Páginas

miércoles, 23 de febrero de 2011

Aventura urbana en “La Fonda”


Buenas,

Pues nada, mini partida. Cortita y poca gente. Sólo estábamos José, Quique y yo, así que decidimos seguir con el clan Lobogris, al menos con dos de sus miembros. Elgo y Derek. Así pues, como acababan de regresar a Robleda después de la aventura en busca del heredero, me decidí a hacerles La Fonda, y ya que eran sólo dos personajes, pero de nivel 4 y 5, doble el nivel de los ladrones y bandidos y doble el número de ratas y esqueletos (si vas a jugar esta aventura no sé que coño haces leyendo :P).

Así aconteció:

Elgo discutió con su mujer, Alexia, tras el desayuno. Las broncas entre el matrimonio eran normales y constantes, en la, de momento, corta duración del mismo, ya que ambos eran muy independientes y de mucho carácter. Elgo bajó enfadado y se encontró a su viejo amigo Derek, ambos, con algunas de las monedas de su último trabajo, decidieron irse a “tomarla” y comenzaron a recorrer tabernas y posadas de Robleda, bebiendo, riendo y contando viejas chanzas e historias. Sus vagabundeos les llevaron, a la hora de comer, a una taberna situada cerca de la puerta oeste, una vieja y destartalada casona de piedra de dos pisos, llamada a secas “La Fonda”, allí decidieron comer y seguir “tomándola” en la relativa tranquilidad del sitio. Allí conocieron a los Trennan, Grady, su mujer Frey y su hija Sasha, gente amable y solicita que les atendió de maravilla. Sólo compartían sala con unos mineros enanos y unos mercaderes venidos del oeste. Todo estaba tranquilo, y el olor del estofado inundaba la sala.

De repente cuatro matones entraron con malos modos, riéndose a carcajadas. Comenzaron a importunar a la joven Sasha, la chica chilló pidiendo ayuda, pero su padre estaba atemorizado. Elgo y Derek se levantaron envalentonados por el alcohol, y pidieron a los matones que se fueran de la taberna, éstos, naturalmente no se amedrantaron y comenzó una pelea de taberna, las sillas saltaron, las mesas se volcaron y tras dejar KO a tres de los matones, Elgo sacó al cuarto a rastras de la taberna. Los matones habían recibido una buena paliza. El resto de comensales se había apartado durante la pelea, y ahora que había terminado comenzaron a retirarse. Pero los Trennan agradecieron hasta el infinito a los héroes su ayuda.

Los héroes iban a llamar a la guardia para que se llevaran a los tres matones restantes, pero los Trennan les pidieron, por favor, que no. No querían líos ni problemas. Así que entre Grady, Derek y Elgo sacaron a los tres inconscientes ladrones y los dejaron tirados en un callejón cercano. Sasha estaba como flotando, y se ponía colorada, sobre todo cuando la hablaba Elgo (el que más CAR tenía de los dos :P). Ahora solos, mientras Frey y Sasha recogían todo, Grady invitó a los norteños a una jarra de hidromiel, mientras comenzó a explicarles que desde hace una semana les estaban ocurriendo cosas desagradables, vandalismo, piedras, cerraduras rotas, acoso a Sasha y Frey. –“Alguien quiere echarnos del negocio, pero no sé quién o por qué.... Este negocio es mi vida, he puesto en él todos mis ahorros. No puedo pagaros, pero puedo ofreceros cama y cobijo si me ayudáis a averiguar quién hace esto... por favor"-. Dijo compungido el noble tabernero. Elgo y Derek sonrieron, no hacía falta paga ninguna, les ayudarían, pues se veía que eran buena gente. El tabernero le cedió una habitación doble de arriba, lo que les sirvió para echarse una siesta que les hizo dormir la pequeña curda que llevaban por tanto alcohol.

Por la tarde, mientras el sol se ponía, Derek y Elgo acudieron a una de las peores tabernas de Robleda, buscaban entablar contacto con el Gremio de Ladrones. Derek no conocía mucho la ciudad, pero era ducho en las artes del latrocinio y se supo bandear con soltura. Terminaron, aun con malas miradas a su espalda, hablando con un teniente del Gremio, un gordo vestido de gris y negro, con una evidente pinta de facineroso. El teniente, un tal Dosbert, les dijo que ninguno de sus “chicos” tenía orden ninguna de molestar a los Trennan. Es más, les pidió “amablemente”, que se enterasen de quién estaba ejerciendo de matón en Robleda sin su “permiso”. Elgo y Derek volvieron a la Fonda, decidieron dormir allí, a Derek le daba lo mismo, y Elgo no quería ver a su mujer Alexia. Así que volvieron a la posada y tras comunicar al padre de la familia lo poco que habían averiguado, se dedicaron al noble arte de trasegar cerveza, eso sí, gratis según insistía una y otra vez Grady. Cuando la noche estaba bien cerrada, ambos, tambaleantes se subieron a dormir, por las escaleras Sasha hacía ojitos a Elgo, pero amablemente en su borrachera, Elgo la dijo que era un hombre casado.

El día siguiente amaneció fresco y radiante, aunque nuestros héroes sufrían algo de resaca. Mientras desayunaban huevos, bacón, unos pastelitos de limón y leche, que amablemente les preparó Fray, Grady apareció malhumorado, venía del mercado y, extrañamente, nadie había querido venderle nada, alguien los había amenazado para no venderle nada. No podía comprar en todo Robleda, eso le llevaría a dejar de dar comidas... Grady pidió a los norteños que si le podían hacer la compra, les daría una lista y cien monedas de oro. Elgo y Derek se miraron y sonrieron, pero aceptaron el encargo con buena gana. Acudieron al mercado, donde los mercaderes voceaban sus mercancías. Compraron varias cosas de la lista sin ningún problema, cuando Derek se dio cuenta de que los matones del día anterior, aun magullados, comenzaban a señalarlos y hablar con los tenderos. Elgo y Derek fueron hacia ellos, Derek los amenazó con que se fueran inmediatamente, los ladrones echaron mano a las empuñaduras, pero estaban tan apalizados del día anterior que se fueron con las orejas gachas. Pero después de eso, ningún tendero quiso venderles nada, adujeron que si lo hacían se meterían en un buen lío. Los héroes lo intentaron un par de veces más, sin ningún resultado. Tras una hora decidiendo volver con lo que habían conseguido, de camino se encontraron con Grady (que seguía intentándolo por su cuenta en otra parte de la ciudad), le explicaron lo sucedido y Grady les volvió a agradecer, menos era nada... Mientras volvían, Grady les confesó que tenía algo ahorrado, con eso podía montar una granja y alejarse de Robleda, -“¿Qué se le va a hacer”- murmuró. Al llegar a la posada, Frey salió a recibirles con lágrimas en los ojos y gritando que se habían llevado a Sasha, la habían raptado.

Al poco de irse Grady, irrumpieron unos hombres. Parecían facinerosos al servicio de un cincuentón, con parche y barba. Dijeron que si querían recuperar a la joven, deberían acudir a la arboleda junto al río al anochecer, y llevar consigo las escrituras originales de la posada. Grady corrió a por las escrituras y abrazó a su mujer. Los héroes sospechando que en la posada había algo oculto, se lo dijeron a Grady, pero tomaron las escrituras y dijeron que ellos irán a por Sasha al anochecer (como no hubo pelea en el mercado, no fueron detenidos y podían salir perfectamente).

Al anochecer cruzaron las puertas de Robleda antes de que se cerraran al paso. Elgo guardó las escrituras en su cinto. Al poco de salir se separaron, Derek con su arco en la mano se adelantó, iba a dar un rodeo al pequeño bosque, para tratar de coger el campamento de los bandidos por atrás. Elgo rodeó las Colinas Azules, siguiendo el Arroyosauce. Tras un trecho andando, Elgo se adentró en el bosque, despacio, casi con parsimonia, para dar tiempo a su amigo a dar el rodeo. Éste desde lo alto de una colina observó el campamento. Una tienda de campaña y doce bandidos en el claro, al escaso fuego de dos fogatas. Una extraña jaula al lado de la tienda, hizo creer a Derek que en ella estaría encerrada la pobre Sasha. Derek se subió a una roca y dejando a su lado varias flechas apunto a uno de los bandidos. Lo que se le escapó a Derek es que al otro lado del campamento, también escondido, un tuerto barbudo observaba todo en silencio.

Elgo llegó enfrente de los bandidos. Le apuntaron con sus arcos y echaron mano a las empuñaduras. Elgo avanzó confiado. Mientras Derek desde lo alto de la colina, acabó con sus flechas con tres de los bandidos más alejados del encuentro. Guardó el arco y comenzó a descender con su espada corta bien apresta. Elgo avanzó con las manos en alto y una sonrisa en la cara. –“Traigo las escrituras, pero os aconsejo que dejéis vuestras armas y me deis a la chica”-. Los bandidos rieron y tensaron su arco, Derek apuñaló por la espalda a uno, que se derrumbó sin hacer ruido. Elgo echó mano a su cinto, como para coger las escrituras, pero con presteza, desenvaino su espadón, dos bandidos le dispararon, pero Elgo ya cargaba con el espadón por encima de su cabeza, y ambos fallaron. De un rápido tajo, Elgo, decapitó al bandido más cercano, dos se le acercaron con espadas en mano, pero paró el ataque de ambos. Mientras Derek apuñalo a uno más y silbó dando una patada a una fogata para llamar la atención del resto del grupo y dividirlo así. Mientras Elgo daba cuenta de dos bandidos más, un bandido sacó a Sasha de la tienda de campaña con un cuchillo en el cuello, pero Derek se le echó encima y le degolló.

Sólo quedaban tres bandidos, uno de ellos, nervioso, abrió la jaula, e intentó huir, pero una flecha de Derek se la clavó en la nuca. Elgo partió por la mitad a otro, y el último salió corriendo. Los héroes sólo sufrían pequeñas heridas menores. Pero de repente la noche se inundó con un rugido. Un inmenso oso negro salió de la jaula. Elgo con un brillo de locura en los ojos cargó contra el oso, y le dio un tajo que casi lo mata, un flechazo de Derek se le clavó al úrsido en la espalda, pero aún así intentó morder a Elgo, que esquivo por poco los colmillos, no fue tan afortunado con los dos garrazos que le impactaron en el pecho, no le hicieron demasiado daño, pero si le despistaron lo suficiente para que el oso le atrapara en un mortal abrazo. Las costillas de Elgo crujieron y el espadón cayó des sus manos, casi muerto propino varios puñetazos en la cabeza del oso, que junto al segundo flechazo de Derek, terminó por matar al oso. Por suerte para Elgo, que casi estaba inconsciente. Desataron a Sasha, que lloraba como una niña y cogieron algo de oro y plata que tenían los bandidos, así como varios planos de la posada y mapas de las cloacas y calles de Robleda. Sasha les dijo el nombre del jefe, pues lo había escuchado durante su cautiverio. Harold, el hombre tuerto y barbudo. Parece ser que escondió algo hace años en las cloacas bajo la posada, por lo que la pareció oír. Los tres juntos regresaron a Robleda, colándose saltando el muro, pues ya habían cerrado todas las puertas.

Cuando regresaron a la posada, ésta estaba toda revuelta, Frey lloraba sosteniendo a un herido Grady. Sonidos de estruendosos golpes subían del almacén. Parece ser que el tal Harold y otros cuatro ladrones habían entrado por la fuerza y herido a Grady, ahora buscaban algo en el sótano. Elgo y Derek bajaron con cuidado, un cuchillo se clavó a un palmo de la cabeza de Derek, que rápidamente disparó y acabo con un ladrón, se encaró a otro. Dos más parecían retirar ladrillos de una pared rota. Elgo se iba a acercar a estos, pero escuchó algo a su espalda, el explorador norteño era difícil de sorprender, se volvió y se vio cara a cara con Harold. Los aceros sonaron, y si bien Harold era bueno con la espada corta y Elgo estaba bastante herido, no le bastó. Con un mandoble la espada de Harold salió volando, el ladrón malherido prometió compartir el tesoro con ellos, pero mientras, sacaba una daga escondida en la bota. Elgo no dudó y atravesó el corazón negro de Harold con el espadón. Mientras Derek había desarmado a los otros dos ladrones. Les subieron y echaron de la posada a patadas. Los aventureros se miraron y rieron, no pensaban dejar el misterio a medias, iban a bajar a las cloacas, guiándose con los mapas cogidos en la tienda de campaña. Grady les suplicó cuidado, y cedió una redoma curativa que iba a tomarse él, a Elgo, que estaba bastante más malherido.

Los héroes descendieron las escaleras metálicas de mano que había tras el muro derribado, tras un rato avanzando por las apestosas cloacas llegaron a un colector, donde había varias e inmensas ratas. Derek las expulso a flechazos, alejándose éstas, atemorizadas, sólo una se acerco lo suficiente y salió lanzada por una patada de Elgo, y fue absorbida por el colector.
Rodeando el colector llegaron a otro pasillo que desembocaba en una puerta que se abría a una sala grande y llena de basura. En el fondo destacaba un enorme cofre de hierro. En el suelo había varios esqueletos. Los héroes se acercaron al cofre, Derek lo examinó y vio algo raro, si lo abrían se activarían varias ballestas escondidas. Derek desactivo con maestría la trampa. Abrieron el cofre y una sensación maligna inundó la sala, la luz de las antorchas se oscureció y un viento helado recorrió la sala. De repente diez esqueletos se levantaron y comenzaron a avanzar hacía los héroes, estos se pusieron espalda contra espalda. Elgo arrojó su antorcha al suelo y empuñó el espadón, Derek con la antorcha en la siniestra y la espada en la diestra, también les hizo frente. Al cabo de un par de minutos, aunque heridos, habían acabado con todos los esqueletos. Se abalanzaron hacia el cofre ya abierto. Estaban examinándolo cuando apareció a su espalda un hombre embozado en negro. Fue amable pero directo, era del Gremio de ladrones y reclamó el diez por ciento del tesoro. Les explicó la historia de Harold, como éste robó obras de arte a los nobles de la ciudad, y cobró altos rescates por las mismas, como ocultó el tesoro obtenido para no pagar el diezmo al Gremio, como lo escondió y luego asesinó a los miembros de su banda. Les contó como el Gremio iba a tomar cartas en el asunto, pero antes de ello y finalmente, Harold fue apresado por la guardia de la ciudad, hasta hacía bien poco...

Los aventureros norteños no querían enemistarse con el Gremio y le dieron al ladrón el diezmo correspondiente. Subieron el resto del tesoro a la Fonda, donde se lo entregaron a los Trennan, todo menos una poción de curación que se tomó Derek, bastante mal herido y una espada larga mágica, que también se quedó Derek. No querían oro, les dijeron a los posaderos, éstos enormemente y eternamente agradecidos, les dijeron que tendrían comida, bebida y cama de por vida, gratis en la Fonda. Hicieron buen uso de las tres cosas aquella noche...

Conclusión: Nos encanto y se salió del típico Dungeon. Además como éramos sólo tres, dedicamos más tiempo a interpretar, hablar, charlar y demás que a tirar dados :)

Marcados saludos.-

2 comentarios:

  1. Me ha encantado el resumen y las pequeñas modificaciones que habéis hecho para adaptarla a vuestro estilo. La idea de la aventura era precisamente salirse del dungeoneo y hacer algo rápido y simpático para un grupito pequeño.

    Si en El Contemplador me han alegrado la mañana, aquí me habéis alegrado la tarde.

    Muchas gracias por el "actual play".

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias a ti :) Como he puesto, fue una tarde de rol muy muy entretenida.

    Un saludo.-

    ResponderEliminar