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jueves, 28 de mayo de 2015

Crónica Walküre: El Secuestro

Buenas,

Resumen de la siguiente misión jugada por los agentes de Oberón. Esta vez los agentes tuvieron que viajar a Inglaterra en una misión de investigación y rescate respecto a una joven desaparecida... 

Está narrada desde el punto de vista del irlandés Ian O’Conner.
...

“¡Qué asco de ciudad por Dios! Aunque la verdad, un río corrupto, con un aire corrupto, es lo único que se puede esperar de la corrupta capital de esta mierda de país.
Bueno pensemos en positivo, Irlanda está cerca, luego abundará el buen Whisky, además posiblemente pueda reencontrarme con algún viejo amigo y por si fuera poco, seguramente pueda matar unos cuantos ingleses…..”

Hace tres días que Remi Hoffman de Oberón me contactó para un nuevo trabajo. Por lo visto su superior, Patrick Leigh,  uno de los peces gordos de la compañía, tenía interés personal en que nuestra célula se trasladase a Londres para un trabajo.

Dado que yo estaba acabando de resolver unos negocios en Münich, y que desde luego mi regreso a Londres no podía ser por un medio de transporte convencional, planifiqué mi viaje en solitario. Y ahí estaba yo, remontando el Támesis en una barcaza de contrabando.

Una vez en circulación dentro de la urbe, me reuní con los miembros de la célula asignados a la misión. Me alegré de volver a encontrarme con Berg, y me moría de la risa con sus torpes intentos de hablar inglés, que junto con su poca... eh... como lo diría yo... afinidad social, hizo el deleite de mis risas en cada encuentro con los estirados ingleses de la capital.

SIgfrid sigue teniendo un palo metido por el culo, pero parece que desde que su hermano medió en la disputa, podemos volver a trabajar juntos sin necesidad de tener en todo momento un arma en la mano.

Y el yankee... pese a que parece tener un pasado criminal, tiene aires de niño bueno de Oxford.

El caso es que nos reunimos con Mr. Stephen Langley y un joven llamado Kevin, padre y prometido respectivamente del objeto de nuestro viaje. Sharon Langley desapareció una semana atrás, después de salir de la residencia de señoritas habilitada en el campus de Downton, en Manchester.

No se había pedido ningún rescate y las investigaciones de la policía se basaban en esperar, tal vez pensando que la chica había cometido una locura de juventud y pronto volvería a las comodidades que su rico papá la ofrecía.

Mi teoría particular sobre la policía inglesa es que sirven para poco más que recibir proyectiles gauss de 4 mm...

Tras unas breves indagaciones por los suburbios de Londres, decidimos viajar a Manchester con unos pocos nombres anotados: Residencia de señoritas Saint Marie y Nathali Sallier y Mary Hume, amigas de Sharon.

Berg y el yankee se dirigieron a la comisaría de policía a perder el tiempo...

Mientras, Sigfrid y yo decidimos  lucir palmito en Saint Marie, visita que nos permitió conocer varias mujeres interesantes... Perdón ¿dije mujeres? La Señorita Chemleski, alias “La Puta Roja”, nos permitió tras un intenso intercambio verbal visitar la habitación de Sharon, en la que no encontramos gran cosa, salvo su portátil personal que sustraje con las artes aprendidas en las calles de Belfast.

También encontramos a Mary Hume, pero no nos aportó gran cosa (ni siquiera visualmente)
Eso sí, pisar Londres, viajar a Manchester, tener que aguantar a Herr PaloMetidoPorElCulo... todo valió la pena cuando encontramos a Nathali, ¡eso sí que es una mujer!

Sacrificándonos por la misión, y con la única intención de obtener información, Sigfrid y yo la acompañamos a cenar en uno de los mejores restaurantes de Londres (gracias Sigfrid), y luego la acompañamos a una discoteca de moda (gracias Sigfrid) donde se había visto por última vez a Sharon, “Los Nueve Infiernos”, donde hicimos algunas averiguaciones sobre los hábitos sexuales de la desaparecida, que incluían a los monitores de gimnasio que levantan peso con el rabo, y los chips sensoriales.




Allí nos reunimos con Berg, que nos comentó que el yankee llevaba toda la tarde y parte de la noche intentando acceder al portátil de Sharon.

Como la discoteca parecía una vía muerta de investigación, los tres decidimos intentar sonsacar más información a Nathali, ¡¡¡y vaya si nos cundió la noche!!! La llevamos a un buen hotel (gracias Sigfrid) donde era conocida, y allí entre Tyrconnel (gracias Sigfrid) y otros licores, acabamos montando una orgía de las que hacen historia. Hasta Berg, que no está muy acostumbrado a “conquistar polluelas” tuvo su momento de gloria...

Tras revisar el bolso de Nathali y requisar algo de dinero para el cumplimiento de la misión (gracias Sigfrid), retornamos al hotel para ver lo que había conseguido nuestro colega yankee.
Así conseguimos el nombre del monitor follador, Victor, y de paso descubrimos que la afición de la joven e inocente a los chips sensoriales, sobrepasaba con creces la legalidad.

Una vez más, volvimos a separarnos para seguir ambas pistas, el yankee y yo salimos a patear las calles de Manchester, mientras que Sigfrid y Berg iban al gimnasio donde trabajaba Víctor.

En las calles conseguimos información sobre el mundillo de los chips sensoriales y quién estaba metido en el negocio, así que pasamos por Univ Electronics, una tienda regentada por hispanos, que era tapadera de la venta de chips sensoriales. Tras un pequeño tira y afloja, supimos que los la lista de chips que interesaban a Sharon eran difíciles de encontrar, ya que eran altamente ilegales y su sola posesión era muy peligrosa. Nos remitieron a Touristville, una pequeña ciudad a unas horas de viaje de Manchester y también hablaron de un tal Nick el “Patillas”, que actuaba como un camello de poca montar para este tipo de cosas.

Cuando regresábamos a nuestro hotel, descubrimos que la mitad de la puta policía de Manchester lo tenía rodeado. Por lo visto Sigfrid y Berg, en un alarde de sutileza, habían secuestrado a mano armada y a plena luz del día al monitor follador, y todo para obtener una información tan valiosa como era el nombre de Nick “El patillas” y que Sharon “se ponía” con muchas sustancias ilegales.

Viendo como estaba el tema de la policía, y que las pistas nos llevaban a Touristville, preferimos poner tierra de por medio y partir hacia dicho pueblucho.

Una vez allí, fue cosa fácil encontrar a los Crimson Crush, una banda de moteros que se dedicaba entre otras cosas a conseguir chips sensoriales snuff e ilegales, y que eran los que le pasaban la mercancía al “Patillas”. La transacción de información con ellos fue interrumpida por otra banda de moteros rival, los Brain Eaters y sus explosivos... mecagoenlasputasbombas!!!
Nuestra célula salió bien parada de la emboscada, y además nos sirvió para localizar a un periodista que estaba grabando un reportaje sobre las bandas en Touristville y que nos referenció un garito llamado Skeleton, donde los hijos de papa de los alrededores, iban a vivir una auténtica aventura.

Por la noche nos dirigimos al Skeleton, yo quería ver si el garito estaba preparado para que un irlandés corriese una auténtica aventura, pero está visto que los porteros modelo  2x2 sólo funcionan con los niñitos ingleses. Tras varios encontronazos con la seguridad del local, una noche perdida, y varios días sin matar a nadie, perdí la paciencia y decidí tomar la iniciativa con dos de los seguratas del Skeleton cuando acabaron la jornada.

Si algo aprendí de la Gestapo alemana es que no hay nada mejor que coger dos tipos para un interrogatorio, porque siempre puedes explayarte con uno, y así al otro se le afloja la lengua.
Esta vez “la muestra” pagó mi exceso de violencia acumulado desde que pisé suelo inglés: una rodilla atravesada por un proyectil Gauss de 4 mm, todos los dientes rotos, mandíbula desencajada, varias costillas rotas y un codo partido... Su amigo obviamente, nos indicó rápidamente que tal vez deberíamos buscar a los Brain Eaters en Glow City, ya que la última vez que se vio a Sharon en el Skeleton iba acompañada por el líder de estos.

Glow City es una ciudad fantasma, desde que un accidente en la central nuclear local provocó una fuga radioactiva hará unos 50 años. Convencimos  a un taxista para acercarnos lo máximo posible (en la negociación, Berg aprovechó para estrechar su amistad con el yankee golpeándole repetidas veces la cabeza contra el cristal, lo cual ayudo a convencer al taxista...). Una vez en Glow City, encontrar a los Brain Eaters fue coser y cantar, no podían estar refugiados en otro sitio, claro, que no fuese el jodido reactor nuclear...




Así que allí fuimos, decididos a sacar a hostias a los Brain Eaters donde estaba Sharon. Cuál fue nuestra sorpresa cuando encontramos a la joven, pero no a los moteros. A Sharon, su afición a los chips sensoriales ilegales, la había llevado, involuntariamente, a convertirse en fuente sensorial, es decir, los moteros habían hecho todo tipo de depravaciones con la joven mientras grababan sus emociones en chips para luego venderlas en el mercado negro.

Mientras la liberábamos, los Brain Eaters volvieron a su guarida, y entonces, se desató el infierno...

Eran muchos, violentos, y con armamento decente, pero hay que reconocer que no fueron adversarios para Berg y para mí. Tras un tiroteo que no excedió los 5 minutos, sólo dos moteros huyeron vivos del reactor.

El yankee, haciendo un alarde de estupidez, había llamado a la policía de Manchester en mitad del tiroteo, así que una vez desvalijados los moteros y asegurada la zona, Berg y yo, en busca y captura por la policía, decidimos abandonar esta mierda de isla tan rápido como pudimos, utilizando el mismo método que usé para entrar.

Una vez en Zurich, Joshep nos informó de que la policía le estuvo interrogando, y que el declaró que el tiroteo había sido una pelea de bandas rivales... obviamente la policía no se tragó una mierda, pero ¿qué más daba? Una peligrosa banda de moteros había sido exterminada, la hija de un millonario londinense encontrada y todo sin mover un puto dedo, ideal para colgarse medallitas en sus uniformes de hijos de puta.

Por lo visto Mr. Langley agradeció el devolver a su hija, aunque fuese en ese estado. Supongo que papi se gastará una fortuna en rehabilitar a su hija y hacer de ella una putita decente de la alta sociedad inglesa, y supongo que el cornudo de Kevin, se casará con ella, aún cuando está claro que los apetitos de su chica eran bastante parecidos a los de Nathali.

En fin, la verdad es que ahora, de vuelta en mi ático suizo, y con mi Tyrconnell quemándome en la boca, debo reconocer que ha sido un buen viaje porque al final, bebí todo el Tyrconnell que quise, follé con una maciza de formas que ni las putas a veces quieren, maté bastardos protestantes y encima….¡¡¡volví con más dinero!!!

...


Marcados saludos.-

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