Buenas,
Pues
nada, de la campaña de Conan que estamos jugando con Savage Worlds no estábamos
llevando crónica como de las de Canción de Hielo y Fuego, Savage Star Wars y la de Walküre, pero
cuando acabamos la última sesión dirigida por Óscar, Rubén dijo que quería
hacer rolato del mismo. Así que aquí va el rolato de la última partida jugada
desde el punto de vista de Aquiles, un hoplita corintio.
...
... ...
Abmel,
hay que reconocer que los turanios sois buenos combatientes, aunque bien es
cierto que la panda de cobardes e indisciplinados juntos con los que
luchábamos, no podían llamarse ejército...
Dos
días vagando por las marcas Zamorias, un desierto de rocas y arenas infinitas...
Por la gracia de Mitra, mi cuerpo no siente el abrasador sol del día, pero si
noto la falta de alimento.
Por
fin tuvimos un encuentro que bien pudo acabar en una nueva escaramuza, si no
fuese porque lo inusual de los visitantes solo podía ser una señal de los
Dioses, sino, como íbamos a encontrarnos en pleno desierto con un grupo formado
por un ofirio, un cabrero fabuloso (o eso entendí en su tosco hiborio) y... y otro
hombre del lejano Kithay.
En
tan singular compañía decidimos que todos teníamos más probabilidad de salir
vivos y regresar a Shadizar, donde tal vez la poderosa Valhild tendría a bien
recompensar mi valor en el campo de batalla...
Nuestra
temporal alianza parece que se demostró provechosa rápidamente y pudimos llegar
a un poblado fuera de los páramos, con nuestro estómago bien colmado de carne
de hiena. La naturaleza es justa y solo los fuertes prevalecen...
El
pueblo resultó ser un nido de timadores, donde hasta el vino desconocía el
color de la plata, y los habitantes solo mordían oros para cualquier servicio,
con lo cual tuvimos que negociar un acuerdo y buscar trabajo de armas, que es
el único con el que todo hombre libre
que se precie debe ganarse la vida.
De
esta forma, conseguimos un contrato a priori nada difícil con el orondo Yatoss,
mercader Zamorio que nos contrató con un suculento acuerdo para recuperar una
mercancía robada, doce esclavas que le habían sido sustraídas recientemente.
Así que
sin muchos más preámbulos, pero bien aprovisionados, el ofirio y el cabrero
afghuli empezaron a seguir los rastros, que por la experiencia de Carus,
parecían estar siendo dejados a posta para facilitar su lectura.
Por
la importancia de los hechos acaecidos al final de mi relato, solo haré algunas
breves reflexiones sobre nuestro corto periplo:
Una
vez más, la naturaleza se muestra implacable, ya sea con sus bestias o con su
superficie accidentada.
Es el
segundo kithano que conozco, y empiezo a pensar que nadie de esas tierras sabe
usar un arma en condiciones.
Ciertamente
debe ser un cabrero fabuloso, por la manera que sube y baja de paredes
verticales y sin ayuda de cuerda...
El
destino final de nuestro viaje parecían ser las ruinas de un viejo castillo, al
parecer ocupadas por una manada de chakas, que si bien me hicieron algún
rasguño, fueron suficientes como para dejar fuera de combate al kithano.
Ahora
bien, si un soldado corinthio pudiese sentir miedo, creo que lo que encontramos
junto a las doce esclavas podría haber sido semilla de muchas pesadillas.
En
inicio un poderoso ser demoniaco surgió de las sombras para hacernos frente,
pero dos fuertes lanzadas de mi hasta sobraron para devolverlo al abismo del
que surgió. Ahora no solo temerán mi nombre en la otra vida todos los vencidos
por mi brazo, sino que en el propio infierno se oirá el nombre de Aquiles.
Si un
enorme demonio no era bastante reto, de las sombras del salón en ruinas un
nuevo ser surgió para hacernos frente. Abmel, haciendo gala de su
profesionalidad en la batalla, junto a... bien no sé cómo denominarlo... payasadas
del ofirio y saltitos del cabrero, consiguieron reducir al segundo ser
infernal.
La
recompensa desde luego iba a ser correspondiente al riesgo, pues en una cama de
oro y joyas, las esclavas nos agradecieron con mucho ardor el rescate de sus
vidas...
Pero
la mañana no trajo si no visiones oscuras y sangre... con una torre oscura con
serpientes en su cima acabó nuestro sueño, y con un mar de sangre y miembros
descuartizados despertamos en una pesadilla.
Magia
negra, brujería, símbolos escritos en sangre en nuestra frente, y una
inexplicable necesidad de encontrar la torre oscura...
Marcas en nuestra frente |
Todavía
con nuestras mentes embotadas por la brujería, y nuestras almas convulsas entre
el deseo y el pesar, partimos de vuelta al poblado para contarle a nuestro
patrón el desenlace de nuestra misión, no sin antes recuperar los despojos del kithano, y tener que
arrastrarlo como si de una vieja enferma se tratase….en mi ciudad hay un dicho
que nos repiten desde niños “solo los recios sobreviven”.
Nuestra
aventura tampoco acabó como esperábamos, pues en vez del descanso, encontramos un
pueblo saqueado por los chakas, y ni rastro de nuestro patrón, que por lo que
estamos sospechando, no fue tal en ningún momento, y sí fuimos utilizados para
un oscuro fin.
En
cualquier caso, y tras acoplar otro kithano a nuestra comitiva (tercer kithano
que conozco que no tiene ni idea de usar un arma... mi teoría de que los dioses
orientales deben ser todos mujeres se acrecienta), decidimos poner todos rumbo
a Shadizar, buscando una posible explicación y cura a las pesadillas oscuras
que nos persiguen.
Y si
no me libero de las pesadillas, tal vez Valhild tenga a bien no dejarme dormir
con su ardor bárbaro...
...
... ...
Y
hasta aquí el rolato,
Marcados
saludos.-
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