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jueves, 31 de octubre de 2019

La maldición de la diosa del río


Buenas,

Aquí va otro rolato de la campaña de Symbaroum Salvaje, y con este (otra aventurilla oficial) doy por terminada la primera parte y el primer arco de esta campaña a Symbaroum Salvaje, ahora estoy replanteando qué, cómo y por dónde tirar, pero continuar, continuamos seguro :)

El “rolato” en esta ocasión lo hace Pepe, desde el punto de vista de cambiante de Dakeyras y Fenyek, ambos a dos cometieron un robo y fueron robados, y ya se sabe, aquél que roba a un ladrón...

Por cierto, si eres jugador de Symbaroum y tu DJ tiene Aventuras 1, no sigas leyendo ;-)

... ... ...

PRÓLOGO

Belda, la trotaríos, se asomó por la cubierta de “La Dama del Río”. Ya era primavera en Davokar, sin embargo, la noche era muy oscura, la luna en lo alto estaba en cuarto creciente, grande y luminosa, pero al este, lejos, el bosque estaba más oscuro de lo habitual, una oscuridad antinatural... Inquieta se volvió, había oído un crujido en la bodega a la vez un leve chapoteo... fue lo último que escucho jamás...
... ... ...


Fenyek estaba aupado sobre una pila de leña en el patio trasero de la posada. Kverula olfateaba por los alrededores. Todo estaba en silencio desde hacía un buen rato. Ese silencio solo de rompía por un *tac* constante, repetitivo. Sus pensamientos iban de la venganza a la añoranza... Se estaba poniendo nervioso. –“Déjalo ya”- Dijo mientras de un salto bajó del montón de leña. *Tac*. Dakeyras recogió por enésima vez la daga del tronco, ya astillado, sobre la que la había lanzado. Suspiró. –“Como fuimos capaces de perderlo”- musitó enrabietado mientras enfundaba la daga.

Ambos se quedaron callados. A su cabeza vinieron recuerdos de lo ocurrido en los último días…

[…] Fenyek […]

Habían perdido al resto del grupo. De la expedición para investigar y rescatar la excavación de la Ordo, solo quedaban él, un caballero noble trocalengo y por supuesto Kverula. Parecía un viaje abocado a contarlo en una taberna en la que de nuevo solo él, Fenyek, sobreviviría. Miro por un momento en la oscuridad al trocalengo y se apenó por su suerte, que poco de vida le quedaba, sería sin lugar a dudas el siguiente en caer. Cuando por fin vieron la construcción al lado del rio. Era una pequeña cabaña, rodeada por una empalizada y un muelle en la que había atracada una pequeña embarcación. De la chimenea parecía salir humo. Se escondieron en las sombras. El noble, hacia muchísimo ruido con la armadura que llevaba y al otro lado de la empalizada parecía que los habían detectado. Una figura encapuchada asomo por lo alto de la puerta doble, y apunto con un arco al noble. –“Venimos de parte de la Ordo. Abrir las puertas”- Dijo aproximándose a la empalizada el trocalengo. La figura encapuchada tenso el arco y lo apunto. Al otro lado de la empalizada se escuchaba más movimiento. –“Demuéstralo”- le inquirió el encapuchado. Fenyek, reconociendo la voz salió de las sombras. –“Dejaos de tonterías y abrirnos. Soy yo, Fenyek”- Dakeyras destenso el arco. Las puertas se abrieron.

[…] Dakeyras […]

Tras estar dos días huyendo de la oscuridad tras el derrumbe de la tumba, llegaron al puesto avanzado de la Ordo. Casi no cayeron en la cuenta de que Doran y el bárbaro habían quedado sepultados en la tumba. Una vez a salvo tras la pequeña empalizada se reencontraron con Merlon y Plendel, los novicios de la Ordo. Descansaron y les contaron lo ocurrido en la tumba. La pequeña embarcación que había en la base era suficiente para trasportar a los cinco por el rio de vuelta a Jakaar. Pensaba en cobrar la recompensa cuanto antes, tras lo ocurrido en Arruga necesitaba dinero más que nunca. Habían preparado los víveres para partir al día siguiente al amanecer, ahora estaban cenando, cuando Lynae y Magdala escucharon un ruido al otro lado. Dakeyras sacó el arco y se dirigió a la empalizada.



[…] Fenyek […]

Ambas expediciones se juntaron, ambas, por distintos motivos, habían fracasado y habían sufrido muchas bajas. Los restos de las tres expediciones, apenas siete personas se disponían a abandonar Davokar, fuese cómo fuese.

Pero de pronto algo de suerte. Entre la niebla del rio surgió un barco. Magdala le hizo señas y la nave se empezó a aproximar al pequeño embarcadero. El arquero se escondió en las sombras por si no eran amistosos. Él estaba preparado. Era una suerte la aparición de ese barco ya que con su llegada no cabían todos en la pequeña barca de remos del asentamiento. Una vez atracó el barco tomaron el muelle dos figuras. El capitán Ogval y el primero de a bordo el trotarríos jefe Arelo. La embarcación se llamaba la Dama del Rio. Solía remontarlo para comprar mercancías a pueblos barbaros y llevarlas hasta Jakaar.

Negociaron el pasaje. Como siempre Dakeyras estaba poco dispuesto a pagar, pero si el arquero conseguía el pasaje gratis el seguiría sus pasos ya que no tenía como pagarlo. Después que Magdala llegara a un acuerdo por los pasajes, Angar, el noble trocalengo, se ofreció a prestárselo. Cinco chelines, algo caro. Se lo devolvería con el pago de la Ordo a su regreso.

Embarcaron. Una vez a bordo, las voces del reto de compañeros se difuminaron, su atención solo de dirigió hacia lo más bello que había visto en mucho tiempo, el tiempo pareció detenerse un instante. –“Me llamo Nigra. Soy parte de la tripulación de la Dama del Rio”- Era la trasgo más hermosa que había visto. Fueron los mejores cinco chelines a deuda jamás invertidos.

[…] Dakeyras […]

Se hizo la noche de ese mismo día. Todo estaba en silencio. El pasaje entero descansaba. Tal y cómo había hablado con Lynae, Dakeyras se acercó hacia la trampilla de proa que daba a la bodega. Arelo dormía en una hamaca cerca de proa, al igual que la trotarríos supersticiosa Tamri (y su perorata de la diosa del río). Ogval dormía en el castillo de popa, y Angar, Lynae, Magdala y los novicios dormían también en cubierta cerca del mástil. Harasto, el otro pasajero, un supuesto erudito de la cultura bárbara también dormía. Los trasgos parecía que estaban pasando una noche tórrida y romántica, no tendría mucho tiempo, si todo lo hacían tan rápido como acostumbraban, debía de ser rápido.

Abrió el candado de la bodega y bajo en silencio. En la bodega todo parecía ser tal y como Ogval había dicho. Estaba abarrotada de cajas con pieles y demás enseres barbaros. Les habían contado de la desaparición de una tripulante, Belda, hace tres días y les preocupaba. Tanto Lynae como él habían decidido mirar si había algo sospechoso en la bodega. Tras un registro dificultado por la poca luz y la cantidad de cajas no vio nada sospechoso. Decidió volver a cubierta antes de que alguien se percatase de que estaba allí. Los trasgos deberían haber terminado ya sus románticos quehaceres.

[…] Fenyek […]

¿Quién le habría dicho que iba a ser tan placentero este viaje por el rio? Bajo la manta se acurrucó junto a Nigra.

Dormía cansada después te tanta pasión. Estaba a punto de conciliar el sueño cuando escucho como algo caía al agua. Pronto todo el barco estaba revuelto. Arelo había desaparecido o bien había caído por la borda. Tamri gritaba que la diosa del rio se lo había llevado, como a la tal Belda. Antes le había escuchado contar a Angar una leyenda en la que los pescadores le daban ofrendas a la diosa a cambio de buena pesca, pero la enfadaron por su codicia y la diosa reclamaba ahora lo que creía justo.

Todo el pasaje busco al bueno de Arelo. Lo único que descubrieron fueron marcas cerca de la proa, donde dormía, como si lo hubiesen arrastrado al agua.

En el lugar por el que cayo solo apareció un brazalete de cuero y latón con el símbolo de Prios. Para tristeza de Ogval dieron por perdido a Arelo. Fenyek miró de reojo a Harastro. Lynae ya se había entrevistado con él. Parecía ocultar algo.

–“Esto es de manufactura trasgo”- le dijo Lynae mostrándole el brazalete –“Harastro me lo ha dicho tras inspeccionarlo. Hablemos con esa trasgo”-, –“Nigra, se llama Nigra”- Mientras se dirigían en busca de la bella Nigra, la gordita Tamri seguía diciendo que la diosa del rio le había cogido.

En el castillo de popa Dakeyras hablaba con Ogval.

–“Los trasgos no adoramos a Prios. El brazalete es de Harastro”- decía bajito y malhumorada Nigra –“dice que es erudito, que busca leyendas sobre la cultura bárbara, ¿acaso te ha preguntado a ti?”- siguió mientras señalaba a Lynae –“Él es el culpable de las desapariciones”.



[…] Dakeyras […]

Tras la desaparición de Arelo, Ogval dio permiso para explorar el barco. Propuso dormir por las noches en tierra firme ya que el “atacante” lo hacía de noche y en el río, aunque a casi nadie le hizo gracia.

Magdala aprovecho para irse a su querida Karvosti, tenía prisa por entregar un mensaje, “espero que Unalba descanse en paz allí”, pensó Dakeyras.

Se encontraba de nuevo en la bodega junto con Lynae. Esta vez descubrieron dos cofres que pertenecían a Harastro. Tras abrir cuidadosamente las cerraduras, descubrieron que estaban llenos de joyas y monedas symbaricas, junto con unas tablillas que la bárbara trocalengo no pudo descifrar. Cerraron el cofre no sin que antes Dakeyras se guardase un puñado de joyas en el bolsillo (Lynae le reprimió sin mucho convencimiento). Cuando se disponían a subir a cubierta, Dakeyras pisó y vio una manzana mordisqueada. Alguien más viajaba en la bodega.

Dakeyras y Lynae se acercaron a los trasgos para contarle que había alguien más en la bodega. –“Está bien, mierda”- Se quejó Nigra. –“Es Mogga. Mi hermano viaja de polizón. Tiene deudas de juego en Jakaar y está buscado. No sé cómo reaccionaría Ogval si se enterase”- Decidieron guardar el secreto. Mogga salió de su escondite en la bodega. Dioses era más feo aun que Nigra. Tras corroborar con él la historia y aseguran que solamente él estaba en la bodega, volvieron a bajar, una vez se escondió el trasgo, con los novicios de la Ordo para que leyeran las tablillas. Merlon dijo que se trataban de una especie de impuestos que un antiguo reino pagó a otro en tiempos del Imperio de Symbar. Antes de dejar todo como estaba, Dakeyras se guardó otro puñado de joyas.

[…] Fenyek […]

Tras otro día de navegación, llegada la noche se encontraron una cabaña en la linde del rio. Varios viajes en la barca que habían cogido en el puesto de la Ordo y atado a “La Dama”, y habían desembarcado en la pequeña construcción de madera Fenyek junto a Nigra y Angar. La construcción era antigua y pobre. A su lado, entre matorrales, había tres lapidas. Parecían ser de dos adultos y un niño. En su interior todo vacío, salvo por cuatro camas, dos de niño, y una letrina o sótano en la que parecía que alguien había llevado una cuenta de los días hasta sesenta y tres.

Harasto y los aprendices decidieron pasar allí la noche. También una cariñosa Tamri iba a dormir junto a Angar. Parece que de seguir mucho tiempo en este viaje se formarían varias parejas. Fenyek volvió junto la bella Nigra a la Dama del Rio, al igual que el resto dormirían en el barco y una vez aclarado el tema de las desapariciones no tendría prisa en que el viaje se retrasara unos días.

[…] Dakeyras […]

Esa misma noche, mientras Dakeyras estaba en el puesto de vigía del barco, que se encontraba atracado junto a la cabaña, vio como en mitad de la noche Plendel salió de la construcción, como hipnotizado, se dirigía hacia al rio. Algo desde debajo del barco lo llamaba. Silbó y empezó a descender del palo. Angar salió raudo de la cabaña tras Plendel y lo sujeto con fuerza. Una especie de sirena muy hermosa lo llamaba bajo las aguas del barco. Cuando creía haberlo sujetado, algo empezó a arrastrar de Plendel bajo las aguas. Todos estaban ya en pie. Fenyek y Nigra empezaron a subir a la barca e ir hacía donde estaba Angar. Dakeyras disparaba hacia lo que fuese que arrastraba al muchacho, Angar hacia titánicos esfuerzos para que no arrastraran a Plendel y Lynae se desentumecía del sueño.

La fuerza tiró del muchacho arrancándoselo de los brazos a Angar sumergiéndolo en el rio, para instantes después devolver una mancha sanguinolenta. El agua empezó a revolverse y una especie de pez prehistórico gigantesco con tres ojos, varias bocas concéntricas dentadas y multitud de tentáculos surgió de las mismas. Dakeyras salto hacia una piedra en el rio buscando un ángulo óptimo para disparar. Angar le hizo frente en rio en una zona en que el agua apenas le dejaba maniobrar. Fenyek se acercó por un flanco en la barca que dirigía Nigra y, mientras, Lynae, ya despierta, desde la cubierta del barco invocaba la protección de la naturaleza.



La bestia resulto ser muy muy dura. Los certeros ataques de Angar y Fenyek apenas traspasaban sus escamas. Desde la roca Dakeyras disparaba al paladar de la bestia, donde a pesar de la dificultad si parecía que las flechas hacían daño a la criatura en virtud de sus chillidos. Una voz en el interior de la cabeza de Dakeyras le instaba a disparar a Angar, pero ya había pasado por algo similar hace unos días en la tumba y consiguió ignorarla. Angar reventó uno de los tres ojos de la criatura, mientras Fenyek y Lynae esquivaban los tentáculos con éxito, pero sus ataques seguían sin dañar a la bestia. Varias flechas alcanzaron su objetivo tras lo cual y con chillido la bestia se sumergió en el rio huyendo esquivando el último ataque de Angar, que hubiera sido mortal.

Más tarde, Ogval, identifico al bicho como un gigantesco devorador de río, o como lo llamaban los bárbaros, un aboleth... nunca había escuchado hablar de uno tan grande... Se enganchaban a los cascos de los barcos... Dakeryras pensó que no solo Mogga había sido polizón en este viaje...

[…] Fenyek […]

Llegando ya a Jakkar, mientras el resto de tripulantes preparaba la documentación que les reconocia el derecho a explorar Davokar, en la bodega del barco...

-“Bien ¿entonces tres partes?”- propuso Fenyek. –“No, no, no. Nosotros no queremos tener nada que ver con esto”- decían nerviosos los hermanos sobre todo Nigra, Mogga parecía claudicar ante su hermana. –“Entonces serán dos partes”- sentencio Dakeyras mientras dividía el contenido de uno de los cofres en dos, dejando en el fondo cuero y tapándolo hasta arriba con el resto de monedas y joyas para simular que ambos estaban llenos. –“Cuida a Kverula, esta noche volveré a por ella”-. Le dijo a Nigra en modo de despedida. Guardó su parte del botín en una bolsa y subió a cubierta junto a Dakeyras.

Estaban muy cerca ya del muelle donde se encontraba la patrulla de los Exploradores de la Reina. Ambos se deslizaron por el lado opuesto del barco y cruzaron sigilosos el rio hasta la orilla opuesta. Se adentraron en el bosque a las afueras de Jakaar, –“Tengo que volver a por Kverula, y tal vez no sea buena idea que los guardias nos puedan ver con todo este oro. Busquemos un sitio seguro y enterrémoslo. Mañana antes de partir volveremos a por ello”-. Dakeyras lo miro por unos instantes y accedió. Intentaron asegurarse de que no hubiese nadie por los alrededores y lo enterraron junto a un tronco.

Apenas volvían a la ciudad, dos Exploradores de la Reina les dieron el alto. Sus ropas aún estaban húmedas del rio, y embarradas de cavar. Sorprendentemente Dakeyras sobornó a los guardias por ambos. Los guardias se marcharon sin hacer muchas preguntas y él había contraído una deuda más a pagar cuando cobrase de la Ordo.

Cuando llego a la Dama del Rio, solo se encontraba Ogval. Ni rastro de Nigra. Habia bajado a comprar provisiones para el siguiente viaje. Kverula al oír la voz de Fenyek fue a su encuentro. Estaba feliz de volver con su cerda, pero triste por no poder despedirse de su amada y bella Nigra.

Al final, Ogval aparte de ofrecer La Dama del Río todas las veces que coincidieran de manera gratuita, le contó que Harasto había sido detenido por los Exploradores bajo el delito de contrabando con objetos symbaricos (“buff cerca”, pensó Fenyek)...

[…] Dakeyras […]

Esa misma noche, una vez juntos todos en la posada, Angar negocio con un capitán de barco para que los llevase hasta Kurun. No importaba el precio, pensaba Dakeyras, ya que tenía un buen botín escondido, casi la mitad de lo que había conseguido el incauto de Harsto. El trato se cerró. Partirían al amanecer.

Cuando aún no había salido el sol Dakeyras fue junto con Fenyek al tocón donde enterraron las monedas. Vio a Fenyek ponerse pálido, miro al tocón, alguien había estado hurgando allí. Cuando Fenyek llego, en lugar del botín había una nota. Parece que Nigra si que iba a despedir de él finalmente.

[…] De nuevo el presente […]

En el patio trasero de la posada, Dakeyras hablo en alto y saco a ambos de su ensimismamiento: -“Lo pagará”- dijo una vez más Dakeyras mientras volvía a arrojar la daga al tronco. –“¿Cómo maldición te pude hacer caso Fenyek?”- “¡Eh!”- protesto el trasgo, -“la culpa no es mía. Si los guardias nos hubiesen pillado con todo ese oro nos lo hubiesen requisado y quizá detenido. Mientras yo lo enterraba podías haber vigilado mejor”- Dakeyras recogió la daga y miro al trasgo. Tenía razón. –“Sabes que cuando la encuentre la mataré”- le dijo lacónicamente a Fenyek. –“No tiene otro futuro”- contesto el trasgo. –“Cuando la encontremos le hare el amor como despedida y luego será toda tuya mientras vivisecciono a su hermano Mogga”- Dakeyras sonrió. Miro con aprobación a Fenyek –“Tengo unos asuntos que resolver. Si la encuentro será un placer informarte. Prometo que para cuando llegues seguirá con vida...”-


EPÍLOGO:
Nigra y Mogga estaban sentados frente al fuego... contaban y contaban, joyas, monedas symbaricas, incluso una tablilla extraña, de arcilla con glifos muy antiguos. Mogga comenzó a calcular y contar con los dedos... –“Casi doscientos táleros, hermana, joooooder, ¡qué buen golpe!”- dijo muy rápido y con su voz chillona.

Nigra le miró y sonrió, con eso pagarían las deudas de Mogga y podrían reestablecerse en algún lado, comenzar una nueva vida, quizá, incluso comprar una pequeña granja... Pensó en Ogval, con pena... el capitán siempre había sido bueno con ella... y le vino a la mente Fenyek... joder, el trasgo tuerto le gustaba de verdad, pero “la familia es la familia”, con una leve sonrisilla pensó en como engañó a Fenyek y a su amigo el patas largas Dakeyras, como estos, incluso, pretendían darle una parte del alijo de Harasto. Cómo ella, junto a su hermano, planeó todo, cómo se desvinculó, cómo si no quisieran nada, solo borrarse, solo seguir navegando en “La Dama del Río”... Cuando Fenyek y Dakeyras se tiraron al agua, estaban más preocupados de salvar el tesoro y dar esquinazo a los Exploradores de la Reina que de ver si les seguían, así que los hermanos trasgo los siguieron, ella siempre había nadado muy bien, y Mogga era el ser más sigiloso y escurridizo que Nigra había conocido nunca... siguieron a los cazatesoros hasta el bosque donde ocultaron el alijo, cuando la pareja de aventureros se dirigió a Jakaar, cogieron el tesoro, y Nigra le dejó una nota a Fenyek, es lo menos que merecía...

Ahora en el campamento con su hermano, reían y brindaban, pero Nigra no bebía... estaba contenta y feliz, tenía más dinero del que jamás había soñado, y a su hermano a su lado... hacía seis noches que se había apareado con Fenyek, y tocó su tripa, lo sabía, sabía lo que sucedería en un par de meses... a fin de cuentas “la familia es la familia”...
... ... ...


Y hasta aquí el rolato de esta sesión y el final de un arco, por así decir de la campaña. Ahora me debato entre llevar la campaña por un lado u otro, o quizá por ambos a la vez ;-)

Y para no faltar, el estado de los PJs, muertos incluidos (cada vez hay más, ya solo quedan tres de más allá de los Titanes):



Marcados saludos.-

viernes, 25 de octubre de 2019

La Tumba de los Sueños Moribundos


Buenas,


Aquí va otro largo “rolato” de la campaña de Symbaroum Salvaje, la última parte de la mini campaña oficial “La Corona de Cobre”, titulada “La Tumba de los Sueños Moribundos”, en un principio mí idea era jugar esta campaña del tirón y como introducción a la ambientación, pero al final entre “La Tierra Prometida” (primera parte), “La Marca de la Bestia” (segunda) y esta, a parte de jugarlas en dos sesiones cada una de las dos primeras, he metido cantidad de aventuras secundarias, quedando así las tramas más extendidas.


El “rolato” de esta peligrosa y tenebrosa misión, corre a cargo de la bruja de Karvosti y recién miembro del Pacto de Hierro, Magdala.


Por cierto, obviamente, aquí hay SPOILERS a cascoporro de la aventura oficial “La Corona de Cobre”, así que evítatelos si es que la vas a jugar...


... ... ...

PRÓLOGO


«Sabiduría como cenizas
polvo en el sendero del destino
la muerte te teñirá de negro».
... ... ...

Parece que no hay un momento de descanso para aquellos que se arriesgan a hacer el bien, aunque pretendan hacerlo pasar por aventuras.

Llevábamos apenas un par de noches en Fuerte Espina cuando la Ordo Magica nos hizo llamar: al parecer habían perdido toda noticia de una expedición que se había aventurado en Davokar hace seis semanas. Según nos cuentan, estaban explorando las ruinas del antiguo templo del que procedía el cráneo del rey Hurian Lo-Apak y la comunicación era fluida a través de un aparato de comunicación mágica.

Viendo el cariz que tenía aquel viaje, conseguimos de la Ordo un pago superior al ofrecido inicialmente... Que menos ante lo que nos estaban contando: se nos venía encima un viaje a toda velocidad hacía el Volgoma, para allí remontar el rio Malgomor hasta la ubicación de las ruinas. Al parecer éramos los exploradores perfectos, dados todos los antecedentes que nos vinculaban a ese túmulo: Belun y Ludo, el Desollador, haber conseguido (y entregado) la corona...

Una vez acordado el pago nos ponemos en marcha sin dilación. Llevamos todos los documentos en orden, y una barca fluvial nos espera en Kurun, durante el viaje un amigo de Dakeyras, un tal Doran, no deja de molestarme con sus insinuaciones... De Kurun partimos hasta Jakaar. Allí descansaremos una noche, recuperaremos avituallamiento y tomaremos el Malgomor hasta la ubicación del campamento de la Ordo. Una pelea en una pequeña taberna iniciada por el también nuevo mercenario, un apuesto bárbaro, llamado Harald, da algo de emoción al comienzo del viaje.

El viaje transcurre sin incidentes. El personal de la barca es diestro en su oficio y avanzamos con gran velocidad a través de las corrientes y los vientos. Durante el trayecto no hacemos gran cosa, pero sí noto la mirada fría e inquisitiva de Dakeyras en mi nuca. No sé qué tripa se le ha roto a ese fumador de pipa, pero más vale que deje de mirarme así o juro que le dejaré con el vigor de gorrión.

Una vez nos adentramos en el Malgomor nos encontramos con una patrulla de Exploradores de la Reina. Nos piden nuestras autorizaciones de viaje y nos dicen que efectivamente la expedición de la Ordo se estableció en una pequeña casa pegada al rio más arriba.

Continuamos nuestro viaje y encontramos la base. Nada más desembarcar nuestras pertenencias los barqueros dan media vuelta y se marchan, pues el miedo a Davokar puede más que la paga y han cumplido con su obligación.

Fuimos prudentes y nos acercamos a la casa con cautela. Aun así no pudimos evitar que una saeta de ballesta casi impacte en Lynae.  Usamos la fuerza y entramos en la casa, encontrándonos tan solo a dos novicios de la Ordo asustados. Nos dicen que no saben nada de sus compañeros desde hace 15 días.

Los dos novicios nos facilitan un pequeño mapa a mano alzada de la zona, en la que se ubican el campamento de la expedición, el foso y la tumba del rey Hurian.  Decidimos que a la mañana siguiente nos dirigiremos al campamento avanzado a medio camino de la tumba.

Partimos por la mañana, y nada más salir nos atacan varios gatos víbora, esto era lo que acechaba y aterrorizaba a Marlon y Plendel, los novicios. Pero Harald da cuenta de la mitad de los gatos antes que nos demos cuenta, y bueno, el resto es espantado o ejecutado, solo tenemos que “lamentar” un pequeño mordisco a Dakeyras, por suerte no le han llegado a inocular el veneno.




Por el camino hacía el campamento nos encontramos con varias franjas de tierra, de unos 10 metros de ancho, en los que la vegetación se había convertido en una especie de ceniza. Los árboles que todavía se mantenían en pie cedían a la simple presión de la mano, como si algo, o alguien, les hubiera drenado toda agua y toda vida. Tampoco vimos animales ni insectos cuando cruzábamos estas zonas, solo lirios azules...

La Ordo Magica levantó su campamento en uno de los edificios mejor conservados de la zona, un viejo torreón de piedra que posteriormente fortificaron con una empalizada. El edificio se encuentra junto a una de las franjas de tierra muerta y su fachada está cubierta de hiedra ennegrecida y musgo gris.

Cuando nos adentramos al interior de la empalizada vemos a varios trastos moviéndose por el patio interior. Al vernos salen todos disparados hacia el torreón, desde donde empiezan a dispararnos.

Tras evaluar la situación, nos damos cuenta que los trasgos están en mejor situación que nosotros. El torreón, aunque algo desvencijado por los años, parece sólido. Y la puerta interior parece haber sido reparada y reforzada recientemente, por lo que decidimos que lo mejor es negociar con ellos...

Tras echarles unas joyas preciosas los trasgos casi les convencemos, pero no es hasta que Doran les entrega un catalejo que aceptan llevarnos hasta su líder. Lo que nos cuenta es muy interesante: al parecer salieron de debajo de la tierra hace casi cuatro semanas, huyendo de unos monstruos del Inframundo y saliendo por el foso que tenemos en el mapa y que encontró la Ordo, al parecer esta fosa enorme se abrió cuando Gorak cogió la maldita corona (y cráneo) de la tumba, momento en el que se inició un gran temblor.


Los trasgos nos cuenta que al salir se encontraron con una gran araña blanca gigante que diezmo su tribu. Nos dice también que cuando llegaron al torreón ya se encontraba desierto, a excepción de un hombre loco muy divertido que tienen encerrado en una habitación.

Pedimos ver al hombre y nos llevan junto a él. Es uno de los miembros de la expedición, Tonsel, pero se haya totalmente loco: balbucea sin cesar sobre su «reluciente protectora» y cómo ella «descendió de los cielos montada en hilos relucientes para salvarme con su mordisco sagrado». En señal de devoción y gratitud eterna, Tonsel realiza una extraña ceremonia en honor a su protectora y a mayor gloria de Prios, dibujando el sol de Prios y algo que se parece mucho a una araña... 
El escribano tiene un miedo terrorífico a la oscuridad y nunca se aleja más de unos pasos del suave brillo de un círculo en el suelo. Presume con orgullo de la marca de un mordisco en su nuca, donde «la diosa me dejó su bendición». Harald pisa el círculo para agitar el hombro del alocado maestre, a ver si reacciona, pero Harald se queda en blanco, luego nos explica que “algo” le ha hablado directamente a su mente, instándole a que acudamos al foso, puesto que allí nos explicará... Xanatha dice llamarse, y quiere ayudarnos...

Tonsel También nos deja ojear un pequeño diario en el que se narra todo lo sucedido desde que la Ordo puso los pies en esta zona. Les leo a mis compañeros los último fragmentos:

«Encontramos las ruinas bajo la vegetación, tal y como predijeron los exploradores. Hemos establecido el campamento base en el lugar. Durante el viaje desde el puesto avanzado tuvimos que abrirnos paso a través del denso follaje hoja en mano, prestando atención a cada paso. Toda la expedición contribuyó a despejar el torreón en ruinas, pero dejamos el exterior intacto con la esperanza de ocultar nuestra presencia. ¿Quién sabe qué tipo de criaturas hambrientas merodean por este lugar?»


«Durante la asamblea vespertina, la maestre Senia nos comunicó que iba a establecer un círculo mágico en el torreón y después enviar el primer informe a Fuerte Espina. Algunos de mis compañeros y yo nos sentimos reconfortados por el anuncio, pero sabemos que cualquier sensación de seguridad es una mera ilusión: estamos lejos de la civilización y el círculo no nos salvará en caso de peligro. Pero es una fuente de información y consejo, lo que supone un recurso extremadamente valioso en una situación como la nuestra.»


«La investigación de las ruinas nos ha procurado tanto alegrías como cierta desesperación. Nuestros exploradores han localizado la tumba donde el saqueador Gorak robó el artefacto contaminado. Las antiguas inscripciones del mausoleo indican que perteneció a una persona de importancia: uno de los reyes locales que gobernaron la zona durante los primeros días de Symbaroum. Es evidente que la tumba ha sido profanada, pero esperamos que los ladrones no lograran saquearla o destruirla por completo.»


«Tras cartografiar todo el lugar, la maestre Senia encontró la tumba más prometedora. También nos puso en guardia sobre el foso, aunque apenas era necesario hacerlo, puesto que todos sabíamos que dos patrullas habían desaparecido por el lugar. No obstante, es un gesto que demuestra la grandeza de su corazón y que se preocupa por todos los miembros de la expedición. Resulta obvio que las habladurías y maldiciones de los criados y exploradores no tenían razón de ser: la maestre Senia dista mucho de ser una “déspota de corazón helado” y las ruinas son mucho más que una “picadora de carne cubierta de plantas”.»


«En otro orden de cosas, los exploradores notifican la presencia de unas franjas negras y grisáceas donde todo está muerto. Si los informes son correctos, las franjas parecen irradiar desde el foso. Es difícil determinar la naturaleza del fenómeno o si afectará a nuestro trabajo, pero en cambio es muy fácil tener pesadillas sobre su existencia.»


«La maestre Senia logró descifrar el texto de la entrada al mausoleo, en busca de pistas sobre lo que nos espera en su interior, y ha ordenado que la expedición empiece a prepararse para entrar. Si las franjas de naturaleza muerta siguen multiplicándose, es posible que no nos quede mucho tiempo, razón de más para apresurarse.»


«El suelo se retuerce de dolor, los gritos retumban a través de las ruinas. No oso aventurarme al exterior. Una oscuridad más profunda que la noche acecha fuera. El frío devora mi alma, estoy prácticamente paralizado. ¡La oscuridad se filtra a través de los muros! ¡Prios, ten piedad!»


...


«De los cielos desciende una luz, como un sol de miembros relucientes. Me abraza. Mi salvadora está aquí, alabado sea Prios.»


A esto le sigue una serie de garabatos indescifrables...


Seguimos explorando la torre, oculto con pieles en una pared del cubículo está el círculo mágico, pero esta “roto”, y es magia ambria, ni Lynae ni yo somos capaces de arreglarlo con la magia de las brujas...


Pasamos la noche en el torreón, los trasgos nos ofrecen de su asquerosa comida, pero rechazamos con educación, son muchos, y Harald y Dakeyras han detectado un foso debajo del torreón, al parecer encierran un troll dentro, “su mascota” dicen... Estos trasgos están locos...


A la mañana siguiente, viendo el panorama, decidimos ir al foso, puede que encontremos una pista, o ayuda, para luego visitar la tumba. Dejamos a Tonsel con los trasgos, una vez comprobamos que se divierten con él y no parece que le vayan a hacer nada. Los trasgos nos advierten que el foso es el hogar ahora de la araña Xanatha, por lo que debemos tener cuidado...


Atravesamos Davokar y las ruinas consumidas por la vegetación que abundan en esta zona. También hay franjas de la maldita oscuridad... un trasgo la definió como “la oscuridad que se arrastra”, me parece acertado...
 


Una vez llegamos vemos que el foso es enorme, de unos 100 metros de diámetro y otros tantos de profundidad. No tenemos claro el plan de bajada, por lo que nos dividimos entre los que bajan usando la cuerda, y los que nos adentramos por un estrecho sendero lleno de piedras sueltas que a poco estuvo de mandarnos al fondo en una caída que hubiera supuesto el final. Lynae se consagra al bosque y desciende la primera, volando como un grácil halcón, ya me había percatado, es una bruja, como yo, pero también como yo, es una cambiante...

Doran encuentra una gruta durante la bajada. Decidimos aventurarnos por ella preparados para lo peor, Lynae se destransforma y sube desde el fondo. A los pocos metros, cuando la luz exterior apenas era ya perceptible, nos encontramos con Xanatha, una araña albina gigante. No transmite peligro, a pesar de que el sentido común nos dice que podría despiezarnos si quisiera... Su voz entra en nuestras mentes, seseante, arrastrada, tan pronto está a la vista, y nos propone un trato: información sobre la tumba de del rey a cambio de algo que se encuentra en su interior, el Agua Vil.

Xanatha nos cuenta que las bandas carentes de vida que se encuentran en el exterior es obra de la oscuridad reptante, un espíritu de pura maldad que desea el agua vil para él. Nos tienta con protección contra la oscuridad, si dejamos que nos “bese”... Viendo el estado en el que estaba Tonsel decido pasar de dicho regalo... Pero Doran sí que lo acepta, siendo mordido en la nuca por la araña... Nos cuenta como llegar a la tumba, por el bosque o por el Inframundo, nos habla de otro ser maligno y cuasi divino, Fangafa, la Reina de las Espinas. Nos cuenta que ella misma es hija de dioses, Oroke, madre del infame Rey Araña... en nuestras mentes vemos imágenes milenarias, cuentos, leyendas, no sé si trata de manipularnos...

Cuando salimos de la cueva no se aprecia en Doran la locura del escriba, por lo que supongo que está bien. Quizá fue la llegada de la Oscuridad lo que enloqueció a Tonsel.





Siguiendo las indicaciones de Xanatha ponemos rumbo hacía la tumba... Tras solo un día de acampar y con la guía de Harald y mía llegamos a la misma. Esta se encuentra completamente mimetizada con la vegetación, por lo que no es fácil verla. Lo único visible es la entrada principal, pues parece haber sido limpiada por la Ordo en su incursión anterior, o incluso por la primera visita de Gorak y su gente.

Las puertas están medio abiertas, como si los movimientos de tierra las hubieran atrancado en esa posición. Cuando nos estamos preparando para entrar dentro de la tumba, un movimiento a nuestro lado nos pone sobre aviso. Rápidamente Dakeyras prepara su arco y busca una buena posición de tiro. No tarda mucho en tener un blanco, pues tras la vegetación aparecen Odako, el horrible Mal-Rogan y un grupo de sectarios que les siguen... Al parecer, el no-muerto que creímos dejar atrás en Los Titanes nos ha seguido y ha pactado con Odako, el falso Manto Negro Baumelo, aquél que nos arrebató el cráneo del Rey Hurian... Quieren pactar y entrar en armonía en la tumba, haciendo equipo con nosotros. Decidimos en un instante que no son buenos acompañantes para la misión que tenemos por delante, por lo que el combate es inevitable...

Los sectarios fueron los primeros en caer. Su número era molesto, pero no supusieron una gran amenaza, salvo por un golpe afortunado que tumbó a Doran, a todas luces parecía muerto. Otra cosa era Mal-Rogan... su terrible espadón cortaba el aire con una fuerza que sabíamos que nos partiría por la mitad a la primera ocasión que tuviera. Harald hizo gala de un gran valor enfrentándose directamente a él. El resto nos repartimos como pudimos. Yo me enfrenté a Odako y acabó siendo pasto de mi hacha, pero no antes de lanzarme una hondonada de fuego que me hizo profundas quemaduras justo antes de desfallecer. Dakeyras disparaba por doquier a uno y otro enemigo...

Harald aguantó al no-muerto, a su espadón y a sus maldiciones procedentes de su mano cortada. Por fin el resto pudimos apoyarle, cuando acabamos con Odako y los sectarios. Cuando Mal-Rogan cayó (y quemamos su mano maldita) y el último sectario huyó decidimos que era momento de entrar en la tumba... Pero antes ¡Sorpresa! Doran está vivo, muy malherido, pero le curamos cuanto podemos entre Lynae y yo, y al menos puede moverse. Eso sí, su brazo izquierdo está destrozado, así que coge una espada corta de los sectarios y valientemente, decide continuar.
 


Nos encontramos en una cámara con salidas a izquierda y derecha. No tiene un gran interés, si no fuera por los tres cadáveres del suelo:  una novicia de la Ordo, una armadura de metal vacía y quemada y un cadáver que debe llevar más tiempo, por la descomposición y el olor que rezuma.

El cadáver de la novicia posee una gran cantidad de estocadas de una espada corta. Aparentemente las mismas heridas que causarían las espadas que se encuentran al lado de la armadura, y cuyos bordes parecen haberse quemado desde el interior.

Desde el túnel de la derecha percibimos un ligero viento que nos trae sonidos de arañazos y roces... No nos gusta la idea de que haya algo esperándonos, por lo que decidimos usar el túnel de la izquierda.

Avanzamos por un estrecho pasillo hasta una amplia sala de unos 100 metros cuadrados, decorada con mosaicos que se encuentran en un gran estado de conservación.  Vemos unos cuerpos humanos que parecen llevar ahí meses, suponemos que de la primera expedición que se llevó la corona del rey.

Ninguno de los que formamos el grupo somos grandes sabios, pero hay cosas en los mosaicos que nos resultan curiosas: el sapo parece ser el que se encuentra en Fuerte Espina, pero no reconocemos las escenas de Davokar que aparecen, pues faltan muchos árboles. ¿Tal vez un tiempo anterior a los bosques? Tengo que preguntar a los elfos... En la imagen de Lo Apak enfrentándose al sapo hay algo más, un pozo, juraría que tiene las mismas inscripciones que la fuente de la plaza de Fuerte Espina...

La puerta que se encuentra delante nuestra posee un marco de piedra con runas. Por el libro del mago loco sabemos que debemos hacer algún tipo de plegaria para conseguir que la puerta se abra, pero los cadáveres que se encuentran en la puerta nos dicen que algo malo pasará como no lo hagamos bien... Dakeyras el insensato no consigue reproducir los pasos adecuados y unas poderosas cuchillas le infligen unas profundas heridas, pese a intentar evitarlas con agilidad felina.

Durante unos instantes me debato entre usar mis mejores hierbas y pociones curativas con él o hacer sólo lo mínimo necesario... Durante el viaje ha estado osco y huraño conmigo, por lo que hubiera sido una buena forma de devolvérselo. Finalmente, limpio mi mente de esos pensamientos tan mezquinos (¿será el lugar?) y me aplico en su curación. A pesar de todo parece que no era mi día, porque no fue mi mejor vendaje, pero al menos podrá continuar la exploración.

Tras el primer intento infructuoso Harald recuerda los pasos correctos: pasar la mano por la inscripción superior, y rendir pleitesía... Tras esto la puerta se abre y aprovechamos pasa pasar al interior. La puerta se cierra a nuestra espalda antes de que se nos ocurra bloquearla... No hay manera de abrirla desde dentro, parece que tendremos que encontrar otra salida.

Tras avanzar por el pasillo en forma de “L” llegamos a una antecámara con cuatro poderosas mesas de piedra. En la sala encontramos el cadáver de otro miembro de la Ordo, la maestre Senia dedujimos, y al igual que la de la entrada, parece acribillada por heridas causadas por un arma corta, 42 se paró a contar Lynae.

Al norte de esta sala se abre la cámara funeraria del rey. ¡Por fin! Parecía que nunca íbamos a llegar al final de este laberinto. Nada más poner un pie en la cámara llega a nosotros un ruido metálico a nuestras espaldas... Por el pasillo del sur se arrastra una armadura completa, animada y movida por puro fuego desde su interior...

No tenemos tiempo que perder y nos dividimos las tareas: mientras que la trocalengo y yo intentamos hacer una barricada con las mesas de piedra, el resto del grupo intenta parar a las primeras armaduras que van llegan hasta nosotros.  Parece que nuestro plan funciona, pero no podemos evitar que un par de armaduras lleguen hasta nosotros, por lo que el cuerpo a cuerpo es lo único que nos resta, Harald y un herido Doran dan cuenta de ellas, mientras Dakeyras dispara por los huecos de la barricada a las armaduras animadas más alejadas.

Cuando la barricada está en su sitio nos giramos de nuevo hacia la cámara funeraria: sobre un trono de piedra en ruinas, que una vez estuvo bellamente esculpido, descansa el cuerpo decapitado del rey Hurian-Lo Apak, con una mano sobre una lanza apoyada en el reposabrazos.  En un pedestal junto al trono hay una pequeña vasija de cristal volcánico traslúcido que contiene algo que literalmente irradia oscuridad.



Lo que pasó en ese momento fue algo vago y apenas lo recuerdo, durante un instante parece que el espíritu del rey intentó entrar en mi mente... me pedía que bebiera de la vasija... me decía que me haría fuerte... que matase a la trocalengo, que había cogido su lanza...

Tan pronto como me liberé de un influjo vi que mis compañeros se hallaban en la misma situación, pero uno tras otro todos vencimos la tentación, tras lo cual quemamos la corona del rey con la que llevábamos cargando desde el combate a la entrada de la tumba.

Decidimos registrar la sala a fondo, ya que, habiendo bloqueado la sala de las estatuas, debíamos encontrar una forma de salir diferente. A la izquierda del trono encontramos una puerta rodeada de runas. Tras intentar abrir la puerta por los medios habituales, decidimos probar destruyendo las runas...

Tan pronto como rompimos las runas nos dimos cuenta que había sido una mala idea... Toda la tumba se retorció como si algo que hubiera estado contenido fuera se estuviera derramando en el interior. Además, la temperatura empezó a caer rápidamente.

Al entrar en el interior de la habitación nos damos cuenta que se trataba de la cámara del tesoro. Apenas tenemos tiempo para pensar en qué coger. Pese a que el frio empieza a atenazar mis manos, me fijo en un pesado códice y en una bolsa de cuero algo gastada. Parece que mi elección no llama la atención de los demás, alguno de los cuales se encuentran peleando por ser los primeros en coger los objetos más llamativos.

Decido no quedarme ni un minuto más en esa sala, pues el frio me impide respirar y pensar con claridad. Además, la tumba parece estar derrumbándose. Doran guarda la vasija y salimos disparados hacia fuera, cada uno corriendo por su vida, entre rocas que caen, abismos que se abren y columnas que se derrumban, al llegar a la sala anterior pasamos por el estrecho hueco que quedó entre las mesas de piedra y el techo de la sala.

Las estatuas parecen haber perdido el fuego que las animaba y se encuentran desparramadas por el suelo, sin vida. No nos paramos ni un instante y seguimos corriendo, preocupándose cada uno de su vida, hasta que llegamos a una zona en la que un derrumbamiento ha abierto un agujero en la pared de piedra de la tumba. Esta sala, antaño llena de estatuas en honor a Hurian Lo-Apak, hoy solo una queda, en la que el rey atraviesa con una lanza el cráneo de un sapo enorme, del tamaño de un toro. Ahora una grieta abisal cruza la cámara, cinco tablones están esparcidos por ella, como si la expedición de la Ordo hubiera tratado de cruzar el abismo. Pero lo tablones están medio rotos y disgregados por la sala, uno al sur, incluso se ve que aplastó a un novicio.

Pensamos en saltar o usar uno de los tablones cuando el temblor cesa y parece que el hundimiento para a vuestras espaldas. Pero la oscuridad sigue avanzando hacía nosotros. Cogemos un tablón y lo ponemos para cruzar el abismo, Dakeyras con agilidad felina salta al otro lado y lo asegura. Pero de repente un ser de tres metros de altura, con forma parecida a un arbusto espinoso, muchos tentáculos y varios ojos felinos salta del abismo y se planta en la única salida, bloqueándola y dispuesto a matarnos.


Mi corazón tiembla pues la visión es espantosa... Dakeyras está a punto de caer ante un tentáculo espinoso, mientras Lynae y yo cruzmos el abismo sobre el tablón. La bestia, Fangafa, Reina de las Espinas, se cierne sobre nosotros, con poder y malevolencia como para acabar con los tres sobradamente, a nuestras espaldas la Oscuridad avanza, estamos perdidos... Pero de repente los sentidos preternaturales de Fangafa captan algo, abajo, en el abismo, y la criatura salta y comienza a deslizarse por la pared, minorando su velocidad con sus garras y espinas.

La Oscuridad sigue avanzando y a punto está de cogernos, pero finalmente salimos de la tumba desmoronada... la oscuridad y el frío son mortales, pero también lentos, y sin parar de correr en la noche, nuestros pasos la dejan atrás.

No es si no ahora que me doy cuenta de que Doran y Harald han caído en la tumba...

Toda la noche a buen ritmo y parte del día siguiente, guiados por conocimiento de la zona, y estamos a punto de llegar al primer campamento de la Ordo, el del embarcadero, donde los novicios Marlon y Plendel aún continúan.

Mis pensamientos son desesperados ante lo que evocan mis recuerdos. No queda si no esperar a que llegue el rescate de la Ordo y contarles todo lo acontecido, y la total exterminación de la expedición (a excepción de Marlon y Plendel). Así que tengo tiempo para examinar los tesoros que conseguí sacar de la tumba... los dioses quieran que no haya pecado contra el Pacto y las costumbres de las brujas al sacarlos de allí...

... ... ...

EPÍLOGO:


La Oscuridad nos acecha, el frío es mortal, ¡CORRED!, ¡CORRED! ¡INSENSATOS! ¡POR VUESTRAS VIDAS CORRED!, pero las palabras de Dakeyras no hacen que mis piernas avancen lo suficientemente rápido, esto se desmorona, unos metros más adelante he visto que al joven bárbaro Harald, pero también le pierdo en la oscuridad, por Prios, por su luz, guíame, o este será mi fin... Siento caer, caigo, muero...

¿Estoy muerto?

Me duele todo el cuerpo, eso quiere decir que aún sigo vivo, ¡VIVO! Pero atrapado, he caído en una profunda caverna, debo estar cerca del Inframundo. Tras inspeccionar la zona encuentro el cuerpo sin vida de Harald, aplastado por una enorme roca, pobre no ha tenido mi suerte, intento liberar el cadáver, pero es inútil, las grandes rocas son muy pesadas y sigo resentido de mis heridas.

Otra vez esa voz resuena en mi cabeza, es Xanatha que me implora que corra, que me reúna con ella, que le entregue el Agua Vil, eso me hace recordar que la llevo en mí zurrón.

Pero unos aterradores chillidos se ciernen sobre mí, parece que algo está cayendo desde el abismo encima de mí cabeza, mi única salida, un acantilado, más de 200 metros de caída y abajo se escucha el correr del agua... ¡y yo con un brazo inútil!, la indecisión me vuelve a jugar una mala pasada, pues delante de mí se alza una masa de algo que se asemeja a una bestia tentacular, con muchos ojos inquisitivos y con millones de espinas, sin duda esta abominación se trata de la que la araña llamaba Fangafa la Reina de las Espinas, pienso lo que haría mi padre... lanzo el vial hacia el acantilado con la esperanza de que la bestia corra tras de él y se revienten juntos contra el suelo... pero esto no hace otra cosa sino enfadar a la bestia que arremete contra mí, chillando, un sonido áspero, como el raspar de unas garras contra un suelo de mármol. Esquivo una, y otra vez sus asquerosos tentáculos, pero es inútil, este ser me supera, consigo dañar sus ojos, pero es un espejismo, mi final está cerca, Prios no me ha auxiliado así que invoco a la araña Xanatha ven a por tu premio, y ella me responde, “Estas muy lejos, aguanta voy para allá" pero el ser no llega con la presteza requerida, y encajo un golpe tras otro, hasta que me veo preso de la criatura que me estampa contra el muro, adiós mundo, adiós Magdala me hubiera gustado haber yacido en tu lecho aunque hubiera sido una única vez, una lástima, ¡Padre!, ¡Madre! Voy a vuestro encuentro...

Tras esto, la abominación Fangafa, coge el cadáver sin vida del simple humano y lo lanza al abismo... luego con sus sentidos místicos busca la esencia, el rastro del agua vil... pero ha desaparecido, ¡estúpido humano, no sabe lo que ha hecho! Aún así, aferrándose, aún, a cualquier esperanza, la otrora diosa se desliza acantilado abajo, quizá el vial siga en el fondo del río subterráneo, o se haya estrellado contra el suelo y quedé, aún algo de líquido...

Y así fue el final de mí otro paladín, Tonsel, así partió mi última esperanza de haber conseguido el vial con el agua oscura mi loco acolito, todo se perdió en aquel acantilado, Fangafa tampoco lo consiguió ese es mi consuelo (o eso creo), ahora ve hijo mío y traerme otro de esos apetitosos tragos, estoy cansada y tengo que recuperar fuerzas...

... ... ...



Y hasta aquí el rolato de estas sesión maratoniana (casi diez horas) con Symbaroum Salvaje, y tal y como ha acabado, cerrando muchos hilos sueltos: El Agua Vil, Mal-Rogan, La Corona de Cobre, Odako/Baumelo, lo único que queda “vivo” de esta mini campaña es que las tres entidades (Xanatha, Fangafa y la Oscuridad que se arrastra) siguen vivos, y las tres, de una manera u otro, han interactuado con los PJs. Veremos dónde nos lleva la siguiente aventura en este Symbaroum Salvaje (y divertidísimo).

Y como es costumbre, los héroes de los jugadores en su actual estado:




Marcados saludos.-