Páginas

lunes, 14 de diciembre de 2020

Adiahel el Maldito

 


Buenas,

Y para acabar el año, otro “rolato” de Symbaroum Salvaje. En este caso, de una aventura rápida que jugamos en dos huecos por Roll20.

El rolato lo hace Óscar, mezclando varios puntos de vista, curiosamente ninguno de ellos el de su nuevo personaje, Yagaba.

... ... ...

PRÓLOGO I

He aprendido todo tipo de cosas de mis muchos errores. Lo único que nunca aprendo es dejar de hacerlos.

Alcalde Manford.-

... ... ...

En una taberna de Kurun unos parroquianos hablan y brindan casi como si celebrase seguir vivos, Edogai un joven se encuentra relatando los hechos...

Pues como os cuento, llegamos a Fuerte Espina y mi patrón Demeon me encarga la tarea de buscar un grupo que esté dispuesto a escoltar nuestra mercancía hacia Agrella, en una de las tabernas de dicho lugar me dirijo al tabernero, un enorme ogro y le pregunto si sabe de alguien que busque trabajo de escolta, el ogro me señala una de las mesas y al mirar en dicha dirección  me encuentro a una bárbara que tiene el mejor culo que he visto nunca, pero por Prios cuando la mire a la cara, una tremenda cicatriz le recorría medio rostro, se me bajo todo el entusiasmo ya me entendéis, a su lado un pequeño trasgo bebiendo cerveza mientras una puerca dormía a sus pies.

Hable con ellos y no fue hasta que escucharon el metálico sonido de las monedas cuando me prestaron atención de vedad, prácticamente habían ignorado todo lo que les había dicho, no así lo hizo un trocalengo que se hallaba cerca, pidió trabajo el también y le indique que la última palabra era la de mi patrón, Demeon.


Éste, cuando la escolta no podía oírnos, me increpó que clase de gente le había llevado, la verdad parecíamos unos feriantes de cosas raras, el patrón no quería estar allí más de la cuenta y nos dirigimos a Agrella sin ningún contratiempo. En el trascurso del viaje el trasgo parecía el más sociable, la bárbara si hablaba era para soltar algún improperio, y el trocalengo parecía mudo. Fue camino a la mina, recién adquirida por mí maestro, desde Agrella, que por aquellos caminos de riscos, helándonos los huesos por el frio invernal, cuando el trasgo se incorporó de su montura y gritó.

-“Patrón, bandidos!, !veo más de doce!, ¡son demasiados, corramos!”

Rápidamente el pequeño trasgo se puso en cabeza arrebatándome el control de las mulas haciendo que estas corrieran como si de ello dependieran sus vidas, esos desgraciados nos daban caza, en la parte trasera vi a la bárbara y al trocalengo preparándose para la batalla, parecía que los dejábamos atrás, pero en un descuido seis de esos bandidos nos dieron caza, las bestias estaban agotadas y no quedaba opción sino la de enfrentar al enemigo, el trasgo atravesó con su lanza a uno de ellos, otro se abalanzó sobre mí, no sé como pero conseguí esquivarlo, y si esto os pone los pelos de punta ahora veréis,  pues la bárbara tras partir el cráneo al primero, un segundo enemigo la alcanzó en un hombro, la mujer lo decapito instantes después, entonces fue cuando su espada entrando por el hombro y saliendo por la ingle partió en dos al saqueador que me había atacado, dejándome ver el rostro de la fémina completamente empapada en sangre de sus enemigos, no sé cómo conseguí retenes dentro de mis tripas las heces cuando me miro directamente a los ojos, gracias a Prios el trasgo combatía con el último de los asaltante, y aquel demonio salió raudo a extinguir la vida de su último contrincante, después pareció recuperar la consciencia. Al llegar a la mina, Demeon les pagó lo acordado y se fueron, no he vuelto a saber de ellos, pero pobres desgraciados los que se crucen en su camino con malas intenciones.

... ... ...


Hoy amanece con un sol espléndido en la aldea de Riscogris, pero este hecho no parece hacer felices a sus habitantes que más bien parecen preocupados y alicaídos, es cuando la voz de un niño hace llegar a Ioana la feliz nueva.

-“Forasteros! ¡Han llegado forasteros!”

Al oír al chiquillo no pude reprimir una sonrisa de esperanza y una lagrima recorrió mi mejilla, la curiosidad me hizo cruzar el pueblo para observar a los recién llegados, un trasgo guiaba de las riendas un pony, seguido de una pequeña cerda jabalí, tras ellos, dos figuras,  uno de ellos un arquero, me pareció ver que tiene las orejas puntiagudas, ¿será uno de esos niños cambiados de los que hablan los bárbaros?, ¿un trocalengo?, pero quien me despertó más interés fue la mujer, es claramente del pueblo salvaje, su porte es duro, portando una espada y un escudo, incluso su rostro esta recorrido por una terrible cicatriz que a otros ojos la afearían, a los míos me piden conocerla, saber más de esa mujer fuerte, a la que parece que nada le asusta.

Como ya es tradición en el pueblo, el alcalde ha invitado a cenar a los recién llegados al salón común, ellos solo han de contar historias del exterior  el primero en hablar es el trasgo, no le presto atención, esta noche solo tengo ojos para Yagaba la cazadora de monstruos, la sirvo más hidromiel, ella cuenta una historia de cómo acabo con un nido de muertos vivientes, y le partió la cabeza a su líder haciendo mil añicos la jarra de un cabezazo, evidentemente esta ebria, y la verdad es que a mí también me está pasando factura la bebida, nos escabullimos fuera, me besa, procuro darle todo el placer que está en mi mano y mi boca, que si tiene que abandonar este mudo sea de la forma más placentera posible, ojalá tuviéramos más tiempo, una lagrima resbala por mi mejilla, volvemos al calor del hogar, todo es fiesta y risas, la luna está ya en lo alto del firmamento, y eso en Riscogris solo quiere decir una cosa...

Duermo acurrucada a Yagaba, con la esperanza de que él no aparezca esta noche, no es así, un gran estruendo nos despierta la puerta ha sido derribada la bestia ha llegado y reclama su sacrificio, siembra el caos, agarra al pobre Doran y de un bocado le arranca la pierna, el trocalengo parece el primero en percatarse y el primero en atacar pero Adiahel lo golpea con tal brutalidad que le hace cruzar el salón para estamparlo contra el muro del hogar, quedando tendido e inerte, Yagaba me grita, me pide que me quede detrás de ella, se lanza al ataque dándole un tajo en la pierna, pero la bestia no parece ni notarlo, el trasgo también se lanza sin miramientos, pero los esfuerzos de los forasteros son insuficientes, como el relámpago el gigante agarra al pequeño Nikola saliendo hacia el pozo, no quiero mirar, se lo que va a ocurrir, la cabeza del pobre niño reventada contra la fría y dura pierda del pozo, su cuerpo yace allí y solo se escucha los lamentos de una madre desesperada.

 

A la mañana siguiente no puedo mirar a la cara a Yagaba, pero es ella la que me busca, no me culpa solo se lamenta de que no le contará la verdad antes, así podrían haber estado preparados, haber acabado con la bestia, me promete que terminaran con esto, secándome las lágrimas con sus dedos, me roba un beso.

Les presento a mi padre el Viejo Jon consejero del alcalde Manford y a este, los forasteros piden explicaciones de lo ocurrido, arrepentido y avergonzado el alcalde le cuenta que este ser lleva ya largo tiempo atormentado al pueblo, que la llegada de la guardia no solucionó nada, pero que el sargento de esta les propuso ofrecer en sacrificio a la bestia a forasteros incautos, así el pueblo estaría seguro, las preguntas inquisitivas del trasgo hacen desvelar la historia de una mujer joven acusada de practicar magia negra, de hacer rituales oscuros en el bosque, y fornicar con criaturas impías, fue juzgada y sentenciada a muerte por lapidación, tiempo después de su muerte este ser empezó a visitar la aldea dejando este rastro de muerte y destrucción siempre cuando la luna está llena en lo alto del cielo. Mí valiente Yagaba baja al pozo, a recuperar el cuerpo sin vida del pobre Nikola, solo ella tiene el valor necesario. Cuando sale del pozo maldito, me parece que oculta algo entre sus ropajes...

Yagaba le pide la ayuda de cualquiera que tenga los arrestos de combatir a la criatura, consiguen que el herrero y la guarnición los acompañen en la cacería estos últimos a regañadientes, en mi corazón noto un vacío, la sensación de no volver a verla, no puedo despedirme de ella.

... ... ...

“Tock, tock, tock” (tocan en la puerta de la herrería, un hombre fornido y de semblante regio abre la puerta).

-“Viejo Jon que deseas en este día tan aciago, la verdad no me encuentro con ánimo para trabajar”.

-“Amigo Kardamei los extranjeros han decidido emprender la empresa de acabar con Adiahel, y nos han pedido ayuda, el único del pueblo con la mínima posibilidad de salir vivo de esta locura creemos que eres tú, pero no estas obligado a nada”.

-“Estoy hastiado de esta situación, pobre niño, nadie debería morir así aún menos un infante, tengo miedo no lo voy a negar, pero si cabe la posibilidad de acabar con  esta locura los acompañaré”.

-“Gracias amigo”.

Y aquí me encuentro, sin comerlo ni beberlo, en una misión prácticamente suicida acompañado de un trasgo, una cerda, una salvaje, y los capullos de la guardia, llevamos caminando ya unas horas, parece que la pequeña criatura sabe lo que se hace, sigue el rastro de huellas y sangre que dejo la bestia anoche, no con poca dificultad ya que la lluvia ha convertido el suelo en fango, pese a ello aquí nos encontramos, frente a una pared de roca que el trasgo no duda en trepar, dos de los guardias han regresado a Riscogris dicen que se sienten enfermos, culpan de ello al agua del pozo, más bien la falta de arrestos hacen cagarse a estos dos patas abajo, da igual no creo que salgamos vivos de esta con o sin su presencia, quizás son más listos que yo.

Trepan la roca los soldados restantes y su sargento, el pequeño trasgo nos indica que atemos a la cerda para subirla, no sé si la quiere como víveres, o está enamorado de ese animal, la verdad es que no se separa de ese bicho maloliente ni un minuto, cuando el jabalí se encuentra arriba algo ocurre que escapa a nuestra vista, pues la bárbara se encuentra abajo esperando la cuerda para trepar pero esta no llega, se escucha sonido de lucha, la bárbara intenta trepar a pelo, pero sus intentos son infructuosos,  el chillido de la cerda y los gritos de los soldados me hacen pensar lo peor, que la bestia ha dado con nosotros demasiado pronto, intento ayudar a la bárbara que se pone cada vez más nerviosa, no sé si por culpa de esto no atina a subir, la verdad es que es más fea que el demonio pero tiene unas buenas posaderas, unos minutos después todo se vuelve silencio y la cuerda vuelve a caer, el trasgo nos indica que subamos.

El trasgo nos grita: -“¡Esos malnacidos nos han traicionado pero se han llevado su merecido!, ¡Kverula, pobre Kverula! ¿qué te han hecho?”.

Me sorprende la preocupación de estos dos por el animal, pero si el trasgo solo, ha sido capaz de tumbar a tres hombres de armas, no seré yo quien le lleve la contraria, la salvaje por su parte me mira directamente a los ojos y espada en mano me pregunta si estoy yo también pensando en traicionarlos, los miro y les digo lo primero que se me viene a la cabeza, niego con la cabeza, y les digo que los soldados no me han gustado nunca, parece que la contestación apacigua sus sospechas.

Tras varias horas de marcha deciden que es hora de acampar y pasar noche, entre bocado y bocado, Yagaba que así se llama la salvaje nos cuenta como en una ocasión perdono la vida a una bestia que acosaba un poblado como el mío, que el ser era inteligente, y llego a un acuerdo favorable para ambas partes, que quizás podríamos intentarlo, y si no funciona, tendrían que acabar con él, la verdad me encantaría ver abierto en canal al gigante, pero por otro lado también me gustaría regresar de una pieza a casa.

La noche trascurrió tranquila, partimos pronto y llegamos a las inmediaciones de un lago, en la otra orilla una serie de cavernas donde presumiblemente la bestia nos aguarda. Consideramos lo más cauto bordear el lago pese a llevarnos más tiempo, personalmente no tengo prisa porque me devoren, así es no pongo pegas a la idea, una vez en las cuevas tenemos que abandonar a la pequeña cerda malherida, pues hay que zambullirse y bucear para seguir adelante, me pongo a ello, con algo de dificultad encuentro el camino y pego esa bocanada de aire que ya me hacía falta, delante de mí Yagaba, pero ni rastro de Fenyek el trasgo, los minutos pasan y la tensión se masca,  miro a la mujer y sin hablar, cuando la veo que está a punto de sumergirse para buscar a su compañero, este emerge de entre las aguas exhausto  por el esfuerzo pero vivo, la bárbara le dedica una sonrisa,  y proseguimos el camino. La peste es cada vez mayor huele a descomposición y no es de extrañar en aquella sala formada en la roca nos encontramos con múltiples cadáveres a medio devorar, un par de grandes charcas y al fondo, a modo de altar, una roca, encima de esta se encuentra un cráneo descomunal y claramente no humano, Fenyek y Yagaba se acercan a investigar, esta última saca algo de un saco y lo deja junto al cráneo, por mi parte intento encontrar una salida, el olor es insoportable, dejo escapar una arcada, mis dos guías siguen investigando la cueva y es en ese instante cuando Adiahel emergiendo de una de las charcas hace acto de presencia, Yagaba intenta comunicarse con el ser, pero no da resultado, Fenyek ataca valerosamente, pero la bestia parece inmune, Yagaba lanza un tajo que alcanza la pierna derecha de la bestia que prácticamente ni se inmuta, la mujer me ordena que queme los huesos que anteriormente ella misma dejó en el altar, y parece que está en lo cierto, la bestia está notando el dolor, un ataque tras otro, intercambian golpes, pero la mujer guerrera es la que encaja un terrible golpe del gigante, esto no la hace retroceder, e infunde rabia a su compañero que atraviesa las tripas de la bestia con su lanza, la mujer se asegura de que no se vuelva a levantar decapitándola, y yo mismo me sorprendo golpeando con mi martillo los huesos de la bruja, no sé cuánto tiempo llevaba haciéndolo o si esto influyó en la muerte del monstruo, pero lo imposible se ha hecho realidad, volvemos a casa.


Ya en Riscogris nos dirigimos al salón común en busca del alcalde y del Viejo Jon para comunicarles la buena nueva, allí Yagaba les dice que me pueden tratar como un héroe pues es así, lo he demostrado , yo solo pienso en el calor de mi hogar, en mi lecho,  me despido de todos y me dirijo a descansar.

Estando ya en mi casa escucho a voces los forasteros reclaman a la guardia que liberen a su amigo, el trocalengo, tras un rato de negociación y no pocas amenaza acuerdan que el prisionero será liberado mañana a condición de que abandonen el pueblo, cosa que es aceptada, bueno parece que ya voy a poder dormir...

Unas horas más tarde los chillidos de una mujer me despiertan, es Yagaba que aporrear desesperada la puerta de la torre sin que nadie la conteste, esta bárbara seguro que se ha embriagado con hidromiel y ha dado rienda suelta a su ira, esta noche no va a dormir nadie en el pueblo.

... ... ...

Como alcalde de Riscogris me siento afortunado de tener a estos trotamundos por aquí todavía, pues nuestra deuda para con ellos no es poca, hace ya un ciclo lunar de la muerte del maldito Adiahel, anoche debería haber hecho acto de presencia, y por primera vez en mucho tiempo la gente es feliz, mi pueblo esta alegre, todo gracias a esos tres, bueno todo el mundo no, el Viejo Jon está obsesionado con Yagaba, dice que no le gusta la forma en la que mira a su hija, tonterías de viejos, que se le va hacer, He decretado que el año que viene en la misma fecha de la muerte de la bestia haremos un homenaje a los valientes que acabaron con ella y en honor a los audaces soldados del ducado que entregaron la vida por nuestro pueblo. Que todo lo que os depare el futuro os sea propicio extranjeros, y sabéis que las puertas de Riscogris están abiertas para vosotros. 

... ... ...

EPÍLOGO I:

La muerte nos espera a todos. Nada es para siempre. La vida consiste en aprovechar bien lo que te encuentras en el camino. Si una mujer no está satisfecha con lo que tiene... bueno, muy posiblemente tampoco se quedará satisfecha con lo que no tiene...

Ioana.-

... ... ...

 

Y como es acostumbrado, actualizo el PDF con los PJs de la campaña:

Héroes de Symbaroum.

Marcados saludos.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario