Buenas,
Tras
las restricciones por la pandemia, a primeros de octubre volvimos a alquilar
una casa rural y dedicar todo un fin de semana al rol, barbacoas y juegos de
mesa. De hecho, para mí fue la vuelta al rol en mesa tras años jugando solo por
Roll20. Este año no quería dirigir, porque, uno estaba muy centrado en la campaña
de Symbaroum y dos, la verdad no se me ocurría nada para, nada más y nada
menos, once jugadores. Pero finalmente me dejé llevar y quise hacer una aventura
que fácil y que pegase con el jolgorio de volvernos a ver y a jugar en mesa,
con las cervezas y los chascarrillos después de tanto tiempo sin vernos, así
que adapté sin ningún tipo de rubor “Resacón en Las Vegas” a Savage en el mundo
de Conan.
Teníamos
el grupo de mercenarios que habían sobrevivido a la guerra fronteriza entre Turán
y Zamora y eso había que celebrarlo… así que comencé a escribir y salió una
aventura resultona, sobre todo divertida, que dejó muchas carcajadas en la
mesa. Fue un poco lineal y abusé un poco de dejarles recordar poco a poco a los
desmemoriados personajes según me convenía, pero vamos, como para dar libertad
absoluta jugando once xDDDD
Una vez
acabada, Peña dijo que quería hacer el rolato, y aquí está, desde el punto de
vista de su personaje cazabrujos estigio Jabari
... ...
...
PRÓLOGO:
“Mmm…
tanto pensar me da dolor de cabeza, quizá una jarra de vino me ayude a
aclararme”.
“Vivo,
amo, mato y estoy contento”.
... ...
...
Set me
coja confesado. ¡Qué dolor de cabeza! Me acabo de despertar y la cabeza me da
vueltas aún tras una noche de la que no recuerdo nada. Aquí estoy, entre balas
de heno fresco, apestando a caballo, burro y mula, y con un aliento a vinazo
que seguro tira para atrás incluso a estos pollinos. No recuerdo nada de anoche…
la cabeza aún me da vueltas y el mero hecho de masticar me recuerda a algo
plastoso. Ey… espera, la compañía mercenaria a la que pertenezco iba a firmar
un contrato para trabajar como protectores de Shadizar. Humm, espero seguir en
la misma ciudad. Si no recuerdo mal, sería hoy, a medio día, y aún está
amaneciendo, así que aún tengo tiempo de buscar a mis camaradas, asear mis
ropajes, y acompañar a Abmel a la cita. ¡PERO QUÉ COÑO… si aquí en el establo
también están el golfo de Magnus y el sargento Carus! Jajajaja. El pobre de
Carus está dentro de un abrevadero, totalmente empapado. Me pregunto cómo habrá
acabado ahí. Espera espera espera… Ahora que lo recuerdo, vinimos los tres
hasta aquí, para reírnos un poco con los pobres animales… Jajajajaj ¡qué locos!
Espera espera… y Carus agarró a un asno del rabo como si le estuviese enculando
mientras Magnus y yo le jaleábamos. ¡Qué pedazo de cabrones! Se nos fue
totalmente de las manos.
El sargento
Carus, totalmente empapado y oliendo a asno, nos dice lleno de dignidad que
ésto no ha ocurrido, que lo que ocurrió en el establo, se queda en el establo,
y me mira amenazadoramente insinuando que por su rango es muchísimo más
poderoso que yo, un simple mercenario nuevo en la compañía. Qué se habrá creído
este follaburras. Habrá visto que voy soy un poco enclenque, delgaíno y casi
sin armas y se habrá sentido poderoso. Tendré que demostrarle mis “artes”,
porque seguro que con Magnus no se pone tan “burrito”.
Mientras
volvemos un poco en sí, intentamos recordar dónde están nuestros compañeros y,
sobre todo, qué más debimos hacer anoche. Nos ponemos de acuerdo en que debimos
estar en esa tasca de mala muerte, cómo se llamaba… ah sí, “El Jilguero
Errante”, así que nos ponemos en marcha para allá, con la enorme sorpresa de
encontrarnos el local en llamas, a punto de derrumbarse, y para colmo vemos
cómo algunos de nuestros compadres, la loca de Nyssa, Baldur y Siffu, están
allí, ¡¡pero huyendo de la guardia!! Por las serpientes más oscuras. No tiene
ni puto sentido todo ésto. Cuando conseguimos hablar con ellos, resulta que
tampoco recuerdan nada, así que nos ponemos manos a la obra a reconstruir la
noche con las pocas neuronas que nos deben quedar intactas. Porque ¡joder qué
dolor de cabeza!
Nyssa
comenta algo de un burdel, donde también parece que estuvimos, “El Lupanar de
Teresita la Brithunia”... o al menos así recuerdo yo el nombre. Vamos todos
para allá y nos encontramos con el resto del grupo que faltaba: Svolgard,
Vathukan, Haytam y Alom. El Aesir luce un pedazo de escarificación al rojo en
un lado de la cara, al parecer hecho con un atizador de la diosa Derketo. ¡Pero
qué coño… si está casi desnudo... y lleva el atizador en la mano! No lleva nada
de sus ropas y viste una simple toga que ni siquiera es de su talla. ¡Por la
madre del Lagarto! A éstos también se les debe haber ido de las manos la noche.
Según nos cuentan, parece que han amanecido en un convento, y que el hirkanio
Vathukan se ha despertado con el atizador en la mano, aún caliente. En cuanto
los monjes les han visto, les han echado sacudiendo leches, y se han dirigido
hacia aquí, esperando preguntarle a Abmel acerca de la firma. Pero resulta que
Abmel no está y nadie le ha visto.
En el
burdel, Tesira (Teresita para los parroquianos) nos atienden a pesar de lo
temprano del día, dejando que nos lavemos solos o en compañía, lo que
prefiramos, así que aceptamos y nos quitamos por fin el olor a borrico. A todo
ésto, seguimos sin saber nada de Abmel, y parece ser que él tenía el contrato
para la firma de hoy. Tesira nos confirma que estuvimos todos allí una parte de
la noche, y que en los baños termales del sótano uno de sus eunucos nos podría
contar algo más. Bajamos y ahí tenemos a una semental de obsidiana que se
presenta como “Zeraya de Kush, y esposa de Baldur”, al cual se agarra al pecho
abofeteándole por haberla dejado allí tanto tiempo sola. El muy zorro se ha
casado… pues la belleza de ónice ésta le va a poner al paliducho firme como pan
de ayer.
Bajamos,
y allí el eunuco Szul nos dice no sé qué historia de un zoo... Sí, me viene a
la mente algo de la Casa de las Bestias de Farruco, o Bizarro, o algo así.
Según el eunuco, íbamos a celebrar el casamiento “a lo bestia” en ese lugar.
Pues ni idea la verdad, pero con lo cafres que estamos descubriendo ser, seguro
que hemos dado por culo a un pobre león. Al despedirse jura y perjura que Abmel
salió con nosotros para allá.
Vamos
para el zoo, que está en la otra punta de la ciudad, y una vez allí, alrededor
de las 9 de la mañana, vemos que el sitio está cerrado y, para variar,
decidimos colarnos. Sólo Siffu y yo nos quedamos fuera vigilando. Qué raro este
Siffu, dice que es un ladrón y se queda conmigo fuera sin saltar adentro. Mí no
entender. Pasa el tiempo y éstos no salen, y tengo que espantar con la mirada a
un par de paseantes de este noble barrio. Seguro que avisan a la guardia antes
de que éstos salgan.
Pues
sí, ahí les tenemos: la guardia al fondo. Me cago en Set. Pero menos mal, los
chicos están saltando la valla, parece que un poco a trompicones. Salen todos
corriendo, así que usando mis artes decido encarar a los guardias para dar un
poco de tiempo a la cuadrilla. Pongo mis ojos en blanco y acudo a las mentes de
esos pobres estúpidos, para rebuscar en sus vacíos cerebros y encontrar sus más
temidos sueños. Una vez en ellos, se los pongo delante para que no puedan hacer
otra cosa que huir de mí. Jajajajaja. Qué imbéciles. Me doy la vuelta y sigo a
éstos, pero el loco de Svolgard carga contra uno y le deja inconsciente de un
cabezazo, quitándole una capa para taparse un poco...
Mientras
caminamos me cuentan que dentro de la casa de las bestias tuvieron un pequeño
percance con la jaula de los leones. Al parecer, Svolgard el Aesir, en algún
momento de la noche, de la cual no recuerda nada tampoco, se puso a mearles
desde fuera, y en ese momento le debió parecer gracioso quitar el cerrojo, así
que los liberó entre risotadas. ¡Y ahora mismo les ha tocado enfrentarse a las
pobres bestias! Pienso para mis adentros que seguramente el sargento Carus les
ha sobado el culo, porque se ve que le gusta el refrote animal. Jajajajaja. No
estoy muy seguro de si ésto lo he dicho en voz alta, porque el sargento no deja
de mirarme. En fin, que en el zoo han matado a los leones y ya de paso han
visto unas pintadas en una pared que dice que nuestra compañía estuvo aquí: “EL
ESTANDARTE CARMESÍ ESTUVO AQUÍ”, “VIVA MITRA”, “ARRIBA AQUILONIA”, “A LA
RATONERA 😊”... La madre que nos parió. Vaya
panda de desarrapados. Como coja el que nos mezcló el vino…
Pues
resulta que la tal Ratonera es una taberna en el Mazo, un tugurio de mala
muerte de Shadizar. Llegamos allí y la taberna está a medias, pero por la pinta
que tiene, se nota que alguien la ha liado buena anoche. Jojojojojo seguro que
hemos sido nosotros, me juego el collar de Magnus. Aquí una panda de matones
nos dice que nos peleamos tras una partida de dados en la que “alguien” de
nuestro bando hizo trampas. Pero vamos, con lo numeroso del grupo y las malas
pintas que tenemos, no hace falta llegar a las manos de nuevo, diciéndonos
además que nos envalentonamos y nos fuimos al cuartel de la guardia junto al
río, para pedir que nos diesen el contrato a nosotros. ¡Vaya panda de capullos!
Y
seguimos sin noticias de Abmel. Queda ya poco para la firma y no sabemos nada
del capitán de la unidad. Se nos ocurre ir al lugar de la firma, por si el capi
se ha presentado allí el primero, siempre puntual como un reloj solar, y así
rubricar el suculento contrato. Pero, para variar, allí no se encuentra ni
saben nada. Me da a mí que éstos de la Mantícora Negra tienen algo que ver.
Esta unidad está luchando por el mismo contrato, así que seguro que le han
hecho algo a Abmel. Nos dirigimos a su cuartel y les plantamos cara ahí en la
puerta, pero sin montar mucho ruido, que están al lado de la guardia de la
ciudad, y no queremos problemas. Pero no, tampoco saben nada de Abmel y se ríen
bastante de nuestra pinta andrajosa. Malditos perros del desierto, ésto no
quedará así.
¡Serpientes!
Haytam tiene un fogonazo, y se acuerda de cruzar un puente mientras cantaba a
voz en grito con Abmel. Dice que acaba de recordar que iban los últimos al
cruzar el puente, y que Abmel se sentó en el puente para dar un trago, cuando
se cayó. El muy capullo dice que se partió de risa y siguió con sus compañeros
de jarana.
Así que
nos acercamos a ver si nos viene algo más a la memoria. Allí en el puente, al
apoyarnos para despejar la mente, vemos el cuerpo de Abmel, semi-hundido en las
aguas del río, agarrado a un poste del puente. Me cago en todo. Nosotros toda la
noche de farra y ni nos dimos cuenta de que perdimos al capitán al cruzar el
puente. Hacemos lo posible por recogerle, y vemos que a duras penas se mantiene
en pie del frío y la humedad. Seguro que, con lo ordenado que es nuestro
cabecilla, tiene el contrato a buen recaudo. ¡Por las escamas de la Serpiente!
Pues resulta que no, que el contrato está medio mojado y apenas es legible. Se
me ocurre intentar falsificarlo, pues mis años de aprendizaje en Estigia dieron
su fruto con la caligrafía, pero no, el plan no fragua en el grupo. Nos
planteamos colarnos en el cuartel de los Mantícoras y robar su contrato, pero tampoco
se decide nadie. Entre murmullos oigo a Abmel decir no sé qué de no volver a
mandar a nadie de no se qué mierda de grupo, seguido de un “Cabrones”. El caso
es que pasa el tiempo, no tenemos el contrato, y estos perros Mantícoras se lo
van a llevar en lugar nuestra.
Un
momento… ¡Nooo! ¡Qué dolor de cabeza de repente! Pero qué…. qué…. ¿qué es ésto
que tengo en el bolsillo? ¿Una bolsa con unos pocos hongos deshechos? ¡Pero,
cómo! Espera, espera, creo que me viene algo a la mente. No me jodas… empiezo a
verlo… espera... salí un momento de la taberna para despejarme un rato cuando
un mercader shemita me chistó en un callejón… sí, me vendió algo… que nos iba a
hacer pasar una noche loca… y sí, compré los hongos de la bolsa… y sí, empiezo
a recordar echarlos de golpe en el barril de cerveza que el dueño de la taberna
abrió para los nuevos protectores de la ciudad… ¡La madre del Estigio! ¡Pues no
resulta que ahora es todo culpa mía! Jajajaja… ¡Qué más da! ¡Qué buena fiesta
nos hemos pegado, total lo del contrato será lo de menos, seguramente
encontremos trabajo en otro lugar!
Decido
contárselo a Magnus, que se descojona pero no dice nada mientras recogemos
nuestras cosas, preparándonos para partir de la ciudad, porque el contrato se
lo llevaron esos perros mantícoras del culo. Tendremos que batirnos el cobre
por otros lugares de esta Zamora en guerra.
Al
final, vamos al cuartel, y entre Alom, el sargento Carus y el capitán Abmel
tratan de convencer al comandante de la guardia de que los Mantícoras nos
robaron el contrato, ellos lo niegan, claro. Incluso se habla de enfrentar a los
dos mejores hombres de cada compañía… jajajaja, por parte de la nuestra y pese
a la resaca no faltan voluntarios… pero al final, el comandante zamorio decide
juzgar y elegir compañía, tras escuchar sendos alegatos...
Por el
camino de partida, mientras le recuerdo a alguien las sucias, rucias andanzas
de Carus, éste sin mediar palabra decide atacarme y, a sangre fría y con los
ojos inyectados en la sangre de la venganza, me raja de arriba a abajo con su
filo, susurrándome al oído que lo que pasa en Shadizar se queda en Shadizar.
Intento devolverle el golpe utilizando mis artes oscuras, pero tan gravemente
herido como estaba, no consigo más que quemarle un poco las vestimentas.
Me
vuelvo como puedo hacia mis compañeros, dándole vueltas en la cabeza a algo que
me persigue desde que escapé de Estigia, y que motivó mi huida. Ese algo que
siempre obliga a los que ejercen el poder, ya sean poderosos brujos,
dictadores, gobernantes tiránicos, ricos mercaderes, o sargentos chusqueros, a
ejercer el poder por el simple y mero hecho de tenerlo, a demostrar que tienen
más autoridad que un individuo raso simplemente por disponer de un báculo, un
cetro de mando, o un chapita de metal pegada en el pecho. Eso sí, este tipo de
poderosos, a los cuales odio desde lo más profundo de mi ser, saben
perfectamente cómo, cuándo y a quién pueden abusar…
... ... ...
EPÍLOGO
I:
“El
alcohol puede ser el peor enemigo del hombre. Pero Mitra dice que debes amar a
tu enemigo”.
Enaro, sacerdote
borrachín de Mitra.-
... ...
...
Y, nada
tras este rolato resacoso, el estado actual de los héroes:
Héroes Era Hiboria.
Marcados saludos.-