Buenas,
Otro rolato de “El Anillo Único Segunda Edición”. Afrontando, tras un descanso en otoño, el final de todo el arco de Gorlanc y sus intrigas en la zona de Bree. El rolato lo hace Antonio, desde el punto de vista de su alto elfo Naelorin.
Si vas a jugar las aventuras del módulo para Primera Edición “Bree”, será mejor que no siguas leyendo porque, aunque hay cambios, en lo básico te vas a comer spoilers...
Allá va el rolato:
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PRÓLOGO I
“En un agujero en el suelo, vivía un hobbit”.
J.R.R.T.-
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PRÓLOGO II
Gorlanc en su pequeña y escondida fortaleza creía que podría reclamar todos los secretos y tesoros de Eriador. Pensó que los dúnedain no eran más que forajidos y vagabundos dando traspiés a ciegas por las ruinas de sus antiguos reinos. Creyó que no había nadie en el Norte que pudiera oponérsele, que las fuerzas de Arnor y Angmar se hicieron añicos el uno contra la otra, y que no dejaron ningún poder importante en el Norte, al igual que Gondor y Mordor parecían, a sus ojos, destinadas a destruirse entre sí. Pero no contó con la fuerza de Rivendel...
En el otoño y comienzos del invierno del 2.965TE nuestros héroes, después de expulsar a la Sombra Fría y dar sepultura a su amigo elfo, Norindel, descansaron y se refugiaron del frío en Bree, más no estuvieron ociosos del todo, ya que compusieron una balada en honor de su amigo caído; además anduvieron atentos a todo aquello extraño que pudieran escuchar y llegándoles rumores: Historias alocadas de luces que resplandecían en el cielo del norte, de una hueste de elfos que atravesaba los bosques, armada para la guerra.
Durante todo el otoño, Gandalf fue visto varias veces en la Comarca y en Bree, apresurado, de acá para allá, como si tuviera algún recado importante. Los guardias de Bree estuvieron especialmente ocupados ese otoño, pues unos hombres particularmente desagradables y agresivos cruzaban las fronteras sin permiso mientras huían hacia el sur.
Realmente, al norte, en la pequeña fortaleza de oscura madera, y tras un corto asedio, el grupo variopinto de Gorlanc, compuesto por ladrones y saqueadores de tumbas, nunca tuvo esperanza de salir victorioso, especialmente sin el Anillo de las Siete Joyas, así que finalmente la fortaleza cayó ante el poderío de un grupo compuesto por montaraces del Norte y elfos de Rivendel dirigidos por Glorfindel, Elladan y Elrohir.
Pero en la oscura noche otoñal habitan sombras que escapan a todo control y discernimiento...
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En el corazón del valle, la Casa de Rivendel se yergue como un faro de calidez y esperanza. Sus paredes de piedra, cubiertas de nieve, guardan los secretos de las eras pasadas, mientras que las luces cálidas que brillan desde sus ventanas ofrecen un refugio contra el cruel viento del norte.
Los jardines de Rivendel, una vez rebosantes de vida y color, ahora duermen bajo un manto blanco yacen en un sueño invernal, esperando pacientemente el despertar de la primavera. Las estatuas de mármol, custodios silenciosos de la historia del valle, observan en silencio el paisaje nevado, sus facciones talladas suavemente delineadas por la luz de la luna.
En este reino de calma y belleza, el invierno no es solo una estación de frialdad y quietud, sino un período de renovación y contemplación. Los elfos cantan antiguas canciones bajo el manto estrellado, recordando tiempos pasados y esperando el resurgir de la vida con el advenimiento de la primavera. En el Valle de Rivendel, el invierno es más que una estación: es un momento de magia y maravilla, donde el mundo parece detenerse por un instante, suspendido en un eterno cuento de hadas.
Naelorin camina por los pasillos iluminados por las antorchas, mientras que al fondo del pasillo un Elfo, envuelto en una capa oscura, irradia una presencia imponente, hacía tiempo que no se veían, cuatro meses desde la triste noticia de la caída de Norindel, cuando abandonó la casa para ayudar al grupo de Bilbo.
El asedio a la fortaleza de Gorlanc había sido un éxito, el grupo compuesto por montaraces del Norte y elfos de Rivendel dirigidos por Glorfindel, Elladan y Elrohir, acababan de derrotarlo, pero sin conseguir atrapar a la rata, que consiguió escapar hacia el sur.
Bajo el techo de la antigua casa, Elrohir y Naelorin encuentran un momento de paz en medio del frío y la incertidumbre del mundo exterior. En este refugio de sabiduría y bondad, el invierno se convierte en una estación de encuentros inesperados y alianzas duraderas, donde las diferencias se desvanecen ante el calor del compañerismo y la camaradería. Junto al crepitar de la chimenea y el aroma a madera quemada, los dos conocidos charlan amigablemente poniéndose al día de lo sucedido, y como consiguieron derrotar finalmente a Gorlanc. La épica batalla, el asedio y el fin del mal.
… … …
Una tarde Haleth apareció en Bree, en casa de Jarno solicitando la ayuda del grupo. Había seguido hasta el sur a maleantes de Gorlanc, puede que incluso al hechicero. Seguimos sus huellas hasta un punto donde los esbirros de Gorlanc se separaron, Haleth fue al sur siguiendo unos rastros y nosotros otros al este, adentrándonos en el bosque de Chet.
Tres días estuvimos en su interior siguiendo las huellas, y extraños seres nos encontramos, una lástima que nos separásemos pues seguramente ella ya los conocía y nos habría advertido. Nos encontramos en una preciosa zona llena de jacintos, las flores violetas y azuladas cubrían toda su superficie, como una alfombra, con sus pesadas cabezas meciéndose suavemente con la brisa. El viento transportaba un leve aroma a miel, trayendo recuerdos de la primavera, y tres seres que parecían hobbits algo silvestres, cocinaban algo de carne con un olor muy agradable en la fogata. No hablaban nada, pero mediante gestos gentilmente nos invitaron a compartir su comida. Era todo una trampa, una ilusión, lo que parecían grandes trozos de carne resultaron ser setas venenosas, la ilusión cayo y otro grupo de estos seres saltaron sobre nosotros creyéndonos débiles y envenenados, cierto que Durthor si se encontró mal, pero Jarno no probó bocado y yo no me vi afectado. Eran como hombrecillos, criaturas enanas cuyos ojos centellean con una luz fría e inhumana, sobre una nariz roja y la hendidura que tenía por boca. Habían perdido todo rasgo hobbit, y sus rostros se parecían más a expresiones humanas contrahechas. Abatimos a cuatro o cinco de ellos y el resto se fue a la fuga. Hombrecillos del Roble me dijo Mithrandir que eran, hay que tener cuidado de no caer en sus ilusiones. Al irnos de la zona vimos el cuerpo de un hombre que murió intoxicado, seguramente un esbirro de Gorlanc que dejaron atrás.
Siguiendo las huellas dirección noreste fuimos entrando en la zona pantanosa del Moscagua, con mucho cuidado seguimos hasta que empezamos a escuchar unas voces que parecía que venían de debajo de la propia tierra. Suplicaban ayuda para salir, parecía que estaban caídos en oscuros túneles, posiblemente de los hombres tejón, gritaban de miedo suplicando ayuda. Y de repente un dulce olor a pipa nos llegó de un tocón cercano, donde una figura gris fumaba y nos contemplaba complacido:
—“Bien hallados, amigos míos,” dijo el extraño chupando su pipa. —“¡Parece que Mantecona sabía lo que decía, por una vez!
Encontré rastros antes de llegar aquí, rastros que salían de donde termina el bosque y comienzan los pantanos. Parece que Gorlanc huyó al este desde aquí, alcanzó los límites de los pantanos y después giró al sur. Tenéis que partir desde aquí y descubrir a dónde ha ido. Yo puedo encargarme de los hombres tejón y de los inútiles secuaces del hechicero, para que no tengáis que retrasaros más.
¿Qué destino deben de correr estos infelices?”
Lo correcto era que fueran entregados a las autoridades de Bree donde y que se les juzgara por sus crímenes, alguien sugirió que el morir ahí atrapados debería de ser un final adecuado para ellos, pero hablaba más por el dolor de la perdida de Norindel, vi la desaprobación en la cara de Mithrandir, pero parece que lo paso por alto. Me dio esta antigua hoz élfica que se le debió de caer en la huida, seguro de que le daré un mejor uso. Y nos urgió a partir rumbo al sureste tras los pasos de Gorlanc.
Las huellas nos llevaron al camino a Bree, pero nadie los vio allí, los guardias no los vieron entrar, por lo que seguimos un par de días hacia el sur siguiendo el camino verde, pero tampoco hallamos rastros fiables, tampoco en el camino hacia los Puertos, por lo que nada más pudimos hacer y volvimos a descansar y curar heridas a Bree. Unos días después apareció Haleth, tampoco ella lo había encontrado, muchos montaraces seguían buscándolo, pero parecía haberse esfumado.
Pero nada puede esconderse eternamente, de hecho, dos semanas después, mientras paseábamos por el mercado de Bree, creímos ver a uno de los hombres de Gorlanc, estaba vigilando a un pequeño hobbit, un Bajoárbol, mis compañeros intentaron ir a por él pero cuando llegaron donde estaba ya se había ido, posiblemente ni supiese que lo habíamos visto. Pude hablar con el joven hobbit, Alberto se llamaba, estaba muy aterrado, sabía que le vigilaban, no era libre de hablar, pero pude ganarme su confianza. Me confeso que hacía varias semanas Gorlanc y sus hombres habían entrado en el smial de su familia, en Entibo, donde los tenían bajo amenaza de muerte, e incluso envenenaron a su hermana Flor, que permanencia con vida solo con un brebaje que preparaba todas las mañanas Gorlanc, así se aseguraban de tenerlos controlados. Ya sabíamos dónde estaba, pero ahora quedaba entrar a por él impidiendo que hiciese más daño a los Bajoárbol.
Ya había rumores que algo pasaba con la familia Bajoárbol, pues era muy sonado el banquete y cata de sidra que daban anualmente cuando empezaba el invierno, y más este año que tendrían una gran cosecha de manzanas, de hecho, el gran manzano que da nombre a su familia es gigante y tenía unas manzanas realmente inmensas. Esto explica su distanciamiento de la sociedad.
Alberto nos puso en contacto con su primo Bruno, conseguimos juntarnos con este una tarde en “El Farolero”, nos pudo facilitar algún mapa de cómo estaba distribuido su smial, de donde se encontraba ubicada la habitación de Flor, donde se escondía Gorlanc y sus hombres, y nos dio algunas pistas de cómo era el veneno que le había dado a su prima. Acordamos que hablase con el patriarca Alfonso, en dos días entraríamos en el smial para liberarles, pero necesitaríamos su colaboración, todos deberían de esconderse esa noche, y aunque hiciese frio, no encenderían las chimeneas pues posiblemente sería el mejor punto para entrar escondidos, pues tenían vigiladas las diferentes entradas de la casa. El smial tiene más de treinta habitaciones y tres plantas, era realmente complicado.
Jarno y Ramnulf estarían escondidos y haciendo vigilancia por la parte trasera del smial, a ver que podíamos descubrir, el enano Durthor vigilaría la puerta delantera, y yo partiría a Bree en busca de Berelas, paso un tiempo con Gorlanc y puede que conociese el veneno con el que había afectado a Flor, además de ser una gran curandera entre los humanos.
Volví con ella y una dosis del antídoto que podría curarla, pero evidentemente ella quedaría fuera de la incursión. Sabíamos que eran unos diez o quince hombre, algunos salen por la noche a estirar las piernas por la puerta de atrás, donde están los manzanos de los Bajoárbol cuidados por un par de perros guardianes, pero no deberían de ser un problema para el beornida. El enano y yo entraríamos por las chimeneas e iríamos directos a la habitación de Flor, mientras que los humanos entrarían por la puerta trasera, directamente a la planta baja, donde están los cuartos donde algo tramaba Gorlanc, un humo y hedor sube de su laboratorio, sea lo que sea, había que interrumpirlo.
Esa misma noche hicimos la incursión, el enano y yo subimos a lo alto del smial, coronado por el árbol gigante para acceder por la chimenea, pero algo raro notamos en el gran manzano, parecía despierto y enfadado, sin duda las negras artes de Gorlanc han tenido que afectarle, conseguimos esquivar los golpes con sus ramas que lanzo contra nosotros, pero pude ponerme a su lado y conseguir calmarlo con una canción del pasado, aquella que rememoraba el despertar de los pastores de árboles, y poco a poco volvió a dormirse, el tiempo suficiente para que Durthor entrase por la chimenea, camino de la planta intermedia. Yo era muy alto y no entraba, así que baje rápidamente para entrar con los humanos. Ya habían abatido a los tres guardianes de la entrada trasera y habían entrado sin hacer mucho ruido al interior, habían dejado atrás el laboratorio y estaban luchando con los hombres que estaban abajo, yo no podía entretenerme, además son buenos guerreros, y subí rápidamente a la tercera planta, donde estaba Flor cuidada por Alberto y Bruno. Administramos el antídoto y su mejora fue instantánea, pues abrió los ojos y pudo andar. Ayudada por Alberto fuimos a la planta intermedia donde se destapó que Bruno tenía cierta habilidad con la espada, y conseguimos ir a una puerta para que saliese Flor seguida del resto de los Bajoárbol que misteriosamente aparecieron de la nada, son maravillosos estos hobbits.
Bruno, el enano y yo bajamos a la planta baja, donde nos juntamos a Ramnulf y fuimos a enfrentarnos a Gorlanc. Lamentablemente llegamos tarde para uno de los hobbits que allí estaba retenido, muerto para infundir el miedo en la familia. Otro, Bastián, había caído en una paliza dada por los matones del hechicero. Las raíces del manzano, despierto de nuevo, nos trataron de frenar, y pusieron boca abajo a Durthor, pero hubo un combate, y fue breve, la hoja del humano hábilmente blandida le hirió en la pierna mientras intentaba embaucarnos con sus palabras, dos flechas mías callaron su letanía y un certero y potente golpe de hacha del enano separó la cabeza de su cuerpo. El mal estaba erradicado completamente.
Aun tardé una semana en poder curar al viejo gran manzano, y con la ayuda de Berelas. Gorlanc había injertado en sus raíces una ponzoña traída del norte de Moscagua, pero una vez limpiada solo era necesario algo de tiempo para que volviera a su normalidad.
Y finalmente si se hizo un pequeño sepelio por los dos Bajoárbol caídos, Flor empezaba a valerse sola y estaba siendo cuidada por Berelas. Cuando se vayan las nieves volveremos a juntarnos, ahora aprovechemos para descansar y estar con la familia.
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EPÍLOGO
Ese Yule estuvo lleno de rumores... viajeros llegando del sur a Lond Daer, huyendo de Mordor, rumores de expediciones buscando Imladirs, humo negro en Isengard, etc., pero nuestros héroes se reunieron, tres días después del Equinoccio de Primavera en Entibo, por fin en la postergada primera cata de la sidra de los Bajoárbol...
Allí estuvieron Bilbo, que les propuso una reunión en el Poni para el día siguiente, incluso Gandalf, que les volvió a felicitar por su gran éxito.
Alfonso Bajoárbol estaba viejo y cansado, y durante el invierno había delegado en Alberto cada vez más. Flor estaba completamente recuperada y bailo con casi todo el mundo. Bruno, amigo ya de los héroes, les propuso acompañarlos en futuras aventuras...
Todos comieron y bebieron mucho, sobre todo pastel de manzana y deliciosa sidra.
Al día siguiente todos se reunieron con Bilbo en el Poni Pisador. Con él hobbit estaba un enano, Balin hijo de Fundin. La proposición fue rápida y directa. Una expedición a una vieja mina enana en el norte de las Montañas Azules aparte de recuperarla para los enanos, pudiera haber suculentos tesoros: «Hay una vieja mina de los enanos en las Montañas Azules; y sí, hay muchas minas de los enanos en esas partes, todas las colinas de los alrededores están plagadas de ellas, como una manzana llena de gusanos. La cuestión es que esta mina es especial. Un rey de antaño se escondió allí, con todas sus joyas y tesoros. Pues bien, a ese Rey le perseguía una temible bestia de Angmar, y se dice que la única forma que encontró para matarla fue lanzándole su mayor joya a la garganta para ahogarla. Pero el resto del tesoro todavía está ahí para que alguien se lo lleve... si es que puede encontrarlo».
El grupo se debatió entre esta expedición o aceptar el encargo que Twyc Hojaverde, alguacil de Bree, le había propuesto a Jarno. Estaba preparando un viaje a por piedra de Tharbad, dado el crecimiento de la población en Bree, para la construcción al menos de los muros de las futuras nuevas casas. Iba a mandar tres carros para traerlos llenos de piedra de Tharbad… y había pensado en los crecientes y populosos héroes de Bree para guiar y proteger la caravana…
No se podía hacer las dos cosas a la vez, así que el grupo voto y por 3 a 2 decidieron tomar la misión encargada por Balin... un arduo viaje les esperaba...
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Termina la que me gusta llamar “Trilogía de Bree”. Ahora los héroes con dos mecenas (Bilbo y Gandalf) acaban de decidir entre encaminarse al noroeste para ayudar en una búsqueda a Balin o si se ponen al servicio de Twyc Hojaverde viajando, en nombre de Bree, a Tharbad en busca de recia piedra para construir muros para nuevas casas.
A continuación los personajes en el estado tal cual acabar la campaña de Bree (y tras su primer Yule), incluido el nuevo personaje de Manolo, Bruno Bajoárbol:
Aventureros de Sombras sobre Eriador V.5.
Marcados saludos.-