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lunes, 14 de febrero de 2011

En las Cavernas del Caos


Buenas,

Toca resumen de lo acontecido en las Cavernas del Caos, tras haber decidido explorarlas, nuestro aguerrido grupo, junto a Izvaral (el clérigo medio visirtaní) y sus dos acólitos. Así aconteció:

El grupo quedó con las primeras luces en la salida de la Fortaleza. Se pusieron en marcha al amanecer, el terreno boscoso subía y subía. Pararon a comer compartiendo una frugal comida, tasajo, queso duro, pan aún más duro y unos tragos de vino. Siguieron su camino y cuando comenzaba a atardecer, el bosque que habían estado atravesando se hizo más espeso, enmarañado y oscuro que antes. Todos los árboles eran gruesos y retorcidos. Las ramas extrañamente retorcidas y deformadas, los espinos y zarzas cerraban el paso, pareciendo advertir dar la vuelta y regresar a la seguridad de la Fortaleza, pero los héroes se abrieron paso cortándola la vegetación con las espadas.

La extraña vegetación desapareció repentinamente, saliendo de la espesura a lo que parecía una zona de barrancos. Las paredes se levantaban bastante escarpadas, a ambos lados, a más de treinta metros de altura, rocas oscuras y estriadas mezcladas con la tierra. Había grupos de árboles esparcidos por la base del barranco y por las paredes del cañón. La abertura del mismo medía unos sesenta metros de anchura, a lo lejos se perdía a bastante más de cien metros, acabando en la pared más empinada de todas. Esparcidas, a diversas alturas, por todos los lados del barranco, pudieron ver las negras bocas de los que parecían entradas a siniestras cuevas.

La luz solar ya era escasa, el aire pesado, había un sentimiento de opresión en el ambiente, como si algo o alguien malvado estuviera observando y esperando para precipitarse sobre los héroes. Algunos árboles muertos y desnudos aquí y allá hacían más tétrica la escena. Encima de uno de ellos un buitre parecía acecharlos con aspecto hambriento. Una bandada de cuervos se elevó graznando del suelo, el sonido de sus graznidos y de sus alas, aumentado por la acústica del terreno, estremeció los corazones de los valientes aventureros. Entre los desechos de piedras, gravilla y madera muerta esparcidos por el suelo del barranco, pudieron ver restos de huesos y calaveras de hombres, animales y otras cosas...

Habían encontrado las Cuevas del Caos.

Las entradas a las cavernas eran muchas, así que comenzaron por una al azar, casi a nivel del suelo y a su derecha. Comenzaron a investigarla con prudencia y sigilo. En esta cueva habitaba un clan goblin, “La Maza Negra”. Tras varios problemas, lograron exterminar quirúrgicamente hasta el último goblin, sólo huyeron unas pocas mujeres y crías de apestoso trasgo. La siguiente gruta explorada, estaba habitada por orcos. Con bastantes penurias lograron que todos huyeran o murieran, incluido el jefe del clan, un inmenso orco negro. Los aventureros empezaron a tener claro que las distintas grutas estaban habitadas por distintas razas de humanoides monstruosos.

Así, Keldon, el explorador, empezó a urdir un buen plan. Suponiendo una tenue y frágil alianza entre los distintos clanes monstruosos, decidieron enfrentarlos entre sí. Tras cenar, descansar y rezar y leer para recuperar conjuros, con la noche como testigo, en el momento en que más activos están los monstruos, comenzaron su misión. Enfrentaron a los gnolls con los hobgoblins, a los osgos con otro clan de orcos. Dejaron muertos de un clan en las grutas del otro, entre las pertenencias de estos escondían falsas pistas, como armas del clan contrario, atacaron a osgos con armas del primer clan orco, dejando además muertos orcos cerca de cadáveres osgos. Incluso Robbert hechizo a un hobgoblin y le hizo dejarse atrapar por los gnolls, diciendo, además, el ataque que estaba preparando contra ellos su clan...

Avanzada la madrugada, se escondieron en el bosque a observar si su plan había funcionado. Las pequeñas batallas comenzaron, y por suerte para nuestros ingeniosos aventureros, los vencedores de ambas batallas se enfrentaron entres sí. Muy avanzada la madrugada apenas quedaban gnolls, y dos clanes de orcos, uno de hobgoblis y uno de goblins, habían sido casi exterminados.

En ese momento cerca de su escondite surgió un inmenso ogro que casi acabo con uno de los acólitos de un mazazo. Entre todos lograron vencerle, pero de repente, Izvaral y el acólito que quedaba atacaron por la espalda al grupo, pero gracias a Alexander, que no había dejado de vigilar al medio-visirtaní durante todo el viaje, no los pilló por sorpresa. Tras el combate más duro de la noche (ya que Izvaral era poderoso), lograron, gracias al número, finalmente, vencerle. Medio muerto le interrogaron, era clérigo de u cercano templo al Caos, al que todas las criaturas de la zona temen. De hecho está situado en la caverna más alejada y alta de todas. Allí habitaban más acólitos y clérigos y un impío prior. Todos ellos protegidos por zombis y esqueletos animados por el mal del templo.

Tras esto exploraron varias cavernas bajas. Ahora estaban casi vacías. En una de ellas encontraron a un mercader y a su mujer, prisioneros desde hacía una semana. Kinino, con suma habilidad, anuló la trampa que se activaría al intentar liberarlos. El mercader prometió una sustanciosa cantidad de oro a costa del Gremio de Mercaderes, si le llevaban sano y salvo, junto a su mujer, a la Fortaleza de la Frontera. Tras sopesarlo varias veces, dejaron atado y muerto (debido a las heridas anteriormente sufridas) a Izvaral en el árbol de justo enfrente de la entrada al templo, como una advertencia a los seguidores del Caos que allí habitaban. Demasiado cansados y exhaustos para luchar en la caverna más dura de todas, decidieron llevar al mercader a la Fortaleza. Habían dado un buen golpe a las Cuevas del Caos, estaban casi vacías, e Izvaral, el espía en la Fortaleza, yacía muerto. Pensaron volver más adelante, descansados y mejor preparados. En el camino de vuelta, Luzandoriel y Omadon se disputaron el amor de la joven y guapa mujer del mercader, pero ésta, parecía amar de verdad a su marido (o más bien a su oro). Llegaron por fin a la Fortaleza, donde les acomodaron en la Casa Gremial. Incluso el castellano de la Fortaleza, el Barón Clint Davanae, les concedió una audiencia donde les agradeció el haber limpiado las Cuevas del Caos y sobre todo haber descubierto al espía Izvaral.

El grupo decidió salir camino de Robleda, pues ya se había retrasado mucho la vuelta a su base de operaciones. Pensando en un futuro no muy lejano volver a la Fortaleza y a las Cuevas emprenden un melancólico viaje hacia Robleda.

Marcados saludos.-

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