Páginas

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Crónica Conan: Retorno a Shadizar


Buenas,

Pues nada, de la campaña de Conan que estamos jugando con Savage Worlds no estábamos llevando crónica como de las de Canción de Hielo y Fuego, Savage Star Wars y la de Walküre, pero cuando acabamos la última sesión dirigida por Óscar, Rubén dijo que quería hacer rolato del mismo. Así que aquí va el rolato de la última partida jugada desde el punto de vista de Aquiles, un hoplita corintio.

... ... ...

Abmel, hay que reconocer que los turanios sois buenos combatientes, aunque bien es cierto que la panda de cobardes e indisciplinados juntos con los que luchábamos, no podían llamarse ejército...

Dos días vagando por las marcas Zamorias, un desierto de rocas y arenas infinitas... Por la gracia de Mitra, mi cuerpo no siente el abrasador sol del día, pero si noto la falta de alimento.

Por fin tuvimos un encuentro que bien pudo acabar en una nueva escaramuza, si no fuese porque lo inusual de los visitantes solo podía ser una señal de los Dioses, sino, como íbamos a encontrarnos en pleno desierto con un grupo formado por un ofirio, un cabrero fabuloso (o eso entendí en su tosco hiborio) y... y otro hombre del lejano Kithay.

En tan singular compañía decidimos que todos teníamos más probabilidad de salir vivos y regresar a Shadizar, donde tal vez la poderosa Valhild tendría a bien recompensar mi valor en el campo de batalla...

Nuestra temporal alianza parece que se demostró provechosa rápidamente y pudimos llegar a un poblado fuera de los páramos, con nuestro estómago bien colmado de carne de hiena. La naturaleza es justa y solo los fuertes prevalecen...

El pueblo resultó ser un nido de timadores, donde hasta el vino desconocía el color de la plata, y los habitantes solo mordían oros para cualquier servicio, con lo cual tuvimos que negociar un acuerdo y buscar trabajo de armas, que es el único con el que todo hombre  libre que se precie debe ganarse la vida.



De esta forma, conseguimos un contrato a priori nada difícil con el orondo Yatoss, mercader Zamorio que nos contrató con un suculento acuerdo para recuperar una mercancía robada, doce esclavas que le habían sido sustraídas recientemente.

Así que sin muchos más preámbulos, pero bien aprovisionados, el ofirio y el cabrero afghuli empezaron a seguir los rastros, que por la experiencia de Carus, parecían estar siendo dejados a posta para facilitar su lectura.

Por la importancia de los hechos acaecidos al final de mi relato, solo haré algunas breves reflexiones sobre nuestro corto periplo:
Una vez más, la naturaleza se muestra implacable, ya sea con sus bestias o con su superficie accidentada.
Es el segundo kithano que conozco, y empiezo a pensar que nadie de esas tierras sabe usar un arma en condiciones.
Ciertamente debe ser un cabrero fabuloso, por la manera que sube y baja de paredes verticales y sin ayuda de cuerda...



El destino final de nuestro viaje parecían ser las ruinas de un viejo castillo, al parecer ocupadas por una manada de chakas, que si bien me hicieron algún rasguño, fueron suficientes como para dejar fuera de combate al kithano.

Ahora bien, si un soldado corinthio pudiese sentir miedo, creo que lo que encontramos junto a las doce esclavas podría haber sido semilla de muchas pesadillas.

En inicio un poderoso ser demoniaco surgió de las sombras para hacernos frente, pero dos fuertes lanzadas de mi hasta sobraron para devolverlo al abismo del que surgió. Ahora no solo temerán mi nombre en la otra vida todos los vencidos por mi brazo, sino que en el propio infierno se oirá el nombre de Aquiles.

Si un enorme demonio no era bastante reto, de las sombras del salón en ruinas un nuevo ser surgió para hacernos frente. Abmel, haciendo gala de su profesionalidad en la batalla, junto a... bien no sé cómo denominarlo... payasadas del ofirio y saltitos del cabrero, consiguieron reducir al segundo ser infernal.



La recompensa desde luego iba a ser correspondiente al riesgo, pues en una cama de oro y joyas, las esclavas nos agradecieron con mucho ardor el rescate de sus vidas...

Pero la mañana no trajo si no visiones oscuras y sangre... con una torre oscura con serpientes en su cima acabó nuestro sueño, y con un mar de sangre y miembros descuartizados despertamos en una pesadilla.

Magia negra, brujería, símbolos escritos en sangre en nuestra frente, y una inexplicable necesidad de encontrar la torre oscura...

Marcas en nuestra frente


Todavía con nuestras mentes embotadas por la brujería, y nuestras almas convulsas entre el deseo y el pesar, partimos de vuelta al poblado para contarle a nuestro patrón el desenlace de nuestra misión, no sin antes recuperar  los despojos del kithano, y tener que arrastrarlo como si de una vieja enferma se tratase….en mi ciudad hay un dicho que nos repiten desde niños “solo los recios sobreviven”.

Nuestra aventura tampoco acabó como esperábamos, pues en vez del descanso, encontramos un pueblo saqueado por los chakas, y ni rastro de nuestro patrón, que por lo que estamos sospechando, no fue tal en ningún momento, y sí fuimos utilizados para un oscuro fin.

En cualquier caso, y tras acoplar otro kithano a nuestra comitiva (tercer kithano que conozco que no tiene ni idea de usar un arma... mi teoría de que los dioses orientales deben ser todos mujeres se acrecienta), decidimos poner todos rumbo a Shadizar, buscando una posible explicación y cura a las pesadillas oscuras que nos persiguen.

Y si no me libero de las pesadillas, tal vez Valhild tenga a bien no dejarme dormir con su ardor bárbaro...

... ... ...

Y hasta aquí el rolato,

Marcados saludos.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario