Buenas,
Hoy ponemos aquí el “rolato” de la última misión a Walküre, narrado desde el punto de vista del excéntrico Brian McGregor (personaje de Antonio). Como curiosidad decir que la misión se desarrolla principalmente en la Luna, la mía anterior “¿Conoces a Zorro Rojo?”, también, y esto sucedió preparándolas dos narradores distintos sin saber que el otro también preparaba una en la Luna, así pues, la tercera que vamos a jugar “Días Peligrosos” también es en la Luna... Nuestra particular “Trilogía Lunar” xDDDD
...
Era una fría tarde a las afueras de Zúrich, las montañas, desnudas antes, ahora visten de verde, las hojas vuelven a crecer, mientras paseo junto a mi fiel Edward por el bosque cercano a mi residencia, los pájaros revolotean sabiendo que pronto llegara el buen tiempo, y las ardillas, las dulces ardillas juegan entre los árboles. Lanzo un palo para jugar con mi fiel compañero pero me mira diciendo que eso no va con él, es listo el amigo. La armonía se vio truncada al sonar el móvil, parece que la gente de Oberón me necesita, y bueno, ellos pagan mis facturas y parece que el jefe tiene algo pensado.
Hoy ponemos aquí el “rolato” de la última misión a Walküre, narrado desde el punto de vista del excéntrico Brian McGregor (personaje de Antonio). Como curiosidad decir que la misión se desarrolla principalmente en la Luna, la mía anterior “¿Conoces a Zorro Rojo?”, también, y esto sucedió preparándolas dos narradores distintos sin saber que el otro también preparaba una en la Luna, así pues, la tercera que vamos a jugar “Días Peligrosos” también es en la Luna... Nuestra particular “Trilogía Lunar” xDDDD
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Era una fría tarde a las afueras de Zúrich, las montañas, desnudas antes, ahora visten de verde, las hojas vuelven a crecer, mientras paseo junto a mi fiel Edward por el bosque cercano a mi residencia, los pájaros revolotean sabiendo que pronto llegara el buen tiempo, y las ardillas, las dulces ardillas juegan entre los árboles. Lanzo un palo para jugar con mi fiel compañero pero me mira diciendo que eso no va con él, es listo el amigo. La armonía se vio truncada al sonar el móvil, parece que la gente de Oberón me necesita, y bueno, ellos pagan mis facturas y parece que el jefe tiene algo pensado.
Acudo
a la hora prevista elegantemente vestido con mi kilt, sporran y chaqueta
Argyll, y grata sorpresa de volver a encontrarme con los compañeros del último
trabajo, O’Conner y Berg charlan mientras un enano esta tranquilamente sentado
trasteando su tablet y otro tipo intenta ligar con la secretaria. Tras unos
minutos de buen ambiente en que el compañero sueco se interesa por mi perro, la
secretaria nos indica que la acompañemos para ir a la reunión.
Montamos
al ascensor y empezamos a ascender, podre ver a mis amigos de la sexta planta
pero extrañamente paramos en la tercera, la secretaria sale y el resto la
siguen. ¿En la tercera? no tiene sentido. Todos están fuera, parados mirándome,
pero… en la tercera??? Ains… les sigo.
En
la entrada de la Sala de Reuniones está el Sr. Joubert despidiéndose de Sra.
Kollwitz, y nos invita a pasar. Dentro una gran sala dominada por la mesa
central y una mujer sentada en una de las sillas, el gran ventanal que cubre la
pared nos enseña la deprimencia de la ciudad, el tráfico, el ruido, tanta gente...
y en las otras paredes un pequeño mueble bar y varios cuadros, sin nada
especial salvo un paisaje, una llanura verde y un cielo nuboso, algo se ve en
el fondo, ahí están, les estábamos esperando. Son muchos pero nosotros luchamos
por un ideal, por nuestra tierra. Robert Bruce nos da palabras de aliento, por
Wallace, por nosotros, una única voz, una única garganta, un único grito, la
ira y rabia de tantos años acumulada estalla, cargamos, corremos hacia ellos
con una furia que no esperaban, espero al último momento para sacar mi
claymore, a mi lado mi amigo irlandés O’Cooner con una espada en cada mano es
el primero en llegar y destrozar las filas inglesas, de un fuerte golpe cae mi
adversario y seguimos hacia adelante...
-Señor McGregor, por favor, tome asiento para que podamos empezar la reunión.
-Señor McGregor, por favor, tome asiento para que podamos empezar la reunión.
Menudo
aburrimiento, al parecer el trabajo que nos tienen preparado es escoltar a la
doctora Krumm ahí presente a unas conferencias sobre el cambio climático que se
desarrollaran en la Luna, y velar por su seguridad durante su estancia. Además
contaremos con la ayuda de John McNeall y Sigmund, que grata sorpresa es
hermano, de Sigfrid Von Isenhart. También se nos unirá Effi, una estudiante y
ayudante de la doctora y su secretario Carstem Milman. Parece que una célula
del grupo terrorista Masada tenía información sobre varias personas relacionadas
con el partido nazi, la doctora Krumm entre ellas, y aunque la Gestapo
desarticulo esa célula y puso fin a la amenaza, la Sra. Kollwitz quiere que se
proteja a su amiga por tranquilidad.
Resumen... volvemos a la jodida luna.
Resumen... volvemos a la jodida luna.
Me
encanta volar, pero como piloto, como pasajero es cansino, tres días para
preparar y camino a las Galápagos con un par de escalas. Durante los vuelos voy
conociendo un poco a los nuevos compañeros, resulta que el pequeñín es un genio
de los ordenadores y el americano un tipo con labia, un buen conseguidor,
seguro que aportaran cosas buenas.
Miro
al secretario, no me gusta, tan servicial, tan pegado a la doctora, maniaco
obsesivo enamorado de la jefa, duerme ahora pero no te quitare el ojo de
encima, no me fio. Es más, ¿por qué no amenizar el viaje?, me levanto de mi
asiento y cojo mi mochila, saco la gaita de mi abuelo y la empiezo a montar,
esto alegrara a la gente seguro. ¿Que toco?, algo clásico que todos conozcan,
ya se... pero antes de empezar con los acordes mi amigo irlandés ha debido de
emocionarse y vertido algo de su whisky mojando la gaita. Jaja, la de alcohol
que habrá bañado estos palos. Me dirijo
al aseo para limpiarla un poco y un par de tipos se me quedan mirando, uno
incluso hace el amago de echar mano a una cartuchera. Parece que tenemos ratas
en el avión. Informo a mis compañeros y John comenta que él se encarga, se
coloca la camisa y se dirige hacia una de las azafatas. Unos minutos de charla
y vuelve con dos papeles, uno con los datos de los pasajeros y otro con el
teléfono de la chica. Sigmund empieza a buscar y cotejar con diferentes bases
de datos y resulta que las ratas son de la Gestapo, es normal su presencia en
vuelos pero no que sean del grupo Antiterrorista. Nos prestan mucha atención,
demasiada para el gusto de Ian.
Ascensor
y a la lanzadera camino a la tierra de los selenitas. Durante el trayecto
consigo hablar con el capitán y puedo disfrutar de parte del viaje en la
cabina, mucho mejor, este es mi lugar y no en los asientos de ahí atrás. Pasajero,
que palabra tan vacía, ganado que no es dueño de su destino.
Alquilamos
un par de vehículos y vaya, problemas, parece que nos están siguiendo nos
dirigimos primero a la sede de Oberón para retirar nuestras valijas con el
equipo más “sensible” y seguimos para el hotel. Hotel decente, jardincito, buen
trato, agradable si no fuese por el coche que hay afuera observándonos y la
tarjeta de bienvenida que tenía la buena doctora en su habitación, una foto de
un atentado con coche bomba que cometió Jericó en Singapur y un mensaje que
dice “Este será tu destino”. Revisando huellas encontradas y las cámaras de
seguridad identificamos a una mujer que la Gestapo conoce como Sonia y es
miembro de la célula Jericó de Masada. Ya me jodería ser responsable de la seguridad
de esta señora jaja, espera... mierda. Por suerte Edward tiene buen olfato para
detectar explosivos. A dormir.
Soy
el primero en despertar, cuidar de un animal tiene sus obligaciones, ducha
rápida y al salir veo que Berg ha hecho guardia toda la noche en la puerta de
la doctora, eso es dedicación, me gusta este chico. En el patio sigue el coche
aparcado sin quitarnos ojo, en el desayuno se lo comentaré. Camino a la
habitación dos señoritas jóvenes se despiden de Ian y Sigmund mientras guardan
algo en la cartera, vaya vaya, resulta que el ruido de anoche no era la tele.
Logramos
identificar a nuestros observadores como miembros de la Gestapo, pero si habían
cerrado el caso de la doctora ¿qué hacen aquí? O’Conner tiene un mal
presentimiento, y creo que intentara aclararlo por la vía rápida. Antes de
tomar ninguna decisión Sigmund hace un par de llamadas tirando de contactos y
nos dice que esta noche tendrá una respuesta.
Cuando
Edward me dice que ha olfateado el coche y no hay nada, tomamos camino del
centro de convenciones. Charla tranquila para tener unos pasajeros relajados,
ausentes de la preocupación del coche que nos sigue, decido contarles una idea
de Edward para solucionar el problema de oxígeno en la Luna y no tener que
estar en cúpulas, y es de lo más sencillo, traer el oxígeno de la Tierra, total
dejar sin oxígeno de 5.000 metros para arriba no causaría ningún problema y
haría más habitable esta roca muerta. La doctora queda asombrada ante tal idea
y me dice que lo estudiará. Estaría bueno que mi perro solucionase esto.
Estaría curioso que la idea funcionase y fuese de poniente para dar
conferencias exponiendo la idea, con lo vergonzoso que es siempre con las
cámaras.
El
día va tornando a su fin sin novedades, que visto el tema es bueno, unas
cuantas charlas, la ayudante tuvo que ir a por unos documentos al hotel que
necesitaba la doctora, el baboso de su secretario siempre encima, y mucha gente
aburrida hablando en una roca sin aire de cómo salvar la tierra de la era
glacial que se cierne. Vuelta al hotel donde seguimos teniendo nuestros voyeur,
pero Effi no está, y la doctora nos dice que no la mando por ningunos papeles.
Preguntamos en recepción y nos dicen que si paso por allí, pregunto cómo ir a
un local llamado Cybergeisha Desenchufada y un taxi la recogió.
Ian,
Berg y yo iremos a ver si la encontramos, mientras John y Sigmund, tendré que
pensar un apodo pues se me hace largo, bueno, ellos quedaran cuidando de
nuestra pajarita. Ya conozco el camino
pues estuve hace poco, un antro en una zona conflictiva, aparco un poco alejado
y caminamos las dos calles que nos separan. Antro en toda su expresión,
oscuridad y ruido, un par de whisky y unas palabras bonitas son suficiente para
ganarnos las confianza de la camarera, no ha visto a Effi, pero quizá tenga que
ver algo Nicky “el Viejo”, un cliente para nada agraciado entro preguntando si
una chica había ido buscándole, y francamente duda si pagando conseguiría
compañía femenina. Ya se fue, pero suele para también por el McGrady's, un bar
irlandés de mucho mejor ambiente. Vaya, dos visitas en la luna y ya conocemos
los antros y garitos de esta roca. Está cerca así que daremos un paseo.
Cerca
del irlandés un rastapredicador con su pequeño sequito de aduladores, aquí
sigue aún el tío pesado. O’Conner sale disparado hacia ellos, los ojos inflados
en odio, con las dos espadas en las manos siembra de cadáveres estos campos, la
sangre inglesa es derramada, uno tras otro van cayendo a su paso mientras Alex
con su martillo de guerra los aplasta sin compasión y el dulce sonido de la
gaita anuncia la libertad y victoria, el orgulloso ejercito de Eduardo se pensara otra vez el volver a estas
tierras. La entrada en la taberna es espectacular, la gente canta y da gritos
de alegría, enlazados brazos unos con otros, unas pintas de cerveza para
celebrar y disfrutar el momento. El tabernero le señala, un hombre gordito solo
en una mesa, es Nicky "El Viejo”. Ian radiante con la sangre de nuestros
enemigos resbalando por su piel pregunta por la joven y nos confirma mientras
se hunde de miedo en la silla que había quedado con él para venderle unos
documentos pero no se presentó a la cita.
Una
noticia en la tele llama nuestra atención, el asesinato de una joven por aquí
cerca, pasaremos a ver. Vemos gran barullo formado, la policía tiene rodeado el
lugar y parece que hay alguien tirado en un callejón. Por aversión de Ian hacia
la autoridad Berg y yo nos acercamos a observar, pero un mal presentimiento se
empieza a hacer presente. Suena el celular y las noticias se confirman, la
doctora también ha visto en la tele y vienen hacia aquí, además traen noticias
de que hace la Gestapo vigilándonos. Salimos del tumulto y como no podía ser de
otra forma el buen irlandés ha decidido consultarlo por su cuenta pues está
dentro del coche de las ratas preguntando pistola en mano. La Gestapo ha
decidido usar a la doctora Krumm como cebo para capturar al comando Jericó de
la organización Masada.
La
doctora reconoce el cuerpo, es su ayudante, un tiro en la nuca. Sigmud accede a
las cámaras de las calles y podemos observar la escena, un negro bastante
grande llama a la chica cuando se dirigía al pub, entran en el callejón y poco
después sale solo con el maletín que llevaba. Parece que la ayudante no era
trigo limpio y quiso sacarse un dinero extra vendiendo el trabajo de su jefa,
pero alguien se adelantó a la venta y lo tomó. Analizamos el portátil de la
doctora y sorpresa sorpresa tiene un par de virus, uno que mandaba datos a un
apartamento aquí en la luna y otro más complicado anclado en un archivo que
tenía en el mail y mandaba datos a un servidor web de la Fundación von
Sebonttendorff, que está asociada a la antigua Soiciedad Thule.
El
mail infectado tenía información del hallazgo de un barco hundido hará 15 años
que era usado como laboratorio de recombinación genética, y era dirigido por un
tipo que murió hace 30. Parece que topamos con algunos experimentos secretos, y
quizá sea esto lo que llevo la muerte de la señorita Nieman. Del otro virus y
el apartamento, parece que ha sido alquilado por un miembro de Masada, así que
ya tenemos localizados a los de la tarjeta de bienvenida.
Qué
hacer con esta información… instintivamente cruzo mirada con Ian, lo tenemos
claro, ¿por qué hacer el trabajo sucio cuando otro lo puede hacer por nosotros?
Bajamos al hall del hotel y nos dirigimos al hombre que se cree de incognito
leyendo el periódico. “Queremos hablar con tu jefe, sabemos dónde está la
célula Jericó”. Es fácil y sencillo, ellos quieren eliminar Jericó y nosotros
sabemos dónde están, un par de horas después una explosión sacude el barrio,
parece que ya no hay célula Masada.
Un
peligro eliminado, ahora debemos hacer frente al asesino. Decidimos usar el
portátil de la doctora para organizar otra venta, el asesino se enterara por el
virus y le podremos tender una emboscada. Ian, Alex y John se encargaran
mientras Sigmud y yo nos quedamos en el hotel protegiendo a la doctora, ya
tienen una cita. Por seguridad cambiamos de habitación, nos quedamos en la del
secretario mientras este está solo en la de la doctora, accedemos a las cámaras
de seguridad del hotel y las ponemos en directo por la tele mientras esperamos
noticias de la emboscada.
Pasa
el tiempo sin novedad, la doctora tumbada en la cama, Sigmud trasteando con su
ordenador y yo jugando con Edward, hasta que en un momento se pone nervioso y
empieza a ladrar a la puerta, mierda alguien viene, por la tele vemos un hombre
blanco y grande que se acerca hacia la puerta con una tarjeta de apertura en la
mano. Sigmud intenta bloquear la cerradura, yo desenfundo y la doctora rueda
debajo de la cama. No nos da tiempo, la puerta se abre y dos balas impactan en
mi pecho, duele pero el chaleco absorbió el golpe, disparo pero mis balas no
son capaces de penetrarle, muchos disparos, Sigmud apunta a la cabeza y le roza
la oreja su disparo, esto le enfurece y sigue disparando, intenta protegerse
con la puerta del aseo, nosotros pegados a la pared, siguen los disparos,
Edward salta a por él y le muerde en el brazo del arma y tira de él, está
perdido, nunca podrá volver apuntarnos, y un segundo tiro de gracia atraviesa
el cráneo del asesino. La amenaza esta neutralizada.
Pronto
vuelven nuestros compañeros, la venta no salió como pensaban, el asesino no
salió a impedirlo pues estaba aquí con nosotros, y bueno, las negociaciones con
el vendedor acabaron por las malas.
La doctora no está en situación emocional para ninguna conferencia, decide volver a la Tierra. Sabía decisión. Estar en la Luna es cosa de locos. Camino al ascensor lunar, otra oportuna llamada de Oberón, debemos permanecer en esta piedra muerta un tiempo más al menos, hay un encargo aquí que nos espera. La doctora no hará el viaje sola hasta Zurich, en cualquier caso ya no es responsabilidad nuestra, bye bye Doctora!
La doctora no está en situación emocional para ninguna conferencia, decide volver a la Tierra. Sabía decisión. Estar en la Luna es cosa de locos. Camino al ascensor lunar, otra oportuna llamada de Oberón, debemos permanecer en esta piedra muerta un tiempo más al menos, hay un encargo aquí que nos espera. La doctora no hará el viaje sola hasta Zurich, en cualquier caso ya no es responsabilidad nuestra, bye bye Doctora!
Maldita
piedra muerta, no sé lo que cobramos pero seguro que es poco.
EPÍLOGO:
En algún
lugar sobre el Pacífico:
La azafata
se dirige sonriente al distinguido caballero que tienen por pasajero: -“Disculpe
señor Lerner, tiene una llamada. Puede atenderla en la línea 2.”-
-“Gracias.
¿Sí?”-
-“La misión
ha sido cumplida. Sin embargo se ha producido una fuga de información, pero me
encargaré de ella inmediatamente.”-
-“Eso
espero. No podemos permitirnos que nuestro trabajo salga a la luz antes de
tiempo."-
-“Por
supuesto, señor”-
NEUE ZÜRCHER ZEITUNG
Mittwoch 22. Maibaum 2075
INTERNATIONAL
Trágico accidente de tráfico.
En la pasada madrugada la reconocida doctora Agnes
Krumm de la Universidad de Kiel, falleció al salirse de la calzada el vehículo
en el que se dirigía a su lugar de trabajo. La policía de Kiel investiga las
causas del accidente, aunque fuentes de la investigación atribuyen a la espesa
niebla existente en el momento del accidente la causa más probable del fatal
desenlace.
La doctora Krumm había regresado recientemente de la conferencia internacional sobre cambio climático que la Sociedad de Naciones había convocado en la Luna...
La doctora Krumm había regresado recientemente de la conferencia internacional sobre cambio climático que la Sociedad de Naciones había convocado en la Luna...
...
Esto es todo, muy pronto: “Días Peligrosos” :)
Marcados saludos.-
Marcados saludos.-