Buenas,
Quinto rolato de la campaña oficial de Symbaroum La Ira del Guardián (tan solo la primera parte de la Crónica del Trono de Espinas). Nos acercamos al final de este libro y la creciente amenaza está a punto de desbocarse si los héroes (a veces muy reluctantes) no hacen nada para evitarlo.
El rolato lo hace Sergio, desde el punto de vista de "Destino", hermano de "Azar", protagonista del anterior rolato que hizo.
Nos acercamos a las 20 sesiones de juego de esta parte de la campaña, pero creo que ya quedará un rolato, dos a lo sumo, para terminar. Y está claro, si vas a jugar esta aventura (oficial de Symbaroum), ¡no sigas leyendo, o te la reventarás!
... ... ...
PRÓLOGO I:
«Los ambiros son el único zorro que se para a poner una trampa, le pone una buena carnada, la oculta, y luego, él mismo, mete la pata».
Bruja errante bárbara Vikdana.-
PRÓLOGO II:
«...donde la noche y el día no tienen sentido,
donde brilla la oscuridad y la luz se acumula en las sombras,
allí se levanta el trono que de nuevo acogerá una regente,
una soberana, una igual a los dioses...».
Parte de la Profecía de Sarkomal.-
... ... ...
Destino estaba realmente enfadado.
Su hermano Azar había jugado despreocupadamente con algunos de las figuras que habitaban el mundo que ahora él observaba.
Mientras Azar era despreocupado y caprichoso, Destino era serio y responsable. Muy responsable. Se tomaba muy en serio su deber. Vigilaba el telar en el cual se entretejían los hilos que representaban las vidas de los habitantes del mundo. Destino tenía una imagen clara del tapiz que debía salir del telar, pero no sabía cómo se debían entretejer los hilos.
En ocasiones ni siquiera estaba seguro de qué hacer con algunos de los hilos. Eso era trabajo de su hermano Azar y Destino nunca había comprendido qué llevaba a su hermano a tomar determinadas decisiones.
Y ese era el origen del enfado de Destino. Azar se había encaprichado de un grupo de figuras (un pequeño trasgo, un jabalí, un hijo del antiguo pueblo y tres hijos del nuevo pueblo, un adorador del Sol, un hombre de movimientos felinos y una mujer con el rostro marcado) y había estado jugando con sus hilos solo para divertirse. El tapiz aún se tejía de acuerdo a la imagen que tenía Destino, pero de alguna forma sentía que esos hilos empezaban a entretejerse de una forma caótica y parecían enredarse con otros hilos que a su vez se mezclaban con otros que estaban cada vez más cerca del centro del tapiz.
El mejor ejemplo era ese joven, Arkel. Parecía destinado a ser una figura de renombre entre los adoradores del Sol. Su hilo parecía destinado a entretejerse con el de Anadea, otra joven adoradora del Sol, de modo que ambos hilos estaban destinados a formar parte de un radiante Sol dorado dentro del tapiz. Por algún motivo Azar había deshecho esa urdimbre y había tejido otra con sus peones. Y la urdimbre de Azar se complicaba puesto que el joven había desvelado a los peones que aquel a quien llamaban Elfeno había sido el responsable de la expulsión de Anadea y el desencadenante del patrón que se estaba tejiendo en ese momento.
Ahora Destino observaba como las llamas devoraban una granja. El fuego rugía y el humo se elevaba hacia las nubes, negro y espeso. Los peones de Azar estaban allí junto con el joven Arkel y a su alrededor numerosas figuras que rodeaban la granja.
Mientras los hilos de los peones de Azar brillaban con el color del oro viejo, los hilos de las demás figuras parecían descoloridos, menos dos que destacaban. Uno era negro como ala de cuervo y el otro tenía un color verde vibrante como las escamas de una víbora esmeralda.
Destino observó como los peones de Azar iban cortando los hilos descoloridos uno a uno. El hilo de la mujer con el rostro marcado se fue tiñendo de rojo y acabó tomando un color similar al cobre bruñido. Mientras el hilo del adorador del Sol brilló como si reflejase la luz del mediodía al entretejerse con el hilo negro cortándolo finalmente.
Solo el hilo verde continuó en el entramado y Destino comprobó que se correspondía a la figura de una mujer cubierta por una Capa Nocturna tan oscura que le permitió evadir a los peones de Azar.
Destino se tranquilizó al ver que no se formaban nudos en el tapiz y continuó observando a los peones. La mujer del rostro marcado tejió un patrón con la familia del joven Arkel. Tal vez los hilos cortados empezaban a pesar sobre la mujer y ésta deseaba construir durante un tiempo para compensar la destrucción causada.
El resto de peones retornaron a la ciudad que crecía junto al oscuro bosque primordial.
Y a partir de ese momento los hilos empezaron a enredarse de nuevo.
La figura llamada Elfeno fue interrogada por el adorador del Sol, pero ese hilo no aportó mucho más al entramado. Sin embargo, el caprichoso Azar actuó en ese momento. La figura Elfeno permitió al adorador del Sol interrogar a la figura quebrada que permanecía retenida en las celdas del templo del Sol. Y justo en ese lugar surgió un nuevo hilo, fino y translúcido, cuando la figura quebrada pronunció un nombre, Sibela.
Mientras Azar, que estaba de muy buen humor por la diversión que le proporcionaban sus peones, decidió premiar a uno de ellos. El hombre de movimientos felinos recibió la bendición de Azar. Destino no se sorprendió al observar que su hilo se empezó a entretejer con otro que abandonaba la ciudad y se dirigía hacia el sur, a un pequeño poblado rodeado por brezos oscuros. Era un hilo grueso y un tanto tosco del color del vino rodeado por multitud de toscos hilos de lana en crudo. Destino intuyó que algunos de esos hilos pronto serían cortados.
Al mismo tiempo las figuras del trasgo y el hijo del antiguo pueblo hilaban una nueva trama en el tapiz con la forma de una llave.
Tratando de hallar el refugio de la figura Anadea se dirigieron a un edificio que despertó la atención de Destino ya que una nube con la vaga forma de una corona señalaba su posición. Azar hizo de las suyas y enlazó los hilos del hijo del antiguo pueblo con una figura femenina que residía en el edificio.
Mientras Destino protestaba, en el tapiz apareció un nuevo patrón. El trasgo y el hijo del antiguo pueblo recibieron una invitación. Ellos y sus compañeros debían reunirse con una figura llamada Suria Argona. Un hilo dorado que reflejaba la luz con los colores de numerosas gemas empezó a discurrir paralelo al de los peones de Azar, pero sin llegar a entrecruzarse. Al darse cuenta, Destino contuvo la respiración.
Para goce de Azar y disgusto de Destino, los peones mantuvieron a los hermanos en suspense. Primero se dirigieron a un pintoresco edificio que desprendía la fragancia de un Jardín de Rosas. Allí había un hilo burdo y áspero, con un color sucio indeterminado y llevaba hasta una figura llamada Geleto. Los peones descartaron ese hilo y finalmente se encaminaron a su cita con Suria Argona.
Los peones tenían que hacer una elección. Aceptar robar para la Corona una tablilla de metal, una reliquia de tiempos pretéritos.
A cambio unirían su destino con el hilo dorado, pero serían enemigos de los inflexibles caballeros de acero que adoraban al rostro más severo del Sol.
Por azar, el trasgo y el hijo del antiguo pueblo ya habían cruzado sus hilos con los guardianes de la tablilla y conocían una gran verdad. Que nada encontrarían y que la gratitud de la Corona se podía tornar en ira.
El hijo del antiguo pueblo dudó, pero el trasgo furibundo se opuso y finalmente los peones decidieron no enlazar su destino con la Corona.
Azar se disgustó porque sus peones le habían privado de grandes emociones. Destino miró en silencio a su hermano y meneó levemente la cabeza como en un gesto de negación. Su hermano no podía ver más allá del momento presente y eso le hacía ignorar los próximos acontecimientos que sin embargo para Destino eran claros como el agua.
Azar olvidó pronto su disgusto.
La mujer del rostro marcado volvió a la ciudad y Azar sabía que eso solo podía significar diversión, para él claro.
Destino protestó con voz cansada cuando su hermano cruzó despreocupadamente los hilos. El brillo apagado del cobre bruñido con el serpentino verde esmeralda. La mujer del rostro marcado se enfrentaba nuevamente a la mujer de la Capa Nocturna que había participado en el ataque a la granja.
Las protestas de Destino subieron de tono cuando Azar entrecruzó los hilos del trasgo, el hijo del pueblo antiguo y el hombre de movimientos felinos con el hilo de una figura grande y tosca. El hilo de dicha figura parecía grueso como un Tronco y a su alrededor se empezaron a enlazar muchos hilos descoloridos y un tanto deshilachados.
Sin embargo, Azar pasó por alto el hilo del adorador del Sol. A pesar de las molestias causadas por Azar, Destino nunca había perdido de vista ese hilo. Él sabía que estaba destinado a tejerse con el hilo dorado de la Corona antes de que la misma figura empezara a moverse.
Quien sabe que buscaba el adorador del Sol. ¿Conocimiento? ¿Influencia? ¿O simplemente su férrea fe había empezado a agrietarse desde que unió su destino al de la joven figura llamada Darda?
Destinó observó con detenimiento como ese peón tejía un sorprendente patrón.
El adorador del Sol decidió obtener la reliquia con forma de tablilla por sus propios medios. Primero presionó a la figura llamada Kargoi Salamos, cuyo hilo se tejió junto a los caballeros de acero que adoraban al severo Sol. Al no obtener su ayuda le amenazó con desatar contra él y su familia maldita el fuego purificador del Sol.
La vieja figura ya había tejido su parte del tapiz y no temía al Sol, por tanto, su destino estaba decidido. La furia de los Mantos Negros cayó sobre su casa y Salamos fue encarcelado. Y de esta forma el peón llamado Tanis selló su destino y tiñó de ceniza su anteriormente brillante hilo pasando a convertirse en uno más de la multitud de hilos apagados que tejían el tapiz.
Destino se giró al escuchar los alegres gritos de Azar.
Sus peones habían vencido de nuevo. La mujer del rostro marcado había cortado definitivamente el hilo esmeralda de la Capa Nocturna al mismo tiempo que el trasgo, el hijo del antiguo pueblo y el hombre de movimientos felinos se deshicieron de las figuras que les amenazaban.
Destino movió levemente la cabeza de nuevo y se fijó en un nuevo hilo que empezaba a brillar con fuerza. Los peones de Azar pronto tejerían un nuevo patrón con la figura de una joven. ¿Cuál sería su destino?
... ... ...
EPÍLOGO I:
El mantonegro se colocó el abrigo, se caló el sombrero y volvió a mirar a la casa antes de llamar.
Tras ser recibido por el sirviente espero pacientemente en el salón.
-¿Otra vez aquí? - dijo con voz seca Kargoi Salamos cuando entró en el salón. Era obvio que la presencia del mantonegro no era de su agrado.
-Lamento interrumpirle de sus quehaceres señor Salamos, pero tal vez le interese lo que tengo que decirle, y para serle sincero, creo que es de las pocas personas en la ciudad con quien lo compartiría - empezó a decir el mantonegro intentando ganar la atención del noble, -¿Ha oído hablar de la Profecía de Sarkomal? - prosiguió.
Salamos asintió impaciente, deseando que le dejase tranquilo y se marchara. Un grito, muy amortiguado y quedo se escuchó en ese breve silencio. Procedía del sótano. Era mezcla de dolor, desesperación, locura... casi antinatural... su oscuro secreto..., aquel que ese entrometido mantonegro había “descubierto”.
-¡Hable de una maldita vez o márchese!- el tono de voz del noble era severo y tajante.
-Hace unos días llegó a la ciudad una comitiva trayendo junto a ellos una antigua tablilla donde se narra sobre dicha profecía. Alguien importante está interesado en ella, ya que llego a sus oídos que se encontraba aquí a pesar del secretismo de la comitiva...- el mantonegro hizo una pausa. Empezaba a captar la atención de Salamos, -... pocos secretos se le pasan por alto a esta organización, pero si uno pequeño, de vital importancia... y es que el cofre donde se cree que viaja la tablilla está vacío-.
Ambos hombres se miraron en silencio. De nuevo el grito se pudo escuchar levemente entre aquel silencio. -Prosiga - se limitó a decir el noble.
El mantonegro asintió con la cabeza -Como he dicho alguien muy poderoso de la ciudad quiere esa tablilla, para alguien más poderoso aun, alguien que cree tener el derecho a sentarse en el antiguo Trono de Espinas, pero si existe alguien capaz de hacerlo, y quien debería ocuparlo, ha de ser el Gran Padre. Señor Salamos, colaboremos ambos, y si esa tablilla en verdad llego a la ciudad le propongo trabajar juntos para que sea la persona correcta quien cumpla la profecía. Necesito su ayuda ya que nos pondríamos en contra a gente muy poderosa, pero Prios nos ayudaría al igual que su influencia -, el mantonegro se puso en pie, tomo su sombrero y se dispuso a marcharse.
-Lo pensare - fueron las palabras del noble -Pero... si no está ahí la tablilla ¿dónde está?, ¿sigue en la ciudad?, ¿se irá pronto de la ciudad?, ¿a dónde? Cómo le digo, me lo pensaré, pero maese Tanis, deme algo más tangible. Créame cuando le digo, que si quiere trocar mí odio por amistad o colaboración, necesitaré algo más de información...
- Pregunte por mí en el monasterio- dijo ya desde la puerta el mantonegro -Ahora ocúpese de su familia, creo que llevan algún tiempo reclamándolo -.
EPÍLOGO II:
«No siempre es agradable la visión de un alma despojada de su barniz tradicional y los pretextos superficiales».
Maestre oniromante de la Ordo, Ketan Erunlav.-
... ... ...
Y continuamos actualizamos el estado de los todos los personajes de Symbaroum Salvaje:
Marcados saludos.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario