a la luz de la luna llena (según la anterior mentira de Jari, indispensable para abrir la gruta de su tío abuelo), comenzaron a explorar el Valle de Morglynd.
La exploración se les fue de las manos, explorando al final, casi toda la noche. Llegaron al valle, por un sendero desbrozado hace años, pero sin apenas uso en las últimas lunas, vieron el sitio donde los troles pretendían emboscarlos el día siguiente, vadearon el arroyo y fueron por un camino paralelo enfrente, más discreto y disimulado... pero un trol estaba vigilando y escucho vadear el río a Ramnulf. Partió corriendo hacía Verruga, la colina artificial sobre la que se asentaban las ruinas de un antiguo torreón númenoreano y bajo cuyas ruinas vivía el trol y sus hermanos. Durthor y Ramnulf cargaron para que el trol no vadeara de un salto el arroyo, por una parte, que a ellos les costaría minutos. El primer golpe de Durthor dejó pálido al trol por su potencia, pero el segundo de Ramnulf le dejó convertido en piedra, ya que le atravesó el corazón de un lanzazo.
Siguieron avanzando por la parte sur del valle, encontrando unas ruinas de una vieja granja, cuyos cimientos habían sido construidos con piedras de las ruinas de enfrente. La vivienda de una familia de Bree, los Brezo, que habían dejado el poblado en busca de más terrenos y oportunidades. La granja estaba quemada, desde hacía pocas semanas, y entre las ruinas vieron acechar una pequeña figura... un hobbit pensaron, pero no, se trataba de Scylda Brezo, una pequeña niña de ocho años. Ramnulf se la ganó con uno de sus pasteles de miel, y la pequeña les contó como una familia de troles había descendido al atardecer desde las colinas, quemando su casa, comiéndose a sus padres y hermanos, les describió el valle, el lago, donde se escondían los troles por el día (bajo Verruga) y la barca escondida con la que jugaba con sus hermanos mayores. También les contó la llegada del enano y de la familia sureña (Diarmoc y los suyos) y de como se habían comido al menos a tres de estos por ahora.
Tras un breve descanso y llegar a ver el lago, pensaron en tratar de rescatar a la familia de Diarmoc, prisioneros en medio del lago, en una balsa anclada por cuatro cadenas al fondo, pero se dieron cuenta que estaba a punto de amanecer y se habían dejado a sus compañeros en el campamento a unas tres horas caminando.
Estos, Jarno, Naelorin, Diarmoc y Jari, habían descansado, por la mañana Jari preparó un gran desayuno y cuando avanzaron un buen trecho, imitó el canto del zarapito tres veces. El valle estaba preñado de una sensación de tristeza y antiguo esplendor olvidado.
Jarno iba dándole vueltas y preocupado por sus otros dos compañeros. Cuando llegaron a la entrada del valle, junto al punto donde vadearon el arroyo, los dos grupos se encontraron. En silencio todos vadearon el arroyo de nuevo, rumbo a las ruinas de la granja de los Brezo... allí tuvieron una fuerte discusión. Jarno estaba terriblemente enfadado por la desconsideración de sus compañeros, en vez de explorar, se expusieron mucho, olvidándose de ellos, y él apenas pegó ojo durante toda la noche, preocupado, sobre todo por Ramnulf, con el que se había granjeado una buena amistad durante el último año.
Al abrigo de las ruinas y protegidos por el sol matutino estuvieron un buen rato discutiendo, con argumentos por ambas partes, finalmente las cosas se calmaron y decidieron que hacer. Jari y la niña se quedarían a resguardo en las ruinas (y más valía que la cuidara o Ramnulf se lo haría pagar al enano) mientras el resto iría al lago, Jarno y Diarmoc montarían en el bote de los hermanos de Scylda y en dos viajes rescatarían a los cuatro miembros de la familia de Diarmoc que quedaban vivos (mujer, dos hijas y un sirviente). Mientras el beórnida, el enano y el elfo vigilarían desde la orilla del lago pantanoso.
Así procedieron, pero al poco de comenzar a remar, algo retuvo el bote, una enorme garra verdosa ¡Nelly Brazoslargos descansaba bajo el lago! Pronto invocó una niebla oscura que ocultó el lago e hizo que los héroes apenas vieran, pero Durthor atengo a Verruga, vio como de uno de sus túneles salían los dos hijos que quedaban de Nelly, cargando hacía ellos protegidos por paraguas trol, hechos por el hobbit Monty Tuk-Fuelles.
Durthor y el beórnida comenzaron a pegar duro a la trol, pero el borde del pantano era un terreno difícil y la bruja trol escurridiza, así que no lograban alcanzarla plenamente. Desde el bote Jarno sí alcanzó un buen golpe, pero después se desestabilizó volcando el bote, el nadó a la orilla recuperando su hacha, pero Diarmoc comenzó a nadar hacía la balsa donde le espera su mujer.
Naelorin disparaba a los troles que corrían hacía la orilla del lago, pero apenas logró retrasarlos un poco. Cuando llegaron a la pelea uno se encaró al enano y otro a Durthor, pero Nelly ya estaba bastante herida, entre Jarno, Durthor y Ramnulf acabaron con ella. La niebla de su brujería desapareció y los dos hijos no tardaron en morir, uno por la violencia de los golpes de Jarno y Naelorin y el otro convertido en piedra por los rayos del sol.
Rescataron a la familia de Diarmoc, la mujer les contó como la bruja trol los atormentó imitando la voz de Diarmoc, y como su hijo mayor había muerto tratando de escapar de la balsa a nado. También les contó donde la trol anfibia guardaba el tesoro, también bajo el lago. Entre Ramnulf y Jarno se hicieron con él, devolviéndole a Diarmoc casi todo lo perdido.
Mientras curaban a los heridos y a la familia y sirviente de Diarmoc (muy desnutridos y cansados), una vieja montaraz de pelo gris se presentó, era Orothel y vigilaba el valle desde las estribaciones orientales, a espera de sus hermanos. Cuando vio que comenzaba la pelea en el lago descendió corriendo para prestarles ayuda. Ramnulf la pregunto por Haleth, pero Orothel ignoró la pregunta, que pareció no gustarle.
Exploraron algo Verruga y las ruinas superiores, la peste de lo sótanos y túneles hizo que apenas los pisaran. Entre lo contado por Scylda, la mujer de Diarmoc y Orothel, se aseguraron de que los tres troles muertos eran todos los hijos de Nelly, así que decidieron abandonar el valle en dirección a Bree, dejando a Orothel y sus hermanos la limpieza final del valle.
Se habían ganado un merecido descanso...
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EPÍLOGO
En Bree, Scylda fue llevada con unos tíos abuelos que vivían en Archet, recibieron un estipendio del tesoro de Nelly para que cuidaran de ella. Aunque Ramnulf la había cogido cariño y le dijo que cuando volviera a partir hacía los Valles Altos del Anduin la llevaría con él, y si ella quería, se quedaría a vivir con los beórnidas, como una más.
Diarmoc y su familia decidieron que el norte era demasiado para ellos, la experiencia con los troles y con Jari no había sido nada buena. Así que partirían hacía Lond Daer, mucho más cerca de sus tierras natales.
Gandalf convenció a los héroes para que acompañaran a Diarmoc, ya que tenía un trabajo para ellos en Lond Daer... mientras él llevaría a Jari a los Salones Enanos de las Ered Luin, para que la justicia enana se hiciera cargo de él, ya que le pillaba de paso, pues acudía a pedir consejo a Cirdan el Carpintero...
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Así termina el rolato de esta última Fase de Aventuras. Seguiremos con el siguiente relato de las Tierras Solitarias... la campaña va avanzando...
Y vamos con los personajes, que tras casi treinta sesiones ya van teniendo bastante habilidad y pericia en el combate, como demostró la pelea con los troles en las orillas del lago. Este es el estado actual:
Aventureros de Sombras sobre Eriador V.8.
Marcados saludos.-